¿Podrían existir los zombies? La ciencia nos da la respuesta

Los zombis, gracias a sus continuas apariciones en películas y series de terror o ciencia ficción, se han convertido prácticamente en iconos de la cultura popular, pero, ¿qué pasaría si biológicamente fuera posible su existencia?

Zombis

Desde que en 1968 se estrenara “La noche de los muertos vivientes”, una película dirigida por el célebre director George A. Romero que se considera como la precursora del género de los zombies, las películas y series que centran su trama en la existencia de estos monstruos se han producido a centenares.

Según el portal IMDb, la web con la base de datos más extensa en cuanto a cine y televisión, hasta el día de hoy se han producido más de 3.600 películas o series en las que los zombies son el centro de la acción, enfocando la temática de forma muy variada: terror, acción, ciencia ficción, drama e incluso comedia.

Los zombies dan mucho juego en la industria y nosotros nos sentimos profundamente atraídos por la idea de que unos seres humanos puedan perder, valga la redundancia, toda la humanidad para convertirse en criaturas sedientas de sangre. Esto evoca en nosotros reflexiones sobre qué haríamos ante una situación así y, claro, nos gusta ver a Brad Pitt aniquilando zombies.

Pero, ¿los zombies son algo puramente de la ficción? ¿Podrían existir? ¿Hay zombies en el reino animal? ¿Hay alguna ley biológica que impida su existencia? En el artículo de hoy analizaremos estas y otras preguntas para determinar si los zombies son solo ficción o tienen algo de ciencia.

Noche muertos vivientes

Definamos “zombie”

Antes de pasar a analizar si podrían existir o no, tenemos que definir el término, pues esto es lo que determinará si su existencia es verosímil desde el punto de vista científico o no. Y aquí ya nos encontramos con el primer problema, pues en cada serie o película presentan los zombies de una forma distinta.

Los zombies de “The Walking Dead”, “28 días después”, “Guerra Mundial Z”, “Zombieland”, “Soy Leyenda” o “La noche de los muertos vivientes” no tienen nada que ver los unos con los otros. Pero sí que hay algunos aspectos en común que, por regla general, todos comparten.

Los zombies son muertos vivientes, lo que implica una paradoja. Y si ya empezamos con una paradoja, mal vamos. Sea como sea, un zombie es una criatura (generalmente humana) que, después de morir al ser mordido por otro zombie, resucita. Pero resucita siendo un ser que ha perdido toda la humanidad, que normalmente está en estado de descomposición, que deambula sin rumbo y que vive por y para devorar a otros seres humanos. Fin. Esto es, a grandes rasgos, un zombie.

Y aquí llega la pregunta: ¿Es biológicamente verosímil? Bueno, como todo en la vida, no es cuestión de blanco o negro. Lo cierto es que los zombies, tal y como están plasmados en la televisión y el cine, simplemente no podrían existir. Y veremos por qué. Pero lo cierto es que no están tan alejados de la realidad. Es más, si quitáramos algunos aspectos que no pueden darse en la naturaleza y renováramos el concepto de zombie, sería perfectamente verosímil. De hecho, ya hay algunos casos de “zombies” en la naturaleza.

A continuación veremos los motivos por los que no podrían existir los zombies, pero también aquellos que nos hacen ver que, si bien es gran parte ficción, en ellos hay más ciencia y realismo del que creemos.

Los motivos por los que los zombies no podrían existir

En realidad, hay un simple motivo del que derivan todos. Y es que, por definición, son muertos vivientes. Esto es una paradoja. Y las paradojas y la naturaleza no se suelen llevar bien. Si consideramos un zombie como una criatura muerta con “vida”, es cierto, estos no podrían existir nunca. Y veamos por qué.

Cuando morimos, aunque parezca evidente, nuestras células también mueren. Todas. Desde las neuronas del cerebro hasta las de los músculos del pie. Y cuando las células mueren, termina la vida básicamente porque se detiene el metabolismo celular y, por lo tanto, perdemos la capacidad de, por un lado, conseguir energía y consumirla y, por otro lado, consumir materia pero también generarla. En otras palabras, el ciclo de energía y materia se rompe.

Cuando esto ocurre, no disponemos de combustible para mantener en funcionamiento los sistemas vitales ni podemos generar materia orgánica para renovar nuestros órganos y tejidos. Y al no poder hacer esto, nos convertimos simplemente en un “saco” de materia que ya no dispone de sistema nervioso, locomotor, digestivo, cardiovascular, respiratorio, etc.

