5 ideas (y actividades) para trabajar la tolerancia a la frustración en niños

Trabajar la tolerancia a la frustración es importante durante la infancia. Aunque es una emoción difícil, algunas herramientas y recursos son útiles para que los adultos enseñen a gestionarla adecuadamente.

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Cada uno de nosotros podemos experimentar diferentes estados emocionales. Aunque algunos son más agradables que otros, la realidad es que todos son necesarios y por ello debemos aprender a lidiar con ellos. La frustración es uno de los que más nos cuesta asimilar, especialmente durante la infancia. En los primeros años del desarrollo, los niños poseen una escasa o nula tolerancia a la frustración.

A nivel evolutivo, esto les permite llorar cuando sus necesidades no están cubiertas y contar con la ayuda de sus cuidadores. De lo contrario, la supervivencia de la especie no habría llegado hasta hoy. Con el paso del tiempo, vamos aprendiendo que querer algo no tiene por qué significar que vayamos a conseguirlo. Nos habituamos al fracaso y lo normalizamos aunque no nos guste.

Sin embargo, hay niños que pueden encontrar más dificultad que otros a la hora de tolerar la frustración. En estos casos, es importante adoptar algunas medidas y estrategias que permitan trabajar la cuestión. Aprender a lidiar con esta emoción es clave para su desarrollo y bienestar presente y futuro. Al fin y al cabo, los adultos lidiamos con frustración continuamente: una discusión, un imprevisto, un fracaso… Por ello, estar preparados se hace esencial si deseamos cuidar la salud mental. La infancia es el momento ideal para entrenar la tolerancia a la frustración. Por eso, en este artículo comentaremos algunas ideas útiles para trabajar en ello con los más pequeños.

La baja tolerancia a la frustración

Como venimos comentando, la frustración aparece en muchas situaciones de la vida diaria, con una intensidad variable dependiendo del desencadenante que la haya hecho aparecer. Aunque se puede entrenar, es cierto que hay individuos con una predisposición mayor a frustrarse. En otras palabras, su umbral de tolerancia se encuentra de manera natural por debajo del promedio.

A veces, la baja tolerancia a la frustración encuentra su origen en la infancia, especialmente cuando los padres han tendido a la sobreprotección. Este estilo en la educación puede llevar a los hijos a interiorizar que pueden obtener todo aquello que deseen de manera inmediata, sin esperas. Así, al convertirse en adultos estos pueden confundir sus deseos con necesidades y mostrar incapacidad para lidiar con los eventos frustrantes de la vida.

Cuando una persona se frustra, automáticamente aparece un intenso malestar emocional, así como pensamientos en los que rumia acerca del esfuerzo en vano que ha hecho. Quienes tienden a frustrarse con facilidad, suelen asumir que los obstáculos y los imprevistos en el camino son una señal para rendirse y abandonar la meta que se habían fijado. Esto conduce a que permanezcan estancadas en una posición de resignación, desde la que se perciben como incapaces de conseguir cosas y avanzar, lo que da pie a un círculo vicioso de malestar que se retroalimenta continuamente.

La manera en la que esta frustración sale a relucir varía dependiendo de cada persona, aunque es habitual que esta de pie a conductas dañinas tanto para la propia persona como para los demás. Todo ello hace que vivamos en un espiral que produce un sufrimiento considerable, aunque afortunadamente existe solución.

Y no, esta no consiste en negar la frustración, ocultarla y fingir que no existe. Por el contrario, resolver esta cuestión implica aprender a aceptarla para poder empezar a manejarla. Así, en lugar de quedarnos atascados en el sentimiento de impotencia podremos avanzar a pesar de los obstáculos que se nos presenten en el camino. En definitiva, manejar nuestra frustración requiere adquirir estrategias que ayuden a lidiar con esas situaciones que nos ponen a prueba y nos desbordan.

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5 ideas para trabajar la tolerancia a la frustración en niños

A continuación, vamos a comentar algunas ideas interesantes para trabajar la tolerancia a la frustración con niños.

