¿Para qué sirven las lágrimas y el llanto?

Hay una explicación evolutiva y biológica al hecho de dejar caer unas lágrimas. Analicemos qué ocurre en nuestro cuerpo cuando lloramos.

Llorar

Todos lloramos alguna vez. De hecho, las estadísticas demuestran que, de media, las mujeres lloran unas 5 veces al mes y los hombres, entre 1 y 2. Y es que llorar no está en absoluto relacionado con ser débil. Es más, el lloro es uno de los mayores logros evolutivos de los humanos.

No porque sea algo exclusivo de las personas, pues muchos otros mamíferos también lo hacen, sino porque nosotros le hemos dado un componente emocional y social muy fuerte. Las lágrimas tiene más funciones de las que creemos.

En el artículo de hoy vamos a analizar cuál es el significado evolutivo de llorar y qué efectos e implicaciones tienen las lágrimas tanto en nuestro organismo como en las relaciones con otras personas.

¿Qué es una lágrima?

Forman parte tanto de nuestra vida que normalmente ni nos lo preguntamos. Una lágrima es un líquido transparente que en su mayor parte es agua, pero no es el único componente. Además de por agua, las lágrimas están formadas por lípidos (grasas) que evitan que las lágrimas se evaporen y por una sustancia mucosa que ayuda a que se mantengan unidas a la córnea del ojo.

Estas lágrimas se producen en las glándulas lagrimales, las cuales están ubicadas por encima de cada globo ocular. Estas glándulas producen lágrimas constantemente, no solo cuando se llora. De hecho, suministran lágrimas cada vez que se pestañea, pues de lo contrario los ojos estarían secos y se irritarían rápidamente.

Estas lágrimas que humedecen los ojos son recogidas por los conductos lacrimales, que funcionan como una especie de drenajes que recogen el exceso de líquido y lo llevan hasta la nariz, por lo que no somos conscientes de que a todas horas estamos produciendo lágrimas.

Ahora bien, una cosa es producir lágrimas y otra muy distinta es llorar. Por distintos motivos que analizaremos a continuación, el sistema nervioso envía una orden a las glándulas lagrimales para que produzcan una cantidad mucho mayor de líquido.

En este momento es cuando empezamos a llorar. Y es en este punto en el que los conductos lacrimales no son capaces de drenar todo esta cantidad de líquido y las lágrimas empiezan a “desbordarse”, cayendo por las mejillas.

La saturación de estos conductos lacrimales es lo que explica que cuando lloramos, normalmente también haya goteo nasal. Y es que se están intentando drenar todas las lágrimas y gran parte de ellas terminan en la nariz.

Pero, ¿por qué se dispara esta reacción fisiológica de llorar? ¿Qué busca conseguir el cuerpo haciéndolo? A continuación responderemos a estas preguntas.

¿Por qué lloramos?

Lloramos por motivos increíblemente diversos: por tristeza, cuando los ojos están irritados, cuando hay cambios de temperatura, por dolor físico, por tristeza e incluso por el típico motivo de cortar cebolla.

Pero lo más interesante de todo es que no todas las lágrimas son iguales. Dependiendo del motivo que haya disparado la sobreexcitación de las glándulas lagrimales, la composición de estas será distinta. Por lo tanto, no todos los llantos son iguales.

A continuación presentamos los 4 principales motivos por los que lloramos. Los hemos agrupado en función del objetivo de las lágrimas.

1. Para humedecer los ojos

Como hemos dicho, las personas estamos constantemente “llorando”, en el sentido que la producción de lágrimas no se detiene en ningún momento. Las lágrimas sirven para proteger a todas horas los ojos. Este tipo de lágrimas se conocen como basales, y son las que se producen sin necesidad de alteraciones físicas o emocionales.

Mediante la producción de estas lágrimas, que se reparten por toda la córnea cuando pestañeamos, el cuerpo se asegura de que los ojos se mantienen húmedos y lubricados, pues de lo contrario se irritarían rápidamente.

Además, las lágrimas también nutren el epitelio del ojo. Las lágrimas están cargadas de nutrientes para que las células que conforman la córnea reciban el “alimento” necesario para tener energía y cumplir su función. Y es que recordemos que la córnea no está comunicada con los vasos sanguíneos, pues no podríamos ver bien. Por lo tanto, su manera de recibir nutrientes es a través de estas lágrimas.

La producción constante de lágrimas también “limpia” los ojos. Con la llegada de estas lágrimas, se retiran los cuerpos extraños y residuos de polvo u otros restos que podrían provocarnos infecciones oculares.

2. Para protegernos de agentes físicos o químicos

¿Por qué lloramos cuando cortamos cebolla? ¿O cuando hay cambios bruscos de temperatura? ¿O cuando nos llega a los ojos el humo del tabaco? ¿O incluso a veces cuando nos da la luz solar muy directamente? Porque el ojo se protege. Este tipo de lágrimas se conocen como reflejas, pues, como su propio nombre indica, su producción es un acto reflejo del cuerpo.

En este caso, nuestro organismo detecta rápidamente la presencia de agentes físicos (luz solar, cambios de temperatura…) o químicos (sustancias irritantes que flotan por el aire) y que podrían dañar nuestros ojos.

