Los 4 miedos más comunes de los psicólogos novatos (y cómo afrontarlos)

Iniciarse en el ejercicio de la psicoterapia puede ser abrumador y despertar muchos miedos. Sin embargo, es importante confiar en la propia capacidad y abrirse al aprendizaje aceptando el error como parte de él.

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La profesión de psicólogo es apasionante, pero también compleja. No hay dos pacientes iguales y eso hace que cada proceso terapéutico sea único y diferente. Incluso los terapeutas más experimentados pueden atravesar momentos de dificultad en los que aparecen miedos, dudas e incógnitas. Por ello, los comienzos en este ámbito laboral pueden hacerse cuesta arriba y generar bastante ansiedad.

A pesar de haber pasado muchos años estudiando un grado, uno o varios másteres y cursos de formación complementaria, parece que nunca es suficiente. La información de los libros y artículos científicos es muy valiosa, pero no es hasta que se comienza a ejercer que se hace evidente la complejidad de trabajar como psicoterapeuta.

A la dificultad objetiva que entraña afrontar la atención a los primeros pacientes debemos añadir otros componentes como el conocido Síndrome del impostor. Este hace referencia a la percepción de que uno mismo es un fraude, por lo que los éxitos, logros y metas que se alcanzan se achacan a factores externos como la suerte.

Esto impide disfrutar de los méritos y hace que el desempeño laboral se vea perjudicado. La persona que se siente una impostora se autolimita y desconfía de su capacidad, lo que acaba por desembocar en niveles elevados de ansiedad y un temor constante a ser “descubierto” como un fraude. El síndrome del impostor es especialmente común entre los profesionales de la psicología, sobre todo en aquellos con menos experiencia a sus espaldas. La sensación de tener mucho conocimiento pero no saber cómo aplicarlo es algo más que habitual, lo que da pie a infinidad de miedos. En este artículo hablaremos sobre los temores más comunes entre los psicólogos novatos (y no tan novatos).

Los 4 miedos más comunes de los psicólogos novatos

A continuación, vamos a hablar acerca de los temores más comunes entre psicólogos novatos. No obstante, como venimos comentando estos temores siguen apareciendo muchas veces (de forma más tenue) incluso en terapeutas experimentados. Al fin y al cabo, se trata de una profesión en la que se aprende de forma constante y no hay recetas universales. Así, cada persona que se acompaña es única y ayuda a descubrir nuevas fórmulas y maneras de trabajar.

1. Miedo a no saber qué decir

Este temor es uno de los más frecuentes cuando se está empezando en el ejercicio de la profesión. El miedo a quedarse en blanco, no saber qué decir o hacer puede resultar paralizante y producir gran ansiedad antes de la sesión con el paciente. Este miedo tiene su raíz en la inexperiencia. El trabajo terapéutico utiliza la palabra como herramienta central y por ello requiere práctica para adquirir seguridad y fluidez.

Es lógico que en los primeros encuentros esta habilidad esté algo oxidada y haya sensación de quedarse atascado. No obstante, la mayoría de veces este miedo es simplemente eso, un miedo. En el momento de la acción, echamos mano de nuestros conocimientos y recursos y logramos salir del paso con éxito. Por ello, es importante no alimentar más el miedo mediante estrategias de evitación. Huir de este tipo de situaciones nos impedirá aprender y adquirir tablas para convertirnos en los terapeutas que queremos.

Si eres psicólogo novato y sientes muchas dudas y temores, puede que te ayude formar parte de un grupo de supervisión con profesionales más experimentados que puedan ayudarte y orientarte. También es muy útil dedicar tiempo suficiente a la preparación de las sesiones. El trabajo de psicólogo no se limita a la atención del paciente, también implica muchas horas de dedicación para estudiar, informarse y diseñar las próximas sesiones. Tener un esquema detallado de lo que planeas hacer te puede aportar algo más de seguridad y reducir el miedo a exponerte.

2. Miedo a no vincular con el paciente

Aunque existen infinidad de enfoques y terapias en el ámbito de la psicología, todos los profesionales coinciden en la importancia que cobra el vínculo terapéutico. Establecer una buena sintonía con el cliente se hace esencial, ya que ésta constituirá el suelo firme donde construir todo lo demás. Si el vínculo no se establece de manera correcta, la terapia no podrá progresar y es cuestión de tiempo que esa persona abandone. Por ello, es natural sentir miedo ante la posibilidad de no vincularse con la persona.

