Los 15 tipos de asma (características y efectos)

El asma es una enfermedad respiratoria que afecta a 330 millones de personas en el mundo que puede clasificarse en distintos tipos dependiendo de la causa del estrechamiento de las vías respiratorias.

Tipos asma

Las enfermedades respiratorias, desde una gripe hasta el asma, son el grupo de patologías más frecuentes. Y no es de extrañar, pues los pulmones y el resto de estructuras del sistema respiratorio están constantemente expuestos a la entrada tanto de patógenos como de sustancias tóxicas.

Y aunque el cuerpo, a través del sistema inmunitario, está preparado para combatir estas amenazas, hay veces en las que no puede hacerles frente. Y en este contexto surge el asma, un trastorno respiratorio que, según cifras oficiales, afecta a unas 334 millones de personas en todo el mundo.

Es, por lo tanto, una enfermedad extremadamente frecuente. De hecho, su incidencia en países como Estados Unidos se estima en el 9,4% de la población infantil y en el 7,7% de la adulta. Esta elevada frecuencia, junto al hecho de que sigue sin tener cura (aunque hay tratamientos para aliviar los episodios asmáticos), explica que siga siendo responsable de unas 400.000 muertes anuales, especialmente en países subdesarrollados.

En el artículo de hoy, pues, analizaremos no solo qué es el asma, sino de qué manera puede clasificarse esta enfermedad dependiendo del agente causal de este estrechamiento de las vías respiratorias que se traduce en dificultades potencialmente mortales para respirar.

¿Qué es el asma?

El asma es una enfermedad respiratoria muy común en todo el mundo en la que, por distintos desencadenantes que comentaremos más adelante, la persona sufre unos ataques o episodios caracterizados por un estrechamiento e inflamación de las vías respiratorias, provocando una mayor producción de mucosidad y problemas para respirar.

Por lo tanto, es una patología respiratoria que normalmente no se expresa con sintomatología, pero que en determinadas situaciones puede dar lugar a estos episodios asmáticos en los que el uso de un inhalador, que permite la inhalación de un medicamento (generalmente el Ventolin) que provoca una broncodilatación, es decir, la apertura de las vías respiratorias para recuperarse del ataque de asma.

Cada persona sufre episodios de asma por distintos motivos y con una gravedad mayor o menor. En algunas prácticamente nunca se expresa y/o lo hace con poca intensidad, pero en otras puede resultar un verdadero problema para llevar a cabo su vida con normalidad. Por ello, conocer los desencadenantes es tan importante.

Y se hace más imprescindible cuando tenemos en cuenta que las causas de desarrollo de esta enfermedad siguen sin estar claras, pues responderían a una compleja interacción entre factores genéticos y ambientales, es decir, de estilo de vida.

Dado que las causas de sufrir asma no se conocen con exactitud (sí que existen factores de riesgo como el sobrepeso, fumar, tener antecedentes familiares, sufrir alergias…), es importante conocer bien los desencadenantes. Es decir, las situaciones que disparan un ataque asmático en una persona que sufre asma. Y es de acuerdo a ello que se realiza la clasificación que veremos ahora mismo.

Asma

¿Cómo se clasifica el asma?

Como hemos visto, el asma es una enfermedad que afecta a más de 330 millones de personas en el mundo y que se manifiesta en ataques en los que la persona sufre un estrechamiento e inflamación de las vías respiratorias, cosa que le lleva a tener problemas para respirar.

Las causas de su desarrollo (por qué una persona tiene asma) no están claras, por lo que realizar una clasificación de acuerdo a ellas es imposible. En cambio, como lo que sí sabemos son los desencadenantes (por qué una persona con asma tiene un ataque asmático), podemos presentar distintos tipos de asma en función de este factor. Y esto es precisamente lo que haremos a continuación.

1. Asma alérgica

La forma más común de asma es aquella vinculada a alguna alergia. De hecho, se estima que el 60% de todos los casos de asma tengan en la exposición a un alérgeno el factor desencadenante de los ataques o episodios asmáticos.

