Los 4 tipos de espasmos (y su relevancia clínica)

Los espasmos se producen generalmente por una actividad física prolongada, pero existen muchas otras causas que los pueden propiciar. Una descripción de su naturaleza.

Tipos espasmos

El cuerpo humano es una verdadera obra de ingeniería, pues está compuesto (entre otras muchas cosas) por unos 650 músculos, que constituyen aproximadamente la mitad del peso de un individuo adulto. Solo en la cara tenemos unas 60 estructuras musculares, de las cuales usamos más o menos 40 para fruncir el ceño.

Utilizamos los músculos en prácticamente cualquier proceso vital pues, al estar anclados al sistema óseo, nos permiten movernos de forma articulada gracias a las señales nerviosas que indica nuestro cerebro según el contexto ambiental y las necesidades fisiológicas. Aun así, hay veces en las que esta perfecta maquinaria falla: estamos hablando de los espasmos musculares.

Como es natural y, poniéndonos técnicos, podríamos describir un tipo de espasmo para cada músculo del cuerpo que se pueda contraer de forma sostenida e involuntaria a la hora de cubrir esta temática. Como esto sería inabarcable, hemos optado por reunir algunos de los tipos de espasmos clínicamente más significativos. Si quieres conocer los tipos de espasmos más importantes desde un punto de vista médico, continúa leyendo.

¿Qué es un espasmo?

Según el Instituto Nacional del Cáncer (NIH), un espasmo se define como una contracción súbita de un músculo o grupo de músculos. Los músculos se componen de fibras, tejidos y nervios. Cuando se estimula o se daña uno de estos nervios, este puede llegar a provocar una contracción involuntaria del tejido muscular al que se encuentra asociado. A continuación, te dividimos algunos fenómenos espasmódicos según su relevancia médica en 4 bloques principales.

1. Espasmos musculares

En general, se conocen como espasmos musculares a aquellos a los que todos estamos acostumbrados: el típico tirón de pierna tras hacer ejercicio. De forma usual, se distinguen dos tipos principales de ellos según una clasificación muy básica:

  • Durante el esfuerzo: el espasmo se produce por acumulación de desechos metabólicos dentro de la fibra muscular.
  • Después del esfuerzo: los espasmos ocurren por el estiramiento de la fibra muscular o por el trabajo excesivo que se realizó durante el esfuerzo.

En la mayoría de casos no asociados a patologías subyacentes, los espasmos suceden después de un ejercicio intenso y con gran actividad muscular. Se cree que esto se debe a una acumulación de ácido láctico en el tejido muscular: para que te hagas una idea, en condiciones de reposo el valor de lactato en sangre es de 2 mmol por litro. En momentos de actividad física, este valor aumenta hasta 12 mmol/L.

En momentos en los que no se está realizando esfuerzo, la glucosa utilizada como medio de energía celular es oxidada por el oxígeno que respiramos y, por su parte, esta fórmula química produce sustancias como el anhídrido carbónico y la energía necesaria para mantener las funciones celulares. Cuando hacemos ejercicio es posible que no haya suficiente oxígeno disponible para algunas células de ciertos músculos de nuestro cuerpo, razón por la cual la glucosa se transforma en ácido láctico. Se cree que mediante este mecanismo se podrían explicar los espasmos musculares asociados al ejercicio.

Aun así, existen otras muchas causas que pueden llegar a producir episodios de contracción involuntaria más allá del ejercicio. Entre ellas, encontramos las siguientes:

  • Estrés y ansiedad.
  • Cafeína, estimulantes y ciertas carencias alimenticias.
  • Tabaquismo
  • Irritación de los párpados o de la superficie del ojo (en el caso de los espasmos de los músculos oculares).
  • Reacción a ciertos fármacos, como pueden ser los corticosteroides o los tratamientos basados en estrógeno, una hormona sexual.

Por otro lado (y de forma mucho menos común), los espasmos musculares pueden producirse por eventos mucho más graves. Entre ellos encontramos patologías musculares vinculadas al sistema nervioso y otras, como pueden ser la distrofia muscular de Duchenne, la atrofia muscular espinal, el síndrome de Isaac y diversas enfermedades raras.

Espasmo muscular

2. Espasmos esofágicos

Los espasmos esofágicos son contracciones dolorosas que se producen dentro del tubo muscular que conecta la boca y el estómago (el esófago). En general, estos aparecen como un dolor repentino y agudo en el pecho que se prolonga de horas a minutos, pero remiten por sí solos sin necesidad de ningún tratamiento.

