Las 9 diferencias entre una bacteria y un virus

Las bacterias y los virus son los principales agentes infecciosos de la Tierra y, a pesar de que puedan confundirse, no tienen ninguna relación biológica. Veamos en qué se diferencian.

Diferencias bacteria virus

Por paradójico e irónico que resulte, lo cierto es que una de las preguntas más difíciles de responder para la ciencia es “¿Qué es la vida?”. Y es que en este contexto, nos cruzamos con los virus, unas entidades biológicas que, de acuerdo a nuestra definición sesgada de “vida”, no pueden ser considerados como seres vivos.

Y, entonces, ¿qué es un virus? Hay mucha controversia en el mundo de la Microbiología acerca de ello, pero lo que la comunidad científica tiene absolutamente claro es que, a pesar del lógico desconocimiento en la sociedad general, un virus no tiene absolutamente nada que ver con una bacteria.

Son los dos principales agentes infecciosos de la naturaleza, pero más allá de este “oficio” en común, son totalmente diferentes en lo que a naturaleza, estructura, origen, genética, evolución, ecología e incluso tratamiento de las respectivas enfermedades que provocan se refiere.

Así que en el artículo de hoy y de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, describiremos no solo qué son las bacterias y qué son los virus, sino también sus diferencias más importantes en forma de puntos clave. Empecemos.

¿Qué es una bacteria? ¿Y un virus?

Antes de entrar a analizar específicamente sus diferencias, es muy importante (y útil) que definamos individualmente ambas entidades. Y es que haciéndolo, ya veremos que las bacterias y los virus no tienen nada que ver a nivel biológico.

Una bacteria: ¿qué es?

Una bacteria es un ser vivo unicelular procariota. Punto. Son seres en el que el individuo es una sola célula procariota, lo que significa que, en contraposición a los eucariotas (animales, plantas, hongos, protozoos y cromistas) no disponen de un núcleo delimitado, por lo que su material genético flota libremente por el citoplasma.

Y esta presencia del ADN libre en el medio interno celular, pese a parecer un dato anecdótico, limita enormemente el grado de complejidad (al menos, a nivel morfológico) que pueden adquirir las bacterias. Y es que entre otras cosas, impide que puedan desarrollar formas de vida pluricelulares y hace que su reproducción solo pueda ser asexual (una simple división celular, haciendo copias). En las bacterias, una célula, un individuo.

Se trata, pues, de microorganismos muy pequeños, con tamaños que oscilan entre los 0,5 micrómetros en las bacterias más pequeñas y los 5 micrómetros en las más grandes. Recordemos que un micrómetro es la milésima parte de un milímetro. O, en otras palabras, la millonésima parte de un metro. Sí, son muy pequeñas en comparación a, por ejemplo, una célula animal promedio (como podrían ser las de nuestro cuerpo), con tamaños que oscilan entre los 10 y los 30 micrómetros.

Aun así, que su complejidad anatómica esté muy limitada, no significa que su diversidad morfológica, ecológica y metabólica no pueda ser enorme. De hecho, lo es. Y mucho. No hay, en la Tierra, un reino de seres vivos con especies tan increíblemente variadas.

Y aquí es cuando debemos desmentir uno de los grandes mitos acerca de ellas. Es cierto que hay bacterias patógenas (para el ser humano y para otros seres vivos), pero ni de lejos todas son organismos que infectan a otros para crecer y desarrollarse. De hecho, de las 1.000.000.000 de especies de bacterias que podrían haber (de las que “solo” hemos identificado 10.000), solo 500 son patógenas del ser humano.

¿Y las otras? Pues viven de forma libre realizando la fotosíntesis (como hacen las cianobacterias), alimentándose de sustancias como el sulfuro de hidrógeno en las fuentes hidrotermales, creciendo en materia orgánica en descomposición e incluso haciendo simbiosis con otros organismos. Sin ir más lejos, nuestros intestinos son el hogar de más de un millón de millones de bacterias de más de 40.000 especies diferentes que, lejos de hacernos daño, mantienen nuestra salud intestinal. Y así con muchos otros tejidos y órganos del cuerpo, como por ejemplo la piel o la saliva.