Cuando inhalamos una partícula hacia la que nuestro inmune ha desarrollado una hipersensibilidad (conocida como alérgeno), este desencadena unos procesos inflamatorios desmedidos porque piensa que es una partícula dañina, cuando en realidad es inocua. Esta inflamación y ataque de las células inmunes es lo que provoca el estrechamiento y producción de mucosidad en las vías respiratorias.

Cada persona tiene alergia a unas sustancias concretas. Polen, ácaros, esporas de hongos, caspa de los animales, perfumes, humo del tabaco… Interaccionar con ellos puede despertar un ataque de asma debido a esta reacción alérgica del organismo.

Asma alérgica

2. Asma no alérgica

Como su propio nombre indica, el asma no alérgica engloba todas aquellas formas de la enfermedad en la que el factor desencadenante no es la exposición a un alérgeno. Es decir, es el tipo de asma que experimentan las personas sin alergias.

Se estima que entre el 10% y el 30% de los episodios de asma son de origen no alérgico. No está muy claro por qué pero su incidencia es mayor en la población adulta (la alérgica era muy frecuente en niños) con una ligera tendencia hacia el sexo femenino.

En este caso, el episodio de asma no aparece a causa del ataque descontrolado del sistema inmunitario sobre las células del aparato respiratorio, sino por los daños que nos pueden provocar determinadas situaciones ambientales o emocionales.

En este sentido, el frío, la exposición a contaminantes, el estrés, un choque emocional muy fuerte, presencia de irritantes en el aire, humo de tabaco (pero sin que haya hipersensibilidad alérgica a él), sufrir una infección de las vías respiratorias… Todos estos desencadenantes pueden despertar un ataque de asma en alguien que sufre la enfermedad.

3. Asma estacional

El asma estacional es aquel en el que, como podemos deducir por su nombre, los ataques o episodios asmáticos no tienen una incidencia regular a lo largo de todo el año, sino que se condensan en determinadas épocas o estaciones.

Cada persona y dependiendo de cómo sea el asma que sufre tendrá ataques en una estación determinada. Estos podrán ser debidos tanto a reacciones de hipersensibilidad alérgica como a desencadenantes no alérgicos.

En este sentido, hay quienes tendrán los episodios en invierno (por la bajada de las temperaturas, en cuyo caso no suele ser asma alérgica), otras en primavera (si tienen alergia al polen) y otras en verano (las altas temperaturas también pueden irritar la mucosa respiratoria).

4. Asma inducida por ejercicio

El asma inducida por ejercicio es una forma de asma no alérgica en la que el desencadenante es muy claro: practicar actividad física intensa. Constituye su propio tipo ya que las personas con asma alérgica suelen tener también esta forma de asma.

De hecho, se cree que el 90% de personas asmáticas tienen tendencia a sufrir episodios más o menos graves cuando practican ejercicio físico intenso. Especialmente si el aire donde se practica contiene partículas irritantes de la mucosa respiratoria (u obviamente alérgenos en caso de que haya alergia), la persona es posible que experimente una inflamación de las vías respiratorias entre 5 y 20 minutos después de iniciar la actividad física.

Por suerte, estos ataques suelen ser leves y desaparecen sin mayores problemas al detener la práctica del ejercicio. Además, utilizar el inhalador antes de empezar la actividad es una muy buena manera de prevenir la aparición de un episodio.

Asma inducida ejercicio

5. Asma ocupacional

El asma ocupacional es aquella que se manifiesta en horario laboral. Es decir, las personas con asma de este tipo ven que los ataques suceden siempre mientras trabajan y que los síntomas mejoran en cuanto descansan de él.

Puede ocurrir por estrés, pero lo más común es que sea en personas que trabajan estando expuestas a sustancias químicas irritantes, ya sean pinturas, insecticidas, aerosoles, productos volátiles, sustancias de desinfección, etc. Se cree que el 15% de los casos de asma podrían ser de este tipo.

