Las 12 enfermedades del sistema inmunitario más comunes (causas y síntomas)

El sistema formado por las células que reconocen y atacan a las amenazas puede sufrir distintos trastornos que nos impiden actuar adecuadamente frente al ataque de gérmenes.

Enfermedades sistema inmunitario

Cada minuto de nuestra vida, desde que nacemos hasta que abandonamos el mundo, en cualquier lugar de la Tierra (incluso en la paz de nuestra casa), estamos sufriendo el ataque de seres microscópicos que tienen un único propósito: infectarnos.

Entonces, ¿por qué no estamos siempre enfermos? Porque los seres vivos disponemos de una “máquina” casi perfecta que nos protege de estas amenazas invisibles. En efecto, estamos hablando del sistema inmunitario, el cual, estando formado por distintas células y órganos, reconoce a los gérmenes y los neutraliza antes de que nos provoquen daño.

Ahora bien, como cualquier sistema de nuestro cuerpo (igual que le sucede al respiratorio o al cardiovascular), el sistema inmune puede sufrir trastornos que, dependiendo de la causa de su aparición y de la gravedad, pueden llegar a dejarnos completamente indefensos ante los virus, bacterias y otros microorganismos patógenos.

En el artículo de hoy, pues, haremos un repaso de las enfermedades inmunitarias (no confundir con enfermedades autoinmunes) más frecuentes, analizando tanto sus causas como sus síntomas, así como las distintas opciones de tratamiento.

¿Qué es una enfermedad del sistema inmune?

Una enfermedad inmunitaria es todo aquel trastorno que, por causas tanto intrínsecas (un error genético hereditario o no) como extrínsecas (una infección por el virus del VIH, por ejemplo), provoca una alteración en la fisiología del sistema inmune, pudiendo afectar a las células que lo componen o a los órganos y tejidos que lo constituyen.

El sistema inmunitario es nuestra defensa natural frente a las enfermedades infecciosas. Y cuando su funcionamiento se ve afectado, las consecuencias, aunque no siempre, pueden ser devastadoras. Esto dependerá del modo en el que se vea alterado.

En este sentido, una enfermedad inmunitaria puede desarrollarse porque las distintas células inmunes (linfocitos B, linfocitos T, macrófagos, neutrófilos…) no son capaces, generalmente por trastornos genéticos aunque también por infecciones, de reconocer y/o atacar a los patógenos. Esto da lugar a lo que se conoce como una inmunodeficiencia, la cual hace a la persona susceptible de sufrir muchas enfermedades.

Del mismo modo, una enfermedad inmune también puede desarrollarse sin que haya una inmunodeficiencia, pero cuando las células inmunes, por trastornos de origen genético, creen que determinados tejidos u órganos de nuestro cuerpo son una amenaza, así que los atacan. En este caso, estamos ante una enfermedad autoinmune.

Por último, hay veces que ni hay una inmunodeficiencia ni un fenómeno de autoinmunidad, sino que el sistema inmunitario, por defectos en su fisiología, responde de manera desmesurada ante sustancias externas que no representan una amenaza real. En este caso, se puede sufrir alergia.

¿Cuáles son las enfermedades inmunológicas más frecuentes?

A pesar de lo que pueda parecer, las enfermedades inmunológicas son muy frecuentes. De hecho, hasta el 40% de la población sufre algún tipo de alergia, un trastorno que, como hemos visto, no deja de ser una enfermedad inmunitaria.

Sea como sea, venimos diciendo que las enfermedades inmunes pueden expresarse de distintas maneras: por daños en las células inmunes dando lugar a una inmunodeficiencia, cuando el sistema inmune ataca a nuestro propio cuerpo en una anomalía autoinmune o cuando responde de forma desmesurada ante sustancias del exterior. Veamos cuáles son, de entre todas, las enfermedades inmunológicas más comunes.

