Los 8 tipos de células del sistema inmune (y sus funciones)

Atacando todo aquello que sea una amenaza, el sistema inmune está constituido por distintas células que tienen funciones básicas para el cuerpo.

Tipos de células del sistema inmune

Cualquier ambiente en el que nos encontremos (nuestra casa, la calle, un parque, el metro, etc) está plagado de millones de patógenos. Día a día, en cualquier situación, nuestro cuerpo está siendo atacados por gérmenes que viven por y para un único propósito: infectarnos.

Las personas, teniendo en cuenta este constante ataque, enfermamos mucho menos de lo que deberíamos. De hecho, si estamos sanos y no cumplimos con ningún factor de riesgo, caemos enfermos muy pocas veces al año. Y generalmente una de estas veces es la gripe.

¿Por qué esta elevada diferencia entre el número de ataques de gérmenes que sufrimos y las veces que realmente enfermamos? La respuesta es clara: el sistema inmune.

El sistema inmune es una máquina perfectamente diseñada para combatir todas las potenciales amenazas que nuestro cuerpo recibe. En este artículo entenderemos un poco mejor cuál es su naturaleza analizando las células de las que está compuesto.

El sistema inmune: ¿cuál es su función?

Como todo sistema de nuestro cuerpo, el inmune es un conjunto de órganos, tejidos y células especializado en cumplir, de forma conjunta, con una función. En este caso, el objetivo es el de reconocer patógenos ajenos al cuerpo y neutralizarlos. En otras palabras: detectar gérmenes y matarlos.

El sistema inmune es la defensa natural del cuerpo frente a las infecciones y enfermedades que nos pueden provocar las bacterias, los virus o los hongos. Ante una invasión, el sistema inmune genera una respuesta coordinada entre todos sus elementos para conseguir eliminar la amenaza.

¿Cómo funciona el sistema inmune?

Todo patógeno tiene en su superficie algunas moléculas que le son propias, es decir, cada especie de bacteria, de virus o de hongo, tiene lo que vendría a ser una “huella dactilar”. En el campo de la inmunología, esta huella dactilar recibe el nombre de antígeno.

Cuando un germen nos infecta por primera vez, nuestro cuerpo no reconoce este antígeno, pues no había entrado en contacto con él antes. En ese momento, las células del sistema inmune deben estudiar cómo es ese antígeno y posteriormente desarrollar una respuesta para eliminarlo del cuerpo. Al ser un proceso lento, lo más probable es que le hayamos dado tiempo al patógeno a desarrollar la enfermedad.

Sin embargo, cuando este patógeno, al cabo de un tiempo, vuelve a intentar infectarnos, las células del sistema inmune recuerdan que ese antígeno iba vinculado a una amenaza que debía ser eliminada. Como reconocen rápidamente que esa es la huella dactilar de un patógeno, de forma veloz empiezan una respuesta coordinada para matar al germen.

Ahora ya no le han dado tiempo a que desarrolle la enfermedad, pues estaban preparados para que volviera a suceder. El patógeno es eliminado del cuerpo sin que nos hayamos dado cuenta ni siquiera de que había entrado.

Esto explica que los niños caigan enfermos de manera muy frecuente pero que a medida que se hacen mayores, esta tendencia a enfermar sea cada vez menor. Cuando el sistema inmune está inmaduro, cualquier antígeno que llega al cuerpo es una “novedad”. Con el tiempo, ha conseguido desarrollar inmunidad para los patógenos más comunes.

Entonces, ¿por qué cada año cogemos la gripe? Precisamente porque el virus de la gripe es capaz de cambiar su huella dactilar, es decir, puede cambiar su antígeno para que el sistema inmune nunca pueda anticiparse a su acción patogénica.

Así es como funciona, a grandes rasgos, un sistema del cuerpo humano tan complejo como es el inmune. Es por ello que enfermedades que lo debilitan (como por ejemplo el SIDA) son extremadamente graves, pues afectan a su funcionamiento y hacen que seamos sensibles a todo tipo de enfermedades que, de estar sanos, no supondrían ningún riesgo para la salud.

Los 8 tipos de células del sistema inmune: ¿qué papel tienen?

Las células son las unidades funcionales de nuestro cuerpo. Actuando coordinadamente, son las responsables de realizar todo tipo de funciones para asegurar un correcto funcionamiento del organismo.

En el caso del sistema inmune, son las células las que se encargan de reconocer y atacar a los antígenos. Como veremos a continuación, están altamente especializadas, es decir, cada tipo cumple con una función muy concreta dentro del sistema inmunológico.

Conocidas tradicionalmente como glóbulos blancos, estas son las células del sistema inmune.

1. Linfocitos B

Los linfocitos B son un tipo de células originadas en la médula ósea y que son imprescindibles para desencadenar la respuesta inmune.

Su principal función es la de producir anticuerpos, unas moléculas que se unen de forma específica a los antígenos anteriormente mencionados. Es decir, los linfocitos B producen unas moléculas que son las encargadas de localizar rápidamente la huella dactilar de un patógeno.

Los linfocitos B circulan por la sangre, y cuando reconocen un germen que el sistema inmune ya conocía, se une y empieza a actuar como una fábrica de anticuerpos. Estos anticuerpos funcionan como mensajeros, avisando a las demás células del sistema inmune de que en el cuerpo hay una amenaza que debe ser neutralizada.

