Sífilis: causas, síntomas y tratamiento

La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual crónica producida por “Treponema pallidum”, una bacteria que puede infectar el área genital, los labios, la boca o el ano. Un análisis de sus bases clínicas.

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Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son todas aquellas patologías infecciosas causadas por patógenos que se diseminan entre personas a través del contacto entre los órganos reproductores durante las relaciones sexuales. Se estima que cada día más de un millón de personas en el mundo contraen una de estas enfermedades.

Esto significa que, anualmente, 370 millones de nuevos casos de enfermedades de transmisión sexual ocurren en el mundo. Y a pesar de que la incidencia de estas patologías está aumentando en los países del primer mundo por la relajación frente a las medidas preventivas (principalmente, usar preservativo), el mayor problema lo encontramos, como siempre y por desgracia, en los países subdesarrollados.

Existen más de treinta patógenos, incluyendo virus, bacterias y parásitos, que se contagian entre personas por la vía sexual, es decir, por contacto vaginal, anal u oral en el contexto de una relación íntima. Pero de entre ellos, hay algunas enfermedades especialmente conocidas por su relevancia clínica e incidencia, entre las que destacan el VIH/SIDA, la gonorrea, la clamidiasis, el virus del papiloma humano y, por supuesto, la sífilis.

La sífilis es una ETS causada por una espiroqueta de la especie Treponema pallidum, una bacteria que puede contagiarse durante las relaciones sexuales y provocar una enfermedad de naturaleza crónica que, sin tratamiento, puede derivar en complicaciones graves potencialmente mortales. Así, en el artículo de hoy y de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, indagaremos en las causas, síntomas y tratamiento de la sífilis.

¿Qué es la sífilis?

La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual crónica causada por la espiroqueta Treponema pallidum, una bacteria que se contagia entre personas durante el contacto sexual sin protección y que puede infectar el área genital, los labios, la boca o el ano tanto en hombres como en mujeres. Se trata de una de las ETS más comunes en el mundo, con 6 millones de nuevos casos anualmente.

En etapas tempranas, es posible que muchas personas ni siquiera noten los síntomas de la enfermedad, aunque suele manifestarse con la aparición de una pequeña e indolora llaga en el área afectada, pudiendo ir asociada a una inflamación de los ganglios linfáticos más cercanos. Sin tratamiento, termina por desencadenar una erupción en la piel generalmente en manos y pies que no pica.

Después de esta fase, la bacteria responsable de la sífilis puede permanecer inactiva en el organismo incluso durante décadas antes de volver a activarse, de ahí su naturaleza crónica. Y sin tratamiento, la sífilis puede derivar en graves complicaciones neurológicas y cardiovasculares, entre otras que comentaremos más adelante, que pueden incluso poner en peligro la vida.

La sífilis puede prevenirse con el uso de preservativos en los condones de látex, aunque si la llaga se encuentra en un lugar que el condón no cubre, puede producirse un contagio. Pero, en cualquier caso, es obvio que tener relaciones seguras con el uso de preservativos de látex disminuye enormemente el riesgo de adquirir esta ETS.

De todas formas, al no ser una enfermedad vírica y tratarse de una infección bacteriana, la enfermedad puede tratarse con antibióticos, que si se administran en etapas tempranas de la enfermedad permiten eliminar fácilmente la bacteria y, por tanto, curar la patología. Si se detecta más tarde, también se puede curar con antibióticos, pero los daños que haya ocasionado la enfermedad son irreversibles.

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Causas y factores de riesgo

La causa de contraer sífilis es sufrir una infección por parte de Treponema pallidum, una especie de bacteria de tipo espiroqueta (son alargadas y enrolladas helicoidalmente) que, una vez en el cuerpo, tiene la capacidad de fijarse a las células o mucosas del huésped, alcanzando los tejidos subepiteliales dando lugar a lesiones para después diseminar a la sangre donde produce daños sistémicos.

La bacteria se aprovecha de ulceraciones en la piel o en las mucosas, siendo estas su principal vía de ingreso al cuerpo. Así pues, la sífilis es una enfermedad de contagio principalmente sexual en la que la transmisión se da a través del contacto con la llaga de una persona infectada durante la actividad sexual, ya sea por contacto vaginal, anal u oral.

Aun así, el sexo no es la única vía de contagio. De forma menos frecuente, la sífilis puede contagiarse al darse un beso o pasarse de la madre al bebé durante el embarazo o el parto, pues como decimos, cualquier ulceración puede provocar la transmisión. Eso sí, siempre requiere de un contacto directo. Las leyendas urbanas de contagio por compartir ropa, bañera o inodoro son solo eso, leyendas urbanas.

