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Este reconocido psicólogo dejó huella en su disciplina gracias a una visión del aprendizaje que iba más allá de aquella que imperaba a mediados del siglo XX: la que postulaba el conductismo. Los conductistas situaban la repetición de ensayos y el reforzamiento como la base fundamental de nuestro aprendizaje. A su vez, descartaban toda influencia de carácter social e ignoraban el peso de los aspectos cognitivos.
Bandura desarrolló sus investigaciones poniendo en tela de juicio aquellas asunciones de los conductistas que parecían irrefutables. Sin descartar el papel de las consecuencias, comenzó a ensalzar el valor de los determinantes sociales y cognitivos a la hora de aprender.
Defendió la importancia de lo que él llamó determinismo recíproco: el comportamiento de un individuo influye y está influenciado por su contexto social y sus propias características personales. Todo su trabajo ha llevado a Bandura a situarse entre los psicólogos más citados, solo superado por otras grandes figuras como Sigmund Freud, Jean Piaget o B.F. Skinner.
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Biografía de Albert Bandura (1925 - 2021)
Es indiscutible que Albert Bandura se ha convertido en una de las figuras más destacadas de la psicología, pero, ¿cómo fue la vida de este investigador? En este artículo vamos a repasar aquellos aspectos de su vida más destacados además de su trayectoria académica y profesional.
Primeros años
Albert Bandura nació el 4 de diciembre de 1925 en Mundare, Canadá, siendo el hijo menor y único varón de una familia de agricultores inmigrantes de Europa del Este. A pesar de lo lejos que ha llegado como psicólogo e investigador, sus comienzos no fueron fáciles. Al proceder de una familia numerosa, desde niño tuvo que adquirir gran independencia y capacidad de valerse por sí mismo.
Además, se crio en una aldea que apenas contaba con 400 habitantes y cursó su educación elemental y secundaria en un centro escolar de muy escasos recursos. Así, los profesores de la escuela incentivaban a los alumnos que quisieran saber más a investigar y aprender por su propia cuenta. Lejos de suponer un obstáculo, para Bandura esta situación fue un aliciente que favoreció su posterior trayectoria, llegando a convertirse en autodidacta con el fin de ampliar sus conocimientos.
Esta experiencia en sus primeros años le haría ser consciente de que los contenidos varían y se quedan obsoletos con el tiempo, mientras que las herramientas que nos permiten aprender y ser autónomos resultan fundamentales durante toda la vida. En esta línea, una de las frases más célebres de Bandura expresa lo siguiente: “La psicología no puede decirle a la gente como debe vivir su vida. Sin embargo, puede proporcionarles los medios para efectuar el cambio personal y social”.
Formación universitaria y vida profesional
Tras finalizar Bachillerato, trabajó durante el verano rellenando baches con grava en una autopista de Alaska, aunque poco tiempo después decidiría matricularse en la universidad. Si bien su plan inicial fue estudiar biología, finalmente se decantó por matricularse en psicología en la Universidad de Columbia. Solo tres años después de iniciar sus estudios universitarios ya se había graduado como psicólogo.
De hecho, Bandura se caracterizaba por ser un alumno brillante que cursaba materias adicionales para saciar su aburrimiento o acudía a clase con horas de antelación. Tan pronto como logró convertirse en psicólogo, comenzó un Máster de psicología clínica en la Universidad de Iowa, que terminó en 1952. Posteriormente, Bandura se doctoraría en psicología, incorporándose como profesor en la prestigiosa Universidad de Stanford. Permaneció vinculado a esta institución durante toda su vida, hasta su reciente fallecimiento en 2021.
Además de su faceta como profesor universitario e investigador, Bandura fue presidente de la Asociación Americana de Psicología (APA) en 1974. También ha sido un profesional galardonado con numerosos premios. Dos de ellos le fueron concedidos por la propia APA, uno en 1980 y otro en 2004. Además, también ha recibido en 2016 una de las siete medallas Nacionales de Ciencia. Este premio presidencial se otorga a científicos destacados en Estados Unidos y fue Barack Obama quien hizo entrega de este a Bandura.
Los 4 principales aportes de Bandura a la ciencia
Al inicio de su carrera como docente en Stanford, Bandura se dedicó a sus clases y al estudio de la agresividad en población adolescente. Progresivamente, comenzó a indagar en mayor profundidad sobre aspectos como el aprendizaje vicario, la imitación y el modelado.
A partir de sus trabajos en esta dirección Bandura configuraría con el tiempo su famosa Teoría del Aprendizaje Social, cuya idea fundamental es que el aprendizaje siempre debe entenderse teniendo en cuenta el contexto donde se produce. Este marco teórico es su aportación más extendida y reconocida, aunque Bandura ha regalado a la ciencia numerosos logros y avances que vamos a repasar aquí.
