Lipedema: causas, síntomas y tratamiento

El lipedema es una enfermedad prácticamente exclusiva de las mujeres que consiste en un aumento desproporcionado del tamaño de las piernas debido a una acumulación patológica de grasa debajo de la piel.

Lipedema

El tejido adiposo del cuerpo humano está compuesto por unas células muy específicas que se conocen como adipocitos, las cuales tienen la propiedad de almacenar, en su citoplasma, lípidos o grasas. Sus funciones son imprescindibles y variadas: proteger órganos internos, amortiguar golpes, evitar pérdidas de calor, servir como almacén de energía…

En una persona que, en términos de reservas de grasa se considera media, este tejido adiposo representa aproximadamente el 20% del peso corporal. Ahora bien, como ya sabemos, estar muy por encima de este porcentaje puede dar lugar a problemas de salud que van mucho más allá de lo estético.

Y de entre todas las patologías vinculadas en anomalías en las reservas de tejido adiposo, una de las más relevantes a nivel clínico, por su prevalencia, es, sin duda, el lipedema, una enfermedad que afecta a hasta el 10% de las mujeres en mayor o menor medida.

El lipedema consiste en un aumento desproporcionado del tamaño de las piernas a causa de una acumulación patológica de grasa debajo de la piel. Y en el artículo de hoy y de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, analizaremos las causas, síntomas y formas de tratamiento del lipedema. Empecemos.

¿Qué es el lipedema?

El lipedema es una enfermedad prácticamente exclusiva de las mujeres que consiste en un aumento desproporcionado del tamaño de ambas piernas debido a una acumulación anómala de grasa por debajo de la piel. Se estima que entre el 4% y el 11% de las mujeres sufren esta condición en mayor o menor medida.

A diferencia de lo que sucede con la obesidad, aquí no hay una ganancia de volumen general, sino que está localizada exclusivamente en las piernas y, en determinados casos, los brazos. De hecho, el lipedema puede surgir en mujeres con cualquier peso, incluso aquellas más delgadas.

Se trata de una enfermedad del tejido adiposo en la que se produce una proliferación anómala de adipocitos y una inflamación del tejido en sí en las zonas de las caderas y los muslos. Esto provoca el aumento de volumen que hace que las piernas estén desproporcionadas en tamaño y una serie de síntomas secundarios que comentaremos más adelante.

Su aparición suele venir con la pubertad, un embarazo o la menopausia, pero, al ser una condición que va empeorando lentamente con el tiempo, de media suele tardar unos 10 años en ser diagnosticada. Al principio, suele verse (en el 70% de los casos) un aumento de la capa de grasa de muslos y caderas, aunque en otros casos (el 30%) la acumulación anómala de grasa empieza en la zona entre las rodillas y los tobillos.

Dependiendo de su gravedad, el lipedema puede ser de tres grados distintos:

  • Grado 1: Superficie de la piel normal y tejido adiposo blando.
  • Grado 2: Superficie de la piel irregular y dura por la presencia de nódulos en el tejido adiposo.
  • Grado 3: Superficie de la piel deformada.

No hay cura para el lipedema y, de hecho, es una condición que empeora con el tiempo. Aun así y pese a que el tratamiento difícilmente puede resultar en una recuperación completa, veremos que hay distintas terapias para aliviar los síntomas y frenar el progeso de esta enfermedad.

Lipedema qué es

¿Por qué aparece el lipedema?

Por desgracia, las causas exactas del lipedema no están claras. Aun así, el hecho de que el 98% de los casos de lipedema se diagnostiquen en mujeres nos hace ver que, claramente, el factor hormonal es clave en su desarrollo.

Todo parece indicar que los cambios hormonales vinculados a la pubertad, el embarazo, la menopausia o el consumo de anticonceptivos podrían ser un factor de riesgo muy importante tanto en la aparición de la patología como en el empeoramiento de los síntomas. En este contexto, alteraciones en los niveles de estrógenos podrían tener un rol importante.

Pero no todo son las hormonas. Otra enfermedad, conocida como síndrome de hiperpermeabilidad intestinal, podría estar detrás del lipedema. La permeabilidad intestinal es la propiedad de las membranas de nuestros intestinos para permitir el paso de nutrientes a la circulación sanguínea y bloquear el paso de sustancias tóxicas.

Pero cuando esta permeabilidad es demasiado alta, momento en el que se sufre este síndrome de hiperpermeabilidad intestinal, las citoquinas, un tipo de proteínas, pasan al torrente sanguíneo. Una vez ahí, actúan sobre los adipocitos estimulando su inflamación, haciendo que incrementen su volumen hasta 10 veces por encima de sus valores normales.

