Síndrome del Miembro Fantasma: ¿qué es y por qué ocurre?

El síndrome del miembro fantasma es el conjunto de percepciones a través de las cuales una persona siente todavía sensaciones en un miembro amputado. Analicemos las bases clínicas de este fenómeno.

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Cuantas más respuestas encontramos acerca de la naturaleza de nuestro cerebro, más preguntas surgen. Y es que el cerebro humano, por irónico que resulte teniendo en cuenta que es el órgano donde está almacenada toda nuestra existencia, es uno de los grandes desconocidos de la ciencia. Y existen muchos fenómenos que siguen generando confusión y fascinación a partes iguales.

Y a pesar de todo el estigma alrededor de la salud mental que hace que existan muchos mitos y leyendas urbanas acerca del mundo de la Psicología, sí es cierto que hay una serie de fenómenos psicológicos que representan el lado más desconocido de esta disciplina. Sin ir más lejos, existe un síndrome, llamado síndrome de Cotard, que hace que los pacientes piensen que están muertos o en estado de descomposición.

Pero no hace falta irse a casos tan extraños. Hay un síndrome que muchas personas que, por desgracia y por distintas causas, se someten a la amputación de un miembro padecen. Un síndrome que hace que sigamos sintiendo sensaciones y percepciones en un miembro amputado. Estamos hablando del famoso síndrome del miembro fantasma.

Y en el artículo de hoy, con el objetivo de comprender la naturaleza de este fenómeno que está rodeado de tantas ideas y concepciones erróneas, vamos a indagar, de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, en las bases clínicas, neurológicas y psicológicas del síndrome del miembro fantasma, comprendiendo sus causas, síntomas y abordaje. Empecemos.

¿Qué es el síndrome del miembro fantasma?

El síndrome del miembro fantasma es un fenómeno que consiste en la percepción de sensaciones en un miembro del cuerpo que ha sido amputado. Así, la persona percibe que todavía está conectado al resto del organismo y que sigue funcionando, teniendo la falsa percepción de que la extremidad amputada continúa en su lugar.

Así, se trata de un síndrome que queda definido como el conjunto de sensaciones, picores, dolores, sensaciones térmicas o quemazones que sienten algunas personas que han sido sometidas a la amputación de un miembro y que persisten pese a que la extremidad ya no esté en el cuerpo.

Se estima que aproximadamente 2 de cada 3 personas sometidas a amputación van a desarrollar este síndrome y, en algunas ocasiones, las percepciones son de una naturaleza tan dolorosa, con un dolor tan intenso y una sensación tan insoportablemente desagradable, que la experiencia se convierte en algo tremendamente traumático. Por ello, es muy importante conocer la naturaleza clínica de este síndrome.

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Causas del miembro fantasma

Tiempo atrás, los médicos creían que el síndrome del miembro fantasma se trataba simplemente de un fenómeno psicológico que emergía como respuesta cognitiva a la amputación de una extremidad. Pero, como es evidente, la ciencia ha progresado y hemos descubierto que, más que psicológico, se trata de un fenómeno neurológico.

Así pues, el síndrome del miembro fantasma se origina en el cerebro y la médula espinal, en el sentido que, tal y como revelan las pruebas de diagnóstico por imagen (básicamente resonancia electromagnética y la tomografía por emisión de positrones o PET/TC), las partes del cerebro que conectaban con los nervios del miembro amputado siguen mostrando actividad tras dicha amputación.

En otras palabras, la causa principal del síndrome del miembro fantasma es que el cerebro sigue mandando y recibiendo señales nerviosas a través de la médula espinal de unos nervios que ya no conectan con una extremidad. Tras la amputación, el cerebro y la médula espinal pierden la conexión neurológica con el miembro, momento en el que deben reajustarse de una forma muy poco predecible pero que, en la mayoría de casos, conforma el cuadro clínico del miembro fantasma.

El dolor puede aparecer inmediatamente después de la amputación o varios años después, con una incidencia que oscila entre el 42% y el 85%. Ahora bien, más allá de la causa que hemos comentado, entran en juego otros factores, pues el origen de este síndrome del miembro fantasma es multifactorial. Así, además de que se ha descubierto que las personas que sentían dolor en la extremidad antes de la amputación son más propensas a sufrir el síndrome del miembro fantasma, existen otros factores de riesgo.

Entran en juego mecanismos centrales (por la reestructuración neurológica a nivel cerebral y de médula espinal), mecanismos periféricos (se “rompe” el patrón sensitivo por sección de los nervios de la extremidad), fenómenos psicógenos (más relacionados con la psicología de cada persona) y, en algunas ocasiones, el desarrollo de un neuroma, es decir, un crecimiento anómalo de las terminales nerviosas dañadas que desencadena una actividad nerviosa que deriva en dolor.

Al mismo tiempo, se cree que los daños en las terminaciones nerviosas por la amputación, el desarrollo del tejido cicatricial en la zona, el modo como el cerebro almacena recuerdos de dolor en la zona afectada, el desarrollo de coágulos sanguíneos, los daños previos en la médula espinal o los nervios periféricos que conectaban con la extremidad, las infecciones en el miembro previas a la amputación e incluso el estrés o los cambios en el clima pueden contribuir también en el desarrollo e intensidad de este síndrome.

