Fast Fashion: ¿qué es y qué consecuencias tiene?

La industria de la moda es una de las más contaminantes, además de perjudicar a los trabajadores de los países en desarrollo que viven en condiciones de explotación. La solución a la fast fashion es un consumo de prendas responsable.

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Siempre que hablamos acerca del cuidado del medio ambiente pensamos en medidas como reducir nuestro gasto de agua, reciclar los residuos o sustituir las bolsas de plástico por otras reutilizables. Sin embargo, el consumo compulsivo de prendas de ropa es uno de los hábitos de la sociedad actual que más contaminan el planeta. La industria textil es altamente nociva para el entorno, siendo sólo superada por la industria energética en términos de emisión de gases.

El mundo en el que vivimos está dominado por el consumo desmedido, y en el mundo de la moda esto es especialmente notable. Cada año se acumulan toneladas de ropa que ha tenido una vida muy corta. Prendas que triunfan temporalmente al amoldarse a las tendencias del momento, pero que pronto son sustituidas por otras a medida que cambia aquello que se lleva.

Esto es la ilustración más clara de lo que se conoce como “fast fashion”, un modelo de moda rápida en el que los ritmos de producción cada vez están más acelerados. Progresivamente, nuestra manera de consumir moda se ha ido volviendo más impulsiva y menos consciente y esto implica serias repercusiones para la naturaleza. En este artículo hablaremos acerca de la moda rápida y el impacto negativo que esta tiene en la actualidad.

¿Qué entendemos por fast fashion?

Se conoce como fast fashion a la estrategia empleada en el sector de la moda que se viene implementando en los últimos años. Esta consiste en renovar las colecciones siempre que sea posible, fabricando prendas que se ajusten a la demanda del cliente en cada momento. Esta forma de producción es mucho más rápida que la tradicional.

En lugar de renovar colecciones en los cambios de estación, se acortan los tiempos de fabricación y disponibilidad para que exista un deseo continuo de consumir moda. Este mecanismo hace que el cliente siempre tenga una nueva tendencia que adquirir, además de una percepción de falsa escasez de las prendas. A sabiendas que la ropa permanecerá poco tiempo disponible, aparece la urgencia por adquirirla con prontitud.

Añadido a esto, el sistema de moda rápida permite producir prendas de bajo coste y calidad, lo que acerca el producto al público general. En definitiva, la industria de la moda rápida es altamente flexible, por lo que es capaz de producir con la misma rapidez con la que cambian las preferencias y gustos de la gente. Esto, indudablemente, conduce a incrementar los volúmenes de producción.

Aunque esta estrategia comercial reporta innumerables beneficios a las empresas del sector, sus consecuencias sobre el medio ambiente son más que considerables, siendo muchas de ellas irreversibles. La industria textil emite una enorme cantidad de gases contaminantes y consume energías no renovables. Añadido a esto, contamina las aguas debido a la liberación de sustancias químicas.

Se estima que el sector industrial de la moda es responsable de hasta el 10% de las emisiones mundiales, así como del 20% de la producción de aguas residuales. La industria textil adaptada al consumo rápido de hoy es una fuente inagotable de residuos y sustancias dañinas para la naturaleza. Hemos llegado a un punto en el que se ha priorizado el beneficio económico de grandes industrias en detrimento de la preservación del ecosistema.

Nos encontramos ante un grave problema que, lejos de estar cerca de resolverse, parece crecer cada día. Los mares y ríos cada vez acumulan mayores niveles de contaminación por tintes tóxicos y microplásticos, a la vez que los suelos se degradan y se produce una tala indiscriminada de árboles para obtener materias primas para la industria. Todo ello repercute seriamente sobre los animales y altera la cadena trófica.

No obstante, el problema no sólo abarca al plano medioambiental. Millones de personas se encuentran perjudicadas por la moda rápida, pues trabajan en condiciones de explotación en las que se menoscaban los derechos humanos más básicos. Este problema afecta directamente a los países en vías de desarrollo, especialmente aquellos que se encuentran en la región del sudeste asiático. Las grandes industrias textiles aprovechan la mano de obra barata de esta zona para poder producir de manera más rentable sus prendas.

La fast fashion nos ha hecho consumir prendas sin ningún tipo de coherencia ni responsabilidad. Adquirimos prendas por puro impulso, sin detenernos a pensar en si realmente las necesitamos o vamos a darles uso. Esto explica por qué más de la mitad de las prendas que fabrican marcas como Zara o H & M terminan en los vertederos en menos de un año.