Gracias a esta enorme diversidad ecológica, las bacterias conforman tanto uno de los siete reinos (animales, plantas, hongos, protozoos, cromistas, bacterias y arqueas) como uno de los tres dominios esenciales (eucariotas, bacterias y arqueas). Las bacterias llevan 3.800 millones de años dominando la Tierra. Y seguirán haciéndolo.

Bacteria

Un virus: ¿qué es?

Definir a las bacterias es muy sencillo. Hacer lo mismo con los virus es otra cosa. Y es que aunque parezca extraño, seguimos sin comprender del todo qué son los virus, empezando por la incógnita (o más controversia) acerca de si deben ser considerados seres vivos o no. Como, por ahora, la comunidad científica microbiológica indica que no lo son, nosotros nos ceñiremos a esto.

Un virus es una partícula infectiva, una estructura de naturaleza orgánica con la necesidad de infectar a una célula viva para así completar su ciclo de replicación. Los virus son entidades orgánicas muy sencillas a todos los niveles. Y es que estructuralmente, un virus es simplemente una membrana proteica que recubre un material genético.

Este material genético puede ser de ADN, pero a diferencia de lo que sucede con los seres vivos propiamente dichos, puede ser, en determinadas especies víricas (sin ir más lejos, en el COVID-19), de ARN, un tipo de material genético que, si bien está presente en todos los seres vivos, solo es en los virus que toma el papel de ser la fuente de información genética (en los seres vivos de verdad, el ARN es un intermediario para la síntesis de proteínas).

Sea como sea, los virus son realmente una estructura proteica que protege a un material genético en forma de ADN o ARN en el que están codificados los genes que esta partícula infectiva necesita tanto para parasitar a su huésped como para replicarse.

Los virus son entidades muchísimo más pequeñas que una célula, con unos tamaños que suelen ser de alrededor de 100 nanómetros. Recordemos que un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro. Es decir, en un solo milímetro podrían caber 10.000 virus puestos en fila. Son, de hecho, las estructuras dotadas de “vida” (entre muchísimas comillas) más pequeñas de la naturaleza, siendo solo visualizables mediante potentes microscopios electrónicos.

Y tienen que ser tan pequeñas porque en el proceso infectivo tienen que penetrar en el interior de las células vivas que parasitan. Y una vez dentro, pueden usar las proteínas de la célula para generar copias de sí mismos, dañando a la célula en cuestión (más que nada porque al liberar las partículas “hijas”, destruyen la membrana de la célula) y haciéndonos enfermar por el camino.

Todos los virus del planeta son parásitos. Ninguno puede vivir por sí solo. Esto es el principal argumento para decir que no son seres vivos. Ahora bien, ¿significa esto que todos nos afectan a los humanos? No. Cada una de las millones de especies víricas que podrían existir está especializada en infectar a una (o unas pocas) especie de ser vivo concreta. Y esto va desde animales hasta plantas, pasando por hongos, protozoos, cromistas e incluso bacterias (los virus que infectan a bacterias son bacteriófagos).

Pero que no sean seres vivos trae consigo un problema. No puedes matar algo que no está vivo. De ahí no solo que los antibióticos sean totalmente inútiles para combatir una enfermedad vírica, sino que no haya tratamientos (más allá de terapias con antirretrovirales para detener su replicación) para curar infecciones causadas por virus. Hay que esperar que el propio cuerpo combata el ataque.

Virus

¿En qué se diferencian las bacterias de los virus?

Seguro que después de analizar individualmente a ambas entidades biológicas, las diferencias han resultado ya muy obvias. Aun así, para hacerlas todavía más evidentes, hemos preparado una selección de las principales diferencias entre las bacterias y los virus en forma de puntos clave. Vamos allá.

