Las 10 enfermedades sanguíneas más comunes

La sangre, pese a ser un líquido, es un tejido más de nuestro cuerpo, por lo que es susceptible de padecer distintos trastornos.

Enfermedades sanguíneas más comunes

La sangre es un tejido de nuestro cuerpo que se encarga de hacer llegar el oxígeno y los nutrientes a todas las células del organismo.

Además, recoge las sustancias de desecho para conducirlas al lugar donde serán eliminadas y transporta las células del sistema inmune para que podamos combatir infecciones.

Por lo tanto, que la sangre se encuentre en un estado de salud óptimo es imprescindible para que el resto de órganos y tejidos del cuerpo funcionen y para que no desarrollemos trastornos graves.

De todos modos, como cualquier otro tejido vivo, la sangre es susceptible de padecer distintos trastornos que, dada la distribución de esta por todo el cuerpo, tendrán consecuencias para la salud de todo el organismo.

En el artículo de hoy hablaremos de las enfermedades hematológicas más comunes, analizando sus causas, síntomas y tratamientos disponibles.

¿Qué es una enfermedad hematológica?

Una enfermedad hematológica es todo aquel trastorno que afecta a alguno de los componentes de la sangre, impidiendo que este tejido funcione como debería y causando problemas en otros órganos y tejidos del cuerpo.

La sangre está compuesta de una parte líquida y una sólida. La parte líquida conforma más de la mitad de la sangre y consiste en el plasma, un medio que contiene agua, sales y proteínas y que permite que la sangre fluya por los vasos sanguíneos.

La parte sólida está formada por las células sanguíneas, es decir, los glóbulos rojos (transportan el oxígeno), los glóbulos blancos (todas aquellas células del sistema inmune) y las plaquetas (coagulan la sangre cuando hay alguna herida para evitar la pérdida de esta).

Cualquiera de estos componentes es posible que no esté en las condiciones óptimas debido a errores genéticos (a menudo hereditarios), déficit en la dieta de algún mineral (normalmente el hierro), problemas en la absorción de vitaminas y nutrientes, déficit de vitaminas (en especial la B12), a que se producen anticuerpos contra las células sanguíneas del propio cuerpo o a que se sufren determinados problemas respiratorios o alergias.

En el momento en el que, a causa de alguno de estos factores, la sangre no puede funcionar como debe hacerlo, hablamos de enfermedad hematológica.

¿Cuáles son las enfermedades de la sangre más frecuentes?

Los trastornos sanguíneos afectan a los glóbulos rojos, los glóbulos blancos, las plaquetas o incluso al plasma. Esto deriva en algunas enfermedades que suelen ser graves. A continuación presentamos algunas de las más comunes.

1. Talasemia

La talasemia es una enfermedad sanguínea que afecta a los glóbulos rojos. Se trata de un trastorno hereditario (error genético que pasa de padres a hijos) caracterizado por una baja producción de glóbulos rojos, lo que conduce a una anemia.

Esto hace que el cuerpo no disponga de suficiente hemoglobina, una proteína encargada de transportar el oxígeno por el cuerpo. La talasemia suele provocar palidez, debilidad y fatiga, deformidades en los huesos faciales, orina de color oscuro, hinchazón abdominal, crecimiento lento, etc.

El tratamiento para la talasemia depende de cómo de grave sea y, teniendo en cuenta que no hay cura ya que es un trastorno genético, las opciones más comunes son la transfusión de sangre o el trasplante de médula ósea.

2. Anemia ferropénica

La anemia ferropénica es una enfermedad sanguínea en la que el problema en los glóbulos rojos no se da a causa de un error genético que hace que no se produzcan, sino porque el cuerpo no tiene suficiente cantidad de hierro, por lo que los glóbulos rojos no están sanos.

Por ello es tan importante incluir hierro en la dieta, pues es un mineral imprescindible para formar los glóbulos rojos. Los síntomas son los mismos que los de la talasemia, aunque, como hemos visto, la causa es diferente.

Al no estar originada por un defecto genético, sí que es posible curarla. Puede ser debida tanto a un déficit de hierro en la dieta o a la dificultad para absorberlo. Sea como sea, el tratamiento consiste en incluir en la dieta alimentos ricos en hierro o en tomar suplementos.

3. Leucemia

La leucemia es un tipo de cáncer que se desarrolla en la sangre. Pese a que hay distintos tipos, la mayoría de ellos afectan a los glóbulos blancos. Es uno de los cánceres más comunes, pues se diagnostican más de 430.000 nuevos casos cada año.

Las causas no están demasiado claras, aunque sí se sabe que existen determinados factores de riesgo: tabaquismo, haber pasado anteriormente por tratamientos oncológicos, exposición a compuestos químicos concretos, trastornos genéticos, antecedentes familiares…

Los síntomas más comunes de la leucemia son los siguientes: fiebre, debilidad y fatiga, aparición de manchas rojas en la piel, infecciones recurrentes, sangrado nasal, escalofríos, pérdida de peso, aparición de hematomas, dolor en los huesos, etc.

