Plantas vasculares: características, usos y clasificación

Las plantas vasculares o traqueofitas son aquellos organismos de naturaleza vegetal más evolucionados, pues son las que disponen de raíces, tallo, hojas y flores. Veamos las principales características de este taxón del reino vegetal.

Plantas vasculares

La evolución biológica no solo actúa sobre los animales o las bacterias. Sobre las plantas, como seres vivos que son, también inciden los mecanismos de la selección natural, cosa que ha hecho que hayan evolucionado enormemente desde su establecimiento en la superficie terrestre hace aproximadamente 540 millones de años.

En un principio, las plantas eran organismos muy sencillos a nivel anatómico y fisiológico cuyo logro evolutivo era ser capaces de realizar la fotosíntesis. Pero igual que sucedió con el resto de seres vivos de la Tierra, estas tuvieron que adaptarse a condiciones cambiantes y ser capaces de sobrevivir en competencia con otros organismos.

Y fue así como, hace unos 400 millones de años, aparecieron las plantas más evolucionadas, las cuales consiguieron colonizar prácticamente toda la superficie terrestre: las plantas vasculares. Estas presentan muchas ventajas evolutivas respecto a las más primitivas, pues disponen de un sistema de fluidos que permite la circulación de nutrientes por la planta, además de estructuras (raíces, tallo, hojas, flores…) para el soporte estructural y el desarrollo de sus funciones.

En el artículo de hoy hablaremos acerca de estas plantas superiores, detallando tanto sus características como los usos e importancia que tienen en el mundo, además de presentar su clasificación.

¿Qué es una célula vegetal?

Antes de pasar a analizar qué es una planta vascular, debemos comprender la naturaleza más básica de sus tejidos. Y es que cualquier planta está formada por células vegetales. Estas células son las unidades de vida especializadas en la realización de la fotosíntesis, el proceso a través del cual se obtiene materia orgánica y energía a partir de la luz.

Las células vegetales son generalmente rectangulares debido a la presencia de una pared que recubre su membrana. Pero lo verdaderamente importante es que en su citoplasma disponen de cloroplastos, unos orgánulos que contienen la clorofila, un pigmento que permite realizar la fotosíntesis y que también es responsable del color verde de las plantas.

Absolutamente todas las plantas de la Tierra están formadas por células vegetales, pero lo que diferencia a las primitivas de las superiores es cómo se especializan y estructuran estas células dentro del “todo” que es la planta.

En las plantas más primitivas, como por ejemplo el musgo, las células vegetales no se especializan para formar tejidos concretos. Con poder hacer la fotosíntesis, es suficiente. Pero para convertirse en la forma de vida pluricelular (ni se acercan a las bacterias, que son unicelulares) más abundante de la Tierra, debían llegar a un nivel de complejidad mayor.

Y aquí es donde llegamos a lo que nos interesa en este artículo, pues las células vegetales fueron capaces de diferenciarse entre ellas para formar tejidos concretos dentro de las plantas. Y así fue como surgieron las conocidas como plantas vasculares, en las cuales, estas células forman estructuras diseñadas para funciones muy concretas: raíces, tallo, hojas, flores… Y de este modo aparecieron las plantas superiores, desde una secuoya hasta una orquídea, pasando por arbustos, pinos o palmeras.

Entonces, ¿qué es una planta vascular?

Una planta vascular es aquel organismo vegetal en el que se observa una diferenciación en tejidos (raíces, tallo, hojas y flores), además de la presencia de semillas para permitir la reproducción y un sistema circulatorio que permita el flujo de nutrientes a lo largo de todo su “cuerpo”.

Estas plantas vasculares, también conocidas como cormofitas o traqueofitas, son las plantas superiores, es decir, las que representan la mayoría de especies que se nos vienen a la cabeza cuando pensamos en plantas.

Las plantas de tamaños grandes y de coloraciones vistosas (básicamente por las flores) son siempre de este grupo, pues es la presencia de esta diferenciación en tejidos lo que permite una mayor complejidad morfológica y fisiológica.

La primera de sus características (y lo que las diferencia de las no vasculares) es la presencia de raíces, unas estructuras especializadas en anclar la planta al suelo y en absorber los nutrientes y minerales presentes en el suelo que la planta necesitará para desarrollar su metabolismo.

Pero, ¿de qué sirve succionar estos nutrientes sin un sistema para transportarlos a lo largo de toda la planta? Y aquí es donde entra en juego la siguiente característica principal de las plantas vasculares: tienen sistema circulatorio. Igual que nosotros tenemos vasos sanguíneos a través de los cuales fluye la sangre para hacer llegar nutrientes y oxígeno a todas las células del cuerpo pero también para recoger las sustancias de desecho (como el dióxido de carbono) para su posterior eliminación, las plantas tienen algo similar.

Está claro que no tienen vasos sanguíneos ni sangre, pero sí que disponen de unos vasos conductores (igual que el sistema sanguíneo) por donde fluye la savia (lo que sería su “sangre”), la cual contiene el agua, los nutrientes y los minerales necesarios para que todas y cada una de las células vegetales que conforman la planta puedan mantenerse vivas.

Pero es que la similitud con nuestro sistema sanguíneo no termina aquí. ¿Verdad que nuestros vasos sanguíneos se dividen en arterias o venas dependiendo de si la sangre está oxigenada o no? Pues con las plantas pasa lo mismo. Y es que estas tienen dos tipos de vasos conductores: el xilema y el floema.

