Conformismo Social: ¿qué es y por qué aparece?

Siempre que se habla de conformismo es en términos negativos. Sin embargo, la connotación de esta tendencia es variable dependiendo de la situación. A veces, los demás pueden influirnos negativamente y hacernos poner en marcha conductas indeseables o desajustadas. No obstante, también es posible recibir influencias positivas de aquellos que nos rodean, en cuyo caso el conformismo sería un fenómeno positivo.

El conformismo es un aspecto que ha llamado la atención de la psicología desde hace ya varias décadas. Su estudio ha despertado el interés de célebres autores, que incluso han realizado experimentos con el fin de comprobar hasta qué punto puede llegar su efecto en las personas. En este artículo hablaremos acerca del conformismo social y por qué puede llegar a aparecer.

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¿Qué es el conformismo social?

El conformismo social podría definirse como el conjunto de cambios en el comportamiento que una persona experimenta como resultado de la presión o influencia de los demás. Esto puede hacer que varias personas con posturas inicialmente diferentes acaben por dirigirse hacia un punto común y normativo impuesto por el grupo social. Esta adherencia a la opinión predominante se puede producir incluso cuando la persona sigue internamente pensando de forma distinta.

El nivel de conformismo depende de muchas variables, entre las que se encuentran las características del grupo al que se pertenece, el género o la cultura. En general, se considera que existen tres tipos principales de conformismo social:

• Condescendencia: Este tipo de conformismo es el más superficial. Consiste en cumplir con la norma impuesta por el grupo aunque no estemos en absoluto de acuerdo con ella. De esta manera, la acción que se realiza no es congruente con las ideas que el individuo mantiene internamente.

• Obediencia: Este tipo de conformismo social se produce cuando la persona realiza la conducta que el grupo indica que debe hacer de forma explícita y directa. Es decir, aparece como consecuencia de una orden clara a la que la persona se limita a obedecer.

• Adhesión interior: En algunos casos, el conformismo nos lleva a experimentar un cambio profundo y real en nuestra manera de pensar. Es decir, interiorizamos aquello que el grupo nos ha transmitido. La persona acepta de forma genuina la norma general y actúa acorde a ella. A veces, la persona puede empezar por un tipo de conformismo condescendiente que acaba por convertirse en una adhesión real a la norma.

Experimentos acerca del conformismo social

Como venimos comentando, el conformismo social es un fenómeno que ha sido ampliamente estudiado en el campo de la psicología. Esto ha llevado al desarrollo de diversos experimentos muy conocidos. Uno de los más destacados fue el que realizó Solomon Asch en los años cincuenta. A pesar de su simplicidad, arrojó conclusiones más que interesantes acerca de esta cuestión.

El experimento de Solomon Asch

En este experimento, el investigador tomó a varios sujetos voluntarios a los que indicó que colaborarían en un ejercicio sobre juicio perceptivo. A continuación, sitúa a los participantes en una sala y les muestra una línea recta (X). Después, enseña otras tres líneas de comparación (A,B y C). El objetivo era el de preguntar a los sujetos cuál de esas tres líneas tiene idéntica longitud que X.

El ejercicio estaba diseñado para que la respuesta fuese obvia: La línea igual a X es la B. Sin embargo, el investigador dio la pauta a los primeros participantes cómplices para que indicasen que su respuesta era A. Esto hizo que los siguientes individuos se sintieran presionados a responder también A a pesar de no estar de acuerdo. Probablemente, los participantes comenzaron a dudar sobre si realmente la respuesta correcta era B como creían… ¿Cómo si no todos van a responder A?

Este sencillo pero curioso experimento permitió comprobar que la presión de grupo influye en nuestro juicio y decisiones. Cuando los sujetos elegían la respuesta sin esa presión, apenas aparecían errores porque la tarea era de muy baja dificultad. Sin embargo, en la condición grupal enseguida aparecían respuestas inadecuadas porque los sujetos se amoldaban a la opinión mayoritaria.

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El experimento de Stanley Milgram

Por otro lado, también tenemos que destacar los experimentos llevados a cabo por Stanley Milgram sobre el fenómeno de la obediencia a la autoridad. Todo comenzó cuando este psicólogo, ocupando un puesto en la Universidad de Yale, se propuso llevar a cabo un experimento para conocer hasta qué punto las personas eran capaces de acatar normas y órdenes aunque estas generen daño a los demás.

El evento que motivó al psicólogo a realizar este estudio fue la condena a muerte del nazi Adolf Eichmann por su implicación en el genocidio Nazi como ideólogo del plan sistemático para exterminar a la población judía durante el Tercer Reich. Durante el juicio al que fue sometido, Eichmann se defendió alegando que “solo cumplía órdenes”, asegurando que el Gobierno Nazi se había aprovechado de su obediencia. Milgram se planteó la posibilidad de que las palabras de Eichmann tuvieran parte de verdad, pudiendo así explicar su implicación en crímenes atroces contra la humanidad.

