¿Qué es la tripanosomiasis africana? Causas, síntomas y tratamiento

También conocida como enfermedad del sueño, es transmitida por la mosca tsé-tsé, Se da mayoritariamente en ciertas regiones de África central.

Tripanosomiasis africana

La tripanosomiasis africana, también conocida como enfermedad del sueño, es una patología de naturaleza parasitaria causada por la infestación de protozoos del género Trypanosoma, los cuales utilizan como vector a la mosca tsé-tsé para llegar hasta los humanos.

A pesar de que este parásito resulte foráneo para las poblaciones occidentales, la enfermedad es ampliamente conocida en el Sur Global, pues ha generado diversas epidemias en África durante los siglos XIX y XX, mayormente en Uganda y la Cuenca del Congo.

Más por un ejercicio de conocimiento y empatía que por una preocupación a nivel epidemiológico para países europeos y americanos, conocer esta patología, su vector de transmisión y los síntomas se hace esencial. Aquí te contamos todo lo que debes saber sobre la tripanosomiasis africana.

Tripanosomiasis africana: el parásito en un vehículo con alas

Antes de comenzar a hablar de los síntomas de la enfermedad, vemos necesario sumergirnos, aunque sea de forma somera, en la morfología del agente causal, el vector de transmisión y su situación epidemiológica global. Vamos a ello.

Conociendo al parásito

Estamos ante el género Trypanosoma, un grupo monofilético (es decir, donde todos los organismos han evolucionado a partir de una población ancestral común) de protistas unicelulares parásitos. A pesar de que existen 19 especies que afectan a distintos animales, al hablar de la tripanosomiasis africana nos centraremos en dos de ellas.

Trypanosoma brucei gambiense se encuentra en 24 países de África occidental y central. Supone el 98 % de los casos de la enfermedad del sueño y su forma de infección es crónica. Se gana este estatus porque una persona puede permanecer infectada durante años por el parásito sin saberlo, y los síntomas clínicos comienzan a aparecer cuando la enfermedad ya está en un estadio avanzado.

Este agente parasitario es muy polifacético, ya que presenta diversas formas según el momento del ciclo de vida y el animal al que está infestando. Se diferencia en dos estados morfológicos según su aspecto: epimastigote y tripomastigote. A su vez, este último se divide en procíclico, metacíclico, esbelto y corto. No queremos entrar en una lección de parasitología microscópica, y por ello nos limitaremos a decir que estas formas se diferencian, principalmente, en su capacidad proliferativa, en la forma de la célula y en el posicionamiento de su flagelo.

Por otra parte, el Trypanosoma brucei rhodesiense se presenta en el África oriental y su manifestación clínica suele ser aguda. Es decir, los síntomas se presentan tras las pocas semanas o meses de la infección y el curso de la enfermedad suele ser rápido. Solo representa el 2 % de los casos, por lo que su importancia epidemiológica se ve muy reducida en comparación a su especie hermana.

La mosca tsé-tsé es su transporte

Mosca tsé-tsé

Como hemos dicho anteriormente, la mosca tsé-tsé, perteneciente al género Glossina, es el vector de la enfermedad. Debemos acotar que no nos encontramos frente a únicamente un tipo de insecto, pues el género engloba a un total de 23 especies y diversas subespecies, de las cuales muchas pueden participar en la transmisión de la tripanosomiasis africana.

Este invertebrado pica a los seres humanos y se alimenta de su sangre, inyectando en el torrente sanguíneo del individuo a los protistas parasíticos mediante su aparato bucal. Estos adoptan diversas formas morfológicas y se multiplican mediante fisión binaria en varios fluidos del cuerpo: sangre, linfa y líquido cefalorraquídeo. Cuando una nueva mosca pica a un individuo infectado, esta se contagia con los Trypanosomas, los cuales se desarrollan en su intestino y glándulas salivares. Como podemos ver, todo el ciclo parasítico es extracelular.

A pesar de que la picadura de las moscas tsé-tsé es la forma de transmisión más común, no es la única:

  • Se puede producir una infección transplacentaria, es decir, que la madre traspase los parásitos al hijo antes de que nazca.
  • La transmisión por otros insectos hematófagos no pertenecientes al género Glossina también parece ser posible.
  • Los pinchazos accidentales con muestras de sangre contaminadas pueden transmitir la enfermedad de forma puntual.
  • Se ha notificado la infección por contacto sexual.