Sin entrar demasiado en profundidad, lo importante a tener en cuenta aquí es que por el xilema fluye la savia bruta, es decir, aquella en la que se “mezclan” los nutrientes y el agua absorbidos del suelo a través de las raíces, para conducirla hasta las hojas, donde esta savia es procesada y se consigue realizar la fotosíntesis. Es en las hojas donde tiene lugar este proceso, el cual requiere de agua, nutrientes y minerales aportados por la savia bruta que fluye por el xilema.

Una vez realizada la fotosíntesis, esta culmina con la obtención de materia orgánica, es decir, “alimento”. Y es en este momento en el que entra en juego el siguiente vaso conductor: el floema. Este se encarga de transportar la savia elaborada (aquella que ya tiene alimento) hacia el resto de partes de la planta, para “alimentar” a las células vegetales. En resumen, el xilema hace llegar los ingredientes para la fotosíntesis a las hojas, mientras que el floema hace llegar el alimento al resto de la planta.

Este sistema circulatorio está repartido por toda la estructura de la planta. Además, está diseñado de un modo en el que “juegan” con la presión para permitir vencer a la gravedad y hacer que la savia pueda subir por toda la planta. Esto permite que puedan existir plantas como una secuoya roja presente en un parque natural de California que, con sus 115 metros de altura, es el ser vivo más alto del mundo.

Otra característica, además de la presencia de raíces y de un sistema vascular (de ahí su nombre), es el tallo. El tallo (que en los árboles es el tronco) es la estructura de la planta que no realiza la fotosíntesis pero que es imprescindible para que las plantas ganen altura. Sin este tallo, las hojas estarían a nivel del suelo. Esto es un éxito evolutivo enorme ya que permite a las plantas vasculares crecer hasta alcanzar tamaños tan espectaculares como los de la secuoya que hemos visto.

Y, por último, las plantas vasculares son las únicas capaces de desarrollar las flores, unas estructuras con relevancia económica en los humanos pero que las plantas superiores utilizan para producir semillas, que es su mecanismo de reproducción. Y de aquí vienen también las frutas, que son estructuras generadas por algunas plantas para proteger las semillas y propiciar su dispersión.

La relevancia de las plantas vasculares en el mundo es enorme. Y es que además de ser unos de los principales productores de oxígeno del mundo, son también la base de las cadenas alimenticias pues son la principal fuente de alimento para la mayoría de seres vivos (las plantas no vasculares básicamente “sirven” para regular la humedad del ambiente) y los humanos las hemos usado desde tiempos inmemoriales para conseguir medicinas, flores, frutas, verduras… En definitiva, las plantas vasculares tienen un impacto enorme en mantener los ecosistemas de la Tierra y también en nuestra economía y calidad de vida.

Clasificación de las plantas vasculares

Como venimos diciendo, las plantas vasculares son los seres vivos vegetales superiores. Y este taxón puede clasificarse en dos grupos dependiendo de si la planta en cuestión produce semillas o no. En este sentido, tenemos las pteridófitas y las espermatofitas.

1. Pteridófitas

Las pteridófitas son las plantas vasculares que no producen semillas. Dentro de las vasculares son las plantas más sencillas a nivel estructural, pues no disponen de la complejidad vinculada a la producción de estas semillas, que son las que permiten la reproducción sexual de los vegetales.

En este sentido, los helechos son el más claro ejemplo. Al no disponer de semillas, necesitan habitar ambientes húmedos, por los que podemos encontrarlos especialmente en bosques. Son vasculares ya que disponen de raíces y tallo pero no generan semillas ya que no tienen flores.

2. Espermatofitas

Las espermatofitas son las plantas vasculares que producen semillas y, por lo tanto, son las más evolucionadas. Estas semillas generadas por las flores, cuando caen al suelo después de dispersarse, germinan y dan lugar a una nueva planta. Esta presencia de semillas que pueden propagarse por el viento o por animales es lo que ha permitido que estas especies vegetales colonicen el mundo.

Y es que estas plantas vasculares, al no necesitar humedad (agua evidentemente necesitan) para reproducirse, pueden habitar prácticamente cualquier hábitat. Es importante tener en cuenta que en función de si producen frutos o no, estas espermatofitas pueden clasificarse en gimnospermas o angiospermas.

2.1. Gimnospermas

Las gimnospermas son las espermatofitas en las que las semillas no están protegidas por ninguna estructura, es decir, no generan frutos. Las semillas se dispersan por el viento cuando están “maduras” o a través de animales. Los pinos, los abetos, las secuoyas, los cedros, etc, son ejemplos de gimnospermas.

Secuoya

2.2. Angiospermas

Las angiospermas son las espermatofitas que producen semillas y las protegen en el interior de frutos. Son más evolucionadas ya que esta protección hace que las probabilidades de que la semilla se desarrolle al dispersarse sean mayores. Todas las plantas que generan frutos son de este tipo. El trigo, el azúcar, el arroz, los plátanos, las piñas, los aguacates, el café, el chocolate, las naranjas… Son ejemplos de frutos producidos por estas plantas, que esconden sus semillas en el interior de ellos.

Naranjo
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