Sordera Infantil (hipoacusia en niños): causas, síntomas y tratamiento

La hipoacusia es la incapacidad total o parcial para oír sonidos en uno o ambos oídos. Algunos niños sufren hipoacusia profunda desde el nacimiento, un problema que requiere detección precoz y tratamiento para lograr buenos resultados terapéuticos.

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Son muchos los niños y niñas que viven con algún tipo de discapacidad. En particular, la discapacidad auditiva es relativamente frecuente en la infancia, aunque hasta hace tan sólo unos años era una gran desconocida. Esto ha cambiado gracias a los avances e investigaciones, que han permitido un conocimiento mucho más avanzado de la sordera.

La sordera, también llamada hipoacusia, se define como la incapacidad total o parcial para oír sonidos en uno o en ambos oídos. Se estima que unos 2-3 bebés por cada 1000 nacidos vivos poseen algún grado de hipoacusia al nacer.

¿Cómo detectar indicios del problema?

Existen distintos tipos de hipoacusias, ya que algunas están presentes desde el nacimiento, otras aparecen en niños que inicialmente oían adecuadamente y otras son transitorias, como es el caso de la pérdida de audición por otitis. Además, no todas las hipoacusias son igualmente intensas, ya que pueden ser leves, moderadas, graves o profundas. La hipoacusia profunda es la que popularmente se conoce como sordera.

La mayoría de hipoacusias profundas ya están presentes desde el nacimiento. Además, se estima que más de un 60% de dichas sorderas pueden tener un origen genético. No obstante, la hipoacusia congénita puede tener otras muchas causas, como infecciones en el embarazo o malformaciones.Afortunadamente, el conocimiento referente a la sordera infantil ha aumentado en los últimos años.

Así, se ha podido comprender mejor la importancia de detectarla de forma temprana para lograr los mejores resultados terapéuticos y evitar secuelas irreversibles en los niños que lo sufren. En este sentido, es clave que los padres puedan identificar algunas señales de alarma en los primeros meses de vida de su hijo, de manera que se pueda poner en marcha la intervención correspondiente de forma precoz.

Cuando se observan indicios de que algo no marcha bien, es fundamental que un otorrino realice una evaluación exhaustiva para identificar si, efectivamente, se trata de un caso de hipoacusia infantil. Debido a la importancia de diagnosticar y tratar la sordera infantil de forma temprana, en este artículo vamos a conocer qué es la sordera, sus causas, síntomas y tratamiento.

¿Qué es la hipoacusia infantil?

La sordera infantil, conocida también como hipoacusia, se define como la imposibilidad de percibir los sonidos, de forma que se encuentra mermada la audición. Aunque habitualmente se habla de sordera en las personas mayores, lo cierto es que este problema es relativamente común en la infancia, por lo que es esencial conocer cómo detectarla y tratarla. Esta deficiencia implica la pérdida o anormalidad de una función anatómica y /o fisiológica del sistema auditivo y, aunque su consecuencia inmediata es la discapacidad para oír, también implica un déficit importante para acceder al lenguaje oral.

Alrededor de 1 de cada 1000 niños nacidos vivos lo hacen con una pérdida permanente y profunda de audición. Además, la deficiencia auditiva es algo más común en varones. Es por ello que los primeros meses de vida son cruciales para observar y detectar cualquier señal que despierte sospechas de que algo no va como debería.

La sordera del recién nacido (conocida como sordera prelocutiva) tiene consecuencias negativas sobre el desarrollo del niño, su pensamiento, memoria, acceso a la lectura, aprendizaje, rendimiento académico e, incluso, su personalidad. Todos estos efectos negativos derivados de la discapacidad auditiva sólo se pueden aliviar con intervenciones que estimulen la capacidad auditiva de la forma más precoz posible.

Así, se puede lograr aprovechar al máximo la plasticidad cerebral característica de los primeros años de vida, estimulando el desarrollo comunicativo y el lenguaje. No reconocer ni tratar una deficiencia auditiva tiene consecuencias graves en la capacidad del niño para hablar y comprender el lenguaje. Esto acarrea importantes problemas escolares, sociales y emocionales.

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Causas de la sordera infantil

Conocer las causas que pueden estar detrás de la sordera infantil puede ser de gran ayuda para prevenir este problema. El 50% de las sorderas infantiles tienen un origen genético. Hasta la fecha, se conoce que existen unos 400 síndromes genéticos que implican pérdida de audición. En estos casos la única medida de prevención posible consiste en ofrecer consejo genético a los padres.

El otro 50% de sorderas en niños recién nacidos se asocia con la presencia de factores de riesgo. Es especialmente importante identificar infecciones que puedan afectar al oído durante el embarazo. Particularmente, el citomegalovirus es una de las causas adquiridas más comunes de sordera. Este puede darse en bebés asintomáticos que desarrollan una sordera tardía que aparece a lo largo del desarrollo evolutivo.

De igual manera, las mujeres embarazadas deben evitar cualquier medicamento que pueda resultar agresivo para el oído de su bebé, así como el consumo de alcohol o el exceso de ruido. También es aconsejable como medida preventiva la vacunación infantil frente a enfermedades como las paperas, el sarampión o la rubéola, que pueden dañar el oído.