1. Alergia

Como venimos diciendo, el 40% de la población mundial tiene alguna alergia, siendo las respiratorias las más comunes, seguidas de las alimentarias. Una alergia es, a grandes rasgos, una respuesta desmedida del sistema inmune (por un error genético) ante una sustancia que no representa ninguna (o casi ninguna) amenaza para el cuerpo.

Por lo tanto, consiste en una hipersensibilidad ante un alérgeno y, cuando el sistema inmune detecta esa sustancia química, enciende todos los mecanismos propios de cuando sufrimos una infección, que consisten básicamente en la inflamación de la zona del cuerpo que ha entrado en contacto con el alérgeno. En algunos casos, las alergias son potencialmente mortales.

2. Asma

El asma es otra enfermedad que, pese a que entre en el grupo de los trastornos respiratorios, tiene su origen en una alteración inmunitaria. De hecho, se trata de la enfermedad autoinmune más común del mundo, afectando a más de 330 millones de personas.

Aunque las causas no están demasiado claras, sí se sabe que las personas que la sufren, ante determinados desencadenantes (exposición a alérgenos, ejercicio físico, exposición a alérgenos, estrés, emociones fuertes…) pueden sufrir un ataque por parte del sistema inmune a las células de las vías respiratorias. Y la inflamación causada provoca una obstrucción de las mismas que debe resolverse rápidamente con el uso del inhalador, el cual permite introducir en los pulmones un broncodilatador como el Ventolin.

Asma

3. SIDA

Desde que empezara su expansión en la década de los 80, el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) ha matado ya a 35 millones de personas. Es una de las causas más comunes (y más temidas) de inmunodeficiencia severa de origen no genético. En este caso, la debilitación del sistema inmune está causada por una infección vírica.

Esta enfermedad inmunológica está provocada por el virus del VIH, que se transmite por contacto sexual. Una vez en el cuerpo, pueden pasar varios años (unos 10) sin dar muestras de su presencia, pero cuando lo hace, empieza a infectar y a matar a las células inmunitarias, desarrollando así el SIDA.

El SIDA es una enfermedad mortal (el progreso puede detenerse gracias a los antirretrovirales, haciendo incluso que la persona jamás desarrolle la enfermedad) que, debido a la inmunodeficiencia que causa, el paciente sufre fiebre recurrente, adelgazamiento extremo, enfermedades constantes, diarrea crónica, debilidad constante, etc, hasta que llega la muerte a causa de una infección que, en personas sanas, no supondría ningún (o muy poco) problema.

SIDA

4. Enfermedades autoinmunes

Las enfermedades autoinmunes son un grupo muy diverso de trastornos de origen genético (hereditario o no, dependiendo de la enfermedad en cuestión) en el que las células inmunitarias atacan a células sanas de nuestro cuerpo por error. Se estima que hasta el 7% de la población podría sufrir alguna.

Dependiendo del grado de desregulación y del órgano afectado, estaremos ante una enfermedad autoinmune u otra. De hecho, se conocen más de 80 distintas, pero todas tienen algo en común: la inflamación de las regiones atacadas. Si quieres saber más acerca de ellas, puedes consultar un artículo que hicimos sobre estos trastornos aquí.

5. Ataxia-telangiectasia

A partir de aquí y hasta el final del artículo, nos centraremos en inmunodeficiencias de origen genético. Es decir, dejamos atrás alergias, enfermedades autoinmunes e inmunodeficiencias de origen infeccioso. Y empezamos con la ataxia-telangiectasia.

Se trata de una enfermedad hereditaria en la que se observa una afectación en, además del sistema nervioso, el sistema inmune. Los síntomas empiezan a los 5 años y, más allá de problemas para pronunciar palabras, mantener el equilibrio, coordinar los movimientos y desarrollarse física y sexualmente, se observa una inmunodeficiencia.

La ataxia-telangiectasia es una enfermedad sin cura, pero los tratamientos pueden mejorar algunos de los síntomas y reducir el riesgo de que la inmunodeficiencia haga sufrir infecciones pulmonares, diabetes e incluso cáncer.

