¿Qué es la Brucelosis? Causas, síntomas y tratamiento

Esta enfermedad infecciosa puede cursar con fiebre, fatiga y dolores de espalda. Vamos a conocer cómo prevenirla y curarla.

Brucelosis

La brucelosis, también conocida como la fiebre de Malta, es una enfermedad infecciosa causada por diversos patógenos bacterianos del género Brucella. Estos microorganismos atacan a diversas especies de mamíferos, entre las cuales se encuentra el ser humano.

Esta patología es una de las enfermedades de origen zoonótico (es decir, transmitida de animales a humanos) más difundidas en todo el mundo, pues especies de interés ganadero muy comunes en nuestra sociedad tales como las vacas, cabras y ovejas son importantes reservorios de las bacterias causantes.

Debido a la importancia epidemiológica de esta enfermedad y su prevalencia a nivel global vemos esencial informar sobre ella a todos los lectores. Por ello, en esta oportunidad te contamos todo lo que debes saber acerca de la brucelosis.

Brucelosis: la fiebre ondulante

En primer lugar, para entender la importancia de esta patología debemos de acudir a estudios epidemiológicos que nos muestren su distribución mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos arroja diversas cifras de especial interés:

  • La brucelosis es una enfermedad que se da en todo el mundo y que está sujeta a notificación en la mayoría de los países.
  • La incidencia de la patología es mayor en áreas del Mediterráneo, Asia Occidental, África y América.
  • La prevalencia (es decir, la proporción de individuos infectados) es muy variable según el área, oscilando de 0,01 hasta más de 200 por cada 100.000 personas.
  • En estudios llevados a cabo en regiones como Chile, casi el 70 % de los casos correspondían a hombres de mediana edad.

Todos estos estudios soslayan que se trata de una enfermedad que genera un alto impacto socioeconómico, tanto por los costes en salud pública como por la pérdida de beneficios monetarios por una eficacia reducida en la producción animal.

Cuestión bacteriana

A diferencia de otras muchas enfermedades ya reportadas en este portal, la brucelosis es una patología producto de la infección de una bacteria. Como ya hemos dicho, el género causante es Brucella, unos cocobacilos de menos de un micrómetro de diámetro, flagelados y que carecen de cápsula.

Desde un punto de vista taxonómico, podemos diferenciar 10 especies de este género entre las que se encuentran B. melitensis, B. abortus, B. suis, B. neotomae, B. ovis, B. canis y B. ceti. El rango de hospedadores es sorprendente, pues según la especie estas bacterias pueden parasitar desde humanos a cetáceos, pasando por perros, cabras, terneras, camellos y otros muchos mamíferos cuadrúpedos. Es necesario recalcar que de las 10 especies conocidas, seis son capaces de infectar al ser humano.

Síntomas

Diversos portales como la CDC (Centros para la prevención y control de enfermedades) recogen los síntomas de la brucelosis. Entre ellos se encuentran los siguientes:

  • Fiebre y sudoraciones
  • Malestar
  • Anorexia
  • Dolor en la musculatura y articulaciones
  • Fatiga
  • Dolor de espalda

Es necesario destacar que describir una sintomatología específica es muy difícil, pues esta varía enormemente según la región corporal afectada del paciente. Esto suele generar una falta de diagnóstico precoz en países de bajos ingresos sin la instrumentación adecuada, pues la enfermedad puede confundirse con cuadros patológicos muy diferentes.

Si la forma de transmisión es por vía aérea se observan cuadros de neumonía, mientras que si el ingreso y permanencia de las colonias bacterianas es de naturaleza cutánea, el paciente experimentará celulitis y linfadenopatía (hinchazón de los ganglios linfáticos) regional. También pueden verse afectados otros sistemas como son el gastrointestinal y órganos como el hígado y el bazo.

Se calcula que un 30 % de estas infecciones bacterianas son focales (es decir, por la presencia de un foco séptico primario donde se localiza el grueso de la actividad patogénica), y en estos casos los órganos afectados pueden verse seriamente comprometidos.

