Parálisis del sueño: qué es, causas, síntomas y tratamiento

Esta experiencia no suele tener mayores complicaciones, pero a menudo es vivida con gran angustia.

Parálisis del sueño

El sueño es una experiencia universal. Como fenómeno ha sido siempre objeto de interés por parte del ser humano, desde el sustrato más primitivo de su historia hasta la modernidad.

A lo largo del tiempo ha sido considerado un confidente del destino y una puerta hacia el inconsciente, pero también un simple artificio de la mente en el proceso de recuperación que se asocia al dormir.

Los sueños han decidido estrategias militares, han atribuido el báculo del poder, han aconsejado a grandes reyes y han generado fascinación. En los tiempos actuales, pese a los avances de la ciencia, aún seguimos explorando cuál es su función.

En este artículo abordaremos un trastorno del sueño particularmente misterioso por la forma en la que se presenta, trazando su sintomatología principal y algunos de los correlatos fisiológicos conocidos.

Qué es la parálisis del sueño

A grandes rasgos, la parálisis del sueño se entiende como una parasomnia en la que se aprecia inmovilidad total de la musculatura voluntaria en el momento del despertar. Se preservaría solo el movimiento ocular y la funcionalidad de los músculos intercostales que permiten la respiración, mientras que se activaría la conciencia y la atención hacia el entorno.

Concurre con frecuencia junto a otras sensaciones físicas, como presión en el pecho y disnea (dificultad respiratoria).

La parálisis del cuerpo es el resultado de la atonía muscular propia del sueño REM, la cual impide que reproduzcamos los movimientos sugeridos por el contenido de la ensoñación. Este bloqueo de la motricidad tiene sentido en este contexto particular, pero debe diluirse en el momento en el que la persona accede a la fase de vigilia.

En quienes padecen parálisis del sueño este proceso de transición puede fallar, de modo que se mantenga la atonía en el momento en que despiertan. Esta yuxtaposición, que puede ocurrir en personas sin patologías mentales, es el elemento descriptivo esencial de la parálisis del sueño. No obstante, no es el único. Junto a este fenómeno suelen concurrir experiencias alucinatorias (hasta el 75% de las personas las describen), sobre todo de tipo auditivo y visual, vinculadas a emociones intensas de miedo. Estas percepciones son el resultado de la laxitud para reconocer qué es real y qué es un contenido mental gestado por el individuo (metacognición).

Hombre con parálisis del sueño

Es necesario considerar que la parálisis del sueño es transitoria para la gran mayoría de afectados, y que en general resulta benigna. A pesar de ello, un porcentaje nada desdeñable la mantienen durante años, e incluso llegan a reconocer señales sugerentes de su aparición inminente (sensación eléctrica o chasquido que recorre la espalda, y que se ve sucedido inmediatamente por el episodio).

La mayoría de quienes están afectados por ella reconocen algún antecedente familiar, lo que sugiere un posible componente genético subyacente. Además, su incidencia aumenta en los periodos vitales de acusada tensión emocional, por lo que de algún modo se asocia a la ansiedad y el estrés percibido. En el caso de que estas parálisis convivan junto a somnolencia diurna y accesos irresistibles del sueño es imprescindible consultar con un especialista, pues podrían ser parte de la triada de la narcolepsia y requerir de atención independiente.

Existen tres fenómenos característicos de la parálisis del sueño, y que procedemos a describir en mayor detalle. Se trata de la sensación de presencia, el íncubus y las experiencias anómalas.

1. Sensación de presencia

La sensación de presencia es uno de los síntomas más perturbadores de la parálisis del sueño, junto a la inmovilidad física. En este supuesto, la persona se despierta intuyendo que está acompañada por alguien más. En ocasiones se trata de una figura identificable en el campo visual, mientras que otras veces parece una entidad cuya definición es esquiva pero que se siente como amenazante. En todo caso, es una percepción retroalimentada por un estado emocional de terror.

Quienes experimentan esta sensación sin la presencia de alucinaciones, tienden a referir que algún ser hostil se agazapa más allá del alcance de su vista, siendo infructuoso todo esfuerzo por mover la cabeza lo suficiente para identificarlo. En este caso el pánico se ve exacerbado por una creciente incertidumbre, así como por una sensación de indefensión respecto al peligro difuso que se inmiscuye en la intimidad de la habitación.

En cuanto a las alucinaciones, destacan tanto las visuales como las auditivas y táctiles. En las primeras llegan a advertirse figuras que se adentran en el espacio circundante e interactúan con las dimensiones físicas de la habitación (sin generar cambios objetivos sobre ellas), luciendo siluetas oscuras y antropomorfas. En otros casos se producen visiones de cariz caleidoscópico y geométrico, que aúnan colores y formas que estimulan esta modalidad sensorial.

