10 enfermedades que podrían regresar por la moda antivacunas

No vacunar a los niños abre la puerta a que regresen muchas enfermedades graves que erróneamente se consideran erradicadas.

Enfermedades moda antivacunas

Aunque lleva decenas de años existiendo, desde 1998 y a raíz de un controvertido artículo en el que se relacionaba (erróneamente) la vacuna triple vírica con el autismo, el movimiento antivacunas está ganando, seguramente de forma inexplicable, cada vez más fuerza en la sociedad.

Los principales argumentos de los seguidores de la moda antivacunas se desmontan inmediatamente utilizando una visión científica. Pero el problema es que este movimiento es increíblemente dañino, y no solo para sus seguidores, sino para sus hijos e incluso para todos nosotros.

Porque no hay que olvidar que enfermedades graves y mortales como por ejemplo el sarampión no han desaparecido de la Tierra. Las bacterias y virus responsables de esta y otras infecciones siguen ahí fuera, intentando contagiarnos. Y si no caemos enfermos es porque nos vacunamos.

La moda antivacunas ya está provocando que, por primera vez en mucho tiempo, haya brotes de enfermedades que se consideraban “erradicadas”, por lo que estamos ante una situación que compromete la salud pública.

¿Por qué es tan importante respetar las vacunaciones?

Vacunarse es importante porque, básicamente, es nuestra única defensa para protegernos del ataque de bacterias y virus responsables de enfermedades que pueden comprometer enormemente la salud. Las vacunas le dan a nuestro sistema inmune los “ingredientes” para que, cuando este germen intente infectarnos, pueda disparar una respuesta rápida y eficiente para eliminarlo antes de que nos provoque la enfermedad.

Es decir, las vacunas consisten en un proceso de inmunización que, sin ellas, solo se conseguiría superando una vez la enfermedad. Gracias a ellas, no hay que pasar por esta circunstancia para ser resistentes al ataque de todo tipo de patógenos.

Y evidentemente las vacunas son fármacos, y como tal, tienen efectos secundarios. Pero es que los ibuprofenos también, y no hay campañas contra ellos. Es más, las vacunas son medicamentos que se administran de forma intravenosa y que contienen, además de sustancias que ayudan a que cumplan con su función, “trozos” de la bacteria o virus que nos protege. Y todos y cada uno de estos componentes están aprobados para su uso en humanos. De lo contrario, si hubiera el menor riesgo de que fuera dañino, las autoridades sanitarias no permitirían su distribución.

Cuando nuestro cuerpo detecta estas partes del patógeno, cree que realmente está sufriendo un ataque real, por lo que inicia las reacciones propias de combatir una infección. Y esos “trozos” del patógeno, que evidentemente están inactivos y no pueden causarnos daño, son suficientes para que las células inmunitarias memoricen cómo es ese germen para fabricar anticuerpos específicos contra él. En ese momento, tenemos inmunidad. Sin la vacuna, no.

Y volviendo a la supuesta peligrosidad de las vacunas, está claro que pueden tener efectos secundarios, pero estos no aparecen porque, como dicen algunos, sean tóxicas, sino por la propia reacción del sistema inmune, que cree que realmente está siendo atacado e inicia una serie de reacciones que dan lugar, a veces, a una enfermedad leve. Muy leve en comparación con aquella contra la que nos protegen.

Pero en el 99’99% de los casos, estos efectos secundarios se limitan a síntomas leves, como irritación similar a una alergia o unas décimas de fiebre. El gran efecto secundario que debería preocuparnos es el que tiene no vacunarse, pues se pone en peligro la vida del niño.

¿Qué enfermedades pueden regresar si no nos vacunamos?

No es casualidad que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) sitúe el movimiento antivacunas como una de las principales amenazas para la salud pública mundial. Porque los padres que deciden no vacunar a sus hijos no solo están condenándolos a tener un riesgo muy elevado de sufrir enfermedades que, gracias a los esfuerzos en medicina durante años, no deberían padecer, como el sarampión, la rubéola, la meningitis o la difteria.

También están poniendo en peligro la salud pública, pues desde que empezó este movimiento, se están observando brotes y epidemias de enfermedades que se consideraban “erradicadas”. A continuación presentamos las principales enfermedades que podrían regresar (o que pueden afectar a los niños no vacunados) por culpa de estas conductas.

1. Sarampión

Hasta que se encontró vacuna, el sarampión mató a más de 200 millones de personas a lo largo de la historia de la humanidad. Y esta enfermedad vírica no está erradicada como la viruela. El virus sigue ahí fuera; y si no nos vacunamos, estamos permitiéndole que regrese.

Gracias a una campaña masiva de vacunación y a ser uno de los patógenos contra el que nos protegemos en la triple vírica, se redujo la incidencia del sarampión hasta tal punto que su contagio era prácticamente imposible. Sin embargo, por culpa de los antivacunas, se están observando cada vez más brotes de esta enfermedad.

Se trata de una patología muy infecciosa ya que el virus se transmite por el aire, afectando especialmente a niños. Consiste en una infección de los pulmones y las meninges, con unas consecuencias que pueden resultar mortales o, en el mejor de los casos, dejar secuelas más o menos graves de por vida. Y no hay cura. Nuestra única protección es la vacunación. Y si mucha gente sigue este movimiento antivacunas, la enfermedad podría volver a instaurarse en el mundo.

2. Rubéola

Otra de las enfermedades contra la que nos protege la vacuna triple vírica. Es una enfermedad similar al sarampión en el sentido que también cursa con sarpullido rojizo en la piel, aunque está causada por un virus distinto que no es ni tan contagioso ni tan peligroso como el del sarampión.

