Los 10 tipos de análisis de sangre (y sus utilidades)

Los análisis de sangre permiten controlar el estado de salud y ayudar al diagnóstico de enfermedades tanto sanguíneas como de otros sistemas del organismo. Cada tipo tiene una función particular.

Tipos análisis sangre

La sangre es el espejo de nuestra salud. Y es que, pese a ser un líquido, es un tejido más de nuestro cuerpo. Un tejido que permite que todos los órganos del cuerpo reciban los nutrientes y oxígeno necesarios para su metabolismo, al mismo tiempo que recoge las sustancias de desecho para su eliminación del cuerpo.

En otras palabras, la sangre es ese medio líquido que permite que los órganos y tejidos del organismo se mantengan vivos. Es a través ella que fluyen las células sanguíneas: glóbulos rojos (el 99% de todas) para el transporte de oxígeno, glóbulos blancos para la funcionalidad del sistema inmunitario y plaquetas para la coagulación de la sangre.

Pero no solo es la autopista de células sanguíneas. Por la sangre también fluyen las hormonas, que viajan a través de ella hasta llegar a los órganos donde tienen que actuar, así como minerales, vitaminas, nutrientes y todas las sustancias que, de una manera u otra, determinan nuestra salud; incluidos posibles patógenos.

No es de extrañar, pues, que analizar la composición de la sangre sea una de las mejores herramientas para conocer el estado fisiológico de nuestro organismo. Por ello, en el artículo de hoy, analizaremos los distintos tipos de análisis de sangre, viendo qué se observa en cada uno de ellos y cuál es su utilidad.

¿Qué es un análisis de sangre?

Un análisis sanguíneo es un examen médico que se realiza en un laboratorio a partir del estudio químico de una muestra de sangre. Todos nos hemos realizado alguno a lo largo de nuestra vida, pues forman parte de los controles sanitarios más habituales.

Por lo tanto, un análisis de sangre es un procedimiento clínico en el que se estudia la composición de la sangre de una persona. Para ello, evidentemente, es necesaria una extracción, la cual se consigue usando una jeringa, que recoge la sangre de una vena del brazo. Normalmente se hace en las venas, aunque también puede hacerse con sangre arterial.

Posteriormente y dependiendo de lo que se quiera analizar, se estudiará la sangre completa (tal cual ha sido de la vena) o bien será tratada para obtener el plasma o el suero. El plasma es la fracción acelular de la sangre, es decir, sin células, por lo que es un líquido transparente (ya que no hay los glóbulos rojos con el pigmento de la hemoglobina) que representa el 55% del volumen total. El suero, por su parte, es la parte líquida que queda de la sangre después de la coagulación.

Sea como sea, dependiendo de cómo se realice y qué técnicas diagnósticas se utilicen, un análisis sanguíneo puede aportar información muy diferente, pero siempre permitirá saber cómo es nuestro estado de salud.

Al analizar la composición química de la sangre, no solo verificamos el estado general del cuerpo o encontramos posibles deficiencias de nutrientes, sino que pueden servir para diagnosticar problemas de salud, como enfermedades metabólicas (se acumulan productos por errores en las rutas metabólicas), enfermedades endocrinas (trastornos en la síntesis y liberación de hormonas), enfermedades sanguíneas (como la anemia), enfermedades inmunes (descensos en los niveles de glóbulos blancos), infecciones en la sangre e incluso cánceres.

En resumen, un análisis sanguíneo es una técnica de diagnóstico en laboratorio que, a través de un análisis químico de la sangre, nos permite obtener información acerca del estado de salud general y detectar o, en caso de que ya haya sospechas, confirmar o rechazar la presencia de distintas enfermedades que se manifiestan con una alteración en la composición sanguínea.

¿Qué tipos de análisis sanguíneos existen?

Existen muchos tipos de análisis sanguíneos distintos. Y es que, además de los tres tipos principales de células sanguíneas, en la sangre hay cientos de sustancias químicas distintas, tanto hormonas como minerales, así como nutrientes, proteínas, lípidos, grasas (el famoso colesterol) y todo tipo de productos metabólicos.

Por lo tanto, podría haber un tipo de análisis para cada una de estas sustancias. De todos modos, en el artículo de hoy hemos recogido las más comunes, es decir, las que más frecuentemente se utilizan en el día a día de la clínica para prevenir y diagnosticar enfermedades o simplemente revisar el estado de salud general. A continuación vemos los análisis sanguíneos más utilizados.

1. Hemograma completo

El hemograma o hematología completa es el análisis de sangre más común, pues es el que se realiza en los controles médicos rutinarios para analizar el estado de salud general. No se va en busca de nada concreto, simplemente se quiere hacer un análisis general de la composición de la sangre.

Se analizan los niveles de los tres tipos principales de células sanguíneas (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas) y de los de la hemoglobina, la proteína que transporta el oxígeno a través de los glóbulos rojos.