Situación global

Antes de entrar en la vertiente médica de la enfermedad, vemos necesario hacer un apunte basal final sobre su epidemiología. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recoge las siguientes cifras:

  • Esta enfermedad es endémica en 36 países del África Subsahariana.
  • Los habitantes de zonas rurales que se dedican a la pesca, la caza y actividades agrícolas están más expuestos a ella.
  • Durante los periodos epidemiológicos más recientes, la tripanosomiasis africana llegó a alcanzar una prevalencia del 50 % en algunas regiones.
  • Sin tratamiento se considera una enfermedad letal, pues en estas áreas fue la primera causa de muerte durante mucho tiempo, incluso por delante del VIH.

A pesar de todos estos fatídicos datos, la OMS recuerda que los esfuerzos de frenar la enfermedad están dando sus frutos, pues en el año 2018 se registraron únicamente 997 nuevos casos (en comparación a los posibles 300.000 casos en los ochenta). Este es el nivel de contagios más bajo desde que se comenzó el seguimiento de la patología.

Síntomas

Esta enfermedad cursa con dos etapas, una hemolinfática y otra meningoencefálica. Los síntomas pueden compartirse entre etapas, por lo que la identificación del fin de una y el inicio de la siguiente se hace bastante complicado.

La primera fase se caracteriza por una multiplicación de los parásitos en los tejidos subcutáneos, la sangre y la linfa. Los síntomas durante esta etapa pueden comenzar con la producción de un chancro (lesión cutánea) en el lugar de la picadura de la mosca. El resto de la sintomatología, que incluye fiebre, dolor de cabeza, malestar articular, prurito, pérdida de peso y otros desagradables signos, se presenta tras la primera semana - tres semanas de la picadura.

La segunda fase de la tripanosomiasis africana es mucho más cruenta y severa, pues se caracteriza por la entrada de los parásitos en el sistema nervioso central, agrupando una serie de síntomas neurológicos. Los síntomas son un ciclo del sueño invertido (de ahí el nombre común de la enfermedad del sueño), insomnio, alucinaciones, delirios, ansiedad, apatía, impedimentos motores y anormalidades sensoriales, tales como la hiperestesia (aumento doloroso de la sensación táctil). En resumen, un caos debido al desbarajuste nervioso que sufre el paciente.

Es necesario acotar que esta segunda fase se presenta alrededor de los 300-500 días en la infección por la especie T. b. gambiense, mientras que T. b. rhodesiense llega a este estado mucho más rápido, tras los 20-60 primeros días de la picadura. No por ser aguda la segunda variante es menos grave, pues la infección por T. b. rhodesiense puede desencadenar episodios de miocarditis muy severos.

Tratamiento

El tipo de tratamiento depende de la etapa en la que se encuentre el parásito causante de la tripanosomiasis africana, pues el abordaje es muy distinto si hay que eliminarlo del torrente sanguíneo o del sistema nervioso central.

Para la primera etapa se utilizan la pentamidina y la suramina, una serie de antiprotozoarios que inhiben la síntesis de proteínas y ácidos nucleicos del parásito, acabando con él. A pesar de que presenten diversos efectos indeseados en el paciente, son las únicas opciones.

En la segunda etapa encontramos otros fármacos como el melarsoprol, la eflornitina o el nifurtimox. Son medicamentos de uso complejo y cuyo éxito no está para nada garantizado. Además, el melarsoprol puede llegar a causar encefalopatía reactiva en el paciente, una patología que puede llegar a ser mortal hasta el el 10 % de los casos. Para poner aún las cosas más difíciles, estamos ante una enfermedad parasitaria que puede “no curarse” nunca del todo. Por ello, han de realizarse seguimientos periódicos de los líquidos internos de los pacientes durante al menos 24 meses.

Conclusiones

Como podemos ver, estamos ante una enfermedad de difícil diagnóstico, pues los síntomas se presentan de forma retardada y son bastante inespecíficos, de difícil tratamiento y de difícil prevención. Para añadir más a este desastroso cóctel, es una patología endémica de países de bajo ingreso con una infraestructuras sanitarias deficientes, lo que dificulta aún más que el paciente tenga un pronóstico positivo.

De todas formas, la OMS ha organizado bastantes campañas en la lucha contra la enfermedad. Por ejemplo, se reparten medicamentos de forma gratuita contra la tripanosomiasis donde esta es endémica, y se han preparado laboratorios de muestras biológicas con el fin de facilitar nuevos instrumentos de detección que sean asequibles. Gracias a todo esto, la incidencia de la enfermedad se ha reducido drásticamente en las últimas décadas.

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