Nutrigenética: ¿qué es y cuáles son sus beneficios?

Dependiendo de nuestros genes, reaccionamos de una forma muy determinada a cada alimento. Conociendo nuestros genes, podemos saber qué podemos y qué no deberíamos comer.

Nutrigenética

“Somos lo que comemos”. Todos hemos escuchado esto cientos de veces. Y a medida que avanza nuestro conocimiento, más nos damos cuenta de que esta afirmación es cierta y falsa a la vez, por irónico que parezca.

Y es que literalmente no somos lo que comemos. Somos lo que nuestros genes nos dicen que seamos. Absolutamente todo lo que tiene que ver con nuestro físico (e incluso con la personalidad) está codificado en los genes, unas partículas presentes en el interior de nuestras células y que contienen la información de lo que somos y podemos llegar a ser. Por lo tanto, no somos lo que comemos. Somos genes.

Ahora bien, la cuestión importante y el motivo por el que decíamos que la afirmación era, en parte, cierta, es porque lo que comemos sí que puede tener influencia en lo que somos. Y es que se ha observado que los alimentos tienen la capacidad de “activar” o “silenciar” genes.

Por lo tanto, no es que la comida nos haga ser como somos. Eso lo hacen los genes. Pero sí qué determina qué genes se expresan y cuáles no. Y en esto se basa la nutrigenética, en unir alimentación y genética, un campo que va a marcar una revolución absoluta en el mundo de la salud.

¿Qué es la nutrigenética?

La nutrigenética es una disciplina tanto de la nutrición como de la genética que está cobrando mucho protagonismo en los últimos años, pues en ella radica la clave para lograr una promoción de la salud sin precedentes.

La nutrigenética defiende que, como ya sabemos, todos somos diferentes, es decir, no hay ningún otro ser humano que comparta con nosotros los mismos genes, ni siquiera en el caso de los gemelos idénticos. Nuestros genes son totalmente únicos.

Desde la secuenciación del genoma humano sabemos que en nuestras células hay unos 35.000 genes codificantes, es decir, los que realmente dan lugar a proteínas y, por lo tanto, permiten todos los procesos físicos, químicos, fisiológicos y metabólicos de nuestro cuerpo. En estos 35.000 genes está “escrito” todo lo que somos y, sobre todo, lo que podemos llegar a ser.

Y recalcamos esta segunda parte porque aquí es donde entra la nutrición. Y es que no debemos pensar en los genes como algo estático o como si su expresión fuera una simple suma matemática (Si tengo el gen A seré de la manera A”). En la biología, y más a niveles moleculares como los del material genético, las cosas no son tan sencillas.

La expresión de genes para dar lugar a nuestros tejidos, órganos, rostro, habilidades, capacidades, forma de ser, etc es un proceso muy complejo que depende del ambiente. Es decir, la naturaleza nos pone los genes, que son los “ingredientes”. Dependiendo de cómo vivas, los vas a “cocinar” de una forma determinada, haciendo que la manera en la que los genes se expresan y el grado en el que lo hacen, varíe enormemente.

Y se ha observado que uno de los factores ambientales que mayor influencia tiene en la expresión de los genes es la dieta. Los nutrientes y todos los componentes presentes en la comida son procesados por nuestras células, pues no olvidemos que comemos para alimentar a todas y cada una de las miles de millones de células que conforman nuestro organismo.

Y una vez son procesados, estos nutrientes tienen un impacto enorme en la expresión de genes, modulando la actividad del ADN y, por lo tanto, influyendo en innumerables aspectos de nuestra fisiología y anatomía. Y esto es en lo que se basa la nutrigenética: en el poder de los alimentos para determinar cómo somos (y cómo seremos), entrando por lo tanto en juego todo el ámbito de prevención de enfermedades, algo en lo que la nutrigenética tiene mucho que decir.

¿Cómo influye la dieta en mi expresión de genes?

Como hemos dicho, cada persona tiene unos genes únicos. No hay nadie (ni ha habido ni habrá) que tenga la misma secuencia de genes que tú. Por lo tanto, y habiendo visto que lo que comemos regula la expresión de genes y que esta expresión codifica para cualquier rasgo de nuestro físico y personalidad (aunque aquí entra el campo de la psicología), cada uno de nosotros respondemos de una forma muy particular a unos mismos alimentos.

Por poner un ejemplo. Es muy común decir que comer sal provoca hipertensión. Y hasta hace poco tiempo, todos lo tomábamos como cierto. Con la llegada de la nutrigenética hemos visto que hay que puntualizar. Comer sal provoca hipertensión, sí, pero solo en personas que tienen un gen concreto, un gen que, por los productos que genera, hace que la persona sea más propensa a que la sal aumente su presión arterial.

Por lo tanto, personas que tienen este gen sí que pueden ser susceptibles a padecer hipertensión por consumo excesivo de sal. Las que no lo tengan o se exprese en menor medida, muy difícilmente la sal hará que se eleve la presión arterial, pues no hay ese “ingrediente” genético que dispara la reacción.

Y esto sucede así con miles de cosas más. Dependiendo de tus genes, reaccionarás de una forma muy particular a cada comida. Para bajar de peso, reducir el colesterol, rendir más en un deporte, bajar la presión arterial, prevenir la diabetes… Para todo esto no se pueden sacar conclusiones generales de consumo de ciertos alimentos, pues una persona que tenga unos genes determinados sí que responderá bien a un alimento concreto, pero tú, que tienes otros genes, es posible que ese mismo alimento no surta ningún efecto e incluso que sea dañino para ti.

