Anemia perniciosa: causas, síntomas y tratamiento

La anemia perniciosa es una enfermedad en la que los niveles de glóbulos rojos son demasiado bajos porque los intestinos no pueden absorber suficiente vitamina B12.

Anemia perniciosa

La sangre, pese a ser un líquido, es un tejido más de nuestro cuerpo con una importancia capital. Y es que la sangre hace llegar el oxígeno y los nutrientes a todas las células del organismo, recoge las sustancias de desecho para conducirlas a los órganos que las procesan y eliminan y, además, es el vehículo de transporte de las células del sistema inmunitario.

Pero como tejido que es, la sangre también puede enfermar. Existen muchas enfermedades hematológicas distintas, aunque una de las más comunes es la anemia, un trastorno que puede tener diferentes orígenes pero que se traduce siempre en unos niveles bajos de glóbulos rojos, las células sanguíneas que transportan el oxígeno.

Estos problemas de oxigenación se traducen en debilidad, fatiga, dolores de cabeza, arritmias, palidez, etc. De todos modos, existen muchas formas de anemia, cada una con sus propias causas y características.

Una de ellas y en la que nos centraremos en el artículo de hoy es la anemia perniciosa, una forma de la enfermedad en la que la afectación a los glóbulos rojos se da por problemas de absorción de la vitamina B12. A continuación analizaremos tanto las causas como los síntomas de esta patología, así como las complicaciones en las que puede derivar, las técnicas de diagnóstico y los tratamientos disponibles a día de hoy.

¿Qué es la anemia perniciosa?

La anemia perniciosa es una enfermedad hematológica en la que el organismo no dispone de un nivel suficiente de glóbulos rojos, las células sanguíneas que se encargan de transportar el oxígeno desde los pulmones hasta el resto de células del cuerpo.

Hay muchas formas de anemia, aunque en el caso de la anemia perniciosa, este nivel bajo de glóbulos rojos se da porque los intestinos, debido a afecciones adquiridas o a la propia genética del individuo, no son capaces de absorber de forma correcta la vitamina B12.

Por lo tanto, la anemia perniciosa es una enfermedad que se traduce en una mala oxigenación sanguínea y que se desarrolla debido a un déficit de vitamina B12, la cual se obtiene del consumo de carne blanca y roja, productos lácteos, huevos, marisco, etc.

La B12 es una de las trece vitaminas esenciales y es imprescindible su obtención a partir de la dieta (el cuerpo no puede generarla por sí solo) ya que estimula todos los procesos fisiológicos involucrados en la producción de glóbulos rojos, los cuales se “fabrican” en la médula ósea. Sin los niveles suficientes de vitamina B12, el organismo no es capaz de producir los suficientes glóbulos rojos para asegurar el transporte necesario de oxígeno.

Esto se traduce en una serie de síntomas que analizaremos a continuación y que, de no actuar a tiempo, pueden derivar en complicaciones más o menos graves. Y es que a los pocos meses de manifestarse, puede dar lugar a lesiones irreversibles en el sistema nervioso.

La prevención, dependiendo de la causa del déficit de vitamina B12 no siempre es posible, aunque sí que hay formas de tratar la enfermedad, ya sea a través de inyecciones o por el consumo de suplementos vitamínicos. Sea como sea, si se diagnostica a tiempo, el pronóstico es muy bueno para la mayoría de las personas.

Causas

La causa de la anemia perniciosa es el déficit de vitamina B12. Por lo tanto, si bien es cierto que puede aparecer cuando no se consume la suficiente a través de la dieta, como este motivo es fácilmente corregible introduciendo alimentos ricos en ella, solo hablamos de anemia perniciosa cuando el detonante de este déficit es un problema genético o una afección intestinal.

Esta anemia perniciosa aparece, por lo tanto, cuando los intestinos no son capaces de absorber adecuadamente la vitamina B12. Esto es debido generalmente a que no hay unos niveles suficientes de unas moléculas (conocidas como factores intrínsecos) que, en condiciones normales, son producidas por los intestinos para “atrapar” estas vitaminas presentes en los alimentos. Al no haber suficiente factor intrínseco, no se absorbe la vitamina necesaria.

Ahora bien, ¿por qué los intestinos no producen suficiente factor intrínseco? Esto puede ser debido tanto a trastornos intestinales como a errores genéticos. En el caso de las afecciones intestinales, los problemas para producir factor intrínseco suelen ser debidos a que, debido a una gastritis, el revestimiento del estómago (que es donde se produce el factor intrínseco) se debilita. Y esto hace que, después, los intestinos no puedan absorber la vitamina B12.

De todos modos, lo más frecuente es la causa genética. Y es que debido a errores genéticos (que en ocasiones pueden heredarse de padres a hijos), las células del sistema inmunitario atacan o bien a las células del revestimiento del estómago o bien directamente al factor intrínseco en sí. Sea como sea, vemos que la anemia perniciosa puede tener su origen en un trastorno autoinmune.