En este caso, el sistema nervioso envía la orden a las glándulas lagrimales de que aumenten la producción de lágrimas, pues los ojos deben protegerse más de lo normal. En este caso, ya hay un llanto como tal, ya que los conductos lacrimales se saturan y las lágrimas caen por las mejillas.

Estas lágrimas tienen una composición química distinta de las basales y ayudan a proteger los globos oculares del daño de estos agentes físicos y químicos. Pero se trata de un acto reflejo del cuerpo, es decir, no pueden controlarse como las lágrimas emocionales que veremos a continuación.

3. Para comunicarnos

Entramos en el terreno de lo que es más desconocido por la ciencia: las lágrimas emocionales. Estas son las que se producen a consecuencia de un amplio espectro de emociones: tristeza, felicidad, dolor físico, sorpresa…

Sigue sin estar del todo claro qué es lo que lleva al cuerpo a ordenar la sobreproducción de lágrimas cuando se experimentan emociones fuertes, pero parece ser que uno de las explicaciones más razonables de llorar (cuando hay otra gente cerca) es que nos ayuda a comunicarnos.

Las lágrimas son, quizás, el instrumento de comunicación no verbal más poderoso que existe. Y esto lo vemos claramente en el caso de los bebés. Cuando todavía no pueden hablar, llorar es la única manera de comunicarse. Porque tienen hambre, porque les duele algo, porque tienen sueño… Los humanos estamos programados evolutivamente para sentir compasión cuando alguien llora, pues nuestro instinto paternal lo relaciona con que ese alguien necesita ayuda.

Por ello, llorar al estar triste es una estrategia inconsciente que tenemos para pedir a los demás que nos ayuden y buscar consuelo, pues nuestros genes “saben” que llorar es la vía más rápida para conseguir apoyo emocional y salir cuanto antes de esa mala situación. También es una manera de, en caso de estar llorando por culpa de alguien, hacerle saber que debe detenerse cuanto antes.

En el caso de llorar por felicidad, la cosa está menos clara. Se cree que podría ser un acto reflejo a los cambios hormonales que se producen cuando hay una fuerte excitación emocional positiva, aunque también se baraja la hipótesis de que el lloro podría ser debido al recuerdo de las malas experiencias que se han vivido hasta llegar a ese punto de felicidad.

En el caso del dolor físico, pasa exactamente lo mismo que con la tristeza. Llorar es una estrategia evolutiva para pedir ayuda, pues con las lágrimas conseguimos que los demás sientan empatía y quieran ayudarnos. De todos modos, no todas las personas lloran cuando les hace daño algo.

Sea como sea, lo que está claro es que las lágrimas, además de proteger los ojos, son un componente muy importante en las comunicaciones humanas, pues estamos programados para sentir compasión por aquellas personas que están llorando.

4. Para reducir el estrés

Pero entonces, ¿por qué lloramos cuando estamos solos? Porque hemos visto que llorar cuando hay otras personas puede ser útil para buscar su apoyo emocional, pero no tendría sentido, pues, llorar cuando no hay nadie cerca.

Pero lo cierto es que sí. Y más del que creemos. Llorar es también una estrategia de nuestro cuerpo para reducir el estrés causado por una situación emocionalmente traumática o por estar pasando por un momento de mucha tristeza. El “llora, te irá bien” cada vez demuestra ser más real.

Y es que cuando el sistema nervioso envía la orden y empezamos a llorar, rápidamente hay cambios en nuestra fisiología que llevan a reducir el estrés causado por el detonante del lloro. Los latidos del corazón se aceleran, el ritmo respiratorio frena, los vasos sanguíneos se dilatan, aumenta la sudoración… Todo esto hace que después de llorar, haya menos estrés en el cuerpo, pues este entra en una relajación física que acaba teniendo implicaciones en la producción de hormonas y lleva a una mayor “paz” mental.

Pero no solo esto. Se ha observado que las lágrimas emocionales tienen una alta concentración de hormonas relacionadas con el estrés, por lo que llorar podría ser literalmente una manera de “expulsar” el estrés del cuerpo.

Esto hace que muchas personas se sientan mejor después de llorar y más descansadas. Por lo tanto, llorar protege nuestros ojos, nos permite comunicarnos con los demás y nos ayuda a superar épocas de mayor estrés. No tiene nada que ver con ser débil. Es uno de los mayores logros evolutivos del ser humano.

¿Qué hacer cuando el llanto nos preocupa?

Existen circunstancias en que la tristeza no es pasajera. En estos casos, lo preferible es buscar atención psicológica de calidad.

El equipo de psicólogos en Madrid Avance Psicólogos recomienda iniciar terapia, ya sea en su modalidad presencial u online. Con distintas técnicas de reestructuración cognitiva, pronto veremos la vida con otros ojos y podremos dar una interpretación acertada y sopesada sobre nuestra realidad.

Referencias bibliográficas

  • Maldonado, L. (2007) “Las lágrimas: ese misterioso país”. Alteridad.
  • Silva, A., Ferreira Alves, J., Arantes, J. (2013) “We are unique when we cry”. Evolutionary Psychology, 11(1).
  • Vingerhoets, A., Bylsma, L.M. (2015) “The Riddle of Human Emotional Crying: A Challenge for Emotion Researchers”. Emotion Review, 8(3)
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