6. Deficiencias del complemento

Las deficiencias del complemento son inmunodeficiencias en las que, por trastornos genéticos de origen hereditario, la persona no dispone (o esta ha perdido la funcionalidad) de alguna de las proteínas que conforman lo que se conoce como complemento, un mecanismo de defensa que inicia la reacción inmune ante un patógeno.

Esto provoca que la persona no pueda iniciar las reacciones para combatir las infecciones, quedando totalmente desprotegido. Afortunadamente, ya se ha reportado un caso (en un niño pakistaní) en el que un trasplante de células hematopoyéticas (las que dan lugar a las células sanguíneas, incluidos los glóbulos blancos del sistema inmune) ha dado buenos resultados.

7. Síndrome de DiGeorge

El Síndrome de DiGeorge es una enfermedad de origen cromosómico causada por una deleción en el cromosoma 22. En otras palabras, a este cromosoma le falta un trozo y, por lo tanto, hay todo un conjunto de genes que la persona no tiene. Esto lleva a una afectación en muchos sistemas del cuerpo, incluido el inmune, causando así una inmunodeficiencia.

Además de retrasos en el crecimiento, dificultades de aprendizaje, problemas de conducta, problemas gastrointestinales, anomalías cardíacas, etc, las personas afectadas por este síndrome, al estar la funcionalidad inmunitaria dañada, sufren infecciones frecuentes. Evidentemente, no hay cura y la persona necesitará tratamiento para controlar estas infecciones de por vida.

8. Agammaglobulinemia

La agammaglobulinemia es una enfermedad hereditaria en la que la persona no es capaz de producir inmunoglobulinas, unos tipos de anticuerpos imprescindibles para el reconocimiento de los patógenos. Al no poder “recordar” a los gérmenes, cada vez que nos infectan, es como si fuera la primera vez. No hay inmunidad. Por lo tanto, los afectados sufren infecciones constantemente. Se trata de una enfermedad muy grave.

9. Hipogammaglobulinemia

La hipogammaglobulinemia es un trastorno hereditario similar al anterior, aunque en este caso es más leve (sigue siendo grave), pues sí que se producen inmunoglobulinas, aunque no en las cantidades necesarias. Por lo tanto, tienen problemas para desarrollar inmunidad frente a los patógenos.

10. Síndrome de Job

El Síndrome de Job, también conocido como Síndrome de hiperinmunoglobulina E, es el caso contrario a los anteriores. En este caso, la mutación genética (también es hereditaria) no provoca una disminución en los niveles de anticuerpos, sino un aumento en la producción de uno. En concreto, de la inmunoglobulina E.

De todos modos, esto no es bueno en absoluto, pues esto provoca una sobreestimulación del sistema inmune (como sucede con las alergias) que da lugar a infecciones recurrentes en la piel, en los senos paranasales y en los pulmones. El único tratamiento, al no haber cura, es el control de las infecciones.

11. Síndrome de Wiskott-Aldrich

El Síndrome de Wiskott-Aldrich es una enfermedad hereditaria en la que, debido a una mutación genética que afecta a los linfocitos T (destruyen los patógenos y estimulan que los B produzcan más anticuerpos), el cuerpo produce unos anticuerpos defectuosos que no dan inmunidad. Esta inmunodeficiencia es grave y habrá que realizar un trasplante de células madre.

12. Defectos de la adhesión leucocitaria

Los defectos de la adhesión leucocitaria, conocidos generalmente por sus siglas (DAL), son un conjunto de trastornos genéticos en los que los glóbulos blancos no pueden unirse a otras sustancias necesarias para que el sistema del complemento (lo hemos presentado antes) inicie la reacción inmune.

Dependiendo de cuánto esté afectada la capacidad de unión y qué células y proteínas involucre, la inmunodeficiencia será más o menos grave. Lo que sí se sabe es que, ya desde la lactancia, las infecciones en tejidos blandos del cuerpo son muy comunes. De nuevo, el trasplante de células madre es el único tratamiento efectivo.

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