Secretos familiares: ¿qué son y cómo nos afectan?

Los secretos familiares son una enorme fuente de dolor, culpa y vergüenza para los miembros implicados. Es por ello que la psicopatología se asocia muchas veces con la presencia de temas tabú reprimidos en la familia.

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La familia es para todo el mundo el primer grupo social del que se forma parte. Es en el seno de la unidad familiar donde hallamos la base para poder desarrollarnos como personas. En circunstancias ideales, este entorno es capaz de ofrecer amor, apoyo y protección incondicional. Aunque con el tiempo los hijos van construyendo su propio camino, lo hacen sabiendo que siempre tienen un espacio seguro al que regresar.

Nuestra familia es la que nos enseña una visión particular del mundo y unos valores. Es a través de ella que formamos una imagen de quiénes somos y cómo debemos comportarnos. Para bien o para mal, los primeros vínculos que formamos en nuestra vida son los que dan forma a los cimientos de nuestra persona. Aunque hay muchas familias funcionales que cumplen su papel con éxito, la realidad es que esto no siempre es así. Muchos sistemas familiares poseen dinámicas problemáticas que dañan la salud mental de sus miembros.

En este sentido, es común encontrar cómo detrás de numerosos problemas emocionales en los individuos hay un secreto familiar que trata de ser ocultado, motivando profundos sentimientos de culpa y vergüenza. Por ello, en este artículo hablaremos acerca del papel que los secretos tienen en las familias.

Los secretos buenos y malos

Antes de nada, es importante definir qué entendemos por “secreto”. En general, un secreto hace referencia a la ocultación intencionada de información que se conoce. La temática de los secretos puede variar enormemente, de manera que cualquier hecho, conducta o sentimiento puede dar forma a estos contenidos. Los secretos son, en cierta forma, un arma de poder. Dentro de la familia es posible que el secreto sea algo compartido por todos los miembros o puede que sólo algunos de ellos lo conozcan. Esto hace que quienes sí poseen esa información espinosa cuenten con una “ventaja” sobre los demás.

Lo cierto es que un secreto en sí mismo no tiene por qué ser negativo. Por ello, es importante discriminar cuándo nos encontramos ante un secreto bueno o, por el contrario, se trata de uno nocivo. Los secretos positivos pueden guardar relación con la adaptación de la familia, pueden favorecer la protección de todo el sistema o alguno de sus miembros e incluso pueden asociarse a la sorpresa y la alegría (por ejemplo, organizar una celebración).

Sin embargo, los secretos tóxicos y dañinos se ocultan de manera deliberada porque se concibe como prohibido el que otros puedan saberlo. Esto hace que los hijos sientan una enorme presión e incluso vergüenza, pues se ven en la necesidad de mentir al entorno. Todo ello merma el bienestar emocional y puede dejar una huella dañina en las generaciones sucesivas debido a su transmisión más o menos explícita de padres a hijos.

Aunque los secretos perjudiciales en las familias pueden versar sobre cualquier cosa, lo cierto es que existen algunas temáticas y dominios particularmente frecuentes. Entre ellos destacan las adopciones, los abortos, los falsos parentescos, los duelos asociados a muerte infantil o suicidio, la orfandad, la sexualidad, la enfermedad (sobre todo la mental), las adicciones, la moralidad y la hipocresía, la religión, etc. Normalmente, los temas que dan lugar a la construcción de secretos comparten el hecho de que podrían dañar la imagen que una familia proyecta de cara a la galería.

Vivir en un clima familiar que gira en torno a esta ley del silencio acerca de temas delicados favorece la tensión entre los miembros y la aparición de un malestar emocional que puede desembocar en el desarrollo de psicopatologías.

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La influencia del contexto sociocultural en el secreto familiar

La familia no es un sistema hermético o aislado del exterior. Se encuentra en contacto con su medio, con el cual establece una influencia mutua. Así, la construcción del secreto y las temáticas en torno a las que este gira varían dependiendo del escenario social y cultural. Lo que hace tan sólo unas décadas eran secretos guardados bajo llave (embarazos antes del matrimonio, divorcios…) hoy se han normalizado mucho más.

La enfermedad mental es uno de los aspectos que más han cambiado, ya que hoy el discurso público ha permitido normalizar más este tipo el padecimiento de psicopatologías (aunque queda mucho por hacer, especialmente en referencia a la enfermedad mental grave). También vemos un cambio radical en materia de violencia de género, pues este tipo de abusos han dejado de considerarse asuntos privados para establecerse como un problema social que concierne a toda la comunidad.