2. Linfocitos T

Los linfocitos T son un tipo de células originadas en el timo, un órgano del sistema inmune localizado detrás del esternón y que cumple con la función de producir estas células.

De linfocitos T hay dos tipos, cada uno de ellos con una función determinada:

2.1. Linfocitos T CD8+

Los linfocitos T CD8+ son unas células del sistema inmune encargadas de, después de haber sido previamente informadas de su presencia, destruir los patógenos. En el caso de los virus, al ser los únicos patógenos intracelulares (penetran en el interior de las células), el sistema inmune no tiene acceso a ellos.

Es por ello que los linfocitos T CD8+, para evitar males mayores, destruyen las células de nuestro cuerpo que en su interior albergan virus. Esta es una de las razones por las que las enfermedades por virus suelen tener una sintomatología más grave.

Los linfocitos T CD8+ también son los encargados de matar, cuando las reconocen, a las células cancerosas. A lo largo de nuestra vida, todos desarrollamos tumores, pero es precisamente gracias al sistema inmune que la mayoría desaparecen antes de que sea demasiado tarde.

2.2. Linfocitos T CD4+

Los linfocitos T CD4+ son unas células encargadas de coordinar la respuesta inmune, haciendo que los linfocitos B produzcan todavía más anticuerpos para llamar a los linfocitos T CD8+ y a los macrófagos, unas células que veremos a continuación.

Son los principales afectados por el virus del VIH, pues este es consciente de que sin estos linfocitos T CD4+, el sistema inmune no puede actuar de forma coordinada.

3. Células Natural Killer

Las células Natural Killer, “asesinas naturales” en inglés, se han ganado a pulso su apodo, pues están perfectamente diseñadas para matar a cualquier célula que represente una amenaza.

Tienen una función similar a la de los linfocitos T CD8+ matando a los patógenos y a las células del cuerpo infectadas por virus. Pero si los linfocitos T CD8+ solo desarrollaban su acción cuando reconocían el antígeno, estas células Natural Killer son menos selectivas. Eliminan cualquier amenaza para el cuerpo sin tener que detectar específicamente un antígeno.

4. Macrófagos

Los macrófagos son células que participan en el proceso de eliminación de los gérmenes. Cuando son avisadas por parte de los linfocitos, los macrófagos se desplazan al lugar de la infección y empiezan a fagocitar las células extrañas.

En otras palabras, “se comen” a los patógenos y una vez en su interior, los digieren y estos acaban muriendo. También realizan esta acción con las toxinas, es decir, cuando hay algún compuesto tóxico en el cuerpo, los macrófagos lo ingieren y lo degradan.

5. Células dendríticas

Las células dendríticas cumplen con dos funciones en el sistema inmune. Por un lado, desarrollan un papel similar al de los macrófagos fagocitando patógenos sin necesidad de detectar específicamente su antígeno.

Por otra parte, también tienen una función clave actuando como células presentadoras de antígeno. Las células dendríticas son las que permiten que los linfocitos T se den cuenta de que hay un patógeno concreto mostrándoles el antígeno.

Las células de Langerhans son un tipo de células dendríticas presentes en la epidermis y originadas en la médula ósea que representan el mayor grupo de células presentadoras de antígeno del cuerpo.

6. Neutrófilos

Los neutrófilos son unas de las células del sistema inmune que llegan antes al sitio de la infección. Su función es la de segregar enzimas que destruyan a los gérmenes invasores.

Son especialmente importantes para combatir infecciones oportunistas, es decir, aquellas provocadas por patógenos que aprovechan que el sistema inmune ya está “ocupado” intentando eliminar otro germen.

Los neutrófilos son el principal componente del pus y el tipo de célula que se encuentra en mayores concentraciones durante una infección.

7. Basófilos

Los basófilos son las células del sistema inmune encargadas de los procesos inflamatorios. Están formados por gránulos pequeños que liberan unas enzimas que hacen que se dispare una respuesta inflamatoria ante la infección.

Las alergias y el asma son debidas a una actividad descontrolada de estos basófilos, que empiezan a producir estas enzimas cuando detectan un antígeno que no tiene por qué ser peligroso para al cuerpo. Esto desata una reacción inflamatoria en la piel o los pulmones que puede resultar grave.

8. Eosinófilos

Los eosinófilos son células del sistema inmune especializadas en actuar ante una infección no por bacterias, virus ni hongos, sino por parásitos (como por ejemplo la tenia).

Los eosinófilos se acumulan en el tejido donde se encuentra el parásito y empiezan a segregar enzimas para destruirlo. Es por ello que observar una cantidad inusualmente alta de eosinófilos en sangre suele ser indicativo de que la persona sufre algún tipo de infección parasitaria.

Referencias bibliográficas

  • McComb, S., Thiriot, A., Krishnan, L., Stark, F.C. (2013) “Introduction to the Immune System”. Methods in molecular biology.
  • National Institute of Health (2003) “Understanding the Immune System: How it Works”. U.S. Department of Health and Human Services.
  • Nicholson, L.B. (2016) “The immune system”. Essays in Biochemistry.
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