Mediante los análisis genéticos, se puede saber exactamente qué genes tenemos. Y una vez sabemos qué genes tenemos, se pueden hacer planes de alimentación absolutamente personalizados en los que se dice qué alimentos (y en qué cantidades) habría que consumir, de cuáles habría que moderar su consumo y cuáles habría que suprimir por completo de la dieta con el fin no solo de prevenir el desarrollo de enfermedades, sino de lograr una optimización de la salud física y emocional que hasta hace poco parecía imposible de conseguir.

¿Cuáles son los beneficios de la nutrigenética?

Los alimentos regulan la expresión de todos los genes de nuestro organismo. Y los genes lo son absolutamente todo. Son el código que determina qué somos y qué podemos ser, incluyendo tanto aspectos positivos como de tendencia a determinadas enfermedades.

Por lo tanto, la nutrigenética tiene impacto en cualquier rama de la salud y beneficios en muchos aspectos de nuestra vida. Pese a que su nacimiento es relativamente reciente, cada vez está cobrando más fuerza. Y es que el futuro de la salud está aquí: hacer planes de nutrición en función de los genes de cada uno para que todos saquemos lo mejor de nosotros mismos y se incite más que nunca la prevención de enfermedades para que cada vez la incidencia de las más frecuentes disminuya.

1. Prevención de enfermedades

En nuestros genes está también escrita la susceptibilidad y probabilidad que tenemos de padecer distintas enfermedades, incluidas las cardiovasculares, la principal causa de muerte en el mundo. Si conocemos los genes, podemos “recetar” los alimentos a los que vaya a responder mejor una persona para así garantizar una salud óptima.

Y es que la nutrigenética permite elaborar dietas con los alimentos que hay que consumir y los que hay que moderar su consumo para que el riesgo de que los genes relacionados con enfermedades se expresen. Por ejemplo, en lo que se refiere a colesterol, cada uno tiene unos “detonantes” alimenticios vinculados y unos alimentos que lo reducen, pero esto depende de cada persona. En función de los genes, para bajar el colesterol quizás sea necesario comer pescado azul y evitar los huevos. Otra persona, en cambio, tendría que comer más avena y reducir los lácteos.

2. Aumento del rendimiento físico y mental

La nutrición deportiva está ganando cada vez más importancia, especialmente en el mundo profesional, pues se ha observado que un porcentaje muy alto del rendimiento deportivo está relacionado con la nutrición. Por mucho que se entrene, si no se come bien, no se dará el máximo.

Y, evidentemente, aquí entra la nutrigenética. Si analizamos los genes de un deportista, podemos ofrecer planes de nutrición absolutamente personalizados, “recetando” alimentos y recomendando evitar otros con el fin de lograr el máximo rendimiento. Dependiendo de los genes, por ejemplo, una persona necesite suplementos de proteína para alcanzar su máximo nivel. Otra, en cambio, puede que el exceso de proteína le sea dañino y deba priorizar los carbohidratos, por ejemplo.

Y lo mismo sucede ya no con el rendimiento físico, sino con el mental. El cerebro no deja de ser un conjunto de células. Y tiene unos requerimientos nutricionales particulares en función de nuestros genes. Dependiendo de estos, para lograr agilidad mental y aumentar la concentración, habrá que hacer un plan de alimentación individual. A una persona, para mejorar el estado del cerebro, se le recomendarán los aguacates y, a otra, el pescado azul, por ejemplo. Siempre con el objetivo de alcanzar el punto máximo de rendimiento.

3. Control del peso corporal

Existen genes que nos hacen más propensos a la obesidad, pero esto no es en absoluto una condena. Al menos, si conocemos cuáles son estos genes. Una vez analizados, se obtiene un perfil que indica qué alimentos son los que van a propiciar la expresión de genes vinculados a la obesidad.

Por lo tanto, se puede “recetar” el consumo de alimentos que silencian estos genes y recomendar una reducción en el consumo de los que los potencian. Y estos alimentos y las cantidades a las que deben consumirse solo pueden conocerse una vez sabemos los genes. Por lo tanto, la nutrigenética puede ser de gran ayuda en la prevención del sobrepeso y la obesidad, la pandemia más grave de este siglo.

4. Envejecimiento óptimo

Relacionado con todo lo anterior, tanto en el campo de la prevención de enfermedades físicas y mentales como en el de la optimización de nuestro organismo, la nutrigenética promueve un envejecimiento saludable.

Y es que si durante toda la vida se ha seguido una alimentación acorde a nuestros genes, la esperanza de vida aumentará y, sobre todo, la calidad de vida durante la vejez será mucho mejor. Porque promover la salud da beneficios a corto plazo pero, especialmente, a largo. Las personas envejecerán mejor y tendrán un menor riesgo de padecer enfermedades vinculadas a la vejez, incluido el alzheimer.

Referencias bibliográficas

  • Tapia Rivera, J.C. (2016) “Nutrigenómica y Nutrigenética para nutricionistas”. Medigraphic.
  • Lorenzo, D. (2012) “Perspectivas presentes y futuras de la Nutrigenómica y la Nutrigenética en la medicina preventiva”. Nutrición Clínica y Dietética Hospitalaria.
  • Romero Cortes, T., López Pérez, P.A., Toledo, A.K.M. et al (2018) “Nutrigenomics and Nutrigenetics in Functional Foods”. International Journal of Bio-resource and Stress Management.
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