Los 6 diferentes tipos de agentes patógenos (y sus características)

Hay muchos tipos de microorganismos distintos capaces de infectarnos y producirnos enfermedades. Y cada uno de ellos tiene unas propiedades únicas.

Tipos de agentes patógenos

La gripe, el resfriado común, la conjuntivitis, la gastroenteritis, el SIDA, la meningitis, los pies de atleta… Hay infinidad de enfermedades más o menos graves provocadas por lo que se conoce como patógenos, unos seres vivos especializados en infectar a otros organismos para disponer de un lugar en el que desarrollarse a costa de la salud de su “hospedador”.

De todos modos, no todos los patógenos o gérmenes son iguales. Pueden ser virus, bacterias, hongos, parásitos, etc, y dependiendo del grupo al que correspondan, las enfermedades que causan tendrán unas características propias.

Saber qué tipo de agente patógeno es responsable de una enfermedad no solo es importante para saber cuál es la sintomatología esperada, sino que es vital para saber qué tratamiento será efectivo, pues este depende del germen causante.

Por ello, en el artículo de hoy haremos un repaso de los principales tipos de patógenos conocidos, detallando tanto su naturaleza como las enfermedades que más comúnmente provocan.

¿Qué es un patógeno?

Definir lo que es un patógeno no es tarea sencilla, pues engloba organismos extremadamente distintos entre ellos: desde parásitos intestinales de 10 metros de longitud hasta virus miles de veces más pequeños que una célula.

Sea como sea, podríamos definir un patógeno como cualquier ser vivo que en algún momento de su vida necesita estar en el interior (o a veces en la superficie) de otro organismo, ya sea para obtener nutrientes, un hábitat o ambas cosas. Los patógenos infectan a otros seres vivos para poder crecer, desarrollarse y reproducirse, aunque esto suele ir a costa de la salud de este organismo que colonizan.

Y es que cuando nos infectan, los patógenos dañan los tejidos y órganos en los que se encuentran, cosa que dependerá de sus requerimientos. En el caso de los humanos, hay cerca de 500 especies de patógenos capaces de colonizar nuestros intestinos, piel, cerebro, ojos, boca, órganos sexuales, hígado, corazón… Cualquier región del cuerpo es susceptible.

Este daño, junto con la propia respuesta de nuestro sistema inmune para eliminar cuanto antes a estas amenazas, hace que estos procesos de colonización por parte de los patógenos curse con una sintomatología que dependerá de la especie, la parte del cuerpo afectada, de su agresividad y del estado de salud general de la persona.

No todas las especies de bacterias, virus u hongos son dañinas para nuestra salud. De hecho, de los millones de especies que existen (y que todavía no se conocen), solo unas 500 nos hacen enfermar. Y de ellas, solo 50 patógenos son realmente peligrosos. Por lo tanto, no hay que relacionar “microorganismo” con “enfermedad”.

¿Cuáles son los principales tipos de patógenos?

A pesar de que todavía hay controversia, la clasificación más aceptada de los gérmenes es la que los agrupa en seis grupos en función de aspectos de su morfología y ecología. Las bacterias y los virus son los patógenos más frecuentes, al menos en los países desarrollados, pero no hay que olvidar que no son los únicos tipos de gérmenes que existen.

A continuación presentamos estos principales agentes patógenos, detallando tanto sus propiedades como las enfermedades de las que más frecuentemente son responsables.

1. Bacteria

Las bacterias son organismos unicelulares, es decir, son células que por ellas mismas pueden realizar todas las actividades y funciones necesarias para sobrevivir. Son células muy sencillas. Consisten en una membrana que protege el contenido interno y su material genético. A veces, tienen otras estructuras para permitir la fijación a los órganos o tejidos que parasitan o prolongaciones de la membrana para desplazarse.

Más allá de estos, la variedad de morfologías es inmensa. Algunas son esféricas, otras alargadas e incluso con forma de espiral. Y a pesar de que es imposible de calcular, se estima que en la Tierra podría haber más de mil millones de especies de bacterias distintas. Es el grupo de seres vivos más diverso del planeta. Y de todas ellas, solo unas pocas nos hacen enfermar.

La mayoría de ellas son inocuas, es decir, el contacto con ellas no supone ningún riesgo. Pero es que además, hay muchas especies que son beneficiosas y que forman parte de nuestra microbiota, ya sea en la piel, en la boca o en los intestinos, y que tienen infinidad de efectos para proteger nuestra salud.

Sin embargo, sí es cierto que hay algunas que se comportan como patógenos. Pueden llegar al cuerpo por distintas vías, ya sea a través de alimentos contaminados, por animales, por vía sexual o por el contacto directo con una persona infectada. Una vez han colonizado una región de nuestro organismo, provocan un cuadro clínico de una gravedad que varía desde síntomas leves hasta la muerte.

Afortunadamente, los antibióticos son capaces de matar a la mayoría de especies bacterianas patógenas. El problema es que el mal uso de estos fármacos está haciendo que algunas especies se vuelvan resistentes a su acción, algo que tendrá consecuencias graves en un futuro.

Ejemplos de enfermedades provocadas por bacterias son las siguientes: salmonelosis, tétano, tuberculosis, gastroenteritis bacteriana, conjuntivitis bacteriana, gonorrea, meningitis, otitis, caries, botulismo, neumonía...

2. Virus

Todavía hay mucha controversia sobre si hay que considerar a los virus como seres vivos o no. Sea como sea, los virus son patógenos a los que nos dirigimos normalmente como partículas infectivas (para no llamarlos seres vivos) mucho más pequeños que una célula o que una bacteria. Hay miles de millones de especies de virus, pero solo unas pocas nos infectan.