1. Semáforo de las emociones

La técnica del semáforo de las emociones es una buena herramienta para ayudar a los más pequeños a identificar sus estados internos y controlar sus impulsos. Cuando aparece la frustración, a menudo se producen algunas señales físicas como temblor, calor en el pecho, ganas de llorar, latidos acelerados… En estos casos, podemos ayudar al niño a saber parar a tiempo para evitar emitir una conducta problemática fruto de su frustración. Gracias a la técnica del semáforo es posible ayudar al niño a entender sus señales y actuar en consecuencia. Así, cada color cobra un significado:

  • Color rojo: Este hace referencia a un estado de frustración intensa, donde se siente rabia, nerviosismo e incluso deseo de agredir a otra persona. En este punto, el semáforo nos indica que hay que parar y reflexionar antes de emitir la conducta.
  • Color amarillo: Este hace referencia a cuando ya se ha logrado parar, aunque la emoción sigue ahí. En este punto el niño debe analizar lo que está pensando y sintiendo, así como valorar posibles soluciones alternativas.
  • Color verde: Este color se enciende cuando el niño logra detenerse con éxito y responder mediante otras formas alternativas de respuesta que no impliquen hacerse daño a sí mismo o a los demás. Ha conseguido poner en marcha la mejor solución.

Lo bueno de la técnica del semáforo es que ayuda al niño a entender las señales de su cuerpo que le indican la aparición de una emoción concreta. Así, es capaz de entender que puede hacer algo al respecto de su comportamiento. En lugar de verse como un esclavo de sus impulsos, logra ganar control y gestionarlos.

2. Técnica de relajación de Koeppen

Las técnicas de relajación son una excelente herramienta para aquellos niños que encuentran dificultad a la hora de relajarse. En los más pequeños es muy interesante recurrir a los ejercicios de Koeppen. Estos permiten enseñar en la etapa infantil la contracción y relajación muscular de manera sencilla, pues utilizan metáforas de animales que hacen de ellos una actividad intuitiva y divertida. Realizar este tipo de ejercicios diariamente permite a los pequeños lograr un estado de mayor calma y, por consiguiente, reducir la probabilidad de verse sobrepasados por la frustración.

3. Cuentos

Los cuentos son una herramienta terapéutica excelente. Gracias a ellos, los niños pueden aprender muchos aspectos importantes para su salud emocional de una forma narrativa y entretenida. A través de las historias y sus personajes, los cuentos ayudan a transmitir enseñanzas de gran valor en la infancia. En los últimos años se han hecho especialmente populares los cuentos de carácter terapéutico, que van específicamente dirigidos a población infantil con algún tipo de dificultad o problema emocional. En el mercado hay numerosos cuentos específicamente creados para abordar la tolerancia a la frustración. Leer junto a los pequeños estas historias permite crear un espacio de reflexión que les ayuda a aplicar lo aprendido a su propia situación.

4. Respiración con globo o pelota

Aprender a respirar es una excelente forma de ayudar a los más pequeños a calmarse cuando se sienten frustrados. En las edades más tempranas es útil utilizar algunos recursos de carácter visual. Por ejemplo, una pelota extensible o un globo. La clave es enseñar a los niños que para respirar profundamente es importante tomar el aire por la nariz, inflar la tripa y luego soltar el aire por la boca. Utilizar pelotas o globos puede servir para que vean fácilmente cómo su tripa sube cuando inhalan y se hunde cuando exhalan. También se puede colocar un peluche sobre la tripa para hacer este ejercicio. Si le ayuda, se puede poner de fondo música relajante, situándose siempre en una postura y lugar cómodos.

5. Rincón de la calma

El rincón de la calma es otra estrategia interesante que se puede utilizar en casa para ayudar a los pequeños a manejar su frustración. Este consiste en diseñar un espacio donde el pequeño pueda acudir para regularse cuando se encuentre agitado. El rincón de la calma debe ser un sitio cómodo, tranquilo y libre de estímulos estresantes. En él se pueden poner cojines, mantas o esterillas que lo hagan más confortable. Además, se pueden colocar objetos relajantes para el pequeño, como una pelota anti-estrés o un bote relleno de purpurina que pueda agitar.

También pueden colocarse en este rincón sus cuentos favoritos, pinturas para colorear o un reproductor con música relajante. Cada niño puede crear su rincón de la calma particular acorde a sus gustos y preferencias, siendo siempre el objetivo disponer de un lugar donde poder regularse. Es fundamental que el rincón de la calma sea eso, un lugar para tener serenidad. Se debe evitar convertir este espacio en un lugar al que enviar al niño como castigo, pues de lo contrario dejará de cumplir su función.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de algunas estrategias útiles para trabajar la tolerancia a la frustración en la infancia. La frustración es un estado difícil de manejar en los más pequeños, aunque algunos recursos les pueden ayudar a gestionar sus emociones, calmarse y medir su conducta para no hacerse daño ni a sí mismos ni a los demás. Entre los recursos recomendables se incluyen el semáforo de las emociones, el rincón de la calma o los ejercicios de Koeppen.

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