Las 10 enfermedades causadas por hongos más comunes (causas y síntomas)

Los hongos también pueden comportarse como patógenos y colonizar algún tejido u órgano de nuestro cuerpo, haciéndonos enfermar. Las infecciones fúngicas tienen unas características únicas.

Enfermedades fúngicas

Cuando pensamos en enfermedades infecciosas, seguramente lo primero que se nos viene a la cabeza son las bacterias y los virus. Y es comprensible, pues estos son los patógenos responsables de las infecciones con más incidencia, más contagiosas y/o más graves, desde la gripe hasta la neumonía, pasando por la tuberculosis, el herpes, las caries, la gastroenteritis, la conjuntivitis, la varicela, el ébola, el COVID-19, etc.

Sin embargo, nos estamos olvidando de un grupo de patógenos que, pese a que no sean los que nos vienen primero a la cabeza, siguen siendo tremendamente importantes. En efecto, estamos hablando de los hongos.

Estos seres vivos no destacan por ser patógenos. De hecho, ya no solo es que la mayoría de especies sean inofensivas, sino que muchas de ellas son beneficiosas para los humanos, tanto por su uso en la industria (fabricación de cerveza, quesos, levadura…) como por su papel en nuestro microbioma.

Sin embargo, determinadas especies (y en condiciones determinadas) sí que son capaces de comportarse como patógenos, infectarnos y hacernos enfermar. En el artículo de hoy, pues, analizaremos las causas, síntomas y tratamiento de las enfermedades fúngicas más frecuentes.

¿Qué es una enfermedad fúngica?

Las enfermedades fúngicas, también conocidas como infecciones micóticas, son todas aquellas alteraciones en nuestra fisiología y/o anatomía provocadas por la colonización de alguno de nuestros órganos o tejidos por parte de una especie patógena de hongo. En otras palabras, cuando un hongo infecta nuestro organismo y provoca síntomas, estamos ante una enfermedad fúngica.

Pero, ¿qué son exactamente los hongos? ¿En qué se diferencian de las bacterias y los virus? Los hongos son, a grandes rasgos, un grupo increíblemente diverso de organismos distintos a los animales, las plantas y los virus. Conforman un grupo independiente dentro de los seres vivos.

Los hongos son organismos unicelulares o pluricelulares (como las setas), aunque los que se comportan como patógenos son unicelulares. En este sentido, los hongos patógenos son células fúngicas, las cuales están a medio camino entre las animales y las vegetales.

Disponen de una pared celular similar a la de las plantas, pero no realizan la fotosíntesis, sino que se alimentan a través de la absorción de alimentos, de forma similar a los animales. De todos modos, su reproducción es distinta a la de animales y plantas, pues se reproducen mediante la producción de esporas.

Además, mientras que las bacterias que nos infectan tienen un tamaño máximo de 2 micrómetros (los virus son mucho más pequeños), las células fúngicas miden entre 4 y 50 micrómetros. Esto, junto con su forma de crecer, hace que no suelen infectar tejidos y órganos de forma interna, sino que suelan hacerlo externamente.

Cuando consiguen colonizar nuestro organismo, dan lugar a enfermedades que, pese a que normalmente no son graves (aunque cuando colonizan tejidos y órganos internos como los pulmones, la sangre o el cerebro, sí que son extremadamente graves) y pueden tratarse fácilmente con productos y medicamentos antifúngicos, causan molestias y son muy contagiosas (la mayoría).

Ahora bien, antes de entrar a analizar las enfermedades causadas por hongos, es importante recalcar que de las 100.000 especies de hongos conocidas, solo el 0,1%, es decir, 100 especies, son patógenas para el ser humano.

¿Cuáles son las enfermedades fúngicas más frecuentes?

Como venimos diciendo, los hongos suelen infectar tejidos y órganos externos, siendo la piel la más susceptible de ser colonizada por especies fúngicas patógenas. Normalmente, estas enfermedades dermatológicas no son graves, pero sí que hay veces, especialmente en países subdesarrollados, que estas pueden derivar en verdaderas deformidades.

Sin embargo, en el artículo de hoy queremos hacer un repaso de las más comunes, así que solo nos quedaremos con las que tienen una mayor incidencia.

