Cirrosis Hepática: causas, síntomas y tratamiento

La cirrosis hepática es una enfermedad crónica que ocurre cuando se produce un daño continuado en el hígado y se reemplaza el tejido sano por tejido cicatricial, cosa que provoca la pérdida de funciones del órgano.

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El hígado es fundamental para el correcto funcionamiento del organismo. Es nuestro órgano más grande, y se ubica en la parte derecha del abdomen. Toda la sangre de nuestro cuerpo pasa por el hígado para depurarse. El hígado filtra la sangre, separa sus componentes y los equilibra, luego, crea nutrientes para que el cuerpo los use.

El hígado también procesa muchos medicamentos que circulan en la sangre y consigue que el cuerpo los absorba más fácilmente. Como vemos, el hígado realiza muchas funciones importantes en el cuerpo, y es un órgano vital, sin hígado no podemos vivir. La cirrosis hepática ocurre cuando el tejido cicatricial reemplaza las células sanas del hígado y se pierde parte de la función hepática. Esta afección del hígado es una enfermedad que se da por un daño continuado y progresa lentamente, incluso silenciosamente durante muchos años.

Si no se trata a tiempo, la enfermedad puede volverse grave, ya que el tejido cicatricial puede comenzar a bloquear el flujo de sangre a través del hígado, provocando la pérdida de la función hepática y todas las complicaciones derivadas. En este artículo analizaremos las causas, los síntomas, el posible tratamiento de la cirrosis hepática y también abordaremos algunas de sus complicaciones más frecuentes.

¿Qué es la cirrosis hepática?

La cirrosis hepática es una enfermedad crónica en la que el tejido sano del hígado ha sido reemplazado por tejido cicatricial. Muchos tipos de trastornos y enfermedades que afectan al hígado provocan una respuesta inflamatoria y la muerte de las células sanas. El alcoholismo y los virus de la hepatitis son las causas más comunes de cirrosis en el mundo occidental. En España, se estima que el 1-2% de la población tiene cirrosis, y es más frecuente en hombres de 50 años o más.

Cuando el hígado ha sido diagnosticado con cirrosis hepática, quiere decir que el tejido sano se ha transformado en tejido cicatricial. El hígado ya sufre graves daños que afectan a su funcionamiento normal, en las etapas iniciales de la enfermedad es difícil detectar los síntomas, luego puede aparecer cansancio y náuseas. En los casos más graves, la piel y el blanco de los ojos pueden volverse amarillos (ictericia).

Después de la inflamación, el tejido sano es reemplazado por tejido cicatricial que es un tejido más denso (fibroso). La función hepática disminuye cuando el tejido cicatricial restringe el flujo sanguíneo. Al hígado le cuesta más realizar sus funciones, entre las que se encuentran el filtrado de nutrientes, hormonas, fármacos y toxinas naturales que viajan a través de la sangre. También disminuye la producción de proteínas, así como otras sustancias producidas por el hígado.

El tejido cicatricial en el hígado hace que el órgano no funcione correctamente y, en casos extremos, puede poner en peligro la vida de las personas, que pueden necesitar un trasplante si se siguen formando más cicatrices y la función hepática sigue disminuyendo. La detección temprana de la cirrosis puede ayudar a prevenir las complicaciones que puedan ocurrir, y tratar las causas subyacentes de la enfermedad.

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Causas de la cirrosis

La cirrosis hepática es causada comúnmente por los virus de la hepatitis crónica (hepatitis B y hepatitis C) que son los principales responsables de la enfermedad. También, por el abuso de alcohol a largo plazo o el hígado graso, que se asocia a la diabetes y la obesidad.

El hígado puede resultar dañado por medicamentos, toxinas y venenos. La cirrosis del hígado puede tener como origen muchos factores diferentes, todos los susceptibles de causar lesiones en el hígado. Veamos los principales:

1. Hepatitis

La hepatitis C es un virus que se transmite por vía sanguínea y daña el hígado. Eventualmente, puede conducir a la cirrosis. En Europa Occidental, América del Norte y otras zonas, la hepatitis C es una de las causas más comunes de cirrosis. La cirrosis también puede ser originada por la hepatitis B y D. ##

2. Alcoholismo

El alcohol se metaboliza en el hígado, al igual que el resto de toxinas. Demasiado alcohol puede sobrecargar el hígado y dañar las células. Los bebedores habituales tienen una mayor probabilidad de desarrollar cirrosis, más que las personas sanas que no beben en exceso o de forma habitual. Por lo general, se necesitan más de 10 años de consumo considerado excesivo para que se desarrolle la cirrosis.

La enfermedad hepática alcohólica generalmente tiene tres etapas: cuando el hígado acumula grasa, se le llama hígado graso. Cuando las células del hígado se hinchan, se llama hepatitis alcohólica. Alrededor del 10-15% de las personas que beben en exceso desarrollan finalmente la cirrosis hepática.

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3. Esteatohepatitis no alcohólica (EHNA)

La esteatohepatitis no alcohólica comienza con la acumulación de grasa en el hígado, lo que provoca inflamación y cicatrización. Esto puede progresar a cirrosis. Las personas obesas, con presión arterial alta o colesterol alto, o diabéticas tienen más riesgo de desarrollar EHNA.

