Las 7 diferencias entre anorexia y vigorexia (explicadas)

La anorexia y la vigorexia son dos trastornos de la conducta alimentaria que provocan una distorsión de la propia imagen y que nos llevan a alterar nuestro patrón dietético. Aun así, sus bases clínicas son muy distintas.

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Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son cada vez más frecuentes entre la población. Estas problemáticas de salud mental son consideradas multifactoriales, ya que aparecen como resultado de la confluencia de diversas variables sin poder determinar una causa única. Los aspectos que crean el caldo de cultivo para que un TCA se inicie son biológicos, sociales y también psicológicos.

Todos ellos cobran fuerza y suelen aparecer en la adolescencia, una etapa llena de cambios físicos y emocionales. Esta se caracteriza por la inestabilidad y las inseguridades, pues se produce una progresiva autonomía y separación de las figuras de referencia que permitirá alcanzar la madurez adulta con el tiempo.

Si bien todos los adolescentes atraviesan esa etapa tan difícil que llamamos adolescencia, lo cierto es que en algunos casos la existencia de ciertos factores de riesgo dispara, como venimos comentando, el inicio del trastorno. Además de las cuestiones emocionales y sociales que pueden favorecer el inicio de un TCA (relaciones familiares problemáticas, baja autoestima, vínculos de apego inadecuados, etc.), no podemos dejar de lado la influencia de las más que conocidas redes sociales. El bombardeo de falsa perfección al que los menores se encuentran expuestos desde edades muy tempranas crea, inevitablemente, comparaciones perjudiciales y unas expectativas respecto al cuerpo alejadas años luz de la realidad.

La problemática de los trastornos de la conducta alimentaria

Los TCA han sido tradicionalmente un problema con el rostro femenino. Un enorme porcentaje de pacientes son mujeres, todas ellas obsesionadas con su aspecto físico y su peso. Sin embargo, en los últimos años ha comenzado a entrar en escena un problema hasta hace poco desconocido: la vigorexia.

La vigorexia es un trastorno que comparte con los TCA, como la anorexia y la bulimia, la obsesión por el cuerpo. En este caso, se trata de un problema mucho más frecuente entre los varones, pues esencialmente consiste en la preocupación excesiva por desarrollar los músculos del cuerpo. De esta manera, el paciente vigoréxico practica ejercicio sin descanso con el fin de verse tan musculado como querría, cosa que nunca logra conseguir. En los casos más extremos, la persona puede recurrir a la ingesta de fármacos que contribuyan a dicho fin.

Por tanto, en los tiempos actuales nos enfrentamos a dos realidades clínicas con puntos comunes, pero también varias diferencias. Ambos trastornos esconden problemas emocionales y relacionales profundos que se manifiestan superficialmente mediante dicha obsesión hacia el cuerpo. Así, las personas con anorexia y vigorexia construyen, cada uno a su estilo, su identidad en torno a su aspecto físico.

Tanto uno como otro constituyen un problema que acarrea numerosos riesgos para la salud, por lo que requerirán el apoyo de profesionales. A pesar de todo lo que hemos comentado, se suele decir que la vigorexia y la anorexia son dos extremos opuestos. Conozcamos qué puntos nos permiten distinguirlos.

¿En qué se diferencian la vigorexia y la anorexia?

Como venimos comentando, la anorexia y la vigorexia son dos trastornos vinculados con la obsesión por el cuerpo. Sin embargo, existen varios puntos de discrepancia que nos permiten diferenciarlos. Vamos a verlos.

1. Sexo del paciente

La primera diferencia clave entre anorexia y vigorexia tiene que ver con el tipo de paciente. Mientras que la anorexia es un trastorno típicamente femenino, con un porcentaje de pacientes mujeres muy elevado, en la vigorexia sucede lo contrario, pues los más afectados son los varones. Ambos trastornos guardan un estrecho vínculo con los cánones estéticos imperantes en la sociedad, de forma que ellos persiguen la estética fuerte y definida esperada para un hombre y ellas la delgadez y la figura esbelta asociada con el logro y el éxito en las mujeres.

En ambos casos se premia el sacrificio, pues no es fácil para un hombre mantener un cuerpo fortalecido ni para una mujer un peso ínfimo. La diferencia viene marcada porque el sexo determina qué ideal se persigue y qué métodos se deben seguir para conseguirlo.

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2. Influencia de la dinámica familiar

Es bien sabido que en la anorexia la dinámica familiar tiene una importancia elevada. Las pacientes con este tipo de trastorno suelen mostrar vínculos de apego inadecuados con sus figuras de referencia, especialmente con sus madres. Existe escasa autonomía, predominando la dependencia y llegando a existir una fusión nociva en la díada madre e hija. La paciente suele mostrar, además, una actitud infantil y complaciente.

Esto se debe a que en la familia los deseos de la joven suelen ser invalidados, de forma que se espera que haga aquello que los otros desean en lugar de lo que ella querría. En la intervención con pacientes anoréxicas el trabajo familiar es un pilar importante, ya que las dinámicas que se producen en casa suelen favorecer el desarrollo y mantenimiento del TCA.

