Las 10 principales enfermedades en recién nacidos

Los bebés son susceptibles de padecer distintas enfermedades ya que su sistema inmune todavía no está del todo desarrollado.

Enfermedades recién nacidos

Fiebres, diarreas, estreñimiento, sarpullidos… Son la pesadilla de todo padre, especialmente de los primerizos. Es normal que se preocupen por la salud de su hijo ante el menor síntoma de malestar.

Durante el primer año de vida del bebé, su sistema inmunológico, aquel diseñado para combatir las amenazas que pueden suponer un peligro para la salud, no está del todo bien desarrollado. Es por ello que las infecciones y otras enfermedades son comunes en los primeros meses de vida.

Si bien es cierto que nunca hay que subestimar los síntomas de las afecciones que sufren, es importante tener en cuenta que el “ponerse enfermo” es un proceso natural por el que todo bebé debe pasar. Es la forma que tiene la naturaleza de incentivar la maduración del sistema inmune.

En este artículo veremos algunas de las enfermedades más comunes en recién nacidos y observaremos que muchas de ellas no son enfermedades graves. Simplemente hay que dejar que sigan su curso.

¿Qué son las enfermedades del bebé?

Un recién nacido es, por definición, todo aquel bebé con menos de 28 días de vida. Se utiliza este término ya que es durante el primer mes de vida que hay más riesgos para la salud del infante, pues es susceptible de padecer distintas enfermedades a causa de la inmadurez de su sistema inmunológico.

Problemas gastrointestinales, afecciones respiratorias o infecciones del oído son solo algunos de los trastornos que puede padecer un recién nacido. Todas ellas son enfermedades muy comunes en los lactantes, y la mayoría de ellas, pese a que los síntomas pueden incitar a la preocupación, son afecciones leves que se pueden curar sin mayor dificultad.

¿Cuáles son las enfermedades en lactantes más comunes?

La casi totalidad de los bebés sufrirá al menos una de las enfermedades que veremos a continuación. La mayoría de ellas son provocadas por bacterias o virus que se aprovechan del escaso desarrollo del sistema inmune del bebé para así causar una infección. Estos patógenos no se encuentran con las barreras que sí que que se topan al intentar infectar a un adulto. En los bebés, tienen “vía libre”.

En este artículo veremos las 10 enfermedades en recién nacidos más comunes, haciendo hincapié tanto en sus causas, síntomas como en los tratamientos asociados.

1. Gastroenteritis

La gastroenteritis es la enfermedad más común en recién nacidos. Generalmente es de origen vírico y es autolimitante, es decir, el propio cuerpo del bebé acaba combatiendo la infección sin necesidad de un tratamiento específico.

La gastroenteritis es la inflamación aguda de la mucosa del estómago y/o de los intestinos a causa de patógenos que pueden ser bacterias, virus o parásitos. Estos microorganismos son responsables del 80% de las gastroenteritis en recién nacidos, pues tienen facilidad para desarrollar la enfermedad ya que el sistema inmune del bebé no está bien desarrollado.

Sin embargo, la gastroenteritis puede tener un origen no biológico, es decir, venir provocadas por anomalías congénitas, intolerancias alimentarias (generalmente a la lactosa), enfermedades metabólicas, etc.

La primera señal de que el bebé puede estar desarrollando una gastroenteritis es que pierde el apetito. Los principales síntomas que indican que el bebé sufre una gastroenteritis son:

  • Diarrea: aumento de la producción de heces y/o eliminación de agua en las deposiciones
  • Vómitos
  • Fiebre
  • Dolor abdominal
  • Sangre en las heces

La gastroenteritis se cura fácilmente por sí sola sin necesidad de tratamiento entre 2 y 7 días después de los primeros síntomas, pues el cuadro clínico asociado es leve y solo un porcentaje muy pequeño de los casos requiere hospitalización.

Lo único que deben hacer los padres es asegurarse de que el recién nacido se mantiene hidratado, pues con la diarrea y los vómitos se pierde mucha agua. Esto se consigue fácilmente dando pequeñas dosis de soluciones de rehidratación (a base de glucosa, sales minerales y agua) de manera constante.

Se recomienda que los padres lleven al bebé al médico cuando observen alguna de estas situaciones: vómitos continuos durante más de 12 horas, ausencia de lágrimas al llorar (indicio de deshidratación), sangre en heces o vómitos, diarrea durante más de 5 días, vomita incluso la solución de rehidratación o no haya orinado en 8 horas.

Sin embargo, hay que remarcar que en la práctica totalidad de casos, la gastroenteritis transcurrirá sin mayores problemas y que, de hecho, ayudará al bebé a afrontar de manera más eficiente infecciones futuras.