Y aquí nos encontramos con los dos primeros problemas. Por una parte, es imposible que un ser vivo muerto pueda desplazarse, básicamente porque las células muertas no podrían generar la energía necesaria en forma de ATP para propiciar las contracciones de las fibras musculares para la locomoción.

Y, por otra parte, en la naturaleza, la resurrección es totalmente imposible. Pero, ¿y si el virus que te convierte en zombie te hace “despertar”? Luego volveremos a esto de los virus, pero tampoco. No hay ningún patógeno (ni habrá nunca) que, al desplazarse al sistema nervioso, pueda provocar la vuelta a la vida. Esto es totalmente imposible. Cuando se produce la muerte celular, no hay vuelta atrás.

Como vemos, el tema de que estén muertos hace bastante imposible que los zombies puedan existir. Y no solo por estos motivos. Hay más. Y es que si son criaturas muertas, significa que no disponen de sistema inmunitario. Por lo tanto, al no disponer de absolutamente ninguna célula inmune, estarían totalmente expuestos al ataque de bacterias, virus y hongos, los cuales no tendrían ningún impedimento a la hora de devorar los órganos y tejidos de la criatura.

Un zombie en medio de la naturaleza sería como un filete dejado al sol. Pasados unos días, no quedaría absolutamente nada. Cuando la materia orgánica muere, los microorganismos descomponedores terminan con ella rápidamente.

Además, en lo que se refiere a sus huesos, hay que tener en cuenta que el sistema óseo está también formado por células. Y que cuando estas mueren, los huesos se hacen cada vez más quebradizos. Un zombie simplemente no podría aguantarse en pie, su columna vertebral colapsaría y cualquier golpe provocaría una rotura total de los huesos.

De igual modo, las células oculares y las del sistema nervioso también mueren, por lo que no habría ninguna manera de captar estímulos visuales. En otras palabras: los zombies no podrían ver. Y pasa lo mismo con el resto de sentidos, pues no hay neuronas que transmitan la información al cerebro. Estas criaturas no podrían relacionarse con el medio. No verían, no olerían, no escucharían… Incluso si las tocaras no podrían sentir nada, pues tampoco tendrían sentido del tacto. Por lo tanto, lo de que cacen humanos es bastante imposible.

Como vemos, un zombie no puede existir porque lo de que esté muerto pero tenga “vida” es algo que prohíbe la naturaleza. Pero si quitáramos este concepto de “muerto” y mantuviéramos las otras características, ¿los zombies podrían existir?

Aunque nos sorprenda, el tema de que las mordeduras te conviertan en una criatura así y que haya algo que tome el control de tu mente para que te conviertas en un ser totalmente distinto, es perfectamente verosímil. Y es más, ya sucede en la naturaleza.

Los motivos por los que los zombies sí podrían existir

Como hemos dicho, si consideramos un zombie como un muerto viviente, simplemente no pueden existir. Pero si eliminamos este concepto de “muerto” y nos quedamos con una criatura viva pero que algo que se transmite por una mordedura lo convierte en un ser inhumano que no controla sus actos y que tiene tendencia a la violencia y al canibalismo, cuidado, porque no es para nada inverosímil.

Empecemos por el principio. Teóricamente una persona se convierte en zombie cuando otro zombie lo muerde. Es decir, podemos considerar esto como una enfermedad que se propaga a través del contacto sanguíneo. Y si vamos más allá, podemos incluso decir que lo que contagia el “ser zombie” podría ser un virus que se transmite a través de las mordeduras.

Hasta aquí, ¿hay algo raro? Ni por asomo. Esto es perfectamente verosímil. La rabia es un claro ejemplo de ello. Se trata de una enfermedad vírica que se transmite a los humanos a través de la mordedura de distintos animales, generalmente perros, murciélagos y mapaches y que tiene una letalidad del 99%.

Y ahora seguramente pienses: “Pero la rabia no se contagia entre humanos”. Y tienes razón. Entonces, ¿no hay enfermedades que nos podamos contagiar las personas si nos mordemos? Por supuesto. De hecho, las mordeduras humanas pueden ser más peligrosas que las de los animales, pudiendo contagiar (aunque sea poco probable) enfermedades como la hepatitis e incluso el virus del VIH.