1. Candidiasis oral

La candidiasis oral es una infección fúngica de la boca por parte de Candida albicans, un hongo que habita de forma natural nuestra cavidad oral (forma parte de la flora bucal) pero que, en determinadas situaciones (debilitación del sistema inmune, mala higiene bucal, consumo de antibióticos o diabetes) que llevan a una alteración de las poblaciones bacterianas del microbioma, puede crecer en exceso y empezar a comportarse como un patógeno.

Cuando esto ocurre, esta especie de hongo provoca lo que se conoce como candidiasis, que provoca la aparición de manchas blancas en la cavidad bucal (especialmente la lengua), pérdida del sentido del gusto, molestias al tragar, sangrado durante el cepillado, enrojecimiento, etc. De todos modos, no suele acarrear graves complicaciones y tiende a resolverse por sí sola en cuanto se reajusta el microbioma bucal, aunque en caso de que sea necesario, los antifúngicos son útiles para el tratamiento.

Candidiasis oral

2. Candidiasis vaginal

La candidiasis vaginal es una enfermedad fúngica que afecta a 3 de cada 4 mujeres en algún momento de su vida. Y, a pesar de lo que se puede escuchar, no se trata de una enfermedad de transmisión sexual. Al igual que sucedía antes, está causada por un crecimiento desmedido de Candida albicans, que también forma parte de la flora vaginal.

Por las mismas causas que la anterior (añadiendo el consumo de anticonceptivos hormonales y el embarazo), este hongo puede comportarse como patógeno y provocar picor e irritación en la vagina, enrojecimiento de la vulva, ardor al orinar o tener relaciones sexuales, secreciones vaginales espesas y blancas o muy acuosas, sarpullido… No suele acarrear complicaciones, aunque si los síntomas empeoran y/o se alargan demasiado, quizás haya que tomar antifúngicos.

3. Pies de atleta

Los pies de atleta, conocidos de forma más técnica como Tinea pedis, son seguramente la enfermedad fúngica más común del mundo. Consiste en una infección, por parte de distintas especies de hongos, de la epidermis de los pies, especialmente la piel que forma pliegues entre los dedos.

Estos hongos patógenos se alimentan de la queratina de la piel, una proteína estructural presente en la epidermis, cabello y uñas. Debido a este ataque a la estructura de la piel, a la liberación de sustancias químicas y a la propia acción del sistema inmune, la colonización epidérmica cursa con ardor, enrojecimiento, picor y descamación de la piel.

Es fácilmente prevenible no caminando descalzo por sitios húmedos (especialmente en verano), pero se puede tratar sin necesidad de ir al médico y simplemente acudiendo a una farmacia para comprar una crema antifúngica.

Pies atleta

4. Dermatofitosis

La dermatofitosis, conocida popularmente como tiña, más que una sola enfermedad, es un conjunto de infecciones causadas por diferentes especies de hongos (unas 40 distintas) que comparten la característica de ser dermatofitos, es decir, que se alimentan de la queratina de la piel, cabello o uñas.

Se trata de un conjunto de enfermedades contagiosas que pueden desarrollarse en distintas partes del cuerpo y, dependiendo de dónde lo haga, recibirá un nombre u otro. En este sentido, tenemos la tiña de los pies (en efecto, los pies de atleta), la tiña inguinal (en la ingle), la tiña corporal (en cualquier región del cuerpo), la tiña del cuero cabelludo (puede provocar la caída del pelo), la tiña de la barba, la tiña de las uñas, etc.

Sea como sea, aunque a veces pueden provocar grandes molestias e incluso acarrear complicaciones, al ser una infección de las capas externas de la piel, el tratamiento es sencillo. Basta con aplicar cremas antifúngicas (no hay que tomar nada) sobre el lugar de la infección.

5. Pitiriasis versicolor

La pitiriasis versicolor es un tipo de dermatofitosis en el sentido que consiste en un hongo que coloniza la epidermis de distintas partes del cuerpo, especialmente espalda y hombros, aunque tiene una característica diferencial e importante: provoca la decoloración de la piel.

A pesar de no ser contagiosa ni dolorosa ni molesta como las tiñas, sí que puede comprometer la calidad de vida, pues en esta infección (frecuente en niños y adolescentes), el hongo altera la síntesis de melanina, el pigmento natural de la piel.