6. Asma controlado

El asma controlado es una forma de la enfermedad que, si bien no está aceptada como subtipo clínico oficial, sí que es útil para la persona para conocer la gravedad de su patología. Por asma controlada entendemos toda aquella forma de patología asmática cuya manifestación es tan leve que no necesita ni siquiera medicación de rescate. Es decir, la persona puede sentir que, en determinadas ocasiones le falta el aire, pero la intensidad no es grave y el ataque desaparece por sí solo al poco tiempo sin tener que recurrir a un inhalador.

7. Asma difícil de controlar

El asma difícil de controlar en otra forma no aceptada como subtipo clínico pero que se define como cualquier patología asmática en la que, además de que es necesario hacer uso del inhalador para detener los ataques o episodios, estos suelen aparecer dos o más veces por semana. Paralelamente, la probabilidad de sufrir un episodio inusualmente agudo es de una vez por año. De todos modos, la medicación de rescate corrige todos los casos.

8. Asma no controlado

Por último, el asma no controlado es aquel en el que no solo se reúnen las características del asma difícil de controlar, sino que las reagudizaciones (los ataques asmáticos inusualmente intensos) pueden aparecer hasta una vez por semana. Aun así, estos episodios pueden resolverse con el uso de medicación de rescate.

9. Asma severa

Por asma severa entendemos todos aquellos casos de asma cuyos episodios y ataques asmáticos no mejoran tras la administración de medicamentos y terapias convencionales. Los síntomas de los episodios son los mismos que en las formas leves y moderadas, pero su intensidad y frecuencia suele ser mayor. Esto, junto a que no responden a la aplicación de Ventolin vía inhalador, hace de esta forma la más peligrosa.

Se cree que el 4% de las personas asmáticas sufren esta forma de la enfermedad. En todas ellas habría que iniciar terapias inmunes para evitar complicaciones y que su calidad de vida no se vea tan comprometida. Para más información, no dudes en contactar con un médico.

Asma severa

10. Asma nocturno

El asma nocturno es aquella forma de la enfermedad cuyos episodios, que pueden estar causados por cualquiera de los desencadenantes que hemos visto y con una intensidad mayor o menor, aparecen siempre por la noche, especialmente durante la madrugada.

11. Asma diurno

Por su parte, el asma diurno es aquella forma de la enfermedad cuyos episodios, que también pueden ser debidos a cualquier desencadenante y tener una intensidad más o menos alta, aparecen siempre durante el día.

12. Asma intermitente

Por asma intermitente entendemos cualquier forma de asma cuyos episodios aparecen esporádicamente a lo largo del año, pero sin una regularidad ni estando condensados en una época concreta (cosa que es propia del asma estacional). Es decir, si una persona sufre ataques de manera puntual y con una frecuencia baja, tiene este tipo de patología asmática. Su función pulmonar es casi como la de una persona que no tiene patologías respiratorias.

13. Asma persistente leve

El asma persistente leve es aquella en la que, a diferencia del anterior, se observa una regularidad a lo largo del año. De hecho, los ataques asmáticos suelen aparecer dos o más veces por semana, con una intensidad más o menos alta y con mayor o menor capacidad para controlar estos episodios. La función pulmonar es, de media, del 80%. Una persona no asmática (y sin otras patologías respiratorias) tiene una función pulmonar del 100%, por lo que esta no está demasiado afectada.

14. Asma persistente moderado

El asma persistente moderado es aquella forma de la enfermedad en la que no solo hay regularidad a lo largo del año, sino que los síntomas y episodios aparecen a diario. La calidad de vida se ve tremendamente afectada y, además, la función pulmonar puede bajar hasta el 60%.

15. Asma crónico

Por último, el asma crónico es aquella forma de la enfermedad en la que ya no solo hay regularidad a lo largo del año y los síntomas aparecen cada día, sino que los episodios graves son continuos. La afectación a la calidad de vida es enorme y, además, la función pulmonar es de menos del 50%.

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