Las 7 diferencias entre la insulina y el glucagón (explicadas)

La insulina y el glucagón son dos hormonas sintetizadas por el páncreas y que resultan esenciales para regular los niveles de glucosa en sangre, pero sus acciones fisiológicas son muy distintas. Veamos las diferencias.

Diferencias insulina glucagón

La correcta regulación de los niveles de glucosa en la circulación sanguínea es esencial para el mantenimiento de la salud del organismo. Y para darnos cuenta de ello, solo hace falta ver la gravedad de una enfermedad como la diabetes que, sin tratamiento, deriva en complicaciones mortales a causa de este aumento del azúcar en sangre.

Y en este contexto, el páncreas es uno de los órganos más importantes del cuerpo precisamente porque sintetiza y libera las hormonas que controlan los valores de glucosa en sangre. El páncreas es un órgano de naturaleza glandular que, con una forma alargada, una longitud de entre 15 y 20 cm y estando ubicado justo detrás del estómago, cumple con una función tanto exocrina como endocrina.

La actividad exocrina del páncreas hace que forme parte del sistema digestivo pues libera el jugo pancreático al duodeno, una sustancia que, gracias a las enzimas presentes en ella, ayuda al proceso digestivo. Pero lo que nos interesa hoy es su actividad endocrina, pues el páncreas se encarga de sintetizar diversas hormonas que regulan los niveles de azúcar en sangre. Y de entre ellas, la insulina y el glucagón son las más importantes.

Dos hormonas que, si bien son sintetizadas por el páncreas y controlan los valores de glucosa en la circulación sanguínea, tienen funciones muy distintas. De hecho, antagonistas. Y en el artículo de hoy, de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas y con el objetivo de resolver de forma clara y concisa todas las dudas que puedas tener acerca de este tema, veremos las principales diferencias entre la insulina y el glucagón. Vamos allá.

¿Qué es la insulina? ¿Y el glucagón?

Antes de entrar en profundidad y analizar las diferencias más importantes entre estas hormonas sintetizadas por el páncreas, es interesante (e importante) que nos pongamos en contexto y entendamos, de manera individual, las bases fisiológicas y funciones de cada una de ellas. Veamos, pues, qué es la insulina y qué es el glucagón.

Insulina: ¿qué es?

La insulina es una hormona pancreática que se encarga de reducir los niveles de glucosa en sangre. Así pues, se trata de una sustancia sintetizada y liberada por el páncreas cuando se detecta que los valores de azúcar en la circulación sanguínea son demasiado elevados. Y la forma de rebajarlos es liberar esta insulina.

Esta insulina, cuando se encuentra en la circulación sanguínea, captura las moléculas de glucosa que se encuentran libres en sangre. El azúcar no puede estar libre en la circulación sanguínea ya que esta situación provoca daños en los órganos y tejidos. Este es precisamente el problema de la diabetes, pues es una patología en la que no se puede producir insulina (diabetes tipo 1) o las células se han vuelto resistentes a su actividad (diabetes tipo 2).

La glucosa es nuestra principal forma de combustible, pero la “que sobra” no puede estar circulando libremente por la sangre. Así pues, en condiciones normales, la insulina, tras capturar por afinidad química las moléculas de azúcar, las moviliza a lugares donde provoquen menos daño, algo que, básicamente, se consigue convirtiendo esta glucosa en grasa y dando lugar así a tejido adiposo.

Después de las comidas, la sangre presentará picos glucémicos (estado de hiperglucemia), momento en el que entrará en juego el páncreas, liberando esta insulina que transportará la glucosa desde la sangre hasta el interior de las células del tejido adiposo y muscular. De este modo y con ayuda del glucagón (que ahora lo analizaremos) conseguimos que los valores de glucosa en sangre se encuentren entre 70 y 100 mg /dL. Unos valores perfectamente saludables.

Insulina

Glucagón: ¿qué es?

El glucagón es una hormona pancreática que se encarga de aumentar los niveles de glucosa en sangre. En otras palabras, ejerce el papel contrario de la insulina. Son hormonas antagonistas que, sin embargo y como veremos, colaboran para que los niveles de azúcar en sangre se encuentren dentro de los valores saludables.

Cuando los niveles de glucosa disponibles para las células (que ya hemos dicho que es nuestra principal fuente de combustible para el metabolismo) empieza a decaer ya que hace tiempo que no ingerimos alimentos (o hemos estado haciendo deporte), se producirá un estado de hipoglucemia. Esto será detectado por el organismo y el páncreas será estimulado para que libere el glucagón.

Una vez en la circulación sanguínea, este glucagón llega al hígado, donde estimulará un proceso conocido como gluconeogénesis, una ruta metabólica anabólica que permite la biosíntesis de glucosa a partir de precursores de naturaleza no glucídica. Provocando una disminución de la fructosa-2,6-bifosfato, el glucagón consigue que este proceso de síntesis de glucosa exclusiva del hígado empiece.