Esto provoca que se formen manchas con una coloración más clara o más oscura que la piel que la rodea. Además de provocar angustia por el impacto a nivel estético, el tratamiento, a pesar de ser efectivo para eliminar el hongo, no resuelve rápidamente el problema. Las manchas pueden seguir ahí durante meses.

Pitiriasis versicolor

6. Onicomicosis

La onicomicosis es una enfermedad fúngica en la que distintas especies de hongos patógenos consiguen colonizar las uñas. Dependiendo del hongo causante, la infección puede ocurrir en distintas regiones de la uña y tener una gravedad diferente. De hecho, algunas onicomicosis (las más raras) pueden incluso provocar la pérdida de la uña, aunque esto solo suele suceder en personas con el sistema inmune debilitado.

Por regla general, las onicomicosis, más allá de las molestias de picazón y el impacto a nivel estético (a veces estimulan una síntesis desmesurada de queratina, por lo que la uña puede crecer de formas extrañas), no suelen acarrear complicaciones, aunque sí que es peligroso en el sentido que, si nos mordemos las uñas o nos rascamos, podemos expandir la infección a otras partes del cuerpo. El tratamiento es más difícil porque los hongos pueden crecer en zonas de difícil acceso.

7. Balanitis fúngica

La balanitis fúngica es una infección exclusiva de los hombres, pues consiste en una inflamación del glande (puede extenderse al prepucio) debido a la colonización del mismo por parte de un hongo patógeno. La balanitis no siempre tiene un origen infeccioso, pero cuando lo tiene, el hongo Candida albicans está detrás de cerca del 40%.

Además de con inflamación, la balanitis fúngica cursa con irritación y la aparición de manchas rojas en el glande. Igual que sucedía con las otras candidiasis, su aparición se puede deber a la toma de antibióticos, la debilitación del sistema inmune y la diabetes, pero lo cierto es que los factores de riesgo más importantes son no estar circuncidado, tener una mala higiene íntima y tener sobrepeso. Sea como sea, el tratamiento con antifúngicos es sencillo y efectivo.

8. Esporotricosis

La esporotricosis es una enfermedad fúngica que, a diferencia de las anteriores, puede poner en peligro la vida del afectado. Está causada por un hongo que coloniza capas más profundas de la piel y desarrolla una patología más intensa, provocando la aparición de pústulas en el sitio de la infección, especialmente extremidades y rostro.

Además de la evidente afectación a la calidad de vida, hay riesgo de que el hongo atraviese la piel, pase a la sangre y disemine a otros órganos vitales, como por ejemplo los pulmones. Y en este caso, la infección fúngica es muy peligrosa. Por ello, el tratamiento precoz con antifúngicos es muy importante.

9. Aspergilosis

La aspergilosis es una enfermedad fúngica causada por el hongo Aspergillus fumigatus, el cual es capaz de entrar a nuestro cuerpo a través del aparato respiratorio (por inhalación de esporas) y llegar a nuestros pulmones, donde empieza a crecer y a colonizarlo.

Cuando esto sucede, se observa falta de aire, expulsión de esputo con sangre (por las lesiones en los tejidos pulmonares), fiebre elevada, pérdida de peso, tos, dificultades respiratorias, etc. Esta neumonía pone en peligro la vida, por lo que hay que tratarla rápidamente con antifúngicos potentes.

Cabe destacar, sin embargo, que este hongo se encuentra de forma natural en el ambiente, incluso dentro de las casas. Por ello, la infección solo suele suceder en personas con sistemas inmunes debilitados o con enfermedades respiratorias. En población sana, es extremadamente raro que se desarrolle esta enfermedad.

10. Histoplasmosis

La histoplasmosis es una enfermedad fúngica que se desarrolla tras la inhalación de esporas del hongo Histoplasma capsulatum, las cuales se encuentran en las heces de pájaros y murciélagos. De todos modos, su incidencia se reduce a regiones concretas de Estados Unidos, Asia, África, América del Sur, etc, pero no está en todo el mundo.

La infección es casi siempre asintomática, aunque en recién nacidos y personas inmunodeprimidas, aparecen síntomas como fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular, debilidad y fatiga, escalofríos… En casos excepcionales puede poner en peligro la vida, así que el tratamiento con antifúngicos es esencial.

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