¿Para qué sirve la envidia? La ciencia nos da la respuesta

La envidia es una emoción con muy mala fama, aunque puede tener sentido y ser útil. Gestionarla en clave positiva es posible con algunas claves.

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Si hay una emoción rodeada de mala fama esa es la envidia. Ser envidioso es un defecto muy condenado en la sociedad, aunque lo cierto es que todos nosotros hemos podido sentirnos de esta forma en algún momento. Es por ello que la envidia es ocultada y tratada como un tabú, pues mostrarla a los demás nos convierte automáticamente en personas poco fiables y deseables.

Aunque a menudo se habla de la envidia como una emoción negativa, lo cierto es que esta puede ser funcional. A pesar de ser desagradable, muchas veces es necesaria y puede impulsarnos a mejorar y superarnos. En este artículo hablaremos acerca de qué es la envidia, qué función tiene y de qué manera puede ser gestionada.

¿Qué es la envidia? ¿Existe la envidia sana?

La envidia es una emoción que nos hace desear algo que tiene otra persona: su inteligencia, sus habilidades, su belleza, dinero, poder, etc. Al percibir que carecemos de ese “algo”, experimentamos un estado emocional intenso en el que se pueden entremezclar la tristeza, la rabia o la ira. En consecuencia, la persona siente que la situación es injusta porque no tiene lo que tanto le gustaría tener.

Añadido a esto, la envidia también conduce a un estado placentero si el sujeto envidiado sufre un evento negativo. Es decir, se disfruta cuando esa persona pierde esos atributos que nos hacen envidiarla, aunque eso no cambie la situación propia. Cabe señalar que la envidia no es igual a los conocidos celos, aunque muchas veces sean considerados sinónimos. Mientras que al estar celosos mostramos temor a perder algo que consideramos de nuestra posesión, en la envidia se siente malestar por carecer de algo que nunca se ha llegado a poseer.

Si bien la envidia suele considerarse en general una emoción indeseable, en la cultura popular también se habla en ocasiones de una “envidia sana”. En este sentido, cabe preguntarse si es posible que sentir envidia pueda tener una función útil. Podríamos decir que en cierta manera sí. Cuando envidiamos a alguien, esto puede impulsarnos a trabajar para mejorar en nuestros puntos débiles y conseguir esos atributos que el otro tiene. Así, aunque la envidia puede sacar lo peor de nosotros e incluso llevarnos a buscar el mal del otro, la realidad es que en algunos casos puede gestionarse en un sentido positivo y que sea impulso para mejorar.

La inclinación hacia uno u otro extremo suele depender de diversos aspectos. Normalmente, cuando sentimos que no seremos capaces de mejorar en aquello en lo que nos sentimos inferiores, tendemos a desarrollar una envidia negativa e improductiva. De la misma manera, creer que los logros del otro no son resultado de una situación justa puede llevarnos a sentir rabia y hostilidad y, por consiguiente, una envidia maligna. En general, hay algunos aspectos que nos pueden ayudar a discriminar la envidia sana de aquella de carácter negativo:

  • Cuando la envidia es un estímulo para crecer, mejorar y superarnos, se trata de una envidia saludable. En cambio, si lo que se envidia se convierte en un foco de odio que nos conduce a conductas destructivas o malignas, hablamos de una envidia claramente negativa.

  • Si nos percibimos a nosotros mismos como incapaces de superarnos o conseguir aquello que anhelamos, será más probable que la envidia se oriente en un sentido negativo, pues no vemos viable utilizarla para convertirnos en una versión mejor de nuestra persona.

  • Cuando aceptamos la envidia y reconocemos que estamos experimentando esta emoción, es más probable que se trate de un estado en clave positiva. Sin embargo, cuando negamos que nos sentimos envidiosos y reprimimos el malestar, es más probable que la envidia adopte una connotación negativa.

  • Si tenemos una visión sesgada de nuestras capacidades y creemos poseer atributos que en realidad no tenemos, ver esas características en otras personas puede vivirse como una amenaza y, por consiguiente, favorecer la envidia negativa. En cambio, si tenemos un autoconcepto ajustado a la realidad será más esperable que la envidia tenga un carácter más constructivo.

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5 pautas para gestionar la envidia

A continuación, vamos a comentar algunas claves que pueden ser de ayuda para gestionar mejor la envidia.

1. No mires la vida como una competición

Muchas personas que sienten envidia con frecuencia se caracterizan por vivir sus vidas como si de una competición se tratara. Es decir, compiten continuamente para lograr superar a otras personas. Si bien esto puede brindar satisfacción pasajera cuando se logra tener lo que se envidia del otro, enseguida aparecen otros focos de envidia, ya que siempre hay alguien mejor o superior a nosotros mismos.

