Acantosis Pigmentaria: causas, síntomas y tratamiento

La acantosis pigmentaria o nigricans es una enfermedad dermatológica que cursa con la aparición de zonas o manchas en la piel más oscuras y gruesas. Un análisis de las bases clínicas de este trastorno cutáneo.

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Con sus dos metros cuadrados de extensión, la piel es el órgano más grande y pesado del cuerpo humano. Y debe ser así, pues cumple con más funciones de las que a primera vista puede parecer. Con un espesor que oscila entre los 0,5 milímetros hasta 1 centímetro, la piel es una capa de células que recubre la práctica totalidad de nuestro organismo.

Es esencial para regular la temperatura, para aislarnos del exterior pero permitiendo una comunicación con este, para evitar que las sustancias químicas del medio nos dañen, para hacer posible que dispongamos de sentido del tacto y para protegernos del ataque de patógenos. Y todo ello es posible gracias a una gran complejidad morfológica y fisiológica.

El problema es que, como órgano que es, la piel es susceptible de enfermar. Y en este contexto, existen muchas enfermedades dermatológicas distintas: el acné, la psoriasis, la dermatitis atópica, la urticaria, el cáncer de piel, la hiperhidrosis… Todas ellas, ya sea por factores genéticos o adquiridos, pueden alterar la fisionomía de la piel y provocar daños más o menos graves en el cuerpo.

Pero en el artículo de hoy nos centraremos en una que, si bien es menos conocida, es muy relevante a nivel clínico. Estamos hablando de la acantosis pigmentaria, también conocida como acantosis nigricans. Una enfermedad que cursa con la aparición de manchas oscuras y gruesas en la piel. Y de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, indagaremos en sus causas, síntomas y tratamiento.

¿Qué es la acantosis pigmentaria o nigricans?

La acantosis pigmentaria o nigricans es una enfermedad dermatológica que cursa con la aparición de manchas o zonas oscuras y gruesas en la piel, con pliegues y surcos que suelen presentar cambios de color aterciopelados. Generalmente, este trastorno cutáneo se manifiesta en la piel del cuello, de la ingle y de las axilas.

En este sentido, se trata de una patología en la que el paciente muestra zonas de piel oscura, gruesa y aterciopelada en áreas flexibles y con pliegues del cuerpo. Este trastorno, si bien puede ser una manifestación de otra enfermedad de fondo (como ciertas enfermedades genéticas, desequilibrios hormonales, cáncer e ingesta de determinados medicamentos), puede afectar a personas sanas, especialmente aquellas que cumplen con los factores de riesgo.

A día de hoy sabemos que este trastorno es más común de lo que se pensaba, pues aunque no siempre sea con la severidad de sintomatología estándar, su incidencia puede llegar a situarse en el 7%. Además, estos síntomas aparecen de forma lenta y hay casos en los que la piel oscura y aterciopelada en los pliegues son difíciles de apreciar.

En la mayoría de casos en los que se puede encontrar la causa subyacente y tratarla, la acantosis pigmentaria puede desaparecer. Aun así, es importante tener en cuenta que debido a que esta patología solo afecta a la apariencia de la piel, no es necesario ningún tratamiento. Ahora bien, si tiene un impacto en la salud emocional de la persona, entonces pueden realizarse terapias para mejorar el aspecto cutáneo de esas zonas.

Pero esto no significa que no deba controlarse. Y es que como veremos a continuación, la acantosis pigmentaria es un importante factor de riesgo en el desarrollo de diabetes tipo 2, pues las personas con este trastorno dermatológico tienen muchas más probabilidades de sufrir esta enfermedad crónica y potencialmente mortal. Por ello, a continuación vamos a profundizar en sus causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento.

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Causas de la acantosis pigmentaria

La acantosis pigmentaria puede aparecer en personas perfectamente sanas, en cuyo caso el origen exacto del trastorno no está demasiado claro. De ahí que se sospeche que en pacientes sanos su aparición responda a una compleja interacción de factores genéticos y ambientales. Pero a pesar de este origen incierto en personas sanas, sabemos que la acantosis pigmentaria suele ser una manifestación de otra enfermedad o condición clínica subyacente.

En primer lugar, la acantosis pigmentaria se ha relacionado con ciertos trastornos genéticos, es decir, patologías que se desarrollan por disponer de ciertas mutaciones genéticas o cromosómicas (heredadas o no heredadas) que desencadenan una serie de síntomas. En el caso del síndrome de Alström y el síndrome de Down, la acantosis pigmentaria es una manifestación habitual ligada a la condición genética.

En segundo lugar, la acantosis pigmentaria se ha relacionado con desequilibrios hormonales ligados principalmente a la obesidad y a la diabetes. Y es que existe una clara asociación entre esta patología dermatológica y la resistencia a la insulina, la hormona producida por el páncreas que reduce los niveles de glucosa libre en sangre.

