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La temperatura media de la Tierra se ha incrementado en 1 °C desde que en el siglo XVIII empezara la era industrial. Puede parecer poco, pero ese simple grado de diferencia ya representa un calentamiento global que, impulsado en un 95% directamente por las actividades humanas, ha hecho que vivamos sumidos en un cambio climático que ha tenido, tiene y tendrá efectos devastadores en el planeta.
Son muchas las consecuencias negativas que este suceso acarrea, como por ejemplo el aumento del nivel del mar, la extinción de especies, la acidificación de los océanos, el retroceso de los glaciares, la desertificación de ecosistemas, la mayor incidencia de eventos meteorológicos extremos, el incremento de las temperaturas, etc.
De ahí que, en los últimos años, la concienciación acerca de la importancia de las energías renovables, aquellas que resultan más limpias para el medio y que se obtienen de recursos naturales inagotables (a diferencia de los combustibles fósiles, cuya quema, además, es responsable de tres cuartas partes del calentamiento global), haya aumentado mucho.
Y a pesar de que la solar y la eólica sean las más conocidas, estas no son las únicas. Existen muchas energías renovables distintas, pero hay dos que, precisamente por este desconocimiento, tienden a confundirse. Dos energías cuya fuente se encuentra en el mar. Estamos hablando de la energía mareomotriz y de la energía undimotriz (u olamotriz). Y en el artículo de hoy, de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, indagaremos en las diferencias entre ellas.
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¿Qué son las energías renovables?
Antes de entrar en profundidad, debemos ponernos en contexto y comprender qué son y cuál es la importancia de las energías renovables. Las energías renovables son aquellas en las que, además de ser respetuosas con el medio ambiente, la fuente de la misma es un recurso natural inagotable, como puede ser la luz solar, el agua, la biomasa o el viento.
En este contexto, consideramos como “renovable” toda aquella energía que se obtiene de fuentes que, ya sea porque son capaces de regenerarse a través de procesos naturales o por su inmensa cantidad, se consideran vitualmente inagotables, caracterizándose también por el bajo impacto que tienen en el ambiente.
Y es que a diferencia de las energías “convencionales” basadas en la quema de combustibles fósiles, no generan residuos dañinos para el medio. Por ello, la concienciación acerca de la realidad y las implicaciones a corto, medio y largo plazo del cambio climático ha hecho que, en la última década, el consumo de electricidad procedente de fuentes renovables se haya triplicado.
Pero sigue quedando mucho por hacer. Y es que las energías renovables siguen representando únicamente el 26% del total, algo insuficiente si no queremos entrar en el punto de no retorno. Además, para el año 2040, se estima que la demanda global de electricidad aumente un 70%, algo que exigirá una mayor implantación de energías renovables tanto para reducir el impacto medioambiental como para hacer frente al agotamiento de los combustibles fósiles.
Aun así, las previsiones indican que, para ese año, habremos conseguido que las energías renovables representen el 44% del global energético. El problema y gran “hándicap” es que su uso depende de las características de la región, como la posibilidad de instalar turbinas eólicas o la disponibilidad de horas de sol suficientes. Pero no hay excuso. Debemos fomentar el cambio.
Esta transición hacia un sistema energético basado en tecnologías y fuentes de energías renovables, limpias o verdes tendrá muy positivos efectos no solo climáticos, sino también económicos y sociales. Así, es una obligación moral y una necesidad tecnológica fomentar esta transición. Aquellas más conocidas son la solar y la eólica, las cuales son además, las que mayores cantidades de energía limpia generan.
Solo en 2020, se destinaron más de 290.000 millones de dólares en ambas formas de energía, una inversión que representa el 96% del global destinado a energías verdes. Pero esto no debe hacernos pensar que la solar (aquella que usa la energía lumínica procedente del sol como fuente energética) y la eólica (cuya fuente es el viento) sean las únicas. Nada más lejos de la realidad.
Existen muchas otras formas de energías renovables, como la hidráulica (la electricidad se genera aprovechando el movimiento del agua de los ríos y de las corrientes de agua dulce), la geotérmica (en zonas volcánicas, se aprovechan las altas temperaturas del interior de la Tierra para calentar el agua), la bioenergía (se fundamenta en el uso de la biomasa) y, entre otras, hay dos que generan mucha confusión. Dos energías verdes que tienen, en el mar, su fuente energética. Y es aquí donde entran en juego, por fin, la energía mareomotriz y la energía olamotriz.