Cabe destacar que las bacterias del género Brucella son parásitos intracelulares facultativos (se instalan dentro de las células del hospedador), lo que las protege de diversos antibióticos y de mecanismos efectores dependientes de anticuerpos. Esto justifica la cronicidad de la enfermedad, pues son capaces de adherirse, penetrar y multiplicarse en diversos tipos celulares de forma eficaz a lo largo de periodos temporales prolongados.

El periodo de incubación suele durar de dos a cuatro semanas, pero puede llegar a extenderse por varios meses. Aún así, la transmisión de humano a humano no es común.

En mujeres embarazadas, sector poblacional considerado en riesgo, se pueden llegar a producir abortos espontáneos del feto. Fuentes destacan que la letalidad de la infección es baja aún si no se aplica un tratamiento, pues el número de fallecimientos en personas no medicadas no supera el 5%. De todas formas, puede llegar a darse una endocarditis (inflamación del tejido cardíaco) en casos excepcionales, tratándose esta de una complicación fatal para el paciente.

Transmisión

Estamos ante una enfermedad muy especial, pues se encuentra estrechamente ligada a la ocupación del paciente. Nos explicamos a continuación.

Las personas que están en contacto con animales de naturaleza ganadera en el día a día y manipulan su sangre, placenta, fetos y secreciones uterinas tienen una mayor probabilidad de contraer la brucelosis. Estas bacterias tan características, según estudios, pueden permanecer viables durante meses en el agua, productos animales y material de manipulación (incluyendo ropa), por lo que no es del todo descabellado que un profesional agrícola se lleve las manos a la boca tras haber manipulado a un animal días atrás sin haber tomado las medidas de higienización necesarias.

En el caso de la población general no asociada al sector ganadero, la mayoría de los casos suelen darse por productos de origen bovino o caprino no pasteurizados. La especie patógena más común en las sociedades humanas es Brucella melitensis, pues se transmite a partir de las cabras semisilvestres y sus productos lácteos no tratados.

Diagnóstico

Existen métodos para diagnosticar la enfermedad de forma tanto directa como indirecta. El primero de los procedimientos se basa en la detección del microorganismo en el cuerpo del paciente afectado, usualmente mediante un hemocultivo (es decir, una muestra de la sangre que se basa en el aislamiento del patógeno). A día de hoy se han desarrollado hemocultivos semiautomáticos que permiten la detección del patógeno en menos de 7 días con un 95 % de fiabilidad.

Los métodos indirectos son el recurso diagnóstico más utilizado, pues en muchos casos el aislamiento de la bacteria se ve dificultado por su localización centralizada en tejidos de difícil acceso. Las pruebas de antígenos, es decir, sustancias que desencadenan la producción de anticuerpos en el individuo, suelen ser los caminos a seguir.

Tratamiento

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tratamiento más extendido a día de hoy es la aplicación de 100 miligramos de doxiciclina (un antibiótico específico de bacterias gram negativas, como es el género Brucella) dos veces al día durante la friolera de 45 días. Este alto periodo farmacológico corresponde al lento desarrollo de la bacteria en los diferentes sistemas del paciente. Alternativamente, también se puede acompañar la administración de doxiciclina con otro antibiótico bactericida, la rifampicina.

Aún así, es necesario destacar que no existe un tratamiento consenso, pues a pesar de la eficacia del dúo doxiciclina/rifampicina, estos fármacos pueden producir una serie de efectos secundarios tales como vómitos, náuseas y pérdida de apetito.

Conclusiones

Como hemos podido observar en las líneas previas, la brucelosis es una enfermedad especial, pues a diferencia de otras muchas, aumenta su prevalencia según el sector ocupacional del paciente en cuestión. Personas en contacto directo con secreciones de origen animal asociadas a la presencia de sangre se encuentran en riesgo y deben de tomar una serie de medidas de higienización específicas para evitar la infección.

La mejor prevención, como en todos los casos epidemiológicos, es detectar de raíz al vector del patógeno (en este caso, al ganado), pero esta tarea se dificulta por la aún extendida costumbre de obtener productos animales de ganado en semilibertad que no ha pasado por ningún tipo de análisis médico.

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