Así que, en este aspecto, no hay problemas. Hay muchas enfermedades que se transmiten por contacto sanguíneo a través de mordeduras, por lo que perfectamente podría contagiarse el virus “zombie”. Y aquí es donde llegamos al siguiente concepto, quizás el más peliagudo.

Ya hemos visto que la transmisión de una enfermedad a través de mordeduras humanas es posible, pero ahora tendríamos que defender la idea de que un virus (o algún otro germen, pero decimos virus porque es lo que suelen decir en las películas) llegara al cerebro, tomara el control de tu sistema nervioso y te convirtiera en una criatura inhumana sedienta de sangre. Parece imposible de defender, ¿verdad? Pues no lo es. Porque hay un ejemplo de esto en la naturaleza.

Existen unas hormigas que viven en lo alto de los árboles de la selva de Tailandia con la mala suerte de convivir con una especie de hongo conocida como “Ophiocordyceps”. Este hongo, cuando se reproduce, libera esporas, las cuales viajan por el aire. Durante este viaje, una de estas hormigas puede tener la mala fortuna de toparse con ellas e ingerirlas accidentalmente. Y en este momento empieza algo que parece salido de la ciencia ficción.

Hormiga

Las esporas del hongo son capaces de, una vez dentro de la hormiga, desplazarse hasta su sistema nervioso central. Y una vez ahí, toman el control de su comportamiento. Esto suena bastante a “zombie”, ¿verdad? Al principio, la hormiga sigue con su vida normal, pero a medida que el hongo crece y se desarrolla, libera una serie de sustancias químicas que interfieren en su sistema nervioso de una manera tan fuerte que la hormiga ya no controla absolutamente nada de su conducta.

La hormiga se ha convertido en un zombie. Y es que cuando llega este punto, la hormiga empieza a literalmente deambular sin dirección (como hacen los zombies de las películas) y tiene una serie de convulsiones que provocan que caiga de los árboles. Esto es lo que quiere el hongo.

El suelo es más húmedo y fresco, por lo que es mejor para su crecimiento. Llegados a este punto, el hongo ordena a la hormiga que se aferre a una hoja. Cuando lo ha hecho, el hongo mata definitivamente a la hormiga y empieza a desarrollarse para generar esporas que vuelvan a infectar a otra hormiga. Entonces, ¿existen zombies en la naturaleza? Sí. Que se lo digan a estas hormigas.

Por lo tanto, tanto la transmisión de una enfermedad zombie a través de las mordeduras entre personas como la existencia de patógenos que toman el control del sistema nervioso central es perfectamente verosímil. Y en este sentido, los zombies sí que son algo posible.

Entonces, ¿pueden existir los zombies?

Depende de qué entiendas por zombie. Si tu idea de zombie es la de un muerto viviente, no. Y ya hemos visto por qué. Ahora bien, si consideramos el zombie como un organismo vivo que ha sufrido una infección del sistema nervioso central por parte de un patógeno (bacteria, virus u hongo) que ha tomado el control de su comportamiento, sí.

Es una situación totalmente imposible, pero si no jugamos con el concepto de “muerto viviente”, los zombies son, al menos, verosímiles. Y es que podría ser que un virus u hongo que se transmitiera por contacto sanguíneo a través de las mordeduras llegara al cerebro y alterara su química de tal manera que perdiéramos nuestra identidad y control de nuestras acciones.

Y ya puestos a imaginar, podría ser que el patógeno en cuestión, igual que el hongo de la hormiga quiere llegar a las plantas para generar esporas, con la finalidad de expandirse y propagarse, alterara nuestro comportamiento de tal modo que nos hiciera querer morder y comer a otras personas.

El comportamiento caníbal de los zombies sería una estrategia de supervivencia del virus u hongo responsable de la enfermedad, pues así garantiza que llega a nuevos cuerpos a los que infectar. En este sentido, los zombies sí que podrían existir. Pero no te preocupes, no nos tocará vivir ningún apocalipsis así.

Referencias bibliográficas

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  • Fillol, S., Salvadó Corretger, G., Bou i Sala, N. (2016) “El imaginario del zombi cinematográfico en la representación de los desamparados: del esclavo del clasicismo hollywoodiense al inmigrante de la contemporaneidad europea”. Comunicación y Sociedad.
  • Clasen, M. (2010) “The Anatomy of the Zombie: A Bio-Psychological Look at the Undead Other”. Otherness: Essays and Studies.
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