La comida se convierte en el único aspecto sobre el que las pacientes sienten tener el control, por lo que negarse a comer sirve como una suerte de rebelión ante un entorno que no ha sabido respetar sus deseos y su propia identidad. Por el contrario, en la vigorexia no se ha detectado un peso tan importante de las dinámicas familiares en el desarrollo del trastorno. En general, en los pacientes vigoréxicos no se ha percibido un funcionamiento familiar alterado, mientras que esto sí ocurre en la anorexia.

3. Percepción del cuerpo

La percepción del cuerpo en pacientes con anorexia siempre estará distorsionada, de forma que se ven a sí mismas mucho más gordas de lo que en realidad están. Aunque durante mucho tiempo se ha creído que las pacientes muestran fallos estrictamente perceptivos, lo cierto es que llegan a verse diferentes porque verdaderamente se sienten gordas, pesadas e incluso sienten asco hacia sí mismas.

En el caso de la vigorexia, ocurre una distorsión de la imagen corporal que se da en la dirección opuesta. Los pacientes con este trastorno se ven siempre poco tonificados, delgados y sin vigor.

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4. Edad de inicio

En el caso de la anorexia, las edades de inicio se sitúan en la adolescencia, mostrando una tendencia a aparecer en momentos cada vez más tempranos del desarrollo. Actualmente la edad de inicio más frecuente se sitúa entre los 12 y los 17 años. Por el contrario, en la vigorexia la edad pico de inicio es algo más tardía, situándose normalmente en los 18 años.

5. Factores estresantes previos al inicio del cuadro

En el caso de la anorexia es muy habitual que el trastorno tenga su inicio cuando la paciente parte de una serie de factores predisponentes a los que se añade un factor precipitante. Los factores predisponentes son aquellos que refieren a la propia paciente, como por ejemplo la baja satisfacción corporal, la autoexigencia o la mala comunicación familiar. Estos factores hacen que la persona se encuentre en riesgo de desarrollar un TCA.

Los factores precipitantes son acontecimientos o eventos que, cuando suceden en presencia de factores predisponentes, desencadenan el inicio del trastorno en alguien que se encontraba ya en riesgo elevado. Ejemplo de ello son los cambios vitales importantes, la pérdida de un ser querido, un fracaso académico, etc.

En cambio, en los pacientes con vigorexia no está claro que se produzca previo al inicio del trastorno un suceso precipitante. Estos pacientes no suelen referir eventos estresantes inmediatamente anteriores al inicio del problema, a diferencia de las pacientes anoréxicas.

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6. Métodos empleados

Como comentábamos antes, el fin que los pacientes persiguen en cada tipo de trastorno es diferente, pues en la anorexia se persigue la delgadez y en la vigorexia un cuerpo musculado.Por tanto, es esperable que los métodos sean distintos.

En el caso de la anorexia, es habitual que además de la restricción calórica se recurra a diuréticos o laxantes para eliminar lo ingerido en la medida de lo posible. En el caso de la vigorexia, se recurre a anabolizantes y vitaminas que favorecen el desarrollo intenso de los músculos.

7. Naturaleza del problema

En el caso de la anorexia, esta consiste en un trastorno de la conducta alimentaria, pues la sintomatología más visible gira en torno a la comida. En el caso de la vigorexia, no es considerado un trastorno de la conducta alimentaria, ya que técnicamente no hay hábitos desordenados en cuanto a comida. Por tanto, aunque comparten el componente obsesivo hacia el cuerpo, en uno la alimentación se ve alterada y en otro no.

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Conclusiones

En este artículo hemos comentado las diferencias esenciales que nos permiten distinguir dos trastornos comunes en la población joven: la anorexia y la vigorexia. Ambos trastornos comparten puntos comunes, pues los dos parten de una conducta obsesiva hacia el propio cuerpo, con conductas que persiguen alcanzar un ideal estético y que hacen peligrar seriamente la salud.

En ambos casos los pacientes perciben su imagen corporal de una manera distorsionada y muestran una baja autoestima y tendencia a emplear métodos agresivos, como el uso de fármacos, para alcanzar su objetivo. Sin embargo, la anorexia es un trastorno de la conducta alimentaria, a diferencia de la vigorexia, en el que los hábitos alimentarios no están distorsionados.

La vigorexia es un problema propio de varones, mientras que la anorexia es más típica en mujeres. Además, la vigorexia no se vincula con las dinámicas familiares y los eventos estresantes como sí lo hace la anorexia. El ideal estético que se persigue en cada uno de estos trastornos es diferente, pues en anorexia se intenta alcanzar una delgadez extrema y en vigorexia se pretende lograr una musculatura muy desarrollada. La edad de inicio también es diferente, pues en anorexia hay pacientes que llegan a mostrar síntomas desde los 12 años, mientras que la vigorexia se asocia a edades algo más tardías, con un pico de inicio en torno a los 18.

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