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¿Qué es la energía mareomotriz? ¿Y la energía undimotriz?
Una vez comprendidas las bases de las energías renovables, estamos más que preparados para profundizar en el tema que nos ha reunido hoy aquí: la energía mareomotriz y la undimotriz. Y antes de analizar sus diferencias en forma de puntos clave, vamos a definir ambas tecnologías. De este modo, sus similitudes y diferencias empezarán a quedar mucho más claras.
Energía mareomotriz: ¿qué es?
La energía mareomotriz es aquella forma de energía renovable en la que la fuente de la misma son las mareas, es decir, que se basa en el aprovechamiento de los movimientos de ascenso y descenso del nivel del mar, algo que está originado por la influencia gravitatoria que la Luna ejerce sobre la Tierra. Así, es una energía renovable que aprovecha los cambios en el nivel del mar para obtener energía.
Conocida también como energía oceánica o marina, es aquella en la que, al subir y bajar las mareas, se aprovecha el movimiento para activar un alternador que convierte esta energía mecánica en energía eléctrica. Su funcionamiento se basa en la instalación de una presa con compuertas y turbinas hidráulicas en un estuario (la desembocadura al mar de un río) estudiando la altura que pueden alcanzar las mareas.
Cuando la marea sube (se alcanza la pleamar), las compuertas se abren haciendo girar las turbinas, momento en el que el agua ingresa en la presa y se va acumulando hasta que la cantidad es suficiente como para que las compuertas se cierren y el agua no regrese al mar. Entonces, cuando la marea baja (se alcanza la bajamar), se deja salir el agua a través de las compuertas, con unos movimientos en las turbinas que permiten transformar energía mecánica en energía eléctrica.
Energía olamotriz: ¿qué es?
La energía olamotriz o undimotriz es aquella forma de energía renovable en la que la fuente de la misma son las olas. Así, esta tecnología se fundamenta en que se aprovecha el movimiento de las olas en la superficie del mar generadas por el viento para, a través de un convertidor, transformar esta energía mecánica de las olas en energía eléctrica.
Esta forma de energía, respecto a la eólica, tiene la ventaja de no tener un impacto visual tan grande (como el que tienen las turbinas eólicas) y de ser más previsible; el problema es que, por ahora, esta tecnología es mucho más cara que aquella basada en la instalación de dichas turbinas. De todos modos, lo que está claro es que es muy prometedora, pues la superficie del océano es también un gran recolector de energía procedente del viento.
La tecnología se basa en el uso del pato de Salter (un flotador que gira alrededor de un eje bajo la acción de las olas aportando movimiento rotatorio que se convierte en electricidad) o en la balsa de Cockerell (unas plataformas articuladas que se disponen sobre la superficie para recibir el impacto de las olas, cosa que hará que asciendan y desciendan, aprovechando este movimiento para conseguir electricidad).
Energía mareomotriz y energía undimotriz: ¿en qué se diferencian?
Después de analizar las bases tecnológicas de ambas formas de energías, seguro que las diferencias entre ellas han quedado más que claras. Aun así, por si necesitas (o simplemente quieres) disponer de la información de una manera más visual y esquemática, hemos preparado la siguiente selección de las principales diferencias entre la energía mareomotriz y la olamotriz en forma de puntos clave.
1. La energía mareomotriz utiliza las mareas; la undimotriz, las olas
Ambas formas de energía se basan en el aprovechamiento del mar, pero de formas muy distintas. Mientras que la energía mareomotriz se basa en utilizar las mareas (los cambios periódicos en el nivel del mar a causa de la influencia gravitatoria de la Luna, que permiten obtener electricidad), la energía undimotriz se basa en utilizar las olas (los movimientos de la superficie del mar o del océano por acción del viento permiten obtener energía).
2. La energía mareomotriz es más predecible que la undimotriz
Una diferencia importante es que la energía mareomotriz es más predecible, pues las mareas siguen ciclos regulares y, aunque el aporte de energía sea intermitente solo unas veces al día, es fácil predecir cuándo va a subir y bajar el nivel del mar. En cambio, la energía undimotriz es muy poco predecible, pues las olas dependen del viento, el cual, a su vez, depende de muchos factores climáticos.
3. La energía undimotriz tiene un impacto ambiental menor
Ambas formas de energía son renovables y limpias, pero es cierto que la energía mareomotriz, al implicar la instalación de presas puede afectar a las rutas migratorias de peces y de aves, algo que no ocurre en la energía undimotriz, donde los dispositivos apenas tienen impacto.
