Glicina (neurotransmisor): qué es, funciones y características

La glicina es un aminoácido que puede actuar como neurotransmisor inhibidor, regulando los movimientos motores, manteniendo un estado de calma emocional y propiciando el desarrollo de las habilidades cognitivas.

Glicina neurotransmisor

Absolutamente todos los procesos que ocurren en el interior de nuestro organismo están mediados por moléculas. Son las sustancias químicas las que determinan cómo respondemos ante los estímulos del medio y cómo desarrollamos nuestras características biológicas.

Y es que los humanos, al igual que el resto de seres vivos, somos pura química. Y de entre todas las miles de moléculas que intervienen en el control, regulación y modificación de nuestra fisiología, hay unas que destacan por su relevancia. Estamos hablando de los neurotransmisores.

Estas sustancias químicas tienen la imprescindible función de permitir la comunicación entre neuronas, lo que hace posible que el sistema nervioso transmita (y cree) información, conectando el cerebro con el resto de órganos y tejidos del cuerpo.

Uno de estos neurotransmisores es la glicina, un aminoácido sintetizado por nuestro cuerpo que, si bien su papel principal consiste en formar proteínas, también puede actuar a nivel del sistema nervioso permitiendo la comunicación neuronal. En este artículo analizaremos la naturaleza de la glicina en su rol como neurotransmisor.

¿Qué son los neurotransmisores?

Para entender plenamente qué es la glicina y cuál es su función dentro del organismo, primero tenemos que comprender tres conceptos clave: sistema nervioso, sinapsis y neurotransmisor. Y es que la glicina tiene influencia directa en todos ellos.

El sistema nervioso se define normalmente como el conjunto de neuronas de nuestro cuerpo, pero, ¿qué significa exactamente esto? Significa que, a grandes rasgos, podemos entender el sistema nervioso como una red de telecomunicaciones en la que miles de millones de neuronas (las células especializadas fisiológica y anatómicamente del sistema nervioso) forman una “autopista” que comunica el cerebro, nuestro centro de mandos, con el resto del cuerpo.

Pero, ¿cuál es la finalidad de esta red neuronal? Muy sencillo: comunicar. Y por comunicar entendemos la transmisión de información a lo largo y ancho de todo el cuerpo. Es gracias a esta interconexión de neuronas que el cerebro puede enviar órdenes a los órganos y tejidos del cuerpo (al corazón le dice que lata sin parar) y que los órganos sensoriales envían mensajes sobre las condiciones del medio al cerebro para su procesamiento.

Sin este sistema nervioso y sin una correcta comunicación entre las neuronas que conforman esta red, sería imposible que las diferentes estructuras del cuerpo se comunicaran entre ellas. Y solo hace falta ver las consecuencias devastadoras que tienen las lesiones del sistema nervioso central, es decir, cerebro y médula espinal.

Y, ¿de qué modo viaja esta información? La información viaja a lo largo del sistema nervioso de una única manera: electricidad. Es en los impulsos eléctricos en los que está codificado el mensaje, el cual va dirigido a un órgano o tejido concreto que, al recibirlo, lo decodificará y sabrá exactamente qué tiene que hacer.

Y aquí entran en juego las neuronas, pues son unas células con una capacidad única, que es la de poder cargarse eléctricamente. Cuando hay que llevar un mensaje, las neuronas van activándose con un impulso eléctrico (también conocido como nervioso) que va pasando de neurona en neurona, a lo largo de esta red de miles de millones de ellas, hasta llegar al destino.

El problema es que, por ínfimo que sea, hay un espacio que separa las distintas neuronas de la red. Y es que el sistema nervioso no es algo continuo, sino que existe separación física entre una neurona y otra. Entonces, ¿cómo consigue la electricidad saltar de neurona en neurona? Muy sencillo: no haciéndolo. Y aquí es donde entra en juego la sinapsis.

La sinapsis es un proceso bioquímico ideado por la naturaleza para superar este obstáculo de que el impulso eléctrico no pueda sencillamente saltar de una neurona a otra. En este sentido, debemos entender la sinapsis como un proceso que realiza una neurona para decirle a la siguiente de la red de qué forma exacta tiene que cargarse eléctricamente. En otras palabras, se van enviando mensajes con instrucciones.

Pero para enviar mensajes se necesitan siempre mensajeros. Y aquí es donde entran en juego los neurotransmisores, unas moléculas que permiten que las neuronas se comuniquen entre sí. Cuando la primera neurona de la red se ha activado eléctricamente, portando un mensaje determinado, empezará a sintetizar estos neurotransmisores, que serán de un tipo u otro dependiendo de cuál sea la información que transporta la neurona.

Sea como sea, estos neurotransmisores son liberados al espacio que hay entre neuronas. En este momento, la segunda neurona de la red los absorberá y, una vez introducidos, los “leerá”. Haciendo esto, sabrá ya perfectamente de qué manera tiene que cargarse eléctricamente, cosa que, gracias a los neurotransmisores, será del mismo modo que la primera.

Esta segunda neurona, a su vez, empezará a sintetizar y liberar de nuevo los neurotransmisores, que serán absorbidos por la tercera neurona de la red. Y así una y otra vez con miles de millones de neuronas hasta llegar al destino. Y esto, que de por sí ya es increíble, se vuelve incluso más cuando tenemos en cuenta que el mensaje recorre toda esta distancia en pocas milésimas de segundo.