Por ello, el individuo vive en un estado de continua frustración, pues destina todas sus energías a ganar la carrera a los demás en lugar de concentrarse en aquello que realmente le importa, le llena o le hace feliz. Muchas cosas que se envidian no son en absoluto sinónimo de felicidad para uno mismo, pero la inseguridad hace que se vea en el otro a un enemigo con el que competir. Por esta razón, es esencial vivir la vida poniendo el foco en uno mismo y en las propias necesidades, viendo a los demás como inspiración y no como una amenaza que nos incite a competir.

2. Orienta tu envidia hacia acciones efectivas

Como ya comentamos antes, la envidia es una emoción que puede ser útil y funcional siempre y cuando se gestione bien. Cuando envidiamos y deseamos lo que el otro tiene sin revisar qué podemos hacer para conseguirlo, es fácil entrar en una dinámica muy negativa. Envidiar sin depositar esfuerzos en posibles cambios sólo favorece la frustración y el malestar con uno mismo. Por ello, es importante que trates de canalizar la envidia que sientes en una dirección positiva, utilizándola como motivación para cambiar esos aspectos de ti con los que no te sientes conforme.

3. Revisa tus valores y ten espíritu crítico

Con bastante frecuencia, la envidia nos lleva a anhelar cosas más por influencia social que porque realmente esas cosas vayan a hacernos mejores o más felices. En este aspecto, es recomendable hacer una revisión de nuestros valores, identificar qué es lo que verdaderamente nos importa en la vida. ¿Tener el aspecto físico de esa persona nos haría más felices? ¿Poseer ese puesto de trabajo es nuestra vocación? ¿Realmente deseamos tener una relación de pareja?

Hacernos este tipo de preguntas nos ayudará a tomar distancia de nuestra envidia y mirar de manera más profunda en nuestro interior. Por un segundo, trata de ignorar las creencias que te han impuesto desde siempre (por ejemplo, que la riqueza y la belleza son sinónimo de felicidad) y determina qué es lo que te mueve más allá de todo eso.

4. Cultiva tu autoestima

La envidia encuentra su origen en la inseguridad. Cuando sentimos inseguridad y no confiamos en nuestras capacidades, es más probable que sintamos la necesidad de analizar aquello que los demás tienen y nosotros no, entrando así en la espiral de la competición por superar al resto. Trabajar en la relación con nosotros mismos es fundamental para aceptar nuestros defectos y virtudes, respetarnos y cuidarnos sin compararnos constantemente con los demás. Algunas formas de mejorar la autoestima implican hacer actividades agradables, establecer relaciones sociales satisfactorias, practicar la autocompasión, etc.

5. Acude a psicoterapia

Si sientes que continuamente experimentas envidia negativa hacia otras personas y esto te produce sufrimiento, no dudes en acudir a un profesional de salud mental. Contar con el acompañamiento de un psicólogo o psiquiatra puede ser útil para identificar las raíces de esta emoción, entender por qué aparece y cómo gestionarla. En psicoterapia es posible modificar posibles creencias irracionales, así como trabajar para hallar los valores que guían verdaderamente la propia vida. En definitiva, el apoyo profesional es clave para poder recuperar el bienestar y llevar una vida más plena.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de la envidia, qué función cumple y cómo es posible gestionarla. La envidia es una emoción que no goza de muy buena fama, pues alguien considerado “envidioso” es considerado poco confiable o deseable. Por ello, aunque todos sentimos envidia en ciertos momentos, tendemos a ocultarla por temor a ser juzgados.

Lo cierto es que la envidia es una emoción natural como cualquier otra. Si bien en algunos casos puede sacar lo peor de las personas y llevar a hacer daño a los demás, es posible gestionarla y orientarla en un sentido más constructivo. Envidiar a alguien puede ser un impulso para revisar qué aspectos podemos mejorar y actuar para conseguirlo.

En este sentido, puede ser de ayuda trabajar en nuestra autoestima, dejar de vivir en una competición constante por superar a los demás, revisar nuestros valores, tener espíritu crítico y, por qué no, acudir a terapia. La envidia en clave positiva nos incita siempre a crecer y mejorar, no busca dañar al otro sino que permite verlo como fuente de inspiración. Envidiar “sanamente” es posible siempre y cuando nos sintamos capaces de hacer cambios en nosotros y conseguir cosas, así como de aceptar que sentimos envidia de forma natural, sin reprimir o camuflar este sentimiento.

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