Lo cierto es que este proceso nos costará más o menos en función de las características del individuo y sus circunstancias. Evidentemente, será más sencillo formar una alianza sólida con alguien que comparte nuestros valores o muestra una personalidad parecida a la nuestra. Sin embargo, como profesionales debemos estar abiertos para vincularnos con cualquier persona que acuda a consulta, dejando los prejuicios en la entrada. Si bien el temor a no lograr esta relación terapéutica es lógico, también debemos tener en cuenta que el abandono de la terapia no puede aparecer sólo por fallos del profesional.

A veces, son circunstancias de la propia persona las que le impiden continuar (falta de tiempo, pocos recursos económicos, no sentirse preparado…). En otros casos, puede que el modelo de trabajo no encaje con lo que el cliente busca. En cualquier caso, debes hacer un ejercicio de reflexión y aceptar que algunos pacientes se irán y eso no te hace peor terapeuta. La autocrítica es saludable si sabemos manejarla bien. Corrige errores, pero no te culpes por todo lo que no ha salido bien.

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3. Miedo a no tener los conocimientos necesarios para ayudar

Volviendo al síndrome del impostor, es común que muchos profesionales inexpertos se sientan poco válidos a pesar de contar con una extensa formación. Cuando aparezca este miedo, recuerda todos los años que has dedicado para convertirte en un profesional de la psicología. Has llegado hasta aquí con mucho esfuerzo y tesón y eso ha servido para algo. Puede que tengas que ordenar y aprender a utilizar tus conocimientos, pero están ahí.

Por otro lado, debes tener presente que es imposible que sepas sobre todo. La psicología es una disciplina muy amplia y compleja, por lo que ningún profesional es capaz de atender todo tipo de casos. Por esta razón es que existen especializaciones y cada psicólogo tiene un área de intervención bien definida. Hay quienes se dedican a trabajar con niños y adolescentes, otros se enfocan en el abordaje de una problemática concreta, etc.

Por todo ello, habrá momentos en los que la mejor decisión será la de derivar a la persona a otro profesional. Si sientes que no posees conocimiento para ayudar a un cliente, eso no significa que no sepas nada o que seas un fracaso. Además, saber derivar a tiempo es un acto que te honra y te hace un buen profesional capaz de priorizar la ética a las ganancias económicas.

Si estás empezando en la profesión, te puede ayudar a sentirte seguro el empezar a especializarte y concentrar tu formación en aspectos bien definidos. Tratar de saber de todo te llevará a no saber realmente sobre nada, lo que acabará por generar esa sensación de incompetencia. Tener un nicho y construir el terapeuta que deseas ser desde ahí te permitirá acotar el trabajo y pisar suelo más firme.

4. Miedo a equivocarse

Si empiezas a ejercer en esta profesión aspirando a ser perfecto lo más probable es que termines frustrándote. Iniciarse en el mundo de la psicología es complicado y esto requiere ir dando pequeños pasos. Fijarse metas abstractas y muy ambiciosas es una forma de agobiarte de manera gratuita. Por eso, céntrate en aprender, en ganar experiencia y formarte. Trata de crecer cada día disfrutando el camino aceptando que te vas a equivocar. Los errores son una manera de aprender y no un fracaso. Acepta que puedes meter la pata y ganarás paz mental. Eres humano y nadie nace sabiendo hacerlo todo a la primera.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de algunos miedos comunes en los psicólogos novatos. Empezar en una profesión como esta no es para nada fácil. Al fin y al cabo, es un área de conocimiento tan amplia y compleja que nunca se deja de aprender. En psicología no hay dos casos iguales y cada proceso de terapia es único. Por eso, empezar a ejercer puede ser abrumador y dar pie a numerosos miedos, dudas y temores.

Uno de los grandes problemas con los que lidian los profesionales más inexpertos (y también los experimentados) es el síndrome del impostor. A pesar de contar con una extensa formación a las espaldas, permanece la creencia de que se es un fraude y no se está capacitado para ser un buen profesional. Esto hace que a nivel laboral haya un continuo autoboicoteo y un miedo permanente a cometer un error y ser descubierto como un fracaso.

Por supuesto, la experiencia aporta mucho aprendizaje, pero eso no significa que los profesionales que están empezando no sean capaces. Aunque algunos miedos son naturales, no podemos perder de vista que son eso, miedos. Es importante reflexionar por qué aparecen esos miedos y aprender a relacionarnos de forma más saludable con nuestra autoexigencia. Esto requiere aceptar que nos vamos a equivocar, no pretender ser perfectos y centrarnos en disfrutar el proceso y aprender cada día.

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