Síntomas de la sordera infantil

Existen algunos síntomas que pueden alertarnos de que un niño sufre hipoacusia. Algunos de ellos son los siguientes:

  • El bebé no emite sonidos o balbucea a los 6 meses.
  • El bebé no reconoce su propio nombre ni muestra respuesta ante sonidos del entorno, como el teléfono o el timbre.
  • El bebé no repite ni imita palabras simples a los 15 meses.
  • El bebé no logra decir al menos 10 palabras a los 24 meses.
  • El bebé no puede construir frases de dos palabras a los 36 meses.
  • El bebé no puede emitir frases sencillas a los 48 meses.

Normalmente, los padres suelen sospechar que existe un déficit auditivo cuando su hijo no responde a sonidos o es incapaz de hablar. Sin embargo, cuando el déficit auditivo es menos profundo puede ser menos evidente y esto complica el diagnóstico. Muchos de sus comportamientos pueden ser malinterpretados, como por ejemplo que el niño ignora a las personas que le hablan, pero lo hace solo de forma ocasional; o que el niño habla y oye bien en casa, pero no en el colegio.

Esto se explica porque los déficits leves solo ocasionan problemas en contextos ruidosos, como es el caso de una clase. En caso de que aparezcan algunas de estas señales, resulta crucial que un profesional examine al niño para valorar si se trata de un caso de hipoacusia.

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Tratamiento de la sordera infantil

Actualmente, en el caso de España se realiza un cribado universal de hipoacusia, de forma que todos los recién nacidos son sometidos a una rápida prueba que permite identificar a los neonatos con posible sordera. De esta forma, se pueden aplicar un tratamiento y rehabilitación precoces que permitan al niño disfrutar de un desarrollo adecuado.

El tratamiento en los casos de hipoacusia consiste en un trabajo de estimulación temprana del bebé, realizándose para ello una intervención a nivel logopédico y audioprotésico ajustado a sus necesidades particulares. En los casos en los que la pérdida auditiva es grave, se recurre al uso de los implantes cocleares. Estos consisten en dispositivos electrónicos que sirven para que las personas sordas puedan recibir sonidos. Esto permite a los niños sordos implantados realizar sus actividades al igual que los demás.

Poder percibir los estímulos del entorno y el habla de quienes le rodean es de enorme ayuda para mejorar su calidad de vida, reduciendo todas las consecuencias negativas antes comentadas. Los implantes cocleares estimulan de forma directa el nervio auditivo, evitando que el oído se deteriore aún más. Estos suelen ser la mejor alternativa para abordar las hipoacusias severas, ya que en estos casos los audífonos no son eficaces.

El implante coclear se compone esencialmente por dos partes. Por un lado, una externa, que se coloca justo detrás de la oreja. Por otro lado, una interna que requiere una intervención quirúrgica para ser colocada. Todos los implantes disponen de las siguientes estructuras:

  • Micrófono para captar los oídos.
  • Un procesador que permite el habla y selecciona y organiza los sonidos del micrófono.
  • Un transmisor y un receptor
  • Un estimulador que transforma las señales que recibe del procesador en impulsos eléctricos.
  • Unos electrodos que acumulan los impulsos del estimulador y son enviados al nervio auditivo.

El momento más adecuado para llevar a cabo la implantación en cada niño debe ser determinado por el otorrinolaringólogo especializado. En algunos casos puede ser necesaria una terapia complementaria para apoyar el desarrollo del lenguaje, como por ejemplo el uso de La Palabra Complementada (LPC).

Es importante tener presente que muchas personas sordas se sienten satisfechas de su condición y forma diferente de comunicación. Existe para muchas personas sordas una especie de identidad cultural, por lo que algunas familias pueden rechazar el implante coclear para tratar el déficit auditivo. Esto se debe a que, de alguna manera, perciben esa intervención quirúrgica como una ruptura con ese sentimiento de pertenencia a la comunidad sorda. Todos estos aspectos deben ser comentados con el médico, con el fin de tomar una decisión ajustada a cada caso.

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Consecuencias del diagnóstico en el retraso de la sordera

Como ya hemos comentado, en la hipoacusia es fundamental actuar con prontitud, ya que así se puede aprovechar al máximo la plasticidad cerebral propia de los primeros años de vida, obteniendo mejores resultados. Los efectos de un diagnóstico tardío pueden ser:

  • Aprendizaje: los niños sordos sin tratamiento pueden sufrir retrasos importantes en su educación, con todo lo que eso implica para su futuro. Puede aparecer desinterés por asignaturas como la música, o por cualquier materia que requiera memorización. Esto puede conducir a aislamiento de los compañeros en el colegio, cansancio, inatención o malos resultados académicos.

  • Lenguaje: El desarrollo en los niños sordos se hace más lento, pues emplean estructuras lingüísticas muy básicas. Además, los problemas de dicción pueden producir limitaciones en la comunicación con los demás, así como problemas para leer y escribir.

  • Relaciones sociales: Los niños sordos pueden encontrar muchas dificultades para concentrarse, por lo que les cuesta mantener conversaciones largas, involucrarse en juegos grupales, seguir cuentos o películas, etc. Pueden llegar a parecer desobedientes, pero esto es solo consecuencia del déficit auditivo.

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