2. Otitis

La otitis es otra de las enfermedades más comunes en recién nacidos. De hecho, el 50% de los bebés la sufren durante su primer año de vida ya que hay muchos factores que hacen que tengan una alta predisposición, especialmente la inmadurez del sistema inmune y respiratorio.

Generalmente de origen bacteriano, la infección del oído medio es una enfermedad que ocurre cuando los patógenos crecen en el espacio lleno de aire detrás del tímpano, donde se encuentran los tres huesecillos vibratorios del oído.

Pese a que generalmente es una enfermedad que también desaparece por sí sola, es una de las causas más frecuentes de prescripción de antibióticos en recién nacidos. Esto se debe a que, para evitar complicaciones más graves, la recomendación es que las otitis que se desarrollen durante el primer año de vida deben ser tratadas con antibióticos.

Es una enfermedad dolorosa y molesta para el bebé. Los síntomas que indican que un recién nacido está afectado por ella, además del dolor de oído, son:

  • Tirones de oreja
  • Llantos
  • Inquietud
  • Trastornos del sueño
  • Dificultad para responder ante sonidos
  • Secreción de líquido del oído
  • Pérdida de apetito
  • Inquietud
  • Vómitos (en algunos casos)

Es una situación que genera malestar tanto en el bebé como en los padres, por lo que es importante conocer las causas que llevan a padecer una otitis. A menudo es resultado de otra infección, es decir, suele ser un efecto colateral de una enfermedad respiratoria o gastrointestinal.

También puede deberse a una alergia, a estar expuestos al humo del tabaco, un uso abusivo del chupete, darle el biberón mientras está de lado, antecedentes familiares… Todos estos son factores de riesgo que aumentan la probabilidad de que el bebé sufra esta enfermedad.

Vuelve a tratarse de una enfermedad que no tiene por qué suponer un peligro para la salud del bebé ya que suele ser debida simplemente al hecho de que su sistema inmune no está bien desarrollado. Como hemos dicho, suele tratarse con antibióticos y, para calmar el dolor, se pueden recetar antiinflamatorios.

3. Ictericia

La ictericia es un trastorno caracterizado porque la piel adopta una coloración amarillenta. Pese a que genera inquietud en los padres, es un trastorno bastante común que también suele desaparecer sin mayores consecuencias.

La ictericia en recién nacidos es un trastorno que aparece porque en la sangre del bebé hay un exceso de bilirrubina, un pigmento amarillo de los glóbulos rojos. Es una afección común debida en este caso a que el hígado del infante todavía no está maduro, por lo que no puede procesar correctamente toda la cantidad de bilirrubina en el torrente sanguíneo.

Suele ser más común en bebés prematuros nacidos antes de las 38 semanas de gestación y, pese a que generalmente no requiere ningún tratamiento, la recomendación es que al observar indicios de ictericia, los padres lleven al bebé al pediatra.

Esto se debe a que en un pequeño porcentaje de los casos, si la concentración de bilirrubina es muy alta, puede acabar provocando daño cerebral. Sin embargo, lo más probable es que el pediatra dictamine que todo está en orden y que pueden volver a casa.

Los signos más importantes de ictericia son el color amarillento de la piel y de la parte blanca de los ojos. No hay más síntomas, por lo que hay que estar atento a si esta coloración aparece, cosa que de suceder, suele hacerlo entre 2 y 4 días después del nacimiento.

Los síntomas que indican que la ictericia está volviéndose grave y que requerirá tratamiento son los siguientes:

  • La piel cada vez es más amarillenta
  • Debilidad
  • Pérdida de peso
  • Llanto agudo
  • Comportamiento extraño

Sin embargo, hay que tener en cuenta que, a pesar de que pueda parecer alarmante, es un trastorno común que generalmente remitirá sin problemas ni a corto ni a largo plazo.

4. Infecciones respiratorias

Las infecciones respiratorias son enfermedades muy comunes y generalmente leves. La gravedad de la enfermedad dependerá si la infección se ha dado en las vías altas o en las vías bajas del aparato respiratorio.

  • Infección vías respiratorias altas:

La infección de las vías respiratorias altas es la más común y la menos grave. Incluye todas aquellas enfermedades que surgen por la acción de un patógeno en las vías altas del aparato respiratorio, es decir, nariz, garganta y tráquea.

Los síntomas de la mayoría de estas enfermedades son la congestión nasal, tos, pérdida de apetito y, a veces, algunas décimas de fiebre. Son afecciones que no requieren de tratamiento específico, pues avanzan adecuadamente por sí solas.

El resfriado es la infección de las vías altas más común. Causado por distintos tipos de virus, el resfriado común afecta especialmente a recién nacidos, que requieren de unos 10 días para hacer desaparecer los síntomas. De prolongarse, habría que consultar a un médico. De igual manera, si se observan algunos de estos síntomas, también habría que llevar al niño al hospital: fiebre de 38 °C o superior, silbido al respirar, somnolencia, dolor de cabeza, mucha tos, dolor de oído o empeoramiento general de síntomas.

