Los 10 tipos de enfermedades crónicas (y características)

Las enfermedades de larga duración y progresión lenta son la principal causa de muerte en el mundo. Y algunas de ellas son prevenibles.

Enfermedades crónicas

Las enfermedades crónicas son todas aquellas patologías de larga duración (más de 6 meses) y que generalmente tienen una progresión lenta, es decir, sus signos clínicos no tienden a aparecer de forma abrupta, sino progresivamente.

Lamentablemente, otra de sus características es que la mayoría de ellas son trastornos irreversibles que, además, no suelen tener cura, aunque evidentemente hay excepciones. Esto, junto a su elevada incidencia, hace que las enfermedades crónicas sean la principal causa de defunción y discapacidad en el mundo, siendo responsables del 63% de las muertes registradas anualmente.

Las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, el cáncer, la diabetes, los trastornos renales e incluso algunas patologías infecciosas son las enfermedades crónicas más comunes. Pero cada una de ellas tiene unas causas, gravedad y tratamientos asociados distintos.

Por ello, es muy importante conocer cuáles son los principales tipos de enfermedades crónicas que existen. Y esto es lo que haremos en el artículo de hoy, presentando ejemplos para cada uno de estos tipos.

¿Cuáles son los principales tipos de enfermedades crónicas?

A diferencia de los otros tipos de enfermedades que suelen superarse poco tiempo después de la aparición de unos síntomas de manifestación abrupta, las enfermedades crónicas son trastornos que, ocurriendo en cualquier órgano o tejido de nuestro cuerpo, son de larga duración, progresan lentamente y tienden a ser incurables.

De todos modos, para la mayoría de ellos sí que hay tratamientos que, si bien no siempre pueden resolver el problema, reducen el riesgo de aparición de complicaciones y procuran garantizar una correcta calidad de vida de los afectados.

A continuación presentamos los principales tipos de enfermedades crónicas, recordando que pueden surgir por anomalías genéticas, malos hábitos de vida e incluso por infecciones.

1. Enfermedades cardiovasculares

Los trastornos cardiovasculares, es decir, todas aquellas patologías que afectan al corazón y a los vasos sanguíneos, son el principal tipo de enfermedades crónicas. Y, además, son la principal causa de muerte en todo el mundo. De hecho, solo la insuficiencia cardíaca y los accidentes cerebrovasculares son responsables de más de 15 millones de muertes de las 57 millones que se registran anualmente en el mundo.

Y lo más importante a tener en cuenta es que estas enfermedades crónicas cardiovasculares son, en la práctica totalidad de casos, prevenibles. Comer sano, hacer deporte, no fumar, controlar el peso corporal… Todo esto garantiza que nuestro corazón y sistema circulatorio se mantenga sano y no lleguen a desarrollarse estas enfermedades de progresión lenta y potencialmente mortales.

La hipertensión arterial, la cardiopatía isquémica, las miocardiopatías, la vasculitis, las arritmias… Todos estos y otros trastornos cardiovasculares pueden derivar en problemas letales como la insuficiencia cardíaca, los infartos o las embolias.

2. Enfermedades respiratorias

Las enfermedades respiratorias suelen ser trastornos agudos, pues la mayoría de ellas están causadas por infecciones como el resfriado común, la gripe o la pulmonía. Y es que aunque a veces puedan ser graves, estas infecciones no suelen derivar en patologías crónicas.

Aunque hay casos en los que las enfermedades respiratorias se vuelven crónicas, especialmente aquellas que surgen a causa del tabaquismo. Un claro ejemplo de ello es que fumar aumenta enormemente el riesgo de padecer dos de las enfermedades crónicas más letales del mundo: el cáncer de pulmón y la enfermedad obstructiva pulmonar crónica (EPOC).

Ambos trastornos surgen a causa de los daños del humo del tabaco en el epitelio respiratorio y son responsables de 1’6 y 3 millones de muertes al año, respectivamente. Son enfermedades crónicas graves en las que el desenlace suele ser fatal ya que derivan en insuficiencia respiratoria.