Gracias a ello, podemos detectar problemas de anemia (si los glóbulos rojos están en niveles bajos), alteraciones en la coagulación (si las plaquetas están bajas o altas) e incluso infecciones (si los valores de glóbulos blancos están altos) o enfermedades inmunes (si los valores de glóbulos blancos están bajos), del mismo modo que puede aportar información sobre posibles alergias, cánceres, insuficiencias renales, etc, aunque en este caso habrá que seguir el diagnóstico con otros análisis sanguíneos más específicos.

Hemograma

2. Perfil bioquímico

El perfil bioquímico es un tipo de análisis sanguíneo donde no se miden los niveles de células sanguíneas, sino de sustancias químicas que fluyen por la sangre. Se realizan cuando hay indicios de enfermedades metabólicas, óseas, hepáticas, renales, etc, o cuando hay que controlar el progreso de las mismas.

Dependiendo de lo que se necesite, se pueden medir los niveles de glucosa (en pacientes con o susceptibles de sufrir diabetes), calcio (problemas en los huesos), bilirrubina (cuando hay daños en el hígado, esta se acumula), etc.

3. Prueba de coagulación

Una prueba de coagulación es un análisis sanguíneo que se realiza cuando, después de un hemograma completo, se ven problemas en los niveles de plaquetas. Por ello, es necesario hacer esta prueba para medir la capacidad de coagulación de la sangre, tanto si es demasiado elevada (riesgo de hacer trombos o coágulos) como si es demasiado baja (riesgo de sufrir hemorragias).

4. Perfil tiroideo

La glándula tiroides es una parte fundamental del sistema endocrino, pues sintetiza y libera hormonas (la tiroxina y la triyodotironina) que regulan la velocidad a la que ocurren los procesos metabólicos de todo el organismo, teniendo infinidad de funciones en el cuerpo.

En este sentido, tanto el hipotiroidismo (baja actividad de la tiroides) como el hipertiroidismo (excesiva actividad de la tiroides) tienen impacto en la salud de todo el cuerpo y, además, son muy comunes. Por ello, especialmente cuando hay antecedentes de familiares con estos trastornos endocrinos, es importante controlar los niveles de las hormonas tiroideas mediante este tipo de análisis sanguíneo.

5. Perfil lipídico

Controlar los niveles de lípidos, especialmente colesterol y triglicéridos, es de suma importancia en personas que sufren enfermedades cardiovasculares (el más claro ejemplo es la hipercolesterolemia) o tienen riesgo de desarrollar una. Las grasas no son malas, pero cuando están en exceso, pueden acumularse y formar una placa que tapone los vasos sanguíneos.

Perfil lipídico

6. Perfil de hierro

El hierro es un mineral imprescindible para formar los glóbulos rojos. Y, tanto por no incluir alimentos ricos en él en la dieta como por problemas en su absorción, puede ser que la persona presente una deficiencia de hierro, la cual puede conducir a sufrir anemia. Este tipo de análisis sanguíneo mide los niveles de hierro en personas que presentan síntomas de palidez, debilidad, hinchazón abdominal, fatiga, etc, todos ellos propios de la falta de este mineral.

7. Análisis de vitamina B12

La vitamina B12 es imprescindible para estimular los procesos de obtención y uso de energía en las células sucedan de la forma adecuada. Y, como solo puede obtenerse (en las cantidades necesarias) de productos de origen animal, da muchos problemas en dietas veganas. Por ello, la hipovitaminosis de B12 (niveles demasiado bajos) debe controlarse en, además de personas mayores de 65 años (pueden tener problemas para absorberla), gente que sigue dietas sin consumo de alimentos de origen animal, pues puede derivar en problemas de salud graves.

8. Análisis de PSA

El Antígeno Prostático Específico (PSA) es una enzima producida por las células de la próstata, un órgano exclusivo de los hombres encargado de producir el líquido seminal. Unos niveles elevados en esta enzima pueden indicar que la próstata sufre alguna enfermedad, incluida el cáncer.

El cáncer de próstata, con sus 1,2 millones de casos anuales, es el más común en hombres. Afortunadamente, siempre que se detecte a tiempo, el índice de supervivencia es de casi el 100%. Y esta detección precoz pasa por, entre otras pruebas, realizar, a partir de los 45-50 años, este tipo de análisis sanguíneo, que puede revelar rápidamente el estado de salud de la próstata.

9. Análisis de vitamina D

La deficiencia de vitamina D es una de las carencias vitamínicas más comunes en el mundo, pues puede desarrollarse en personas que no toman suficiente el sol y que siguen dietas pobres en esta vitamina. La hipovitaminosis de D puede dañar la salud neurológica e inmune, así que en pacientes de riesgo hay que medir de forma periódica sus niveles.

10. Análisis de ácido úrico

El ácido úrico es una sustancia que resulta del metabolismo de distintas células del cuerpo. Es un producto importante en el organismo pero que, en cantidades elevadas, puede provocar gota (acumulación de cristales de ácido úrico en articulaciones y órganos) y cálculos renales, además de aumentar el riesgo de sufrir diabetes, cáncer y enfermedades cardíacas. Por ello, especialmente en personas con trastornos renales, es importante medir sus niveles de forma regular.

Ácido úrico
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