Compramos más que nunca, pero la ropa es mucho menos amortizada que antes. Dejamos casi la mitad de nuestro armario inutilizado y contribuimos continuamente a la acumulación de residuos textiles que, en la mayoría de casos, no son aprovechados mediante reciclaje para poder producir nuevas prendas de forma circular. El destino más frecuente de la ropa que utilizamos es la basura, por lo que quizá debemos plantearnos nuestra forma de consumir moda.

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¿Es posible salir de la espiral fast fashion?

En este estado de cosas, la pregunta que cabe hacerse es si es posible salir del bucle de compras compulsivas en el que la mayoría de nosotros nos encontramos con frecuencia. Quizá no podamos cambiar una de las industrias que más riqueza generan, pero sí podemos modificar nuestra forma de comprar ropa.

Hacer un esfuerzo por salir de las compras impulsivas nos ayudará a ahorrar dinero, tener en nuestro armario sólo aquello que realmente vayamos a utilizar, favorecer el medio ambiente y no contribuir a la explotación laboral de las personas más vulnerables. Aunque las empresas son las que producen las prendas, son los consumidores los que mantienen viva esta industria tan contaminante. Por ello, es urgente empezar a reflexionar sobre nuestras acciones y las repercusiones que estas pueden llegar a tener.

Es cierto que resistir la tentación de consumir moda rápida es extremadamente difícil. Continuamente recibimos estimulación por todo tipo de vías para que compremos y seamos consumidores activos permanentemente. Basta con entrar en nuestras redes sociales para ver campañas y anuncios que nos incitan a comprar.

Reutilizar prendas y apostar por un consumo prudente no está de moda en un mundo en el que todo cambia, nada es permanente y necesitamos continuamente novedades que nos mantengan entretenidos. Si te has dado cuenta de que tú mismo entras en el juego de la moda rápida, reconocerlo es un buen primer paso. El siguiente paso es tomar acción para cambiar tus patrones de consumo y no dañar al planeta. Algunas ideas para empezar pueden ser:

  • Pon freno al consumo descontrolado: Seguro que verás numerosas prendas que te encantarán. Sin embargo, antes de lanzarte a hacerte con ellas es fundamental que te detengas a pensar si realmente las necesitas o son útiles para ti. Sé práctico y piensa en aquello que utilizas en tu día a día. No te dejes llevar por el deseo instantáneo e intenta comprar de manera más racional y no tan emocional.

  • Apuesta por la moda de segunda mano: En los últimos años, la moda de segunda mano ha adquirido una enorme popularidad. No sólo la puedes encontrar en tiendas especializadas, pues también puedes adquirirla utilizando aplicaciones móviles. Reutilizar prendas es una de las claves para frenar el consumo abusivo de ropa.

  • Intercambia ropa con las personas de tu entorno y dona: Lo que para ti es una prenda ya inservible puede ser un tesoro para otra persona y viceversa. Habla con tus amigos y familiares e intercambiad prendas. De esta forma podréis renovar vuestros armarios a coste cero y sin generar más residuos textiles.

  • Apuesta por la producción nacional: Cuando vayas a adquirir prendas, procura que estas se hayan elaborado en España. De esta manera, no contribuyes a la explotación de los trabajadores en países empobrecidos. Además, los productos que se producen aquí suelen elaborarse con materias primas de mejor calidad y por ello serán más duraderos. Aunque quizá el precio sea algo más elevado, a largo plazo te resultará más rentable.

  • Repara las prendas en lugar de tirarlas: Es posible que las prendas puedan desarrollar alguna tara por el uso. Sin embargo, esto no tiene por qué significar que sea el momento de deshacerte de ellas. Si se ha descosido alguna parte puedes coserla, si has cambiado de talla y no te sirve quizá puedas arreglarla, si la cremallera no funciona puedes sustituirla por otra nueva, etc.

  • Apuesta por marcas sostenibles: Cada vez son más las marcas que apuestan por una producción responsable con el medio ambiente y las personas. Aunque suelen ser más pequeñas y menos conocidas que las grandes marcas que producen en el extranjero, puede ser interesante que empieces a comprar tus prendas en ellas.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de la moda rápida, conocida como fast fashion, y las implicaciones que esta puede tener. Esta forma de producir moda se ha desarrollado en los últimos años y fomenta el consumo compulsivo al producir ropa continuamente. Los clientes siempre tienen novedades disponibles y las colecciones cambian rápidamente, lo que acrecienta el consumo y genera un deseo de consumir que lleva a las compras compulsivas. Esta industria destroza la naturaleza y fomenta la explotación laboral en países desfavorecidos, aunque es posible consumir prendas de forma más sostenible.

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