Plasticidad cerebral (neuroplasticidad): ¿qué es y cómo funciona?

La plasticidad cerebral es la propiedad neuronal que, como reacción a la influencia del entorno, permite que el cerebro cambie su funcionamiento y estructura a lo largo de la vida. Veamos sus bases biológicas.

Plasticidad cerebral

Puede resultar llamativo, pero no hay objeto más complejo descubierto en el Universo que ese órgano que tenemos dentro de nuestro cráneo: el cerebro. Todo lo que sentimos, pensamos e imaginamos está dentro de una estructura de entre 1.300 y 1.500 gramos. El órgano que centraliza la actividad del sistema nervioso y que actúa como nuestro centro de mandos.

Y a pesar de que siga siendo uno de los grandes desconocidos para la ciencia, a lo largo de la historia hemos resuelto muchos enigmas acerca de él y, sobre todo, derribado muchos mitos. Y uno de ellos es el de que el cerebro es una estructura estática que no evoluciona a lo largo de la vida. El cerebro cambia, evoluciona y se adapta.

Y es precisamente en este contexto que surgió el término de plasticidad cerebral, la propiedad del sistema nervioso a través de la cual el cerebro modifica su estructura y funcionamiento a lo largo de la vida como reacción a la influencia del entorno. Cada cerebro es único. Cada cerebro tiene unos circuitos neuronales especiales y una estructura particular que no se explican por los genes, sino por cómo influye en nosotros lo que sucede a nuestro alrededor.

Así pues, en el artículo de hoy y de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, exploraremos las bases neurológicas de esta plasticidad cerebral, también conocida como neuroplasticidad. Veamos qué es este concepto, cómo sucede y qué ventajas evolutivas representa. Vamos allá.

¿Qué es la plasticidad cerebral?

La plasticidad cerebral, plasticidad neuronal o neuroplasticidad es la propiedad del sistema nervioso a través de la cual el cerebro es capaz de cambiar su estructura y funcionamiento a lo largo de la vida a partir de la interacción con el entorno. Es la característica neuronal que hace que cada cerebro sea único, desarrollándose más allá de lo que establecen los genes.

Se trata de un suceso neuronal que ocurre a todas horas y a lo largo de toda nuestra vida, pues no hay ni un solo momento en el que no recibamos unos estímulos que, a nivel nervioso, obligan al cerebro a adaptarse morfológica y fisiológicamente a ellos. Esta constante influencia del entorno es lo que hace que el cerebro cambie y, por tanto, que suceda esta plasticidad cerebral.

Y es que el concepto de “plasticidad” hace referencia a la asombrosa capacidad del cerebro de adaptarse a cualquier situación, como si de un plástico adaptándose a la forma de un molde se tratara. A nivel más técnico, el término, pese a ser difícil de definir, hace referencia a los cambios que se dan en el sistema nervioso central en lo que a expresión genética, estructura neuronal, comportamiento y naturaleza molecular se refiere.

Así pues, la plasticidad cerebral permite que las neuronales se regeneren anatómica y funcionalmente y que establecan nuevas conexiones, es decir, que los procesos sinápticos vayan cambiando dependiendo de las necesidades que el entorno despierta en nosotros. A través de estas modificaciones neuronales, el cerebro se recupera de posibles lesiones y se reestructura para lograr la máxima eficiencia adaptativa.

“Plasticidad” significa ser capaz de cambiar. Significa poder modificar hábitos, modificar conocimientos previos y aprender nuevas cosas. Significa poder desechar recuerdos y memorias que ya no necesitamos. Significa poder cambiar nuestro cerebro para conseguir una máxima adaptación al medio.

Plasticidad cerebral qué es

¿Cómo sucede la neuroplasticidad?

Para entender cómo es posible esta plasticidad cerebral, primero de todo tenemos que dejar de pensar en el cerebro como una masa compacta y empezar a hacerlo como lo que de verdad es: la suma de más de 100.000 millones de neuronas que funcionan como unidades individuales pero estableciendo conexiones entre ellas de las cuales emanan todos los sucesos que ocurren en nuestro cerebro.

Y si hablamos de conexiones entre neuronas, tenemos que hablar sí o sí de la sinapsis. El proceso fisiológico que permite la comunicación entre neuronas, las cuales forman unas redes increíblemente complejas a través de las que se transfieren información en forma de “electricidad”. El lenguaje del sistema nervioso.

La sinapsis neuronal es el proceso bioquímico mediante el cual una neurona portadora de una señal nerviosa es capaz de “decirle” a la neurona de la siguiente red cómo tiene que cargarse eléctricamente para que el mensaje se preserve a lo largo de esta “autopista”. Los axones neuronales conducen el impulso eléctrico para que, en los botones sinápticos, se sinteticen y liberen los neurotransmisores.