Los neurotransmisores, pues, son moléculas que propician la comunicación entre neuronas y que permiten que la transmisión de información a lo largo del cuerpo sea muy rápida y a la vez efectiva, sin que se pierda nada del mensaje. La glicina es un neurotransmisor con algunas particularidades que veremos a continuación.

Entonces, ¿qué es la glicina?

La glicina es una molécula de tipo aminoácido sintetizada por distintas células de nuestro cuerpo cuya función principal es la de unirse con otros aminoácidos para formar proteínas. De todos modos, fluyendo por la sangre, es capaz de atravesar la barrera hematoencefálica (la frontera que separa la sangre del cerebro) y pasar a la circulación en el sistema nervioso central.

Una vez ahí, la glicina es capaz de actuar como neurotransmisor, es decir, de regular y modificar la comunicación entre neuronas. Esta primera característica ya la hace diferenciarse de la mayoría de neurotransmisores, pues estos tienden a sintetizarse dentro del propio sistema nervioso.

Otra propiedad algo distintiva (que sí que realizan otros neurotransmisores pero no es lo más habitual) es que actúa como neurotransmisor inhibidor, es decir, reduciendo la actividad de otros neurotransmisores. Esto es muy importante ya que sin la intervención de neurotransmisores así, el sistema nervioso estaría en un estado constante de sobreexcitación, lo que sería inviable tanto a nivel físico como emocional.

La glicina, pues, es una molécula que, cuando actúa como neurotransmisor, su principal función es la de “calmar” a las neuronas, es decir, evitar que transmitan demasiados impulsos nerviosos muy intensos y en poco tiempo.

Es cierto que no es uno de los neurotransmisores con mayor relevancia dentro del sistema nervioso, pero sí que desempeña funciones importantes en nuestro cuerpo y que veremos a continuación.

Glicina

Las 5 funciones de la glicina

Como simple aminoácido, la glicina es muy importante a nivel anatómico ya que, al ser imprescindible para la división celular, permite la regeneración de tejidos, y a nivel fisiológico, pues es uno de los “ingredientes” para formar proteínas.

Sea como sea, en el artículo de hoy nos interesa las funciones que desempeña cuando llega al sistema nervioso central y empieza a modular la comunicación entre neuronas. Como hemos dicho, su papel es el de “frenar” la acción de otros neurotransmisores. Y esto le permite tener un peso importante en los siguientes procesos.

1. Regulación de los movimientos motores

Cualquier movimiento que realiza nuestro aparato locomotor, desde caminar hasta escribir, pasando por levantar pesos, modificar las expresiones faciales, mantenernos de pie, saltar, correr, etc, está controlado por el sistema nervioso central.

Las órdenes viajan hasta los músculos a través de las neuronas y esta comunicación está mediada, como hemos visto, por neurotransmisores. El problema es que, de no tener nada que los frenara, los neurotransmisores estarían constantemente enviando órdenes de movimiento a los músculos, algo que sería un absoluto caos para nuestro cuerpo.

En este contexto, la glicina, junto con otros neurotransmisores inhibidores, es muy importante para frenar la transmisión de impulsos motores para que solo se realicen cuando es necesario. Por lo tanto, regula los movimientos musculares.

2. Mantenimiento del estado de calma

Igual que sucede con los músculos, las emociones que experimentamos y nuestro estado de ánimo depende de cómo sean las comunicaciones entre neuronas. Cuando vivimos alguna situación que interpretamos como un peligro, los neurotransmisores actúan “encendiendo” todas las respuestas fisiológicas vinculadas al estrés.

De no ser por la glicina y otros neurotransmisores inhibidores, el sistema nervioso central estaría siempre dominado por estos neurotransmisores que inducen a la experimentación de emociones y respuestas estresantes. En este sentido, la glicina “relaja” las neuronas y permite que, en condiciones normales, estemos en calma.

3. Desarrollo de las habilidades cognitivas

La glicina, al evitar que haya un enorme descontrol a nivel de comunicación neuronal, es muy importante para mantener un sistema nervioso central sano. Y es que el propio cerebro no podría soportar una sobreexcitación constante.

En este sentido, al potenciar unas interconexiones neuronales más tranquilas y relajadas, la glicina es importante para permitir un correcto desarrollo de las propiedades cognitivas. La memoria, el aprendizaje, la adquisición de habilidades, la concentración, la atención… Todo esto es posible, en parte, gracias a la glicina.

4. Captación de estímulos visuales

La glicina también es importante a la hora de transmitir y procesar correctamente las señales nerviosas que llegan procedentes del nervio óptico, aquel que transporta los impulsos eléctricos desde los ojos hasta el cerebro. De no ser por la glicina y otros neurotransmisores similares, estos mensajes no llegarían en correctas condiciones.

5. Captación de estímulos auditivos

Al igual que sucede con la información visual, la glicina también tiene un papel importante a la hora de transmitir los mensajes que llegan desde el sentido del oído hasta el cerebro y de procesar estas señales. La glicina, pues, colabora en permitir que veamos y oigamos correctamente.

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