En ese momento, el cuerpo intenta compensar esta situación y, con el objetivo de distribuir mejor la grasa entre todas estas células, produce más adipocitos. Pero como las citoquinas siguen pasando al torrente sanguíneo, estos nuevos adipocitos también sufren inflamación. Se entra así en un círculo vicioso que, a nivel de piernas, provoca el aumento tanto en tamaño como en número de adipocitos. Cada vez hay más tejido graso.

Paralelamente, también parece estar vinculado con trastornos hormonales tales como el hipotiroidismo (disminución de la actividad de la glándula tiroides), la diabetes tipo II o el síndrome del ovario poliquístico. Además, tener antecedentes familiares con lipedema también parece ser un factor de riesgo, por lo que la genética juega un papel importante.

Como vemos, pese a que las causas parezcan ser complejas y todavía no estén bien descritas (hay que tener en cuenta que la Organización Mundial de la Salud no reconoció el lipedema como enfermedad hasta el año 2018), no está, al menos de forma directa, asociada con el sobrepeso. De ahí que hacer dieta, como veremos, no sea suficiente para solucionar este problema que, como hemos visto, tiene unas causas genéticas y hormonales muy importantes.

Causas lipedema

¿Qué síntomas tiene el lipedema?

El lipedema va evolucionando lenta pero negativamente. Y aunque cada persona lo experimente con una intensidad específica (un lipedema de grado 1 puede no dar ni siquiera síntomas), lo cierto es que sí que hay unos signos clínicos que aparecen con mayor o menor frecuencia.

El principal síntoma es, evidentemente, el aumento de volumen donde se está produciendo la afectación en el tejido graso. El 97% de las personas sufren este aumento de los depósitos de grasa en las piernas, pero hasta el 37% también pueden experimentarlo en las extremidades superiores, es decir, en los brazos. Puede surgir en otras partes del cuerpo pero es mucho menos habitual.

Pero además hay otros síntomas secundarios: dolor continuo en la zona afectada (esto no sucede con la obesidad), episodios repentinos de inflamación, picor constante, aumento de la sensibilidad al tacto, aparición inexplicable de hematomas, sensación de pesadez, desproporción en tamaño de la región afectada respecto al resto del cuerpo, dolor muy intenso ante pellizcos, cambios en la superficie de la piel, sensibilidad al frío, disminución de la elasticidad cutánea, pérdida de movilidad en tobillos y rodillas, empeoramiento de los síntomas tras ejercicio físico, durante la menstruación o pasando calor, sensación de dureza del tejido subcutáneo (es el tejido adiposo inflamado), sensación de tumefacción, coloración anaranjada de la piel y aparición de la copa de Cuff (el tejido graso se acumula justo por encima de los tobillos formando un anillo, pero no por debajo).

Teniendo en cuenta su elevada incidencia en la población femenina (aunque la mayoría sean casos leves que apenas dan signos clínicos), sus síntomas y el hecho de que ni las dietas ni la restricción de la ingesta calórica sirvan para revertir la situación (a diferencia de lo que sucede con el sobrepeso), es esencial conocer qué tratamientos existen para combatir este lipedema.

Lipedema síntomas

¿Cómo se trata el lipedema?

Debemos tener claro que no existe cura para el lipedema. Pero esto no significa que no haya terapias para mitigar sus efectos. Evidentemente, la elección de un tratamiento u otro dependerá del grado de la enfermedad y del estado de salud general de la persona.

El tratamiento conservador consiste en llevar una dieta equilibrada y hacer ejercicio para así contribuir, dentro de lo que se puede, a tener un peso saludable. Paralelamente, este tratamiento conservador se basa en sesiones de fisioterapia para mejorar la movilidad, aplicar medias de compresión linfática y realizar deportes en agua. Todas estas terapias ayudan tanto a reducir la velocidad con la que progresa la enfermedad como a aliviar el dolor y otros síntomas de la condición.

Ahora bien, es evidente que hay ocasiones en las que este abordaje conservador no es suficiente o no da los resultados esperados. En ese momento puede contemplarse el tratamiento quirúrgico, que se basa en la conocida como técnica WAL (Water-Jet Assisted Liposuction) o liposucción de descompresión asistida por agua. En la intervención, se elimina el exceso de tejido adiposo para reducir la presión que el paciente experimenta.

Aunque la operación no cure la enfermedad, sí que consigue tanto hacer desaparecer la mayoría de síntomas (incluido el dolor) como devolver, al menos en parte, la forma anatómica original de la piel en la zona afectada. De todos modos, hay riesgo de que dañe los vasos linfáticos, pero cualquier cirugía tiene riesgos. La liposucción no da una solución completa al problema, pero sí que puede ayudar mucho a pacientes con síntomas particularmente graves.

Tratamiento lipedema
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