El tratamiento dependerá del estado en el que se encuentre la enfermedad y del estado de salud de la persona.

4. Hemofilia

La hemofilia es una enfermedad sanguínea en la que la sangre pierde total o parcialmente la capacidad de coagular, pues la persona no dispone de las suficientes proteínas de coagulación. La causa suele ser genética.

La manera más rápida de detectar una hemofilia es si la persona está sangrando durante mucho tiempo después de una pequeña lesión. Los síntomas más comunes de la hemofilia son: sangrado excesivo después de un corte, sangrados sin causa aparente, sangre en la orina y/o heces, aparición de hematomas, sangrado nasal, dolor en las articulaciones…

El tratamiento consiste en una terapia de reemplazo de las proteína de coagulación de las que no se dispone.

5. Leucopenia

La leucopenia es una enfermedad sanguínea en la que el número de glóbulos blancos (leucocitos) es más bajo de lo normal. Por lo tanto, se trata de un trastorno caracterizado por una afectación a la producción de las células del sistema inmune.

Al estar en un número demasiado bajo, el cuerpo no puede combatir correctamente los ataques de bacterias, virus, hongos y parásitos. Dependiendo de si solo afecta a una célula inmune concreta o a varias, la gravedad de la enfermedad será mayor o menor.

De todos modos, la sintomatología más típica incluye: infecciones recurrentes, malestar general, debilidad y fatiga, dolor de cabeza intenso, vértigos y mareos, fiebre frecuente, cambios de humor, etc.

El tratamiento depende del tipo de leucopenia que se sufra, es decir, cuáles son las células inmunes más afectadas. De todos modos, la mayoría de terapias están centradas en la estimulación de la médula ósea mediante medicamentos para ayudarla a producir glóbulos blancos.

6. Trombocitopenia

La trombocitopenia es una enfermedad sanguínea caracterizada por un bajo recuento de plaquetas (trombocitos), las células que permiten la coagulación de la sangre y que los sangrados puedan detenerse.

La causa suele padecer leucemia u otros trastornos del sistema inmunitario, aunque el factor genético continúa siendo importante. También puede ser un efecto secundario a la administración de determinados medicamentos.

Dado que también se ve afectada la coagulación, los síntomas son similares a los de la hemofilia, aunque en este caso no es debido a la falta de proteínas de coagulación, sino directamente a una baja producción de plaquetas. A la sintomatología de la hemofilia hay que añadir que la persona sufre sangrados menstruales inusualmente abundantes y que aparecen petequias (pequeños puntos de sangre agrupados), especialmente en las piernas.

Normalmente la trombocitopenia no es un trastorno grave. De todos modos, puede tratarse solucionando la causa que la ha originado (si ha sido efecto secundario de un medicamento, si ha sido por una debilitación del sistema inmune, etc.) o bien realizando transfusiones de sangre.

7. Hemocromatosis

La hemocromatosis es el caso contrario a la anemia. Se trata de una enfermedad que surge a causa de una cantidad demasiado elevada de hierro en el cuerpo. Aparece a causa de una absorción excesiva de este mineral, algo que resulta tóxico.

Suele ser un trastorno hereditario, aunque en ocasiones puede ser debido a una complicación de otras enfermedades sanguíneas como la talasemia o la anemia.

Cuando hay demasiado hierro en la sangre, el cuerpo decide empezar a almacenarlo en otros órganos y tejidos. En este momento aparece la sintomatología típica: dolor de estómago, dolor en la articulaciones, debilidad y fatiga, etc.

Sin embargo, los problemas vienen cuando el hierro se acumula en el hígado, el corazón y el páncreas, ya que pueden surgir complicaciones como la insuficiencia renal, enfermedades cardíacas o diabetes. Por lo tanto, la hemocromatosis pone en peligro la vida de la persona.

El tratamiento suele consistir en extracciones periódicas de sangre, una terapia que recibe el nombre de flebotomía y que ayuda a reducir la cantidad de hierro que circula por ella. Además, las personas con este trastorno deben evitar el consumo excesivo de productos ricos en hierro.

8. Trombosis venosa

La trombosis venosa es una afección en la que se forma un coágulo de sangre (trombo) en una o más venas del cuerpo, generalmente en las piernas. Este trastorno suele estar debido a sufrir alguna otra enfermedad relacionada con la capacidad de coagulación de la sangre.

Los síntomas más comunes de la trombosis son los siguientes: dolor en las piernas, calambres, inflamación, sensación de calor en la pierna, enrojecimiento de la zona, aparición de manchas…

Es potencialmente grave ya que el trombo puede soltarse y desplazarse a través del torrente sanguíneo y llegar al corazón, provocando un infarto.

El tratamiento consiste en la administración de medicamentos que alivian el dolor y la inflamación y anticoagulantes que eliminan el trombo.

Referencias bibliográficas

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  • Boone, L. (2008) “Disorders of White Blood Cells”. Research Gate.
  • Mohammed Hamad, M.N. (2018) “Red Blood Cells Disorders”. Research Gate.
  • Handin, R.I. (2005) “Inherited Platelet Disorders”. Hematology.
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