Son tan pequeños que no pueden visualizarse ni con los microscopios ópticos más potentes. Se necesitan microscopios electrónicos. Un virus es una estructura muy sencilla: una membrana de proteínas recubriendo material genético. En el caso de los virus que infectan a los humanos, su morfología suele ser esférica, aunque hay excepciones, como en el caso del virus del ébola, que tiene forma de filamento.

Los virus son parásitos obligados, es decir, no pueden sobrevivir por sí solos. Necesitan entrar en el interior de las células de un hospedador (las bacterias no penetraban las células) para aprovecharse de sus recursos y replicarse, lo que comporta la muerte de esta célula.

El problema de los virus es que, además de “esconderse” del sistema inmune ya que están dentro de las células de nuestro propio cuerpo, los antibióticos ni ningún otro fármaco consigue matarlos. Sí hay medicamentos que frenan su desarrollo, pero generalmente hay que esperar que el propio cuerpo lo neutralice por sí solo.

Ejemplos de enfermedades víricas son las siguientes: gripe, resfriado común, gastroenteritis vírica, conjuntivitis vírica, SIDA, mononucleosis, varicela, herpes, hepatitis, “paperas”, sarampión, VPH, ébola...

3. Hongos

Los hongos son un grupo muy diverso de organismos. Los hay desde unicelulares hasta pluricelulares, es decir, células organizadas para dar lugar a un organismo más complejo. No destacan por ser patógenos, pues la mayoría de las especies son inocuas e incluso útiles en la industria alimentaria: levadura, fabricación de cerveza, producción de quesos, etc.

De todos modos, sí que hay especies fúngicas capaces de infectarnos y hacernos enfermar. Normalmente, los hongos no colonizan órganos ni tejidos internos como sí lo hacen las bacterias o los virus, sino que tienden a infectar regiones superficiales de nuestro cuerpo, principalmente la piel o las uñas.

Su detección es relativamente sencilla ya que se observan perfectamente los crecimientos en estas zonas del cuerpo afectadas. De todos modos, existen distintos tratamientos antifúngicos que se aplican superficialmente y que eliminan los hongos eficazmente.

Ejemplos de enfermedades provocadas por los hongos son las siguientes: pies de atleta, tiña, candidiasis, dermatofitosis, pitiriasis versicolor...

4. Helmintos

Los helmintos son organismos más complejos. De hecho, pertenecen al reino animal. Y a pesar de ser animales, hay especies que son patógenos humanos. Tienen una forma similar a la de un “gusano” de pequeño tamaño.

Las infecciones por helmintos no son muy comunes en países desarrollados, pero sí lo son en los más pobres. Esto hace que haya más de 1.500 millones de personas infectadas por estos parásitos en todo el mundo.

Se disponen de tratamientos para curar las helmintiasis, es decir, las enfermedades intestinales causadas por los helmintos. El problema es que en los países donde más afectan no tienen acceso a ellos ni pueden garantizar las medidas para evitar su propagación.

Estas enfermedades se contagian cuando una persona ingiere accidentalmente los huevos de estos parásitos, que son eliminados en las heces de las personas infectadas. En países donde no hay medidas higiénicas adecuadas ni hay saneamiento de las aguas, la propagación de los huevos es muy veloz.

En países desarrollados también hay casos, pero son menos frecuentes y suelen afectar a niños, pues jugando en el suelo pueden entrar en contacto con huevos de los parásitos. Sea como sea, los helmintos más frecuentes son: ascaris, tricéfalo, tenia, anquilostoma...

5. Protozoos

Los protozoos también pertenecen al reino animal, aunque en este caso no son pluricelulares como los helmintos. Son seres unicelulares, es decir, pese a ser un animal, consisten en una sola célula. Tienen morfologías increíblemente diversas y complejas y comparten la característica de habitar ambientes húmedos o medios acuáticos, aunque hay excepciones.

De nuevo, la principal afectación es en países pobres, pues el mal saneamiento de las aguas favorece su transmisión entre las personas. De todos modos, algunos pueden transmitirse a través de la picadura de insectos, como es el caso de la malaria.

Ejemplos de protozoos que infectan y nos provocan enfermedades son: Plasmodium (causante de la malaria), Entamoeba, Leishmania, Giardia, Cryptosporidium...

6. Priones

Los priones merecen mención aparte porque, a diferencia de lo que ocurría con los virus, aquí hay consenso absoluto en que no son seres vivos. Y es que un prión es simplemente una molécula de proteína (sin protección ni material genético) que tiene capacidad infectiva, es decir, es capaz de llegar a un individuo sano y dañar su organismo.

Son muy poco comunes pero extremadamente graves. De hecho, una de las enfermedades que causan es la única del mundo con una letalidad de absolutamente el 100%. No es posible curarse. Si eres infectado por este prión, la muerte es segura. Se trata de la encefalopatía espongiforme bovina, también conocida como “enfermedad de Creutzfeldt-Jakob” o, más popularmente, “enfermedad de las vacas locas”.

El prión afecta al sistema nervioso central y provoca un rápido deterioro mental. No hay cura posible y la muerte sucede inevitablemente después de pasar por síntomas de cambios en la personalidad, insomnio, dificultad para hablar y tragar, pérdida de memoria, movimientos bruscos…

De todos modos, sufrir una infección por un prión es prácticamente imposible. Se diagnostican muy pocos casos al año.

Referencias bibliográficas

  • Organización Mundial de la Salud. (2016) “Clasificación de microorganismos según Grupos de Riesgo”. Manual de Bioseguridad en Laboratorios.
  • Alberts, B., Johnson, A., Lewis, J. et al (2002) “Introduction to Pathogens”. Molecular Biology of the Cell, 4th Edition. Garland Science.
  • World Health Organization. (2018) “Managing epidemics: Key facts about major deadly diseases”. WHO.
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