  • Infección vías respiratorias bajas:

La infección de las vías respiratorias bajas es menos común pero más grave. Incluye aquellas enfermedades que se desarrollan porque un patógeno ha colonizado las vías bajas del aparato respiratorio, es decir, bronquios y pulmones.

Son afecciones más graves que requieren de tratamiento específico e incluso de hospitalización. Las dos principales enfermedades de este tipo son la bronquiolitis y la neumonía.

La bronquiolitis es una infección de los bronquiolos, las vías respiratorias más pequeñas de los pulmones, que tiene mayor incidencia en bebés que en adultos. Suele estar provocada por un virus y ser más común en los meses de invierno.

La bronquiolitis empieza con síntomas similares a los de un resfriado común, pero a los días progresa con mayor tos, silbidos e incluso dificultad para respirar. Estos síntomas pueden prolongarse varias semanas, por lo que se recomienda consultar a un médico. Sin embargo, lo que generalmente dirá el pediatra es que con atención en casa es suficiente. Pocos casos requieren hospitalización.

La neumonía es una enfermedad grave en recién nacidos. Provocada por bacterias, virus u hongos, la neumonía es la infección de los sacos aéreos de los pulmones, que se inflaman y se pueden llenar de pus.

Transcurre con fiebre, tos constante, escalofríos y dificultad para respirar. Puede requerir de hospitalización si los síntomas son graves, aplicando un tratamiento por antibióticos en caso de que la infección sea de origen bacteriano.

5. Infecciones de orina

Las del sistema urinario son unas de las infecciones bacterianas más comunes en recién nacidos. El principal problema es que los síntomas suelen pasar desapercibidos y que, sin embargo, estas infecciones pueden derivar en complicaciones más serias. Es por ello que los padres deben estar atentos ante los signos que indiquen que se ha desarrollado una infección.

Una infección urinaria es una enfermedad que consiste en la inflamación de alguna de las partes del sistema urinario, es decir, riñones, uréteres, vejiga y uretra.

Los síntomas más comunes en adultos, como el escozor al orinar o el dolor en la zona lumbar, no se manifiestan en recién nacidos, cosa que puede dificultar el diagnóstico y, al no tratarlo, puede acabar provocando daños en el riñón. Es por ello que hay que estar atento a si el niño pierde el apetito, no sube de peso, vomita, está irritable, duerme más de lo normal o tiene fiebre sin causa aparente.

Una vez diagnosticado, el tratamiento con antibióticos suele ser muy efectivo y permite que la enfermedad remita, logrando una plena recuperación de la salud del niño sin consecuencias a largo plazo.

Para prevenir estas infecciones, es importante tomar conciencia de la necesidad de mantener una buena higiene genital del niño, cambiando frecuentemente de pañales y limpiar siempre de delante hacia atrás, evitando así que las bacterias de las heces puedan entrar al aparato urinario.

6. Infecciones cutáneas

Las infecciones de la piel y de los tejidos blandos son afecciones más comunes en recién nacidos que en adultos. Suelen requerir tratamiento específico e incluso ingreso hospitalario.

Son provocadas por bacterias, virus u hongos. Estos patógenos pueden infectar una piel sana o aprovecharse de otras infecciones previas. Existen muchos tipos de enfermedades infecciosas de la piel, aunque los síntomas comunes a la mayoría son: enrojecimiento, picor, hinchazón, sarpullido, dolor, presencia de pus, etc.

Las de origen bacteriana suelen tratarse mediante antibióticos de consumo oral o de aplicación tópica, es decir, encima de la propia piel. Las provocados por virus, como la varicela, el sarampión o la rubéola, son de origen vírico y por lo tanto no se pueden tratar con antibióticos.

De nuevo, mantener una buena higiene del recién nacido es clave, igual que curar las heridas abiertas en caso de que se haga alguna, lavarse las manos antes de tocar a los bebés, etc.

7. Dermatitis del pañal

La dermatitis del pañal es una de las afecciones más comunes en recién nacidos. Casi todos los bebés tienen enrojecimiento en la zona de la piel cubierta por el pañal.

¿A qué se debe este enrojecimiento? Las bacterias presentes en las heces tienen un metabolismo que incluye producción de amoníaco, una sustancia irritante que también se encuentra en la orina y que puede provocar problemas dermatológicos en los recién nacidos, pues su piel es muy delicada.

Resulta molesto para el bebé. Es por ello que hay que prevenirla, y la mejor manera de hacerlo es no tardar en cambiar el pañal, ya que el calor y la humedad que se generan en el interior favorecen la producción de amoníaco por parte de las bacterias fecales.

