¿Cómo hablar de tus problemas con alguien? En 8 pautas

Cuando sufrimos un problema es importante poder contar con personas de confianza y saber cómo hablar con ellas acerca de cómo nos sentimos. Esto nos permite desahogarnos, ganar perspectiva y tomar mejores decisiones.

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Los seres humanos somos seres sociales, lo que nos hace necesitar a los demás irremediablemente. Cuando pasamos por un momento de dificultad, tener personas cerca con las que desahogarnos y compartir lo que llevamos dentro resulta sanador, aunque muchas veces nos cuesta dar el paso de abrirnos. Hablar sobre nuestros problemas y preocupaciones más íntimas no es fácil. Ello implica hacer evidente nuestra vulnerabilidad y romper con la tendencia actual a mostrar a los demás sólo la parte bonita de nuestra vida.

No cabe duda de que reprimir en nuestro interior aquello que nos angustia nos produce daño y es contraproducente. No obstante, es clave saber cómo manejar la situación y aprender a elegir bien dónde, cuándo y con quién tener una conversación sobre nuestros sentimientos. Por ello, en este artículo hablaremos acerca de algunas pautas útiles a la hora de hablar con alguien de nuestros problemas.

El estigma en torno a los problemas de salud mental

En los últimos años hemos asistido a un movimiento en pro de la salud mental. Esto ha permitido hablar de los problemas y las emociones de manera mucho más abierta, rompiendo un estigma que se ha mantenido durante mucho tiempo. Aunque se están logrando grandes avances, la realidad es que aún hay importantes carencias en materia de educación emocional en la sociedad. Por ello, nos sigue costando hablar de cómo nos sentimos incluso con nuestras personas de confianza.

Así, con frecuencia evitamos exteriorizar lo que nos preocupa por temor a ser juzgados o parecer débiles. Cambiar esto implica empezar a modificar ciertas creencias que tenemos muy arraigadas. Desde la infancia nos enseñan a no llorar ante los demás, nos hacen ver que las emociones difíciles son negativas y deben ser reprimidas para no molestar al resto. Por todo ello, es esperable que en la edad adulta encontremos problemas para abrirnos a los demás, pedir ayuda y mostrarnos vulnerables.

Lo cierto es que hablar de nuestros problemas es beneficioso para nuestra salud mental. Cuando compartimos con los demás lo que nos preocupa, podemos ordenar nuestros pensamientos y analizar la situación con mayor perspectiva, facilitando nuestra toma de decisiones. También nos permite conocernos mejor, revisar nuestras fortalezas y debilidades y ver qué rol ocupas en esa situación problemática.

Por supuesto, desahogarnos con alguien nos permite conectar con esa persona, sentirnos reconocidos y arropados y, por consiguiente, mejorar nuestro estado emocional. En definitiva, compartir nuestro problema nos ayuda a tomar distancia de él, valorarlo desde otro punto de vista y ampliar nuestra mirada. Cuando ponemos en común lo que llevamos dentro nuestros miedos, dudas y preocupaciones se hacen más pequeños y manejables.

8 pautas para hablar de tus problemas con alguien

A continuación, hablaremos acerca de algunas pautas interesantes que te pueden ayudar a hablar sobre tus problemas con alguien.

1. Elige a la persona adecuada

Puede parecer obvio, pero es importante que en primer lugar elijamos a la persona correcta para hablar sobre cómo nos sentimos. Es importante tener en cuenta que no siempre las personas que más queremos son las idóneas para compartir ciertas cuestiones. Es esencial que quien elijamos sea alguien capaz de escuchar y empatizar con nuestra situación, que no nos juzgue ni caiga en la invalidación.

Para determinar qué persona de nuestro entorno es mejor en este caso, puedes pensar en cómo te sientes después de pasar un rato con cada uno de tus amigos y familiares. Piensa en quién te brinda más calma y serenidad, ya que eso es lo que más necesitas cuando hablas de algo que te preocupa profundamente. Además, ten en cuenta que quien elijas debe ser alguien confiable que vaya a respetar tu privacidad y no divulgue tus asuntos personales a cualquier tercero.

2. Empieza por el principio

Muchas veces tomamos la decisión de no contar a nadie cómo nos sentimos porque damos por hecho que lo que nos ocurre es demasiado complejo para que se nos entienda. Sin embargo, estas preconcepciones son meras suposiciones sin fundamento. Que la otra persona comprenda nuestro problema depende en gran medida de nuestra habilidad para hablar con claridad, de forma ordenada y sin demasiados rodeos. Si el problema que te agobia implica muchos frentes abiertos, puedes empezar por el origen más primario de la situación y, a partir de ahí, ir contando lo que ocurre.

