Los 10 tipos de vértigo (causas, síntomas y tratamiento)

El vértigo es un trastorno grave del equilibrio en el que, por alguna alteración en los sistemas que controlan la percepción del espacio, perdemos la capacidad de percibir correctamente lo que nos rodea. Veamos sus bases clínicas.

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Los conocidos como trastornos del equilibrio son uno de los principales motivos de consulta médica más comunes en el mundo. Y estos, apareciendo repentinamente o de forma periódica, hacen que durante unos episodios de mayor o menor duración perdemos la capacidad de percibir correctamente el espacio que nos rodea.

Esto nos lleva a tener problemas para mantenernos en pie, sentir que todo en nuestra cabeza da vueltas, sufrir de visión borrosa o tener la sensación de que estamos a punto de caernos pese a estar perfectamente estáticos, de estar flotando o de que nos estamos moviendo. El trastorno del equilibrio más común son los mareos, que todos experimentamos alguna vez.

Pero una cosa es estar mareado y otra muy distinta es sufrir vértigo, un trastorno grave del equilibrio que no emerge de una situación puntual (los mareos surgen cuando, por la causa que sea, no llega suficiente sangre al cerebro), sino de un trastorno en los órganos que se encargan de mantener el equilibrio. Se trata de una condición severa e incapacitante en la que los mareos son solo uno de los muchos síntomas que la persona experimenta.

Por todo ello, en el artículo de hoy y, como siempre, de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, vamos a indagar en la naturaleza y bases clínicas del vértigo, entendiendo sus causas, síntomas y tratamiento, al tiempo que indagamos en las características de los distintos tipos de vértigos, clasificados en función de cómo se manifiesta la pérdida de equilibrio.

¿Qué es el vértigo?

El vértigo es un trastorno grave e incapacitante del equilibrio en el que, por alteraciones en la fisiología de los órganos internos que lo controlan, la persona experimenta con mayor o menor frecuencia unos episodios en los que la falsa sensación de que ella y/o lo que le rodea está girando o moviéndose viene acompañado de síntomas incapacitantes donde el mareo es uno de los principales.

Así, se trata de un trastorno que aparece en personas que sufren afecciones en el oído o en el cerebro y que tiene una prevalencia de aproximadamente el 3%, afectando con mayor frecuencia a mujeres, especialmente a partir de los 40 años. Y como hemos dicho, el vértigo no es una “situación puntual” como puede ser un simple mareo.

Nos mareamos cuando, por el motivo que sea (disminución de la presión arterial, ansiedad, estrés, pasar mucho calor, nerviosismo, deshidratación, dar vueltas muy rápido…), llega menos sangre al cerebro. Pero sufrir vértigo es una cosa muy distinta. El vértigo está ligado a alteraciones en la fisiología de, generalmente, el oído, aunque también puede tener su origen en el propio cerebro.

Normalmente, el vértigo suele estar asociado a problemas en las regiones de los oídos que se encargan de controlar el equilibrio, los cuales son los canales semicirculares y el laberinto vestibular. Cualquier alteración en su fisiología puede derivar en la predisposición de la persona a padecer episodios de vértigo, los cuales aparecen sin previo aviso y sin poder identificar un detonante.

Aun así, el vértigo también puede estar asociado a alteraciones no en los oídos, sino en el propio sistema nervioso central, con alteraciones neurológicas en las regiones del cerebro que controlan la percepción del espacio o con defectos en los nervios que conectan el oído con el cerebro.

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Además, el vértigo también puede ser síntoma de condiciones tales como la migraña, la esclerosis múltiple, los traumatismos craneales, enfermedades vasculares, desarrollo de tumores (tanto malignos como benignos) e incluso de la administración de ciertos medicamentos que tienen a este trastorno del equilibrio como posible efecto secundario adverso.

En lo que se refiere a sintomatología, el vértigo es una condición grave en la que, apareciendo en forma de episodios más o menos intensos y más o menos prolongados en el tiempo, la persona experimenta una altamente incapacitante sensación falsa de que ella y/o lo que le rodea está girando o moviéndose.

Y a esta ya de por sí desagradable sensación que podemos equiparar a un mareo muy intenso se le añaden otros signos clínicos secundarios tales como pérdida de conciencia, debilidad, problemas para enfocar la vista, dificultades para hablar, tinnitus (zumbidos en los oídos), problemas para tragar, debilidad en las extremidades, incapacidad de mantenerse en pie, pérdida de audición, sensibilidad lumínica, náuseas, vómitos… Estos síntomas, junto al hecho de que los episodios pueden llegar a durar varias horas (con una “resaca” que se alarga varios días), hacen que el vértigo sea una condición extremadamente incapacitante.

