¿Cómo dejar de evitar el conflicto? En 11 consejos

Son muchas las personas que se sienten incómodas ante el conflicto. Por ello, tienden a huir de él en lugar de resolverlo. Algunas claves pueden servir para exponerse a él de manera adecuada.

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Un conflicto se define como aquella situación en la que dos o más personas con intereses distintos entran en confrontación. Cuando esto sucede, cada una de las partes pone en marcha acciones antagonistas con el fin de combatir al rival, restarle poder e incluso dañar. Lo cierto es que el conflicto forma parte de la vida y es natural que aparezca en ciertos momentos. Es lógico que puedan existir roces y diferencias en nuestras relaciones, pues a pesar de la sintonía con alguien siempre hay cabida para distintas opiniones y puntos de vista.

A menudo, se habla del conflicto en términos negativos. Este se asocia con disputas fuera de tono donde los implicados se dirigen palabras desagradables, gritos e incluso faltas de respeto. Sin embargo, los conflictos pueden y deben resolverse de manera serena y calmada, sin que eso signifique atacar a quien tiene una opinión distinta a la nuestra.

Muchas personas se sienten incómodas en los escenarios de conflicto, lo que les lleva a evitar de forma continua este tipo de situaciones. Sin embargo, esta estrategia no suele ser eficaz y, de hecho, suele generar bastante sufrimiento emocional. Al fin y al cabo, el conflicto es una parte más de la vida y las relaciones, de manera que lo mejor es aprender a manejarlo de forma saludable. Nunca vamos a estar de acuerdo con todo el mundo, y aceptar esto es un buen primer paso para ganar confianza y habilidad en el manejo de las diferencias interpersonales. En este artículo hablaremos acerca de algunas pautas que pueden ser de ayuda para dejar de evitar el conflicto y aprender a resolverlo.

Cómo dejar de evitar el conflicto: 11 claves

A continuación, vamos a comentar algunas claves importantes para dejar de evitar el conflicto.

1. Define el conflicto como tal

A veces nos centramos tanto en evitar el conflicto que ni siquiera nos damos la oportunidad de analizarlo con calma y entender realmente cuál es el problema. Identificar el punto de fricción y valorar posibles alternativas de solución es un buen primer paso. Definir el conflicto implica saber manejar las propias emociones, de manera que podamos tener la mente “fría” y ser lo más objetivos posible.

2. Muestra una actitud comunicativa

Para empezar a resolver el conflicto en lugar de evitarlo es clave que cambiemos la actitud en la comunicación. Si entramos a la situación con una postura rígida y sin capacidad para escuchar otros puntos de vista, es esperable que este se convierta en una disputa. Las diferencias pueden resolverse con más calma siempre y cuando estemos dispuestos a cuidar nuestra capacidad de escucha y la forma en la que verbalizamos nuestra opinión. En definitiva, es esencial ser asertivos y ver el conflicto como una oportunidad para encontrar puntos comunes.

3. Revisa que hay detrás del miedo al conflicto

Cuando una persona muestra un rechazo visceral hacia el conflicto esto puede deberse a experiencias pasadas desagradables e incluso traumáticas. Si crees que es tu caso, puede que sea conveniente contar con el apoyo de un profesional de salud mental. En el proceso de psicoterapia podrás entender qué te ha traído a esta situación y qué puede hacer para desenvolverte mejor en los escenarios de este tipo.

4. Un conflicto no es algo negativo

Una de las cosas más importantes para poder dejar de temer el conflicto tiene que ver con cambiar la visión que tenemos de él. A menudo, este se percibe como algo negativo, cuando nada más lejos de la realidad. El conflicto no es malo, lo que sí puede ser negativo es la forma en la que este se gestiona en muchas ocasiones.

Si sabemos cómo desenvolvernos ante él, veremos que no sólo es algo que tengamos que evitar, sino que nos permite enriquecer nuestras relaciones, conectar mejor con los demás, fomentar nuestro autoconocimiento, etc. Olvida la clásica visión de que en una discusión hay ganadores o perdedores. No es una batalla, sino un momento en el que dos personas tratan de comunicarse para hallar soluciones.

5. No te enfoques en tener la razón

Al hilo de lo anterior, suele suceder que ante un conflicto tratamos a toda costa de llevar la razón. Defendemos nuestro punto de vista fervientemente y eso nos impide enfocarnos en lo realmente importante, que es buscar un consenso. Si enfocamos un conflicto asumiendo que tenemos la verdad en nuestra mano, posiblemente no alcancemos una solución satisfactoria para las partes implicadas.