En esta gluconeogénesis, las grasas almacenadas se descomponen y, a través de esta ruta metabólica, conseguiremos una síntesis y liberación de glucosa que pasará a la circulación sanguínea, estimulando así un incremento en sus niveles y, por tanto, la posibilidad para las células de disponer de su principal fuente de combustible. Así pues, el glucagón, que aumenta los niveles, y la insulina, que los disminuye, pese a ser antagonistas, permiten que los valores de glucosa sean, en todo momento, los óptimos para el organismo.

Glucagón

¿En qué se diferencian la insulina y el glucagón?

Tras analizar ambas hormonas de manera individual, seguro que tanto su relación como sus diferencias han quedado más que claras. De todas formas, por si necesitas (o simplemente quieres) tener la información con un carácter más visual y esquemático, hemos preparado la siguiente selección de las principales diferencias entre la insulina y el glucagón en forma de puntos clave.

1. La insulina reduce los niveles de glucosa; el glucagón, los aumenta

La diferencia más importante y, sin duda, aquella con la que debemos quedarnos. Ambas son hormonas que regulan los niveles de azúcar en sangre, pero en su función son antagonistas. La insulina se produce y se libera en momentos de hiperglucemia, cuando la glucosa en sangre está en valores elevados, para así reducir los niveles de azúcar en la circulación sanguínea.

En cambio, el glucagón se produce justo en el escenario contrario. En momentos de hipoglucemia (que se dan entre las comidas o cuando hacemos deporte), cuando la glucosa en sangre está en valores demasiado bajos, el glucagón estimula que los niveles de azúcar en circulación sanguínea aumenten para que las células tengan a su disposición el combustible que necesitan.

2. La insulina es producida por las células beta del páncreas, el glucagón, por las alfa

Tanto la insulina como el glucagón son producidas en el páncreas, y más concretamente en los conocidos como islotes de Langerhans, unos cúmulos de células especialmente abundantes en la cola y cuerpo del páncreas. Aun así, el tipo celular que las produce son diferentes. Mientras que la insulina es sintetizada por las células beta de estos islotes, el glucagón es producido por las células alfa.

Islotes de Langerhans

3. El glucagón estimula la gluconeogénesis; la insulina, la inhibe

El glucagón, como hemos dicho, tiene la función de incrementar los niveles de glucosa en sangre. Pero no la puede crear de la nada. Lo que hace es que, a nivel de hígado, se estimule la gluconeogénesis, una ruta metabólica en la que, partiendo de precursores no glucídicos (como los ácidos grasos), se sintetiza glucosa. Y a partir de aquí, ya se da el aumento de azúcar en sangre.

La insulina, en cambio, como hemos dicho, tiene la función de reducir los niveles de glucosa en sangre. Por ello, jamás estimularía este proceso de gluconeogénesis. Es más, lo que hace es inhibirlo para que no se libere más azúcar en sangre a través de esta ruta metabólica.

4. La insulina tiene efecto en los músculos; el glucagón, no

Como hemos comentado cuando analizábamos ambas hormonas, la insulina transporta la glucosa desde la sangre al interior de las células (para movilizarla fuera de la circulación y así reducir sus niveles en sangre), las cuales forman parte no solo del tejido adiposo, sino también del muscular. Así pues, la insulina tiene efecto sobre los músculos. El glucagón, no; “solo” actúa sobre la actividad del hígado.

5. La diabetes se debe a problemas con la insulina; no con el glucagón

La diabetes es una enfermedad endocrina en la que el paciente sufre problemas de salud a causa de unos niveles demasiado altos de glucosa en sangre. Aun así, esta patología no se debe a que el glucagón trabaje con demasiada intensidad (aunque la investigación actual está determinando hasta qué punto es cierto esto).

La diabetes aparece siempre por problemas con la insulina; ya sea por una incapacidad de producirla a causa de un trastorno autoinmune (diabetes tipo 1) o por el desarrollo de resistencias de las células a su actividad (diabetes tipo 2) por excesos a lo largo de la vida con el azúcar, acompañados de un estilo de vida sedentario.

Diabetes tipo 1

6. La insulina estimula la captación de glucosa; el glucagón, la liberación de ácidos grasos

Tras todo lo que hemos visto, puede parecer una obviedad. Pero merece su propio punto en esta lista de diferencias. Y es que mientras que la insulina estimula la captación de glucosa por parte de las células adiposas y musculares para así retirar parte del azúcar de la circulación sanguínea; el glucagón hace justo lo contrario. Él estimula la liberación de ácidos grasos del tejido adiposo para que, a nivel de hígado, estos se conviertan en glucosa que será movilizada a la sangre para así aumentar sus niveles.

7. La insulina reduce la sensación de hambre

La insulina realiza su acción cuando tenemos picos de glucemia, los cuales se dan después de comer. Y si está trabajando es porque ya tenemos demasiada glucosa en sangre. Así pues, para evitar que continuemos aportando azúcar a la circulación sanguínea y para que “la dejemos trabajar tranquila”, la insulina, una vez está en circulación, reduce la sensación de hambre. Estimulando la sensación de saciedad, el cuerpo intenta que el aporte de glucosa se detenga.

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