En el caso de las percepciones auditivas, se distinguen tanto voces humanas como sonidos de posible procedencia animal o artificial. Se identifican como cercanos en el espacio, por lo que aumenta la sensación de amenaza. En el caso particular de la voz aparentemente humana, esta puede contener un mensaje claro y directo hacia la persona que padece la parálisis, o erigirse como una conversación entre un grupo de individuos. En otros casos el mensaje es absolutamente ininteligible.

En cuanto a las sensaciones táctiles, lo más común es la impresión de ser tocado o acariciado en cualquier parte del cuerpo, así como la sensación de que las sábanas (u otros elementos con los que se está en contacto directo desde la misma cama) se mueven sin que aparentemente nadie pueda estar provocándolo. Las sensaciones gustativas u olfativas, como olores o sabores desagradables, son mucho menos comunes en términos de frecuencia.

La mayor parte de las personas que experimentan estas alucinaciones lo hacen en su modalidad compleja, esto es, mezclándose las distintas sensaciones en una experiencia perceptual holística. Tal fenómeno contribuye a explicar, desde la perspectiva de la ciencia y la razón, el misterio de los visitantes de dormitorio (que originalmente se atribuyeron a interacciones con seres de otros planetas o dimensiones, como ángeles o demonios).

2. Incubus

El incubus alude a una figura fantástica cuyas raíces se hunden en la Europa de la edad media, y que describe un ser demoníaco que se deposita sobre el pecho de la persona que duerme. El súcubo sería su versión femenina. La tradición clásica relata que estas figuras ominosas perseguirían la intención de mantener relaciones sexuales y engendrar un hijo cuya estirpe pudiera propagar el mundo sombrío del que provienen.

Esta fantasía se aplicaría como metáfora para explicar la sensación de opresión en el pecho que se vive durante la parálisis del sueño, la cual contribuye a la dificultad respiratoria (disnea) y a la percepción de que se está sufriendo algún problema de salud importante (ataque cardíaco). En todo caso, aumenta la sensación de miedo que pueda desprenderse del momento, incluyendo pensamientos sobre la propia muerte.

3. Experiencias anómalas

Las experiencias anómalas aluden a sensaciones del propio cuerpo que no pueden ser explicadas por mecanismos fisiológicos convencionales, y que evidencian una alteración del estado general de conciencia. Incluyen cambios de la percepción cinestésica (movimiento del cuerpo) y cenestésica (órganos internos y posición en el espacio), pero también una sucesión de perturbaciones vestíbulo-motoras (sensaciones de flotación o elevación, así como percepción de que el “alma” sale del cuerpo).

En esta categoría se encuentran también las autoscopias (visión del propio cuerpo sobre la cama) y las alucinaciones extracampinas (capacidad para ver lo que se encuentra detrás de la propia cabeza o más allá de cualquier otro obstáculo que impediría su percepción). Todos estos fenómenos pueden explicar experiencias de naturaleza universal, como los viajes astrales, que han sido descritos en casi toda civilización humana desde el albor de los tiempos.

¿Qué ocurre en nuestro cerebro durante una parálisis del sueño?

Se desconoce mucho de lo que pasa en nuestro sistema nervioso central cuando se desencadena una parálisis del sueño. No obstante, trataremos de hacer un esbozo general sobre lo que se conoce hasta hoy.

Muchos estudios sugieren, como factor común, una hiperactivación de la amígdala y la corteza prefrontal medial mientras tienen lugar las parálisis del sueño. Estas dos estructuras implicarían tanto a la conciencia sobre el episodio como a la activación de la emoción de miedo, dos de las características básicas del fenómeno. También existe amplio consenso relativo a la hiperactivación del lóbulo parietal derecho en el contexto de las alucinaciones de tipo intruso.

Las experiencias anómalas, como las sensaciones extracorpóreas o de flotación, se explicarían por una hiperactividad de la unión temporo-parietal (región del cerebro limítrofe entre los lóbulos homónimos). Otros estudios sugieren que, en lo relativo a la función cerebral, se advierte una presencia acentuada de ondas alfa que se entremezclan con las propias del sueño REM.

En cuanto a la propia parálisis, se han descrito alteraciones en el mecanismo que controla la atonía, debidas a una supresión en la excitabilidad de la motoneurona superior. La permanencia de inmovilidad (evidenciada por EMG) sería resultado de que se mantuvieran sus mecanismos fisiológicos básicos mientras se produce excitación de la corteza frontal y se accede a la vigilia. Así, se produciría una combinación del sueño y del despertar, que se atropellarían en el escenario de la experiencia.

Las investigaciones más recientes también apuntan a la contribución de las neuronas espejo en la sensación de estar acompañado por una presencia intrusa, aunque estas hipótesis todavía son tentativas y requerirán de mayores evidencias en el futuro.

Referencias bibliográficas

  • Denis, D., French, C. y Gregory, A. (2018). A systematic review of variables associated with sleep paralysis. Sleep Medicine Reviews, 38, 141-157.
  • Jalal B. (2018). The neuropharmacology of sleep paralysis hallucinations: serotonin 2A activation and a novel therapeutic drug. Psychopharmacology, 235(11), 3083–91.
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