3. Lo que te ocurre es importante

A menudo, evitamos compartir nuestros problemas con los demás porque damos por sentado que nuestras preocupaciones no son importantes. Sin embargo, debes saber que lo que te está pasando es sí es relevante y mereces poder compartirlo sin sentirte mal por ello. Cuando te invada este pensamiento, piensa en cómo actuarías tú si un amigo quisiera compartir contigo un problema. ¿Pensarías que es una molestia o tratarías de ayudarle en la medida de lo posible? La respuesta está clara. Por ello, date la misma importancia que le das a los demás y no minimices lo que te ocurre.

4. Utiliza un vocabulario emocional preciso

A veces, puede ser muy difícil encontrar las palabras para expresar aquello que sentimos ante un problema concreto. Sin embargo, esto se debe muchas veces a las carencias en nuestro vocabulario emocional. No estamos habituados a hablar de emociones y estados internos con los demás, y cuando lo hacemos recurrimos a un lenguaje muy simple en términos de “estoy bien/mal”. Enriquecer nuestro vocabulario emocional nos ayudará a ser más precisos en el mensaje y transmitir mejor cómo nos sentimos a la otra persona. No es lo mismo expresar “estoy fatal” que decir “Me siento triste y enfadado por lo que está pasando”.

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5. El objetivo de hablar no es resolver el problema

Frecuentemente, evitamos hablar de lo que nos preocupa porque sabemos que la otra persona puede hacer poco por resolver el problema. Sin embargo, el objetivo prioritario de hablar con alguien no es tanto solucionar el asunto como aliviar nuestro estado emocional y buscar apoyo. Esa persona de confianza posiblemente pueda hacer poco por acabar con el problema (o quizá no, quién sabe), pero te hará sentir arropado y te permitirá enfocar la situación de manera más adecuada.

6. Desmonta tus creencias irracionales

Cuando se trata de hablar de nuestros problemas con alguien, a veces nos sentimos cohibidos por la influencia de ciertas creencias irracionales. Tememos que la otra persona nos juzgue o piense que somos débiles por sentirnos agobiados y pedir ayuda. Es crucial romper con este tipo de ideas y permitirse estar mal. Es natural pasar por estados difíciles ante los problemas y no tienes por qué pasar por ello en solitario ni demostrar nada a los demás. Pedir ayuda y mostrarnos vulnerables es, de hecho, un acto de valentía.

7. Respeta tus ritmos

Como venimos comentando, dar el paso de hablar de nuestros problemas con alguien es complicado. A veces, es agobiante exteriorizar nuestros sentimientos, especialmente si no estamos habituados a ello. Por eso, es clave que respetes tus propios ritmos y no hables en una misma conversación sobre todo lo que te angustia si no lo sientes así. Manifiesta a esa persona que para ti es complejo hablar sobre lo que sientes y que necesitas ir despacio.

8. No suavices el mensaje por miedo a preocupar

Cuando hablamos de nuestros problemas con alguien podemos tender a suavizar el discurso para evitar preocupar demasiado a la otra persona. Sin embargo, hablar con otra persona debe ser algo genuino, pues de lo contrario no nos sentiremos aliviados y obtendremos el apoyo que necesitamos de verdad.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de algunas claves que pueden ser de ayuda a la hora de hablar con los demás de nuestros problemas. En los últimos años hemos asistido a un movimiento orientado a desestigmatizar la salud mental. Esto ha permitido mejoras, aunque aún sigue existiendo una baja educación emocional en la sociedad. Esto nos hace llevar muchas veces nuestros problemas en silencio, evitando compartirlos porque creemos que esto es sinónimo de debilidad o de exposición al juicio ajeno.

Sin embargo, aprender a compartir nuestros problemas es beneficioso para la salud mental. Cuando sacamos fuera lo que llevamos dentro con la persona adecuada, tomamos mayor perspectiva del problema, mejoramos nuestro estado de ánimo y somos más conscientes de nuestras herramientas para resolverlo. Cuando decidimos hablar sobre nuestros problemas con alguien, es clave que elijamos a una persona de confianza, leal y capaz de escuchar sin juzgar ni invalidar.

También es necesario dar la importancia que merece a nuestras preocupaciones, sin minimizarlas ni restarles importancia para no preocupar al resto. También es adecuado respetar nuestros ritmos, narrar el problema desde el principio ordenadamente y recurrir a un vocabulario emocional diverso y preciso. Ante todo, debemos recordar que el objetivo primordial de hablar de nuestros problemas no es siempre buscar una solución (aunque pueda ayudar a ello), sino desahogarnos, sentirnos arropados y conectar con personas importantes para nosotros. Reprimir lo que sentimos es contraproducente y nos hace llevar el malestar de manera más solitaria y difícil.

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