¿Existe la Maldad? La ciencia nos da la respuesta

La maldad se define desde la psicología como el daño intencional, planeado y moralmente injustificado que se causa a otras personas, de tal modo que denigra, deshumaniza, daña, destruye o mata a personas inocentes.

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Basta con encender la televisión y ver las noticias para ver que la maldad está muy presente en la sociedad. Cada día salen a la luz casos escalofriantes de delitos como asesinatos o abusos que nos remueven por dentro y nos hacen desconfiar de la bondad del ser humano. Siempre que eventos de este tipo llegan a nuestros oídos una pregunta ronda nuestra mente: ¿Quién ha podido hacer algo tan horrible?

Aunque en las películas los villanos son fácilmente identificables y se representan de manera caricaturizada, lo cierto es que en la vida real las personas malvadas pasan desapercibidas. La mayoría se encuentran bien integradas en la sociedad, tienen una familia y un trabajo y adoptan una conducta en público que jamás nos haría sospechar de sus perversas intenciones.

Debido a las consecuencias que la maldad tiene en el funcionamiento de una comunidad, siempre ha existido un interés genuino por saber más acerca de ella. Muchos se han planteado si la maldad existe realmente como entidad o si, por el contrario, los actos crueles y violentos que se producen en el mundo se justifican por otras razones. En este artículo vamos a reflexionar acerca de si la maldad intrínseca en el ser humano es algo real y comentaremos algunos acercamientos al estudio de la maldad que se han realizado hasta la fecha.

¿Qué entendemos por maldad?

La maldad se define desde la psicología como el daño intencional, planeado y moralmente injustificado que se causa a otras personas, de tal modo que denigra, deshumaniza, daña, destruye o mata a personas inocentes. Esta puede implicar desde acciones leves de carácter más cotidiano hasta actos extremadamente violentos y dañinos. Así, la maldad ocasiona horror, destrucción e impulsa comportamientos alejados de la moralidad.

Un aspecto que complica el estudio de la maldad tiene que ver con las connotaciones morales y religiosas que pueden empañar su definición. Así, se trata de un concepto algo ambiguo que muchas veces es complicado operativizar a nivel científico. A pesar de estas dificultades, se han identificado una serie de características definitorias de la maldad:

  • Implica acciones dañinas que ocasionan dolor, sufrimiento y pérdida de vidas y potencial humano.
  • Aparece cuando el agente malvado percibe un estímulo que desencadena una reacción de ataque, amenaza o frustración.
  • Provoca comportamientos desproporcionados con respecto a cualquier provocación.
  • El agente malvado excluye al otro moralmente y lo convierte en prescindible o irrelevante.

Aunque factores como la religión pueden orientar nuestra conducta en favor de ciertos valores al señalar qué se considera adecuado y qué no, lo cierto es que muchas personas que ejercen maldad lo hacen desde los primeros momentos de su vida con independencia de la educación recibida. Así, parece que una parte de las personas malvadas ya muestran ausencia de escrúpulos y moral desde el comienzo de su vida, con una sorprendente ausencia de empatía que les hace actuar sin considerar los derechos ajenos. Además, la maldad parece estar presente en todos los niveles socioeconómicos, por lo que no podemos asociar este comportamiento a un único grupo de la sociedad.

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¿Cómo se convierte alguien en una persona malvada?

Cuando se habla de personas malvadas siempre surge la cuestión acerca de cómo alguien puede llegar a desarrollar este tipo de comportamiento hacia los demás. Lo cierto es que son muchos los aspectos que pueden moldear nuestra personalidad desde la infancia. Cuando nacemos, contamos con una serie de cualidades innatas que pueden llegar a manifestarse o no, dirigiendo progresivamente nuestra tendencia hacia la maldad o la bondad.

En este sentido, la dirección que sigue nuestro desarrollo va a depender del ambiente en el que nos criamos, las experiencias vitales que atravesamos y la calidad de nuestros vínculos de apego. Así, es más probable que una persona se convierta en alguien malvado si ha atravesado una infancia triste o traumática sin las necesidades emocionales básicas cubiertas.

A medida que avanzamos durante la infancia y la adolescencia, gracias a la plasticidad cerebral nuestras creencias y conductas se irán configurando influidas por estos aspectos del entorno. Sin embargo, el hecho de que nos expongamos a estos factores de riesgo no tiene por qué ser sinónimo de convertirnos en una persona con maldad. Aunque no podemos elegir el entorno en el que crecemos, sí podemos redirigir nuestro camino siendo adultos y tratar de orientarnos hacia el bien a pesar de que hayamos sufrido tiempo atrás.