Para llevar a cabo el experimento, Milgram comenzó pegando carteles en paradas de autobús, donde ofrecía a los voluntarios que quisieran cuatro dólares por participar en un supuesto estudio sobre aprendizaje y memoria. El investigador aceptó personas de entre 20 y 50 años con perfiles de lo más variopintos.

La estructura del experimento requería tres figuras: el investigador, un “maestro” y un “alumno o aprendiz”. Aunque se elaboraba un sorteo para ver qué rol debe desempeñar cada voluntario (maestro o aprendiz), este se encontraba manipulado, de manera que el voluntario siempre era el maestro y el aprendiz un actor compinchado con el equipo de la investigación.

Durante el ensayo, el maestro se encuentra separado de su alumno por una pared de vidrio. El alumno se encuentra, además, atado a una silla eléctrica. El investigador indica al maestro que su labor es castigar con descargas eléctricas a su alumno cada vez que este se equivoque en la respuesta. Se aclara que las descargas pueden ser muy dolorosas, aunque no producen daños irreparables.

Lo que Milgram observó fue que más de la mitad de los maestros aplicó la máxima descarga a su aprendiz a pesar de las súplicas de éste. Aunque los maestros podían sentirse desconcertados, angustiados o incómodos, ninguno cesaba la administración de la descarga. El papel del investigador era el de insistir para que el maestro continuase en caso de duda (“Continúe, por favor”, “El experimento requiere que usted continúe”, “Debe continuar”...). Así, las presiones del investigador iban aumentando cada vez más. Aunque algunos se plantearon la utilidad del experimento o rechazaron el dinero, ninguno paró.

Lo que Milgram concluyó de este impactante experimento es que un tanto por ciento muy amplio de las personas simplemente se limitan a hacer lo que se les ordena, sin replantearse la acción en sí misma y sin sufrir algún tipo de peso en su conciencia, siempre y cuando perciban que la orden recibida procede de una autoridad legítima.

Este experimento constituyó todo un hito para la psicología, aunque por razones evidentes se cuestionó su ética y ha sido duramente criticado por ello. En la actualidad sería inviable ejecutar una investigación de estas características, y en aquel momento toda la comunidad científica quedó conmocionada por la manera de trabajar de Milgram. Aunque todo se encontraba amañado y los aprendices nunca recibieron descargas eléctricas reales, los sujetos que habían participado creyendo que el daño era real sufrieron efectos psicológicos negativos tras formar parte del experimento.

Lo cierto es que Milgram actuó creyendo que el fin justificaba los medios. Como psicólogo, buscaba conocer hasta qué punto las personas somos capaces de obedecer a la autoridad, incluso cuando las órdenes se oponen frontalmente a nuestros valores y principios más básicos. Por supuesto, la información que se obtuvo en esta investigación tuvo un enorme valor y es por ello que hoy sabemos mucho más acerca de la obediencia a la autoridad y la manera en la que los seres humanos nos comportamos en este tipo de escenarios.

¿Qué factores influyen en el conformismo?

El conformismo viene influido por diversos factores. Algunos de los más destacados son los siguientes:

• Interdependencia: El conformismo es mayor en esos grupos donde hay mayor control e interdependencia entre los miembros. Cuanto más estrechos son los lazos que les unen, hay mayor sentido colectivo y es más fácil que los individuos se plieguen a la opinión imperante.

• Cultura: El conformismo social es mucho más intenso en los países colectivistas, como es el caso de muchas regiones asiáticas. En estos casos, adherirse a la norma no se percibe como algo negativo, sino como una virtud asociada con el autocontrol y la tolerancia.

• Género: Los estudios parecen indicar que las mujeres son más propensas al conformismo social. Esto parece relacionarse con la educación y los elementos culturales, ya que en ellas se fomenta más la preocupación por los demás y por cuidar la armonía del grupo.

• Tipo de tarea: El conformismo social también se incrementa cuando la tarea a realizar es objetiva, es decir, sólo posee una resolución correcta. También aumenta a medida que la actividad se vuelve más difícil.

• Sentimiento de autoeficacia: Cuando el individuo se percibe a sí mismo como incompetente o menos capaz, es más fácil que se deje llevar por la presión del grupo donde se encuentra.

• Tipo de fuente: Cuando la opinión llega de otros miembros del grupo que constituyen fuentes fiables para la persona o similares a ella, es más fácil que se produzca conformismo social.