Gripe: causas, síntomas y prevención

La gripe es una enfermedad vírica que está constantemente circulando por el mundo y cada año afecta al 15% de la población.

Gripe

La gripe es una de las enfermedades más comunes y, año tras año, sigue afectando a gente de todo el mundo. A diferencia de muchas otras infecciones, el cuerpo no siempre desarrolla inmunidad frente al virus ya que está está constantemente mutando, por lo que muchas veces es algo “nuevo” para nuestro cuerpo y al sistema inmune le cuesta combatirlo.

Esto explica que los niños caigan enfermos casi cada año y los adultos, pese a tener un sistema inmunitario más desarrollado, sufran la gripe, de media, una vez cada cinco años.

Se trata de una enfermedad vírica con una sintomatología que, pese a resultar muy molesta, no suele derivar en complicaciones graves. De todos modos, como existe población de riesgo - ancianos, inmunodeprimidos, embarazadas, etc - y su incidencia es alta, la gripe es responsable cada año de, según la OMS, entre 300.000 y 650.000 muertes.

Pese a lo que se cree, la gripe es una enfermedad prevenible ya que disponemos de vacunas que se comercializan cada año en función de las características del tipo de virus de esa temporada. En el artículo de hoy hablaremos sobre la gripe, detallando tanto sus causas como sus síntomas, así como las posibles complicaciones, las formas de prevenirla y los tratamientos disponibles.

¿Qué es la gripe?

La gripe es una enfermedad infecciosa provocada por el virus “Influenza”, el cual se transmite entre personas y, una vez dentro del cuerpo, ataca a las células del sistema respiratorio, es decir, nariz, garganta y pulmones.

Cuando el virus nos infecta, inicia una sintomatología con unos signos que, pese a ser graves para la persona, no suelen acarrear mayores complicaciones para la salud. La enfermedad suele remitir por sí sola después de, aproximadamente, una semana.

De todos modos, existe una población de riesgo que puede pasar por un cuadro clínico más severo e incluso requerir hospitalización y que está formada por mayores de 65 años, niños menores de 5 años, embarazadas, personas inmunodeprimidas y enfermos de diabetes, asma, cáncer, trastornos cardíacos....

No hay ningún tratamiento efectivo para curar la gripe, por lo que en caso de enfermar, habrá que hacer reposo en cama. Por ello, la mejor estrategia es la prevención, y las vacunas, pese a no ser 100% efectivas, siguen siendo la mejor defensa.

Causas

La causa de sufrir gripe es contagiarse por el virus Influenza. Y, de hecho, que sea tan frecuente y fácil de propagarse es debido a que el virus se transmite por el aire. La mayoría de patógenos se contagian por el contacto directo entre mucosas, por la picadura de mosquitos, por agua y alimentos… Pero el virus de la gripe no necesita nada de esto. Es capaz de viajar por el aire.

En una persona enferma con la gripe, el virus se encuentra en sus mucosas y cuando habla, estornuda o tose, expulsa pequeñas gotas microscópicas que en su interior albergan el virus. Este no puede vivir demasiado tiempo en estas gotas, pero si había cerca otra persona sana, es posible que inconscientemente inhale estas partículas, permitiendo así que el virus entre en su cuerpo.

De igual manera, el virus puede contagiarse sin un contacto directo entre una persona enferma y una sana. También es posible que las partículas generadas por la persona infectada caigan en objetos inanimados (teléfonos, picaportes, mesas…) que una persona sana puede tocar y, si después se lleva las manos a la nariz, la boca o los ojos, también permite que el virus lo infecte.

Una vez tenemos el virus, somos contagiosos desde aproximadamente un día antes de que surjan los síntomas (el período más peligroso ya que no sabemos que estamos enfermos y podemos propagarlo mucho más) hasta unos cinco días después de que se presenten.

Como hemos dicho, el virus de la gripe va circulando estacionalmente por todo el mundo y uno de sus mayores problemas es su capacidad para mutar constantemente, dando lugar a cepas que van apareciendo de forma regular. Para aquellas cepas que ya nos hayan infectado anteriormente tendremos inmunidad, por lo que es menos probable que nos hagan sufrir la gripe. En caso de que sea una cepa nueva para nosotros, será muy posible que caigamos enfermos.

Esto explica que los niños, al exponerse cada año a cepas nuevas, tengan la gripe con mucha más frecuencia que los adultos, pues ellos ya han desarrollado inmunidad frente a las principales cepas del virus.

Tanto su facilidad para la transmisión como su capacidad para mutar constantemente convierten al virus de la gripe en uno de los patógenos que más afecta a la población mundial, solo superado por el virus del resfriado común.

Síntomas

Los síntomas tardan poco en aparecer después del contagio y, pese a que al principio puede confundirse con un resfriado común ya que la sintomatología es similar con goteo nasal, dolor de garganta y estornudos constantes, una buena manera de diferenciarlos es por el hecho que, si bien los síntomas del resfriado van apareciendo lentamente, los de la gripe surgen de forma repentina.