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Características clave de las personas malvadas

Las personas malvadas suelen llamar la atención por su ausencia de consideración hacia los demás, priorizando siempre sus propios intereses ante el resto. En cierta manera, sus palabras y acciones dan a entender que no tienen en cuenta al otro ni se esfuerzan por hacerlo. A continuación, vamos a comentar algunas características propias de las personas malvadas:

  • Manipuladoras: Las personas con maldad son auténticas expertas en materia de manipulación. Saben cómo utilizar y embaucar a los demás para lograr su beneficio, camuflando sus intenciones de forma muy habilidosa para que no se conozcan sus verdaderas intenciones. Dominan este juego psicológico y ello les permite infundir culpa en los demás para que cedan y actúen en favor de sus intereses.

  • Ausencia de empatía: Las personas malvadas destacan por no mostrar ni un ápice de empatía. Encuentran grandes dificultades para ponerse en el lugar de los demás, pues sólo logran tener presente su criterio y necesidades. Dado que ignoran lo que el resto siente y piensa, sus acciones dañinas son ejecutadas sin rastro de remordimientos por el dolor causado.

  • Impulsivas: La maldad se asocia con una tendencia a la impulsividad, por la que la persona muestra, en aquellos momentos en los que sabe que puede hacerlo,una ausencia de control. Busca cubrir sus necesidades de manera inmediata, sin tolerar esperar por aquello que quieren. Esto hace que en momentos de frustración pueda desatarse una conducta agresiva.

  • Interesadas: Las personas malvadas llevan a cabo un comportamiento totalmente contrario al altruismo. Su único motor es su propio interés, por lo que todas sus acciones van siempre orientadas a su propio beneficio personal y profesional. Saben cómo actuar y desenvolverse en función del contexto, por lo que se mimetizan con el ambiente fácilmente y logran así salirse siempre con la suya.

  • Narcisistas: Las personas narcisistas son aquellas que tienen un sentido desmesurado de su propia importancia, así como una necesidad profunda de atención excesiva y admiración. Necesitan ser alabadas continuamente y se sienten claramente superiores al resto, lo que muchas veces perjudica a las relaciones con los demás. Las personas malvadas actúan desde una actitud marcadamente narcisista, se muestran demasiado seguras de sí mismas y prepotentes.

  • Vengativas: Las personas malvadas suelen mostrar mucho rencor cuando se sienten amenazadas o heridas. Así, por mucho que pase el tiempo, saben esperar su oportunidad para vengarse por lo que pasó. Su deseo de venganza les hace disfrutar del dolor y el sufrimiento del otro. Una vez logrado el objetivo de cumplir con el “ojo por ojo” no experimentan arrepentimiento ni remordimientos de ningún tipo, pues se muestran convencidas de que han hecho lo justo porque esa persona lo merecía.

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Investigaciones sobre la maldad

Son varios los autores que se han interesado por el estudio científico de la maldad. Esto ha llevado a la elaboración de experimentos muy interesantes que han tratado de conocer mejor por qué las personas podemos llegar a ser crueles. Veamos dos de ellos.

1. El experimento de Milgram sobre obediencia a la autoridad

Este polémico experimento consistió en alentar a un grupo de voluntarios a pulsar un aparato que emitía descargas eléctricas a otra persona. La mayoría de ellos fueron capaces de hacer daño a otra persona, emitiendo una descarga prácticamente mortal, sólo por recibir la orden de hacerlo por parte de un superior. Aunque las descargas no eran reales, los sujetos recibieron la información de que sí lo eran, por lo que su comportamiento es más que llamativo y preocupante.

2. Experimento de la cárcel de Stanford

En este experimento realizado en la cárcel de Stanford, el psicólogo Philip Zimbardo decidió escoger a una serie de personas para que desempeñaran el rol de carceleros, mientras que otros ocuparían el papel de prisioneros. El experimento llegó tan lejos que los participantes comenzaron a ejecutar sus papeles de manera real, llevándose a cabo insultos, malos tratos y vejaciones. El propio Zimbardo tuvo que suspender su investigación debido a los resultados tan estremecedores que se observaron.

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Conclusiones

De acuerdo con lo aquí expuesto, parece que la maldad no aparece por una causa única en los seres humanos. Aunque la ecuación es compleja, es evidente que el papel del entorno es crucial en el desarrollo de una personalidad psicopática y malvada, aunque quedan incógnitas por descubrir. Aunque el contexto influye, también es cierto que muchas personas en entornos propicios para causar daño no llegan a hacerlo, por lo que es preciso seguir profundizando en esta interesante cuestión.

En cualquier caso, todas las personas malvadas parecen compartir una serie de características comunes, como la ausencia de empatía, el narcisismo, la venganza, la impulsividad o la habilidad para manipular a los demás.

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