Los síntomas se pueden paliar aplicando ungüentos sobre la zona irritada, aunque cumpliendo con la recomendación anterior, es poco probable que se desarrolle. En casos muy extremos, puede ser que derive en complicaciones que cursen con fiebre, supuración, ardor o dolor al orinar. En ese caso sí que se recomienda ir al médico, que podrá prescribir medicamentos para tratar esta dolencia.

8. Reflujo gastroesofágico

La enfermedad por reflujo gastroesofágico es una dolencia que aparece en casi todos los recién nacidos. Consiste en que el ácido del estómago sube hasta el esófago, cosa que puede irritarlo.

Esta enfermedad es debida a que el esófago del recién nacido no está del todo bien desarrollado y es débil. Esta debilidad hace que no realice los movimientos correctos y que regurgite. No decimos “vomitar” porque no lo es, ya que el reflujo no se debe a contracciones del esófago. Las regurgitaciones propias del reflujo gastroesofágico suceden sin realizar ningún esfuerzo. En cambio, vomitar sí que implica hacerlo.

Al no ser provocado por ningún patógeno, el reflujo gastroesofágico solo puede ser tratado (y rara vez se hace) mediante medicamentos que inhiban la secreción de ácido en el estómago. Pero esto solo es en casos extremos. Lo que se recomienda hacer es simplemente modificar la alimentación y poner al bebé en posición vertical después de comer para evitar que regurgite.

9. Apnea del recién nacido

Pese a ser más común en bebés prematuros, la apnea puede afectar a cualquier recién nacido. Consiste en el cese transitorio de la respiración, generalmente mientras el infante duerme. El bebé deja de respirar durante más de 20 segundos. Pasado este tiempo, vuelve a hacerlo de forma normal.

Los síntomas de esta enfermedad son:

  • Pausas respiratorias durante el sueño
  • Bradicardia: baja la frecuencia cardíaca
  • Cianosis: coloración azulada debida a la falta de oxígeno en los tejidos

Las causas que llevan a esta apnea son muy diversas: inmadurez del sistema nervioso y respiratorio, bajadas de glucosa, infecciones, enfermedades respiratorias, reflujo gastroesofágico, padecer una hemorragia cerebral...

Una vez el infante ha desarrollado plenamente su sistema nervioso y respiratorio, este trastorno suele desaparecer sin haber dejado consecuencias negativas para la salud. Sin embargo, la apnea se trata enfocándose en la terapia del suceso que lo ha desencadenado, es decir, combatiendo la infección, controlando las bajadas de azúcar, evitando el reflujo gastroesofágico, etc.

Existe un monitor de apneas que detecta que el bebé deja de respirar y avisa a los padres mediante una alarma. En caso de que suceda, es suficiente con mover un poco al niño o despertarlo para que vuelva a respirar con normalidad.

10. Neuroblastoma

El neuroblastoma es un tipo de cáncer infantil que se origina en células nerviosas inmaduras de distintas partes del cuerpo. De forma más frecuente se manifiesta en las glándulas suprarrenales, ubicadas en la parte superior de cada riñón.

Los síntomas, pese que dependen en gran medida de la zona del cuerpo en la que se desarrolle el cáncer, suelen ser los siguientes:

  • Dolor abdominal
  • Diarrea o estreñimiento
  • Dolor en el pecho
  • Silbido al respirar
  • Pérdida de peso
  • Proptosis: los ojos parecen salir de las cavidades oculares
  • Bultos debajo de la piel
  • Fiebre
  • Dolor de espalda
  • Dolor de huesos

La causa generalmente nunca se identifica, por lo que es importante que al observar algunos de estos síntomas se lleve al niño al hospital, pues detectarlo precozmente y posteriormente tratarlo es básico para evitar complicaciones como la metástasis o la compresión de la médula espinal, la cual puede derivar en parálisis motora.

Hay distintas terapias que permiten tratar este tipo de cáncer: cirugía, quimioterapia, radioterapia, trasplante de médula ósea e inmunoterapia. Sin embargo, hay que tener en cuenta que este neuroblastoma solo se desarrolla en 1 de cada 10.000 recién nacidos, por lo que si se observan algunos de los síntomas anteriores, lo más probable es que se trate de alguna de las enfermedades más leves que hemos visto anteriormente.

Referencias bibliográficas

  • Bailey, T., McKinney, P., Stievenart, C. (2008) “Neonatal Diseases”. Diseases and medical management of Houbara Bustards and other Otididae.
  • Remington, J.S., Klein, J.O., Wilson, C.B., Nizet, V., Maldonado, Y.A. (2011) “Infectious Diseases of the Fetus and Newborn Infant”. Elsevier.
  • World Health Organization (2017) “WHO Recommendations on Newborn Health”. WHO.
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