Paralelamente, investigaciones recientes indican que el cerebro tiene tendencia a reasignar los circuitos sensoriales. Esto significa que, como mecanismo de adaptación, deriva la información nerviosa del miembro residual que ya “no funciona” a otra parte del cuerpo cuyos circuitos sensoriales sí están intactos. Así, por ejemplo, puede reasignar la información de una pierna amputada a la mejilla, haciendo que, cuando se toca la mejilla, la persona sienta como si le tocaran la pierna que ha sido amputada.

Ni qué decir tiene, por todo lo que acabamos de analizar, que su aparición es tremendamente compleja a nivel neurológico y psicológico y que es difícil describir unas causas exactas, pues entran en juego muchos factores. Pero lo que está claro es que unas 2 de cada 3 personas experimentan este síndrome y que, a menudo, cursa con unos síntomas muy desagradables que es importante conocer.

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Síntomas

El miembro fantasma es un síndrome y, como tal, tiene asociado una sintomatología que, por regla general, empieza la primera semana posterior a la amputación, aunque hay casos donde se demora meses e incluso años en aparecer. Los signos clínicos, además, tienden a “afectar” a la parte de la extremidad amputada más alejada del cuerpo, como por ejemplo, a la mano tras una amputación de brazo.

Dicho esto, el principal síntoma por relevancia clínica es, además de la sensación de que el miembro amputado todavía sigue conectado al cuerpo, las sensaciones de frío y de calor, las sensaciones de deformidad, el hormigueo y la sensación de entumecimiento, es el dolor.

El dolor del miembro fantasma es el principal signo clínico de este síndrome, pudiendo ser continuo o apareciendo y desapareciendo por lapsos de tiempo. Este se puede sentir como un dolor punzante o agua, como un dolor persistente, como un dolor de tipo cólico o como un dolor urente, es decir, que escuece o que quema. Así, hay pacientes que describen el dolor en la extremidad residual amputada como un calambre, como un ardor, como un pinchazo, como un apretujón, como una puñalada e incluso como un disparo.

Aun así, el dolor no siempre está presente. Hay veces que el síndrome del miembro fantasma es indoloro, pero decimos que es el más relevante a nivel clínico porque, en pacientes que sí que desarrollan el dolor fantasma, hay veces en las que este dolor se vuelve tan intenso que la experiencia se convierte en algo tremendamente traumático.

Por ello, y porque pese a que las sensaciones por regla general se van haciendo cada vez más débiles y apareciendo con menos frecuencia, es posible que nunca desaparezcan por completo, es muy importante conocer en qué consiste el abordaje terapéutico para tratar este síndrome y evitar que la sintomatología sea grave.

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Tratamiento

La prevención del síndrome del miembro fantasma es complicada. Aun así, esta puede pasar por, habiendo visto que haber experimentado dolor en la extremidad antes de la amputación es un factor de riesgo, aplicar anestesia local las horas o días previos a la intervención quirúrgica. Esto puede ayudar a disminuir el riesgo de dolor permanente en la extremidad y a reducir el síndrome del miembro fantasma tras la amputación. De todos modos, como es evidente, no hay una forma de prevenir totalmente y de forma eficaz este síndrome.

Además, al no existir pruebas médicas que puedan diagnosticar el síndrome, todo se basa en la descripción que haga el paciente. A mayor precisión a la hora de describir el dolor en lo que a naturaleza, intensidad y frecuencia de aparición se refiere, más preciso podrá ser también el tratamiento que vaya a darse para reducir el impacto de estas sensaciones.

Generalmente, el primer tratamiento que se realiza es el farmacológico (teniendo en cuenta que no hay fármacos específicos para combatir el síndrome), con la administración de distintos medicamentos como analgésicos de venta libre, narcóticos, anticonvulsivos o antidepresivos. Normalmente, hay que probar varios hasta dar con uno que dé buenos resultados. De este modo, las percepciones desagradables y el dolor pueden paliarse.

Ahora bien, en segunda instancia y en caso de que persista, deben iniciarse tratamientos de naturaleza no farmacológica. Por ello, se suele recomendar las sesiones de fisioterapia, la terapia por estimulación de la médula espinal (se insertan electrodos en la médula espinal para aliviar el dolor con corriente eléctrica), la terapia de acupuntura (útil para el dolor crónico, recordando siempre hacerlo en manos de un profesional) o la técnica de la caja espejo, una terapia que consiste en, usando un dispositivo con espejos para simular que el miembro amputado existe, hacer que la persona realice movimientos para tener la percepción de que la extremidad se mueve, algo que, de acuerdo a distintos estudios, ayuda a aliviar el dolor.

Como hemos dicho, la mayoría de pacientes ven reducido el síndrome del miembro fantasma lenta pero continuamente. Ahora bien, en caso de que estos tratamientos que hemos visto no funcionen y el síndrome sea muy intenso, puede contemplarse la cirugía, la cual consiste en una estimulación cerebral profunda o en una estimulación de la corteza motora. Se está manejando, además, un posible tratamiento de cara al futuro cercano a través de gafas de realidad virtual para simular que la extremidad existe y aliviar el dolor. Veremos si esta técnica termina usándose.

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