6. Revisa conflictos anteriores

Si los conflictos son una fuente de mucha angustia para ti, puede que te ayude pensar en otros conflictos pasados que hayas logrado superar con éxito. Al principio, las diferencias de opinión pueden parecer enormes y difíciles de resolver. Sin embargo, con el tiempo y la implicación de todos los partícipes es posible hallar un consenso. Si has resuelto otras situaciones y diferencias en otros momentos…¿Por qué no podrías hacerlo ahora?

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7. Aclara la información

Aunque el conflicto no es algo que debamos evitar, también es importante tener presente que muchos de los roces que tenemos con los demás se derivan de fallos en la comunicación. Suposiciones, malentendidos, dudas, expectativas… todo ello entra en juego en nuestras relaciones y puede llevarnos a hacer asunciones equivocadas. Ante vacíos de información, no dudes en aclarar los puntos ambiguos con esa persona.

8. Ábrete a las emociones incómodas

Muchas personas que tienden a evitar el conflicto lo hacen porque no toleran las emociones difíciles. Les cuesta experimentar estados como la ira, la tristeza, la culpa…Por lo que optan por evitar esas situaciones que desencadenan dichas emociones. Lo cierto es que, como venimos comentando, evitar no es una estrategia muy eficaz.

Al fin y al cabo, nuestras emociones están ahí cumpliendo una función. Ignorar el mensaje que nos transmiten implica desconectarnos de nosotros mismos. Cuando te encuentres en un momento de diferencias con alguien, permítete sentir esa emoción difícil, identifica en qué parte de tu cuerpo la sientes, los pensamientos asociados con ella, etc.

9. Ve al grano, sin rodeos

Cuando alguien tiene miedo al conflicto puede cometer el error de dar demasiadas vueltas y no ser claro cuando expresa su opinión. Puede “irse por la ramas” e incluso sacar a colación aspectos que nada tienen que ver con ese problema en particular. Por ello, resolver un conflicto sin miedo implica ser directos y no perdernos en información demasiado ambigua.

10. Practica técnicas de relajación

Muchas personas que evitan el conflicto lo hacen porque afrontarlo les produce mucha ansiedad. Si crees que es tu caso, puede que te ayude recurrir a técnicas de relajación como la respiración diafragmática o la relajación muscular de Jacobson. Estas estrategias pueden ayudar a rebajar la activación y conseguir un estado de calma antes de involucrarse en una situación de conflicto.

11. Sal de la dicotomía bueno-malo

Las personas que analizan la realidad de forma dicotómica, esto es, en términos de bueno/malo, corren el riesgo de evitar los problemas porque desconocen cómo afrontarlos adecuadamente. Suelen adoptar una postura de “conmigo o contra mí”, asumiendo que los demás deben adoptar su mismo punto de vista y, si no lo hacen, es porque están equivocados. Cuando tratamos de resolver un conflicto tenemos que comprender que no todo el mundo tiene nuestros mismos esquemas mentales. Por ello, asumir que nuestra verdad es la única posible puede ser un problema que lleve a evitar las situaciones de diferencia.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de algunas claves que pueden ser de ayuda para dejar de evitar el conflicto y empezar a afrontarlo y resolverlo. Habitualmente, cuando se habla de conflicto se hace en clave negativa, considerando que este es sinónimo de crear una gran disputa. Sin embargo, la realidad es que el conflicto no es algo negativo en sí mismo.

Más bien, lo dañino es la forma en la que muchas veces este se gestiona. Los conflictos forman parte de la vida y de las relaciones, ya que es imposible coincidir con los demás en absolutamente todo. Por ello, tratar de evitarlo o huir de él no es una estrategia exitosa. Lo que sí podemos hacer es tratar de comprender el porqué de nuestro temor al conflicto y trabajar para empezar a exponernos a él de forma saludable. En primer lugar, es necesario definir el conflicto de forma concreta y lo más objetiva posible.

Una vez delimitado, es esencial que mostremos una actitud abierta a la comunicación, respetando los turnos y transmitiendo el mensaje asertivamente. Se trata de ver el conflicto no como un campo de batalla en el que hay que derrotar al otro, sino como una oportunidad para encontrar un consenso y crecer. Detrás del rechazo al conflicto suele existir una dificultad para abrirse a las emociones difíciles.

En ocasiones, también pueden encontrarse historias pasadas desagradables en las que se vivieron conflictos traumáticos. En cualquier caso, la ayuda de un psicólogo puede ser clave para adquirir herramientas de manejo del conflicto y perder el miedo a abordarlo. En los casos en los que el conflicto genera mucha ansiedad, puede ayudar el recurrir a técnicas de relajación.

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