De todos modos, hay otras enfermedades respiratorias crónicas y que no están ligadas (normalmente) al tabaquismo, como es el caso del asma. Este trastorno es crónico ya que no tiene cura, aunque la gravedad y frecuencia de los episodios asmáticos puede reducirse gracias a distintos medicamentos.

3. Cáncer

El cáncer es, quizás, la enfermedad crónica por excelencia. Se estima que cada año se diagnostican 18 millones de cánceres en todo el mundo y, con sus más de 8 millones de muertes anuales, se convierte en una de las principales causas de defunción.

Existen más de 200 tipos de cánceres distintos, pues pueden desarrollarse en cualquier tejido u órgano de nuestro organismo. De todos modos, más del 75% de los diagnosticados pertenecen a los 20 más comunes, que por orden son: de pulmón, de mama, colorrectal, de próstata, de piel, de estómago, etc. Cada uno tendrá unas causas distintas asociadas. No todos son prevenibles, pero muchos sí.

4. Enfermedades neurológicas

Las neurológicas son las que cumplen mejor con la definición de enfermedad crónica, pues su desarrollo y progresión son muy lentos, sus daños son irreversibles y no existe cura. Son los trastornos que afectan al sistema nervioso, es decir, cerebro, nervios, médula espinal...

Son enfermedades crónicas que terminan afectando a la capacidad de hablar, caminar, tragar y, en última instancia, imposibilitan el proceso de respirar y otras funciones vitales, por lo que muchas veces resultan mortales. De todos modos, no siempre son tan graves. Muchas veces incapacitan a la persona en mayor o menor medida pero sin llegar a poner en peligro su vida.

El alzheimer, el Parkinson, la esclerosis múltiple, el ELA, etc, son algunos ejemplos de enfermedades neurológicas, las cuales siempre son crónicas.

5. Enfermedades infecciosas

La mayoría de enfermedades crónicas no son transmisibles, es decir, no están causadas por patógenos infecciosos. Y es que la mayoría de enfermedades provocadas por bacterias y virus suelen superarse al cabo de poco tiempo, pues o bien el cuerpo es capaz de eliminarlos por sí solo o pasamos por tratamientos farmacológicos que resuelven la infección.

Pero hay ocasiones en las que no es posible hacer ninguna de estas cosas; ni el cuerpo lo neutraliza por sí solo ni la medicina ha encontrado medicamentos capaces de matar al patógeno. Por lo tanto, estas infecciones se cronifican. Tendremos a esa patógeno en nuestro interior para siempre o, al menos, durante un largo periodo de tiempo.

Un claro ejemplo es el SIDA, una enfermedad provocada por el virus del VIH, el cual, una vez ha entrado en nuestro cuerpo por contacto sexual (o por compartir jeringuillas) con una persona infectada, permanece en el interior de nuestros glóbulos blancos, “camuflado”. Hay formas de frenar el progreso de la enfermedad y evitar que la persona muera a causa de la inmunodepresión, pero es una enfermedad crónica ya que es incurable y el virus permanecerá en nuestro interior toda la vida.

6. Enfermedades endocrinas

Las enfermedades endocrinas engloban todos aquellos trastornos en los que la producción de una (o varias) hormonas se ve desregulada. Esto tiene implicaciones más o menos graves en nuestro organismo, pues las hormonas son las moléculas encargadas de controlar todos nuestros procesos fisiológicos (apetito, energía, sueño, emociones, temperatura corporal, desarrollo muscular, crecimiento, circulación sanguínea, etc).

Estos trastornos endocrinos son enfermedades crónicas ya que se prolongan en el tiempo y suelen ser incurables, aunque la suplementación con hormonas (en caso de que se produzcan pocas) o las terapias de cirugía o administración de fármacos que reducen la actividad de las glándulas endocrinas (en caso de que se produzcan demasiadas) suelen ser efectivas para paliar los efectos.

La diabetes es el más claro ejemplo, una enfermedad en la que no hay suficiente insulina en sangre, la hormona que regula los niveles de azúcar. Se trata de un trastorno potencialmente mortal que requiere de tratamiento de por vida ya que este problema se cronifica. Otros ejemplos son el hipertiroidismo, el hipotiroidismo, la enfermedad de Addison, la enfermedad de Cushing, el hipogonadismo...