Podemos describir dos tipos de espasmos esofágicos según su periodicidad:

  • Contracciones ocasionales / espasmos esofágicos difusos: estos pueden ser dolorosos y generalmente vienen acompañados por la regurgitación del alimento.
  • Contracciones dolorosamente fuertes / esófago en cascanueces: aunque son más dolorosas que las anteriores, no suelen provocar la regurgitación de la comida.

Las causas de los espasmos esofágicos no están nada claras, pero fisiológicamente se manifiestan con una descoordinación nerviosa a la hora de mover la comida hacia el estómago. Estos eventos suelen vincularse con un funcionamiento anormal de los nervios que controlan los músculos encargados de tragar, hecho que puede estar asociado a cuadros de ansiedad y depresión, una presión arterial alta o el consumo de comidas a temperaturas extremas.

Espasmo esofágico

3. Espasmo hemifacial

El espasmo hemifacial, como su propio nombre indica, consiste en una contracción involuntaria e indolora en un lado de la cara debida a una disfunción del séptimo par craneal (nervio facial) o del área cerebral que los controla. Estas contracciones suelen ocurrir de forma ocasional en un principio, pero cada vez se hacen más asiduas si no se recurre a un tratamiento.

En general, estos eventos espasmódicos surgen a causa de una arteria en posición anómala o un bucle en una arteria que ejerce presión sobre el conducto nervioso encargado de controlar los músculos afectados. Entre los síntomas más comunes, encontramos los siguientes:

  • Las contracciones suceden en un lado de la cara. A menudo comienzan en el párpado y se extienden hacia otras zonas, como son la boca y la mejilla.
  • El espasmo hemifacial es indoloro, pero puede generar malestar en el paciente a nivel estético, con los efectos que esto conlleva a nivel emocional.
  • Estos espasmos comienzan de forma esporádica, pero cada vez se hacen más asiduos.

El tratamiento que se suele aplicar en estos casos es la toxina botulínica (botox), que paraliza los músculos afectados. Se trata de una solución transitoria pero relativamente eficaz. Si los espasmos no paran o si el tratamiento farmacológico muestra un éxito reducido, se tiene que recurrir a la realización de ciertas intervenciones quirúrgicas en el paciente.

Espasmo hemifacial

4. Espasmo infantil

El espasmo infantil (EI), aunque no lo parezca, es una entidad clínica por sí mismo. Se caracteriza por la aparición de una serie de convulsiones que hacen que los músculos de las piernas y los brazos del infante se vuelvan rígidos, obligándole a inclinar la cabeza hacia delante. La mayoría de los niños que lo padecen tienen entre 3 y 7 meses de edad.

Por desgracia, este cuadro clínico suele responder a patologías bastante más graves que las citadas anteriormente. Entre sus causas, podemos encontrar ciertos problemas metabólicos, un desarrollo anormal del cerebro, trastornos genéticos (como el síndrome de Down) o dificultades extremas durante el parto y los primeros meses de vida del bebé. Además, el diagnóstico es muy difícil: en 4 de cada 10 niños con EI nunca se llega a encontrar una causa subyacente clara.

El objetivo en estos casos es tratar de evitar la aparición de espasmos en el infante mediante el control de las ondas cerebrales que las causan. Medicamentos esteroides como la prednisona han demostrado ser bastante efectivos para ello. Aun así, los espasmos en niños con EI suelen cesar por sí solos antes de los 5 años, sin importar cómo se traten. Por desgracia, 6 de cada 10 niños con este cuadro clínico presentarán más eventos convulsivos a lo largo de sus vidas.

Espasmo infantil

Resumen

Como habrás podido leer a lo largo de estas líneas, abordar el mundo de los espasmos es bastante complejo, ya que existirán casi tantos como los músculos capaces de contraerse de forma involuntaria. Te hemos presentado los 4 que más importancia clínica tienen, ya sea por su distribución global o porque constituyen una entidad clínica en sí mismos (como es el caso de EI).

En la mayoría de las ocasiones, un espasmo se produce por el esfuerzo muscular realizado durante un largo periodo de ejercicio. Aun así, si este tipo de contracciones se hacen demasiado prevalentes o no responden a la actividad física, acude al médico: puede tratarse de un signo clínico representante de una patología subyacente.

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