Los secretos familiares son algo así como pesadas losas invisibles que se posan sobre los hombros de quienes componen ese sistema. El secreto es una estrategia que busca invisibilizar el dolor y el sufrimiento asociado a ese evento ocultado, lo que impide que pueda ser elaborado de una forma saludable y natural. La creencia que lleva a optar por este mecanismo es que si no se habla sobre algo ese algo deja de existir y finalmente desaparece. Sin embargo, al contrario de lo que se espera, la represión de estos aspectos espinosos no hace más que aumentar el dolor asociado y el protagonismo de dicho evento en la vida de la familia.

Estos secretos no mueren, sino que se acaban transmitiendo de manera más o menos explícita de una generación a otra. Aunque pueda cambiar la forma en la que se oculta, el secreto impregna la vida de la familia e impide que esta adopte dinámicas adecuadas y funcionales. La culpa es, como ya comentamos, la emoción típicamente asociada a los secretos familiares. Se trata de una emoción que, cuando persiste con enorme intensidad, favorece el desajuste emocional del individuo. En este sentido, la mejor manera de revertir el daño no es otra que elaborar correctamente ese dolor enquistado. Sólo de esta forma es posible continuar hacia adelante.

Nadie nace en un escenario neutro. Todos nosotros llegamos al mundo dentro de un contexto, por lo que siempre heredamos la historia de nuestros antepasados y su forma de ver y vivir la vida. Al iniciar la existencia, lo que hacemos es perpetuar esa historia, somos un capítulo más de ella a no ser que hagamos algo por revisar ese evento doloroso y cambiar la manera en la que nos relacionamos con él.

Por todo ello, la memoria transgeneracional es clave para que las personas puedan entender lo que hacen y lo que son. Sin este proceso de reflexión acerca de las generaciones anteriores, es difícil poder comprender nuestras emociones y circunstancias ahora.

Qué hacer ante un secreto familiar

Lo cierto es que no hay una receta mágica que nos permita saber qué es lo mejor que podemos hacer ante un secreto en la familia. Cada hogar es único y, como hemos visto, no todos los secretos son iguales. Por ello, la respuesta a cómo se puede actuar ante un escenario así la encontrarás en un profesional de salud mental.

Un psicólogo o psiquiatra puede ayudarte a entender las raíces de ese secreto que hay en la familia y la función que este ha podido tener durante todo este tiempo. Al fin y al cabo, si nuestros progenitores y antepasados han usado ciertas estrategias es porque estas podrían servirles para algo, aunque ahora se hayan quedado obsoletas y causen mucho daño.

Muchos secretos familiares esconden no sólo dolor, sino también auténticos eventos traumáticos que no se han elaborado bien. Un profesional especializado puede ayudarte a recolocar las piezas de ese puzzle desordenado y poder construir una narrativa coherente de lo que sucedió. Elaborar estas experiencias traumáticas es esencial para poder reducir el sufrimiento y reconstruir lo que un día se rompió.

Por supuesto, un profesional especializado siempre respetará los tiempos de la persona afectada, de manera que esta trabaje en la sanación de sus heridas cuando sienta que es el momento de hacerlo. Curar escuece al principio y por ello es fundamental no forzar ni pisar el acelerador.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de los secretos familiares y su relación con la psicopatología de las personas. La familia es el primer grupo social al que pertenecemos y es en ella donde aprendemos cómo funciona el mundo y construimos una identidad. Aunque en circunstancias ideales la familia es un refugio de amor y seguridad, muchas veces esto no sucede. Muchos sistemas familiares funcionan mediante dinámicas dañinas, en las que es frecuente encontrar secretos que se han ido transmitiendo de generación en generación.

Los secretos permiten a las familias cuidar la imagen que dan al exterior y mantener bajo la alfombra aspectos de ella que podrían ser motivo de vergüenza y/o culpa. Esta ley de silencio se preserva porque se asume que ocultar permite que el dolor vivido desaparezca. Sin embargo, reprimir y ocultar suele ejercer el efecto opuesto, agradando el pesar que dicho secreto provoca en los miembros. Es por ello que cuando una persona sufre algún tipo de psicopatología es común hallar secretos familiares en su historia de vida. Recuperarse requiere en estos casos elaborar las vivencias dolorosas o traumáticas y cambiar la forma en la que los miembros se relacionan con dicho secreto.

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