7. Enfermedades renales

Los riñones son dos órganos esenciales ya que purifican la sangre desechando, a través de la orina, todas las sustancias que resultan tóxicas para nuestro cuerpo. El problema es que son sensibles de padecer distintos tipos de enfermedades, las cuales provocan unos daños que son irreversibles y que, por lo tanto, hacen que los trastornos renales tiendan a ser crónicos.

La enfermedad renal crónica, el cáncer de riñón, la nefropatía diabética, la glomerulonefritis crónica, etc, son algunos de los ejemplos de enfermedades de progresión lenta en las que paulatinamente se van dañando las nefronas, las células de los riñones encargadas de filtrar la sangre.

Con el tiempo, este trastorno crónico puede derivar en una insuficiencia renal, una patología potencialmente mortal en la que los riñones dejan de funcionar y hay que recurrir a un trasplante para salvar la vida al paciente. El tratamiento con diálisis consiste en conectar a la persona a una máquina que elimina artificialmente los tóxicos de la sangre y que es útil para mantener estable al afectado hasta que pueda realizarse un trasplante.

8. Enfermedades hepáticas

El hígado es el órgano encargada de producir la bilis (una sustancia que ayuda a la digestión), almacenar nutrientes, sintetizar enzimas y eliminar tóxicos de la sangre, entre ellos el alcohol. Igual que sucede con los riñones, el hígado es susceptible de padecer enfermedades, algunas de las cuales cronifican.

La cirrosis (provocada por excesos con el alcohol), alguna formas de hepatitis, el síndrome de Reye, la enfermedad de Wilson, etc, son algunos de los ejemplos de enfermedades hepáticas crónicas. En caso de que el daño sea considerable y su funcionalidad se vea afectada, es posible que haya que recurrir a un trasplante de hígado, uno de los procedimientos más complicados y caros del mundo de la cirugía. Una operación de este tipo suele llevar unas 12 horas y suponer un coste de hasta 130.000 euros.

9. Enfermedades sanguíneas

La sangre, pese a ser un líquido, no deja de ser un tejido más de nuestro cuerpo. Es componente imprescindible del sistema circulatorio ya que es a través de ella que circula absolutamente todo: nutrientes, hormonas, oxígeno, tóxicos para su desecho…

El problema es que evidentemente también puede desarrollar enfermedades que, si bien algunas de ellas se superan al cabo de poco tiempo, tienden a cronificarse. Algunos ejemplos de trastornos que afectan a los glóbulos rojos o blancos o a las plaquetas y que constituyen enfermedades crónicas son: talasemia, leucemia, hemofilia, leucopenia, hemocromatosis, etc.

10. Enfermedades autoinmunes

Las enfermedades autoinmunes o inflamatorias son todos aquellos trastornos en los que, a causa de una afectación de origen genético al sistema inmune, las células inmunitarias atacan a algún órgano o tejido de nuestro cuerpo. Cumplen perfectamente con la definición de enfermedad crónica ya que su desarrollo es lento en el tiempo pero son incurables y/o provocan daños irreversibles.

Sí que disponemos de tratamientos de terapia y ayuda para reducir el impacto en la calidad de vida, aunque si nacemos con este trastorno, viviremos con él para siempre. Algunos ejemplos de enfermedades inflamatorias crónicas son la celiaquía, la artritis reumatoide, la enfermedad de Crohn, el síndrome de Guillain-Barré, la tiroiditis de Hashimoto, etc.

Referencias bibliográficas

  • Limia Sánchez, A., Rivera Ariza, S., Rodríguez Cobo, I. (2018) “Enfermedades crónicas”. Ministerio de Salud, Consumo y Bienestar Social. Gobierno de España.
  • World Health Organization. (2005) “Preventing Chronic Diseases: a Vital Investment”. WHO.
  • Danny, M. (2008) “Chronic diseases: the silent global epidemic”. British Journal of Nursing, 17(21), 1320-1325.
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