1. Una bacteria es un ser vivo; un virus, no

Seguramente, la diferencia más importante. Mientras que las bacterias conforman su propio reino dentro de los seres vivos y son organismos unicelulares procariotas, los virus ni siquiera se consideran seres vivos como tal. Una bacteria cumple con las características necesarias para ser un ser vivo; un virus, no.

2. El genoma bacteriano siempre es de ADN; el de un virus puede ser de ARN

El genoma de las bacterias siempre es de ADN, como el de cualquier otra célula de cualquier ser vivo imaginable. En los virus, sin embargo, si bien es cierto que también pueden tener un genoma de ADN, determinadas especies víricas tienen un material genético en base de ARN, un tipo de ácido nucleico diferente.

3. Todas las especies de virus son patógenas; de bacterias, muy pocas lo son

Como hemos visto, de las miles de millones de especies de bacterias, solo unas “pocas” se han especializado en la vida patógena. Muchas bacterias son de vida libre (viven sin infectar a ningún otro ser vivo) y algunas incluso hacen simbiosis con otros organismos. Los virus, en cambio, siempre son dañinos. Cualquier especie vírica se comporta como un patógeno, al ser parásitos obligados que necesitan infectar células para completar su ciclo de “vida”.

4. Los virus penetran al interior de las células; las bacterias, no

El proceso infectivo de bacterias y virus también es muy diferente. Mientras que en las infecciones bacterianas las bacterias no penetran en el interior de las células del tejido que colonizan (básicamente porque su tamaño similar no lo permite), los virus siempre atraviesan la membrana plasmática celular y se establecen dentro de la célula, donde se replica.

5. Las bacterias son más grandes que los virus

Las bacterias son más de 100 veces más grandes que los virus. Y es que como hemos visto, mientras que el tamaño de las bacterias oscila entre los 0,5 y los 5 micrómetros, el de los virus suele rondar los 100 nanómetros. Los virus, pues, son muchísimo más pequeños que las bacterias y que cualquier otra célula viva.

Estructura virus

6. Hay más virus que bacterias

Es muy difícil dar cifras exactas, pues todo se basa, evidentemente, en predicciones estadísticas. Aun así, se estima que el número de virus en el mundo podría ser muchísimo (pero muchísimo) más grande que el de bacterias. El número de bacterias en el mundo podría ser de 6 millones de millones de trillones. Esto es mucho. Pero es que el de virus sería de un 1 seguido de 31 ceros. La diferencia, aunque no lo parezca, es abismal.

7. Las bacterias son celulares; los virus, no

Como hemos visto, las bacterias, pese a ser primitivas, responden al concepto que tenemos de célula. De hecho, son organismos unicelulares procariotas. Los virus no son una célula. Las partículas víricas son simples cubiertas de proteína en cuyo interior hay un material genético muy simple con unos pocos genes necesarios para disparar el proceso infectivo.

8. Las bacterias son sensibles a los antibióticos; los virus, no

El tratamiento es una de las más importantes diferencias. Y es que a pesar de que, por selección natural, estén apareciendo bacterias resistentes a los antibióticos, lo cierto es que la inmensa mayoría de infecciones bacterianas todavía (ya veremos en unos años) pueden tratarse gracias a estos antibióticos. En el caso de las infecciones víricas, los antibióticos no sirven absolutamente para nada. Y es que, simplemente, no puedes matar a algo que técnicamente no está vivo.

9. Las bacterias se reproducen; los virus se replican

Una última diferencia importante. Las bacterias se reproducen de forma asexual a través de un mecanismo muy simple de división celular dando lugar a células “hija” genéticamente iguales (aunque hay errores inevitables que precisamente han hecho posible la evolución de las bacterias en formas de vida superiores) a la “madre”. Aunque sea de forma asexual (sin mezcla de gametos), hay reproducción.

En los virus, no. Los virus no se reproducen, sino que usan la maquinaria celular de la célula que parasitan para, como si de una fábrica se tratara, generar muchísimas copias de sí mismos. Este proceso de generación de partículas víricas se conoce en Biología como replicación.

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