De todos modos, además de ser una patología grave en adultos, ya en los niños puede dar lugar a complicaciones que comprometen su calidad de vida: retraso en el crecimiento, discapacidades intelectuales, problemas en el corazón, pérdida de audición, trastornos en órganos vitales, etc.

Por lo tanto, no hay que menospreciar la rubéola, pues en adultos ya de por sí es grave, pero en los niños puede dejar secuelas peligrosas. Con la vacunación, el riesgo de desarrollarla es nula, por lo que se considera muy improbable el contagio. Sin embargo, la OMS alerta de que el movimiento antivacunas podría provocar una reaparición de esta enfermedad.

3. Difteria

La difteria es una enfermedad bacteriana contra la que nos protegemos gracias a la vacuna DTaP. Se trata de una patología grave, provocada por una bacteria que ataca a las células de la nariz y de la garganta, causando así dolor, fiebre y la formación de una característica película de material gris que puede incluso bloquear las vías respiratorias.

Además, en etapas más avanzadas, la bacteria puede desplazarse al corazón, sistema nervioso y riñones, poniendo así en peligro la vida o, en el mejor de los casos, dejando secuelas. Incluso con tratamiento, el 3% de los afectados mueren, especialmente los niños y jóvenes. Gracias a la vacunación, su incidencia es mínima, pero, de nuevo, hay el riesgo de que haya brotes por culpa de los antivacunas.

4. Tos ferina

La tos ferina es la cuarta enfermedad con mayor facilidad de contagio del mundo. Está provocada por una bacteria, “Bordetella pertussis”, que infecta las vías respiratorias altas y que causa tos, fiebre, fatiga, enrojecimiento de ojos, etc. Pero el verdadero problema es que, si bien los niños suelen recuperarse sin mayores problemas, en bebés es potencialmente mortal.

Por ello, si se decide no vacunar y se tiene un hijo recién nacido, es posible que la propia madre, el padre o los hipotéticos hermanos, en caso de que en la familia no se vacunen, contagien la bacteria al bebé.

5. Poliomielitis

La poliomielitis es una enfermedad vírica bastante contagiosa que, en sus manifestaciones más graves, puede afectar al sistema nervioso, provocando así parálisis, dificultad para respirar e incluso la muerte.

No se detectan casos en los países desarrollados desde los años 80, aunque las autoridades advierten que, debido a que sigue siendo endémica en algunas regiones del mundo, la moda antivacunas podría provocar un resurgimiento de esta enfermedad.

6. Parotiditis

Conocida popularmente como “paperas”, la parotiditis es una enfermedad altamente contagiosa provocada por un virus que infecta las células de las glándulas salivales cercanas a los oídos, lo que causa la típica inflamación del rostro.

Y aunque las complicaciones no son comunes, sí que puede derivar en afectaciones al cerebro, páncreas, meninges y testículos. No hay motivo alguno de poner en riesgo a los niños, por lo que vacunarse es imprescindible. De lo contrario, pueden haber brotes y epidemias de esta enfermedad que ya no debería presentar ningún caso.

7. Tétanos

El tétanos no presenta transmisión de persona a persona, por lo que en este sentido no es un problema de salud pública. Sin embargo, sí que hay un riesgo enorme para las personas que no se vacunan y sus hijos, pues el tétanos es una enfermedad mortal.

Está causada por las toxinas que produce la bacteria “Clostridium tetani”, la cual vive de forma natural en el suelo, aunque suele ingresar en el torrente sanguíneo a través de cortes con objetos oxidados, los cuales tienen mayores concentraciones de la bacteria. Provoca espasmos musculares y puede ser mortal de no aplicar tratamiento. De nuevo, con la vacuna estamos libres de riesgo.

8. Meningitis

La meningitis es una inflamación de las meninges, el tejido que recubre el cerebro y la médula espinal, a causa de una infección neumocócica, es decir, bacteriana. No hay transmisión entre personas, por lo que no es una alarma de salud pública, pero sí que compromete la vida del afectado.

La meningitis es una enfermedad muy grave, pues además de cursar con fiebre alta, alteraciones del estado mental, dolor de cabeza muy intenso, confusión, etc, puede derivar en insuficiencia renal, pérdida de memoria, daño cerebral, pérdida de audición e incluso la muerte.

Con la vacuna antineumocócica nos protegemos frente a las principales especies de bacterias que provocan meningitis y también neumonía.

9. Varicela

La varicela sí que es una enfermedad altamente contagiosa y que, aunque en la mayoría de casos cursa de forma leve, el virus responsable de ella puede provocar complicaciones graves como la neumonía, inflamación de los vasos sanguíneos, meningitis, dolor en las articulaciones, etc.

Por ello, y para proteger la salud de nuestros hijos y los de los demás, es importante que reciban la vacuna contra la varicela. De lo contrario, la incidencia de esta enfermedad fácilmente prevenible podría aumentar de forma considerable.

10. VPH

El Virus del Papiloma Humano (VPH) se transmite durante las relaciones sexuales y, aunque normalmente no es un virus grave, puede provocar verrugas genitales y, en el caso concreto de las mujeres, es el principal factor de riesgo de desarrollar cáncer de cuello uterino.

Por ello, y con el fin de reducir su propagación, es muy importante que todos los niños reciban la vacuna antes de entrar en la edad sexualmente activa, pues aunque no se hable demasiado de él, es uno de los patógenos de transmisión sexual más comunes.

Referencias bibliográficas

  • Centers for Disease Control and Prevention. (2018) “Understanding How Vaccines Work”. CDC.
  • World Health Organization. (2013) “Vaccine Safety Basics: Learning Manual”. WHO.
  • Lopera Pareja, E.H. (2016) “El movimiento antivacunas: argumentos, causas y consecuencias”. CATARATA.
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