1. Una conexión entre la psicología conductista y cognitiva
Si bien muchos han calificado a Bandura como un psicólogo conductista, nada más lejos de la realidad. Más bien, sus trabajos constituyeron un punto de unión que conectó por primera vez dos corrientes muy potentes que siempre se habían encontrado enfrentadas: el conductismo y el cognitivismo. Bandura no negaba la importancia de las consecuencias en relación con la conducta e incluso ha empleado términos típicamente conductistas en sus trabajos.
De esta forma, asumía que algunas conductas se podían adquirir por condicionamiento, pero no todas. Así, ha sido muy crítico con el conductismo tradicional por considerarlo excesivamente simplista. Para él, la dimensión social del aprendizaje era un aspecto clave que no podía ser ignorado, ya que los individuos no reaccionan siempre de una forma autómata ante los estímulos, sino que en ocasiones pueden reflexionar antes de emitir una respuesta.
Además, Bandura consideraba que el conductismo no podía explicar ciertos aprendizajes, como aquellos en los que se produce un salto cualitativo sin necesidad de repetir varios ensayos. De acuerdo con su visión, la mayoría de los aprendizajes no son innatos, sino que son adquiridos, procediendo una gran parte de la interacción con los demás.
2. Aprendemos por imitación
En una época en la que solo se hablaba de aprendizaje en términos de premios y castigos, Bandura realizó un experimento en 1961 que permitió demostrar empíricamente la existencia del llamado aprendizaje vicario. Se trata del experimento del muñeco Bobo, en el que se compararon las conductas que adoptaban dos grupos de niños en edad preescolar mientras jugaban con un muñeco.
La diferencia entre ambos grupos residía en que uno de ellos había visto a adultos agrediendo verbal y físicamente a un muñeco hinchable llamado Bobo, mientras que el otro no. De esta manera, se observó que aquellos niños que sí se habían visto al modelo agresivo, se comportaban de forma violenta con el muñeco, de manera muy similar a los adultos.
Este experimento resultó impactante en aquel momento, ya que permitió demostrar que las personas podemos adquirir conductas sin necesidad de obtener nada a cambio a través de la imitación. El muñeco Bobo fue uno de los cimientos para que Bandura construyera su teoría del Aprendizaje Social, recalcando la influencia del entorno próximo sobre la conducta de los individuos.
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3. No todos los aprendizajes son observables
El conductismo imperante a mitad del siglo pasado, especialmente en Estados Unidos, solo concebía la existencia de aprendizaje cuando se producía un cambio observable en la conducta del individuo. Sin embargo, Bandura sostenía que podemos adquirir información nueva sin manifestar nuevos comportamientos. De hecho, algunos aspectos cognitivos no visibles como la reflexión, la toma de decisiones y la autoregulación eran, para él, cruciales a la hora de aprender.
4. Influencia bidireccional entre individuo y entorno
Bandura también se alejó del conductismo ortodoxo al considerar que el individuo que aprende es un sujeto activo. El modelo clásico conductista consideraba el aprendizaje como una asociación de estímulos y respuestas o una relación entre acciones y consecuencias. Lejos de una esclavitud ante las influencias ambientales, el aprendizaje, para Bandura, se basaba en el ya mencionado determinismo recíproco.
Este concepto fue pionero al contemplar la posibilidad de que se diera una relación bidireccional. Así, el individuo es influido por su entorno, aunque su conducta también puede modificar la realidad en la que está inmerso. En definitiva, el mundo y el comportamiento de una persona se causan mutuamente. No obstante, posteriormente Bandura avanzó un poco más e incluyó en la ecuación un tercer elemento: los procesos psicológicos de la persona. Así, comenzó a plantear una reciprocidad triádica entre conducta, ambiente y dichos procesos psicológicos. Entre estos procesos Bandura incluyó componentes como la imaginación y el lenguaje.
El individuo podría entonces responder de una determinada forma ante una situación concreta de acuerdo con el significado que le otorgue a la misma, ya sea porque está implicado directamente o porque es un mero observador. En este punto, Bandura ya empezaría a trazar el camino hacia una psicología más cognitiva y menos conductista.
En definitiva, Bandura ha constituido un antes y un después para la psicología. Fue un paso más allá, completando una ecuación demasiado sencilla e incompleta que no permitía abordar la complejidad del comportamiento humano. Gracias a Bandura, hoy sabemos que, como los seres sociales que somos, una gran parte de lo que hacemos y pensamos nos lo han enseñado los demás.