De todos modos, pasado poco tiempo, se observa un notable empeoramiento respecto al resfriado común. Con la gripe, el afectado se encuentra mucho peor y la sintomatología más frecuente es la siguiente:

  • Fiebre de más de 38 °C
  • Dolor en los músculos
  • Dolor de garganta
  • Fatiga y debilidad
  • Problemas gastrointestinales
  • Dolor de cabeza
  • Congestión nasal
  • Escalofríos
  • Calambres musculares
  • Sudoración excesiva

Pese a que la sintomatología es muy molesta, en la mayoría de personas la enfermedad se limita a estas manifestaciones. Suele remitir por sí sola después de una semana sin necesidad de atención médica ni medicamentos (más allá de antiinflamatorios para aliviar los síntomas) y sin dejar secuelas.

Sin embargo, las personas que se encuentran dentro de los grupos de riesgo tienen mayor posibilidad de que la enfermedad derive en algunas complicaciones que pueden requerir hospitalización e incluso poner en peligro la vida de la persona.

Complicaciones

Los adultos mayores de 65 años, los niños menores de 5 años, las embarazadas, los asmáticos, las personas inmunodeprimidas (especialmente por culpa del SIDA), los enfermos de cáncer, los diabéticos, los que sufren enfermedades cardíacas, renales y hepáticas… Todos ellos corren el riesgo de que la gripe derive en problemas de salud más graves.

Para ellos, es posible que la gripe evolucione en otras enfermedades como la neumonía, una enfermedad muy grave para las personas más sensibles. Además, las personas asmáticas tienen mayor riesgo de sufrir una crisis asmática grave y los enfermos de insuficiencia cardíaca pueden experimentar un serio agravamiento de su trastorno, por ejemplo.

Todo esto hace que las personas más susceptibles quizás requieran hospitalización y tratamientos más exhaustivos para superar la enfermedad antes de que derive en trastornos potencialmente mortales como los que acabamos de ver.

Por lo tanto, la gripe es una enfermedad con muy poco riesgo en caso de que seas una persona joven o un adulto sano, pero para las personas dentro de la población de riesgo sí que puede llegar a ser peligrosa, por lo que es de vital importancia conocer las mejores formas de prevenir su contagio.

Prevención

La gripe es una enfermedad con una incidencia muy elevada precisamente porque es complicado prevenirla. El hecho de que, por un lado, tenga una transmisión por el aire hace que las medidas para evitar el contagio sean complicadas y, por otro lado, que esté constantemente mutando hace que sea difícil disponer de una vacuna totalmente efectiva.

De todos modos, pese a que no se puede lograr el riesgo 0, sí que hay algunas maneras de reducir al mínimo el peligro de ser infectados por el virus de la gripe: vigilando el contagio y vacunándonos.

1. Vacunación

El virus de la gripe está constantemente mutando sin “previo aviso”, es decir, no puede saberse del todo qué virus es el que habrá cada año circulando por el globo. De todos modos, los centros de prevención de enfermedades infecciosas analizan siempre el virus y, en función de los resultados, dicen cuáles son las tres o cuatro cepas que es más probable que aparezcan el siguiente año.

En función de esto, se desarrollan vacunas que confieren inmunidad frente a estas cepas. Lo más posible es que acierten, pero hay ocasiones en las que el virus “cambia de planes” y muta de tal forma que las vacunas no son demasiado efectivas.

Sin embargo, la vacunación sigue siendo la mejor forma de prevenir la enfermedad ya que, pese a no ser 100% efectiva, es la manera en la que más se reduce el riesgo de enfermar. De hecho, se recomienda que todas las personas mayores de 6 meses reciban la vacuna, especialmente si se está dentro de la población de riesgo.

2. Vigilar el contagio

El virus de la gripe se transmite por el aire y podemos infectarnos por el simple hecho de pasar cerca de una persona enferma o tocando un objeto contaminado por el virus, por lo que es muy difícil prevenir el contagio.

Las enfermedades de transmisión sexual, las que se propagan por alimentos en mal estado o las que son contagiadas por animales son relativamente más sencillas de controlar.

De todos modos, hay algunas pautas que deben seguirse para reducir al máximo el riesgo de ser infectados, las cuales deben aplicarse siempre, especialmente en la época de gripe:

  • Lavarse las manos constantemente
  • No tocar demasiados objetos por la calle o en el transporte público
  • No acercarse a gente que esté tosiendo o estornudando
  • Evitar las multitudes
  • Ventilar bien la casa si hay un familiar enfermo

Todas estas estrategias son una buena manera de prevenir no solo la gripe, sino todas aquellas enfermedades infecciosas que se transmiten por el aire.

Tratamiento

No existe cura para la gripe, hay que esperar que el cuerpo la combata por sí solo. En el caso de la gente sana, esto se consigue después de aproximadamente una semana. El mejor tratamiento consiste en descansar en la cama, beber mucho líquido para prevenir la deshidratación y tomar ibuprofeno u otros fármacos analgésicos para aliviar los síntomas. Más allá de esto, no hay forma de eliminar el virus antes de tiempo. Hay que darle tiempo a nuestro cuerpo.

Eso sí, en caso de que el enfermo esté dentro de alguno de los grupos de riesgo y/o se observe que la infección está derivando en un trastorno más grave, el médico puede recetar medicamentos antivirales que, si bien pueden recortar la enfermedad como mucho un día, ayudan a prevenir las complicaciones anteriormente mencionadas.

Referencias bibliográficas

  • World Health Organization. (2018) “Influenza”. WHO.
  • Centers for Disease Control and Prevention. (2012) “Influenza (Gripe)”. CDC.
  • Solórzano Santos, F., Miranda Novales, G. (2009) “Influenza”. Medigraphic.
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