Las llagas pueden encontrarse en el pene, la vagina, los labios, la boca, el ano o el recto. Y como factores de riesgo que incrementan las probabilidades de adquirir la sífilis destacan las relaciones sexuales sin protección, estar infectado de VIH, tener relaciones sexuales con múltiples parejas y ser hombre que practica sexo con otros hombres, pues hay mayor riesgo de heridas durante las relaciones.

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Síntomas y complicaciones

Tras el contagio de Treponema pallidum, se desarrolla la enfermedad, cuyo curso, gravedad y progreso depende mucho del paciente. Hay casos en los que no hay síntomas durante años y casos en los que los síntomas no se presentan siempre en el orden más típico. Sea como sea, la sífilis generalmente se desarrolla por etapas.

En primer lugar, tenemos una primera fase de sífilis primaria que se manifiesta, unas tres semanas después de la infección, con la aparición de lo que se conoce como chancro, una llaga pequeña e indolora en el lugar donde la bacteria ingresó al cuerpo. Puede aparecer uno solo o varios, aunque depende de la localización, al no doler, es posible que algunas personas ni siquiera sepan de su presencia.

En segundo lugar, tras unas 3-6 semanas, el chancro ha sanado por sí solo y se entra en una segunda fase de sífilis secundaria en la que aparece una erupción cutánea que, comenzando en el tronco, termina por cubrir todo el cuerpo. Esta no suele ver acompañada de picazón, pero sí de úlceras con apariencia de verrugas. En esta etapa aparecen también otros síntomas tales como fiebre, dolor de garganta, inflamación de ganglios linfáticos, dolor muscular y pérdida del cabello, todo ello por la afectación sistémica de la bacteria.

En tercer lugar y si no se recibe tratamiento durante la sífilis secundaria, puede entrarse en una fase de sífilis latente en la cual la bacteria permanecerá inactiva durante años e incluso décadas. Es posible incluso que nunca vuelva a dar manifestaciones, pero generalmente avanza a una siguiente etapa, concretamente en el 15-30% de los casos.

Así, en cuarto lugar puede entrarse en una sífilis terciaria donde, sin tratamiento, aparecen las complicaciones más severas a nivel neurológico (dolor de cabeza crónico, pérdida auditiva, incontinencia urinaria, pérdida de sensibilidad a la temperatura y al dolor, accidente cerebrovascular, meningitis, problemas visuales, disfunción eréctil, demencia…) y cardiovascular (dilatación de la arteria aorta y daños en las válvulas cardíacas), al tiempo que pueden aparecer protuberancias en piel, huesos, hígado y cualquier otro órgano del cuerpo, se incrementa el riesgo de infección por VIH, pueden haber complicaciones en el embarazo y el parto (abortos espontáneos y muerte fetal) y se desarrollan afecciones en las articulaciones.

Todo esto explica que, sin tratamiento, la sífilis, por las complicaciones en las que puede derivar en esta etapa terciaria, tenga una tasa de letalidad del 8-58%, con una mortalidad superior en hombres. Por suerte, a día de hoy existe un tratamiento que permite eliminar la bacteria y curar la enfermedad fácilmente.

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Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico de la sífilis se realiza a través de una exploración de los síntomas (si los hay), pero principalmente a través de análisis de sangre (para detectar los anticuerpos que el cuerpo produce contra los antígenos de Treponema pallidum, los cuales permanecen durante años, haciendo posible el diagnóstico de un caso reciente o latente) y, si se sospecha de complicaciones neurológicas, un análisis de líquido cefalorraquídeo.

Si el diagnóstico es precoz, la sífilis puede curarse fácilmente. El tratamiento consiste en la administración de penicilina, un antibiótico al cual la bacteria es muy sensible. Aunque si hay alergia a la penicilina, se puede recetar otro o realizar una terapia de insensibilización con penicilina. Sea como sea, si se detecta en la etapa primaria o secundaria, una sola inyección de antibiótico es suficiente para eliminar la bacteria. Si la infección lleva presente más de un año, es posible que sean necesarias dosis adicionales.

En etapas más avanzadas de la enfermedad, la sífilis es igualmente tratable con antibióticos. El problema es que los daños causados por las más que probables complicaciones neurológicas y cardiovasculares en la fase terciaria son irreversibles. Por eso es tan importante un diagnóstico precoz y, por supuesto, una correcta prevención del contagio de la bacteria con relaciones sexuales seguras usando preservativo.

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