Estos neurotransmisores son liberados al medio interneuronal para ser captados por las dendritas de la siguiente neurona de la red, que absorberá estas moléculas. A través de estos neurotransmisores, dicha neurona ha recibido una información muy específica de cómo activarse eléctricamente, preservando el mensaje y la información nerviosa. En esto se basa la sinapsis.

Y en este contexto, cuando un grupo de neuronas tienden a mandarse información entre sí ya que su patrón de activación se repite con frecuencia, establecerán “uniones sinápticas” más intensas, estando más predispuestas a mandarse información entre ellas y, por tanto, estableciendo unas redes más estables y fuertes. Este aumento de la probabilidad de que ciertas neuronas se activen juntas es lo que define la microestructura del cerebro. Y esta es única de cada persona. Pues estas redes, más que de la genética, dependen de qué captamos del medio y cómo tenemos que responder.

Pero esta microestructura no es estática. Es dinámica. Las conexiones neuronales van siendo modificadas a lo largo de la vida, codificando lo que es importante en un contexto particular y deshaciéndose de lo que es menos relevante. Las redes menos utilizadas se irán eliminando a favor de nuevas redes que sí que necesitamos. Y esto, en continuo estado de cambio. Es aquí donde radica la plasticidad cerebral.

En resumen y pese a que el concepto de por sí es complicado, debemos entender la plasticidad cerebral como la consecuencia positiva de la propiedad que tiene el sistema nervioso tanto de establecer redes neuronales cada vez más fuertes conforme más utilicemos unas rutas sinápticas específicas como de depurarse de las menos importantes.

Este continuo cambio de las redes neuronales del cerebro es lo que nos permite adaptarnos a lo que sucede a nuestro alrededor, sacar el máximo provecho a la eficacia de la sinapsis neuronal y aprender. El cerebro, como órgano, conforme más se estimule, más desarrollará su estructura (o microestructura neuronal, como hemos visto) y funcionamiento. Nuestro cerebro es plástico. Y esto tiene innumerables ventajas evolutivas.

Neuroplasticidad

Neuroplasticidad y evolución: ¿por qué nuestro cerebro cambia?

Como hemos visto, la plasticidad cerebral es la capacidad del sistema nervioso de, a través de una modificación de las rutas sinápticas, modificar sus propiedades biológicas, químicas y físicas según las necesidades y la influencia del entorno. Así que ni qué decir tiene que esta es una de las propiedades neurológicas con mayor sentido evolutivo.

Y es que a pesar de que es cierto que es en la infancia que esta plasticidad cerebral es mayor, pues es la etapa en la que recogemos la mayor parte de la información que nos va a servir para determinar la estructura del cerebro a medida que este madura, la neuroplasticidad es un fenómeno que continúa durante toda la vida.

Nunca será tan notorio como en los primeros años de vida, pero si nos esforzamos por hacer trabajar el cerebro (por ejemplo, con ejercicios y actividades que estimulan la memoria), nos exponemos a nuevos estímulos y no dejamos de aprender cosas nuevas, nuestro cerebro seguirá depurando las rutas sinápticas no necesarias y estableciendo de nuevas, con todas las ventajas que esto representa.

Aprender de la experiencia, desarrollar formas de pensar complejas, aprender un lenguaje, adaptarnos a las situaciones cambiantes, modificar nuestra forma de pensar a lo largo de la vida, generar ideas abstractas, aprender de nuestros errores… Son innumerables las ventajas que, a nivel individual y poblacional (sin ella, el desarrollo de la especie humana no habría sido posible), ha tenido esta capacidad asombrosa de nuestro cerebro.

Por ello, pese a que esté detrás también del desarrollo de las fobias y de los traumas que podemos sufrir, la neuroplasticidad es una propiedad esencial de nuestro sistema nervioso. La selección natural siempre ha premiado características beneficiosas para la especie. Y esta no iba a ser una excepción. Sin esta plasticidad, seríamos robots. Entes que “salen de fábrica” todos iguales. Pero si cada uno de nosotros es único es por esta propiedad cerebral.

La definición más aceptada de “plasticidad cerebral” la estableció la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 1982, estableciendo que es la capacidad de las células del sistema nervioso de reorganizarse anatómica y funcionalmente tras haber estado sujetas a la influencia ambiental o del desarrollo.

Pero esta y otras definiciones frías no hacen justicia a la importancia personal y social que esta capacidad cerebral tiene en nuestras vidas. Es, en definitiva, el proceso neurológico que nos hace ser quienes somos, que aprendamos, que nos adaptemos, que cambiemos nuestra forma de pensar y ver el mundo y, en definitiva, que seamos humanos.

Plasticidad cerebral evolución
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