4. Enfermedades hereditarias

Algunas enfermedades hereditarias están en el origen de diferentes condiciones que pueden provocar cirrosis:

  • La acumulación de una proteína anormal en el hígado causada por la deficiencia de alfa-1 antitripsina.
  • La enfermedad de Wilson provoca que se acumule cobre en el hígado.
  • La hemocromatosis es una afección que produce un exceso de hierro en el hígado.
  • En la fibrosis quística se acumula una mucosidad espesa en el hígado.
  • Enfermedades relacionadas con el glucógeno, donde el hígado no puede almacenar o descomponer el glucógeno en azúcar.
  • El síndrome de Alagille provoca que el paciente nazca con menos conductos biliares de lo normal.

5. Hepatitis autoinmune

En la hepatitis autoinmune, el propio cuerpo es el que ataca al tejido sano del hígado (que detecta como amenazante) y causa las lesiones hepáticas.

6. Enfermedades que dañan u obstruyen los conductos biliares del hígado

El hígado tiene conductos llamados conductos biliares que transportan la bilis a través del hígado hacia el resto del sistema digestivo. Cuando las enfermedades afectan o dañan estos conductos biliares, los conductos pueden lesionarse, inflamarse o cicatrizar de forma permanente y la bilis puede acumularse en el hígado.

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7. Insuficiencia cardíaca crónica

La insuficiencia cardíaca que se prolonga en el tiempo puede hacer que el hígado se llene de líquido, además de provocar hinchazón en otras partes del cuerpo, y otros síntomas graves.

8. Enfermedades raras

Algunas enfermedades, como la amiloidosis, provocan la acumulación de una proteína anormal llamada amiloide en el hígado. Esto cambia la función del hígado y puede hacer que no funcione de forma normal.

Síntomas

En las primeras etapas de la cirrosis, las personas a menudo no experimentan ningún síntoma. A medida que el hígado pierde salud, las personas pueden sentirse cansadas y débiles, e incluso enfermas (náuseas). Algunos síntomas y complicaciones que pueden ocurrir si la cirrosis empeora incluyen: pérdida de apetito, pérdida de peso y pérdida de masa muscular. Además, la piel por encima de la cintura podría tener manchas rojas e incluso pequeños patrones vasculares en forma de araña en la piel.

En los casos más graves, la piel y el blanco de los ojos pueden volverse amarillos (ictericia). También pueden ocurrir vómitos con sangre, picazón en la piel, orina oscura y heces que parecen alquitrán. La cirrosis puede causar desinterés sexual (pérdida de la libido), edema en las piernas y agrandamiento del vientre debido a la acumulación de líquido.

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Complicaciones

La cirrosis puede provocar otras condiciones patológicas, algunas pueden incluso poner en peligro la vida de los pacientes.

1. Ascitis o edema

Una dieta baja en sal y diuréticos pueden tratar la ascitis (líquido en el abdomen) y el edema (líquido en las piernas). A veces, el edema debe drenarse varias veces. En casos severos, podría ser necesaria una cirugía.

2. Varices e hipertensión portal

Las venas varicosas y el aumento de la presión en la vena porta (que conecta el intestino delgado, el hígado y el bazo) pueden aumentar la presión en la vena porta. Estas venas pueden agrandarse e hincharse en el esófago y el estómago, y pueden causar sangrado significativo y coágulos de sangre si se rompen.

3. Carcinoma hepatocelular

El hepatocarcinoma es el tipo más común de cáncer de hígado y es la tercera causa principal de muerte por cáncer en todo el mundo.

4. Síndrome hepatopulmonar

Consiste en la combinación de una enfermedad hepática y los vasos sanguíneos agrandados en los pulmones que provoca un intercambio de gases anormal. También se ha descubierto el vínculo de esta afección con una mayor tasa de mortalidad para las personas que esperan un trasplante de hígado.

5. Trastornos de la coagulación

La cirrosis provoca trastornos de la coagulación de la sangre, lo que puede provocar hemorragias peligrosas y coágulos de sangre en las personas diagnosticadas con cirrosis.

Tratamiento

No existe una cura para la cirrosis, pero sí formas de controlar los síntomas y las complicaciones e incluso retrasar su progresión. El tratamiento de la causa subyacente de la cirrosis puede ayudar a evitar que empeore, por ejemplo, mediante el uso de medicamentos antivirales para la hepatitis C. Perder peso si se tiene sobrepeso, o reducir o suspender el consumo de alcohol también pueden suponer cambios importantes que impiden el progreso de la enfermedad.

La cirrosis del hígado no es una sentencia de muerte. Sin embargo, a medida que avanza la enfermedad, se producen más cicatrices y la función hepática se deteriora. En última instancia, si el hígado falla, puede ser una afección potencialmente mortal y la única opción puede ser un trasplante de hígado.

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Conclusiones

La cirrosis es una enfermedad que afecta al hígado, donde sustituye al tejido sano por tejido cicatricial, provocando la pérdida de función hepática. Sus causas son diversas, cualquier condición susceptible de dañar el hígado puede estar en el origen de la pérdida de tejido sano. Sin embargo, entre las condiciones más comunes se encuentra el virus de la hepatitis C y el trastorno por consumo de alcohol. La aparición de tejido cicatricial puede causar diferentes complicaciones, incluso algunas pueden ser mortales, como el carcinoma hepatocelular. Actualmente, no existe un tratamiento concreto para la cirrosis, no se puede revertir la pérdida de tejido ni de función hepática, pero si se pueden tratar las enfermedades subyacentes y retrasar la progresión de la enfermedad. En casos graves se puede necesitar un trasplante.

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