Además, hay que tener claro que, como sus causas no están claras, no hay ninguna forma de prevención posible más allá de, en caso de que identifiquemos una situación que haya desencadenado el episodio, evitarla en un futuro. Y por si esto fuera poco, tampoco existe una cura. El tratamiento debe enfocarse a tratar la patología de fondo (si se identifica y es tratable) o, al menos, a aliviar la sintomatología cuando surgen los episodios.

No hay forma de evitar que la persona deje de sufrir ataques de vértigo, pero los medicamentos contra las náuseas y los vómitos, la fisioterapia para recuperar el equilibrio y el descanso pueden, como mínimo, paliar los síntomas. Pero al fin y al cabo, ante un episodio de vértigo, lo único que podemos hacer es esperar.

¿Qué clases de vértigo existen?

Una vez hemos entendido las bases clínicas de este trastorno del equilibrio, es momento de profundizar en el tema que nos ha reunido hoy aquí: los distintos tipos de vértigos que existen. Y es que dependiendo tanto de su origen como de sus manifestaciones, el vértigo se puede clasificar de la siguiente manera.

1. Vértigo periférico

El vértigo periférico es aquel que se desencadena por alteraciones fisiológicas en las estructuras del oído interno que controlan el equilibrio. Es decir, no se debe a problemas a nivel del sistema nervioso central (por lo que si la alteración radica en el nervio vestibular, que comunica el oído con el cerebro, también se incluye en este grupo, pues no forma parte del sistema nervioso central), sino del oído. Se trata de la forma más común de vértigo.

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2. Vértigo central

El vértigo central es aquel que se desencadena por alteraciones neurológicas en el cerebro. Así, no se debe a ningún trastorno en el oído interno, sino a un problema en el sistema nervioso central, generalmente a nivel del tronco encefálico o en el cerebelo, la región posterior del cerebro. Por tanto, se trata de una forma de vértigo de origen neurológico.

3. Vértigo postural

Por vértigo postural entendemos aquella manifestación de la patología en la que el trastorno del equilibrio se manifiesta con una marcha incierta y vacilante al andar, con la persona sintiendo que ella misma o la estancia se tambalea. En el episodio de vértigo, el paciente tiene la sensación de estar en un barco que se encuentra en medio de una tormenta.

4. Vértigo rotatorio

Por vértigo rotatorio entendemos aquella manifestación de la patología en la que el trastorno del equilibrio se manifiesta con la falsa sensación de que todo da vueltas. Es decir, la persona no siente, como en el caso anterior, que está en un barco que se mueve en el mar, sino que ella misma o la habitación da vueltas. La estancia no se tambalea como en la postural. Directamente gira como un tiovivo.

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5. Vértigo psicógeno

El vértigo psicógeno, también conocido como vértigo somatomorfo, es aquel en el que los episodios emergen no por una causa física, sino por una causa psicológica. Es decir, no se identifican daños ni en el oído interno ni en el cerebro, por lo que el origen del vértigo se encuentra en la psique de la persona. Así, es un vértigo que se asocia con trastornos emocionales o psicológicos.

6. Vértigo multifactorial

Por vértigo multifactorial entendemos todos aquellos casos de la enfermedad donde no se puede identificar una causa única que explique la aparición de los episodios. Así, se trata de un tipo de vértigo ligado a múltiples factores, los cuales están principalmente asociados a alteraciones fisiológicas y neurológicas propias del envejecimiento. De ahí que se conozca también como “vértigo de la vejez”.

7. Vértigo migrañoso

El vértigo migrañoso es aquel en el que este trastorno del equilibrio es el síntoma de un ataque de migraña, una patología neurológica que cursa con punzantes, incapacitantes e intensos dolores de cabeza. De hecho, la migraña vestibular es aquella forma de la enfermedad en la que el síntoma más severo es el propio vértigo.

8. Vértigo medicamentoso

Por vértigo medicamentoso entendemos aquella forma de la enfermedad en la que los episodios de vértigo aparecen como efecto secundario adverso de la toma de ciertos fármacos. Existen muchos medicamentos que, generalmente por la inducción de la disminución intencionada o no de la presión arterial, tienen los vértigos como efecto secundario.

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9. Vértigo por neuropatía vestibular

El vértigo por neuropatía vestibular es aquel que está asociado a la neuritis vestibular, una patología que ocasiona un fallo agudo en el órgano del equilibrio, cursando concretamente con una inflamación súbita del nervio vestibular del oído, que transmite la información hasta el cerebro. Esto ocasiona una crisis repentina de vértigo rotatorio de alta intensidad con tendencia a presentar temblores oculares, náuseas severas y caídas.

10. Vértigo por enfermedad de Menière

El vértigo por enfermedad de Menière es aquel en el que el trastorno del equilibrio es el síntoma de dicha patología, la cual, debido a la afectación que provoca en el líquido de los canales internos del oído, ocasiona pérdida de audición, tinnitus (zumbido), sensación de presión y dolor en un oído. Así, los ataques de vértigo son un signo clínico de esta enfermedad.

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