Las causas de la anemia perniciosa hacen que la prevención sea complicada (o imposible si es debido a la genética), aunque afortunadamente, si se detecta rápido, los tratamientos suelen ser efectivos.

Síntomas

Los síntomas tienden a ser leves en la mayoría de casos e incluso algunas veces ni siquiera aparecen. Por regla general, estos síntomas tienden a observarse después de los 30 años y están relacionados con los problemas de oxigenación de los tejidos y órganos del cuerpo.

Los signos clínicos de la anemia perniciosa suelen consistir en pérdida de apetito, palidez, problemas para respirar, debilidad, fatiga, cansancio, acidez de estómago, náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, mareos, ictericia (amarillamiento de la piel), dificultades para hacer deporte, etc.

En la mayoría de casos, los problemas terminan aquí, aunque es importante solicitar atención médica antes de que la enfermedad progrese, pues especialmente en la población más mayor, la anemia perniciosa puede derivar en problemas de salud más graves antes del primer año después del primer síntoma.

Complicaciones

Las complicaciones de la anemia perniciosa suelen estar vinculadas al daño que esta falta de oxigenación provoca en el sistema nervioso. Y es que no olvidemos que las neuronas no dejan de ser células y que, como tal, necesitan oxígeno para sobrevivir. El sistema nervioso es especialmente sensible, por lo que después de mucho tiempo de tener problemas con la producción de glóbulos rojos, es posible que se debilite y surjan complicaciones más graves.

Pérdida de memoria, entumecimiento de las extremidades inferiores y superiores, dificultades para concentrarse, alucinaciones, delirios, problemas de visión, pérdida del equilibrio, confusión y alteraciones del estado anímico como la irritabilidad, la ansiedad e incluso la depresión. La anemia perniciosa no tratada puede derivar en estas complicaciones.

Además, estos problemas de oxigenación debidos al déficit de vitamina B12 pueden provocar también daños pulmonares, cardíacos, renales, hepáticos, cerebrales, etc. Cualquier órgano y tejido de nuestro cuerpo, en caso de que la enfermedad progrese demasiado, puede sufrir el impacto de esta falta de glóbulos rojos. Incluso aumenta el riesgo de sufrir cáncer de estómago y hace que la persona sea más propensa a sufrir fracturas óseas.

Diagnóstico

Lo más importante es acudir al médico cuando se observan los anteriores síntomas, especialmente si en la familia hay antecedentes de esta enfermedad o si en el historial clínico hay constancia de problemas con la vitamina B12.

Después de realizar un examen físico, si el médico lo considera oportuno, realizará distintas pruebas de diagnóstico. Con un análisis de sangre estudiará distintos parámetros: niveles de vitamina B12, conteo de glóbulos rojos, niveles de anticuerpos contra el factor intrínseco (si es debida a un trastorno autoinmune, estos niveles estarán altos), etc. Estos y otros parámetros medibles en un análisis de sangre son suficientes para determinar si la persona sufre o no anemia perniciosa.

Tratamiento

Si esta detección ha dado positivo, el médico iniciará cuanto antes el tratamiento, el cual no es en absoluto invasivo y la mayoría de personas que se someten a él tienen un muy buen pronóstico. Pero es muy importante empezarlo cuanto antes, y es que si se tarda varios meses después del inicio de los síntomas, es posible que el daño neurológico sea permanente e irreversible.

Si el tratamiento empieza antes de los seis meses después de las primeras manifestaciones, la enfermedad, aunque no pueda curarse si es de origen genético, puede tratarse con éxito.

El tratamiento de la anemia perniciosa consiste normalmente en una inyección intravenosa mensual de vitamina B12. De este modo, el paciente dispone de los suficientes niveles de esta vitamina por el torrente sanguíneo (sin tener que absorberse en los intestinos) para que estimule la producción de glóbulos rojos y la persona tenga unos niveles normales, permitiendo una correcta oxigenación del organismo. En caso de que la anemia sea más grave, quizás se necesite más de una inyección al mes, pero no es lo más habitual.

Otras formas de tratamiento menos comunes y solo recomendadas en casos concretos es la ingesta de dosis muy elevadas (tienen que ser grandes dosis para compensar que se absorbe muy poca cantidad) de suplementos de vitamina B12 por vía oral o la inhalación de una forma especial de la vitamina B12. De todos modos, estas terapias se reservan para personas que, por lo que sea, no pueden recibir las inyecciones.

Referencias bibliográficas

  • De Paz, R., Fernández Navarro, F. (2005) “Manejo, prevención y control de la anemia perniciosa”. Nutrición Hospitalaria, 20(6).
  • Rodríguez de Santiago, E., Ferre Aracil, C., García García de Paredes, A., Moreira Vicente, V.F. (2015) “Anemia perniciosa. Del pasado al presente”. Revista Clínica Española.
  • Annibale, B. (2011) “Diagnosis and Management of Pernicious Anemia”. Current Gastroenterology Reports, 13(6).
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