El hecho de que muchas personas con resistencia a la insulina manifiesten esta acantosis pigmentaria es lo que explica que, como veremos, este trastorno dermatológico sea un claro factor de riesgo para el desarrollo de diabetes tipo 2, pues las células se han vuelto resistentes a la insulina y esta ya no es capaz de movilizar el azúcar libre.

Siguiendo con estos desequilibrios hormonales, también se ha observado que la acantosis pigmentaria suele desarrollarse en personas con quistes ováricos, con hipotiroidismo (una glándula tiroides poco activa que no libera las cantidades suficientes de hormonas) y con trastornos en el funcionamiento de las glándulas suprarrenales.

En tercer lugar, la acantosis pigmentaria se ha relacionado también con cáncer, pero no de piel, sino de aquellos tumores malignos o linfomas que crecen en órganos internos. Así, el cáncer de estómago, de colon, de hígado, de riñón o de vejiga pueden producir, como síntoma, este trastorno cutáneo que estamos explorando.

Y en cuarto lugar, la acantosis pigmentaria también puede ser un efecto secundario adverso de la ingesta de determinados medicamentos tales como las píldoras anticonceptivas, la hormona del crecimiento, la niacina (en dosis altas), la prednisona u otros corticosteroides. Estos fármacos pueden derivar en el desarrollo de este trastorno cutáneo.

Del mismo modo, es importante tener en cuenta que, más allá de las causas directas, existen ciertos factores de riesgo que incrementan las probabilidades de que una persona (sana o con un trastorno de los que hemos mencionado) desarrolle esta patología. La obesidad, ser de piel oscura (de ahí que haya una marcada diferencia étnica en su incidencia) y tener antecedentes familiares de acantosis pigmentaria (pues la heredabilidad genética es importante) son los principales factores de riesgo para la acantosis pigmentaria.

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Síntomas

La acantosis pigmentaria cursa únicamente con cambios en la piel, no hay más sintomatología. Así, este trastorno cutáneo se manifiesta con la aparición de zonas o manchas más oscuras en la piel, en zonas con pliegues y arrugas del cuerpo, generalmente axilas, cuello (en la parte posterior) y la ingle.

En este contexto, el signo clínico de esta enfermedad es la presencia de zonas de piel oscura, gruesa y aterciopelada con cambios de color en los pliegues y arrugas del organismo. Por regla general, estas alteraciones cutáneas no tienen una aparición súbita, sino que van desarrollándose de forma lenta y empeorando paulatinamente.

En algunos casos, la zona de la piel afectada con estas manifestaciones anómalas puede picar e incluso oler, pero no es habitual. También es posible que estas zonas aparezcan en las zonas de las articulaciones de dedos de manos u pues, palmas de las manos, plantas de los pies, labios u otras zonas del cuerpo, pero esto es más común en pacientes con cáncer. Generalmente, se limitan al cuello, axilas e ingle.

Pero que no ocasione síntomas más allá de este impacto visual no significa que no deba controlarse la salud de un paciente de acantosis pigmentaria. Y es que sufrir este trastorno cutáneo aumenta mucho el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, especialmente cuando la causa subyacente a la acantosis es la resistencia a la insulina que hemos comentado.

La única (pero grave) complicación de la acantosis pigmentaria es sufrir diabetes, una enfermedad crónica y potencialmente mortal que se desarrolla cuando las células del cuerpo se vuelven resistentes a la acción de la insulina. Pese a que el páncreas la produce de forma normal (a diferencia de lo que sucede en la diabetes tipo 1, de origen genético), esta no es capaz de movilizar la glucosa y retirarla de la circulación sanguínea.

En cuanto se desarrolla esta diabetes, ya no hay forma de curarla. Y habrá que seguir un tratamiento de por vida (sin él, la diabetes es mortal) que consiste en, además de controlar exhaustivamente el azúcar que se consume, realizar inyecciones de insulina a las dosis justas y recetar medicamentos que controlen la sintomatología de la enfermedad. Por ello y por este riesgo, es esencial diagnosticar correctamente la acantosis pigmentaria.

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Diagnóstico y tratamiento

La acantosis pigmentaria se diagnostica a través de un examen de la piel, pues sus síntomas son muy claros. En algunos casos (pocos), para conocer la causa subyacente puede realizarse una biopsia extrayendo una pequeña muestra de piel para su análisis en laboratorio. Y si así tampoco se detecta el origen, pueden realizarse análisis de sangre o radiografías para encontrar la causa de fondo.

Muchas veces, teniendo en cuenta que más allá de las alteraciones visibles no hay mayores daños, la acantosis no debe tratarse, más allá de, en caso que sea debida a una enfermedad grave, tratar esta patología de fondo. Pero por sí misma, la acantosis pigmentaria muchas veces no requiere de tratamiento, excepto los controles por el riesgo de diabetes tipo 2.

Ahora bien, si el impacto visual merma la salud emocional de la persona, puede abordarse bajando de peso (si se debe a la obesidad), suspendiendo la administración de medicamentos (si es un efecto adverso a un fármaco) o aplicando cremas o ungüentos que ablandan las zonas afectadas y/o aclaran la piel.

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