Sistema nervioso simpático: definición, características y funciones

El simpático es una rama del sistema nervioso autónomo, el cual regula las funciones involuntarias, que se encarga de controlar nuestros reflejos y reacciones inconscientes ante estímulos peligrosos o que nos generan estrés.

Sistema nervioso simpático

Esquivar un obstáculo en la autopista en cuestión de milésimas de segundo, agarrar al aire una taza que se nos ha caído de la mesa, protegernos la cara cuando alguien nos lanza algo, correr cuando percibimos algún peligro… Hay muchas situaciones cotidianas en las que nos sorprendemos de la increíble capacidad de reacción de nuestro cuerpo.

En apenas milésimas de segundo y, sobre todo, sin tener que pensar en hacerlo, nuestro cuerpo reacciona ante estímulos que nos generan estrés y/o que percibimos como un peligro, ya sea algo realmente dañino (un obstáculo en la autopista) o que simplemente puede ser molesto (que caiga una taza al suelo).

Y en todos estos procesos, al implicar la comunicación veloz entre distintas estructuras del cuerpo, está involucrado el sistema nervioso, que es la red de neuronas que, interconectadas, permite la transmisión de información a lo largo y ancho del cuerpo.

Pero, ¿todo el sistema nervioso es capaz de reaccionar de forma tan veloz ante los peligros? No. La regulación y control de las situaciones que generan estrés, ansiedad o que se perciben como un peligro es cosa del sistema nervioso simpático. En este artículo veremos exactamente qué es, por qué estructuras está formado y qué funciones desempeña.

¿Qué es el sistema nervioso?

Sistema nervioso

Antes de pasar a analizar el sistema nervioso simpático debemos entender bien qué es el sistema nervioso en sí, pues el simpático es una porción de este. A grandes rasgos, el sistema nervioso es la red de telecomunicaciones de nuestro cuerpo, una “autopista” de miles de millones de neuronas, que son las células especializadas tanto en crear como transmitir la información.

Y en el ámbito de la biología, información es igual a impulso eléctrico. Estas neuronas que conforman la parte funcional del sistema nervioso tienen la increíble capacidad de generar en su interior impulsos eléctricos y de, mediante unas moléculas conocidas como neurotransmisores, ir “pasando” esta información de neurona en neurona hasta llegar al destino.

Y el destino pueden ser los músculos del cuerpo, que reciben la orden desde el cerebro para contraerse o relajarse dependiendo de las necesidades. Son las neuronas las que hacen llegar el impulso nervioso y, en el momento en el que llegan al músculo, este reacciona: el corazón late, agarramos objetos, nos desplazamos…

Pero también pueden proceder de los órganos sensoriales (vista, olfato, gusto, tacto y oído), que captan estímulos del medio y las neuronas transmiten esta información hasta el cerebro, que la procesa y experimentamos las sensaciones como tal.

En resumen, el sistema nervioso es el conjunto de miles de millones de neuronas que, interconectadas, permiten tanto que percibamos estímulos del medio como que reaccionemos ante ellos, así como que mantengamos nuestras funciones vitales estables y que tengamos conciencia.

¿En qué partes se divide el sistema nervioso?

Tradicionalmente, el sistema nervioso se divide de acuerdo a una clasificación morfológica en sistema nervioso central y periférico. Como ya sabemos, el sistema nervioso central, formado por el encéfalo y la médula espinal, es la parte especializada en la creación de la información (y las órdenes) y en enviar estos mensajes hasta los nervios correspondientes, respectivamente.

Estos nervios, que se prolongan desde la médula espinal, conforman el sistema nervioso periférico, el cual es una red de nervios (“autopistas” de neuronas) que comunican el sistema nervioso central con todos los órganos y tejidos del cuerpo.

Pero también hay otra clasificación menos conocida pero muy importante, pues consiste en una clasificación funcional. En este sentido, tenemos el sistema nervioso somático y el autónomo. El somático es el conjunto de neuronas involucradas en todas las funciones voluntarias del cuerpo, como por ejemplo teclear en el ordenador. Nosotros tenemos el control de nuestras acciones.

El sistema nervioso autónomo, en cambio, engloba todas aquellas acciones que suceden en nuestro cuerpo de forma involuntaria, es decir, sin necesidad de pensar en realizarlas. No tenemos el control de nuestras acciones. Y este sistema nervioso autónomo, a su vez, se divide en parasimpático, simpático y entérico.

El parasimpático engloba todas aquellas funciones que llevan a la calma en el cuerpo, desde rebajar la frecuencia cardíaca hasta mantener la digestión activa, pasando por reducir la presión arterial, contraer las pupilas, etc. El simpático hace lo contrario: lleva al estrés en el cuerpo cuando hay un peligro. Esto implica incrementar la frecuencia cardíaca, suprimir la digestión, aumentar la presión arterial, dilatar las pupilas… Y el entérico, por su parte, es la porción del sistema nervioso que regula la motilidad gastrointestinal, es decir, los movimientos de los tejidos de los intestinos para absorber nutrientes.

El que nos interesa es el sistema nervioso simpático. Y ahora lo analizaremos de forma más detallada.

Entonces, ¿qué es el sistema nervioso simpático?

El sistema nervioso simpático es la parte del sistema nervioso involucrado en la respuesta involuntaria ante situaciones de estrés o que esconden un potencial peligro. No es una estructura en sí que pueda aislarse anatómicamente, sino que es más bien un conjunto de reacciones en las que está involucrado tanto el sistema nervioso central como el periférico.

Se trata de uno de los mecanismos de supervivencia más primitivos que existen, pues todas aquellas situaciones en las que debemos actuar rápido están reguladas por este sistema nervioso simpático. Cuando no percibimos peligros a nuestro alrededor ni somos víctimas del estrés, el sistema nervioso simpático está “silenciado”.

Pero en el momento en el que, a través de los sentidos, percibimos una situación que el cerebro interpreta como peligrosa o simplemente experimentamos emociones o pensamientos que nos llevan a sufrir estrés, las neuronas del sistema nervioso simpático toman el control. Hay que actuar rápido para huir del peligro, así que se ponen en marcha.

Gracias a este control involuntario, reaccionamos sin tener que pensar en ello, pues de hacerlo, tardaríamos demasiado. Es por ello que, muchas veces, nos sorprendemos de lo rápido que hemos actuado. Pero es porque no es el sistema nervioso somático (el de control voluntario) el que nos hace actuar, sino el simpático.

Pero, ¿qué hace exactamente el sistema nervioso simpático? Aunque sea extremadamente complejo, como todo el sistema nervioso y la neurología en general, el sistema nervioso simpático básicamente lo que hace es, después de que el cerebro interprete que hay un peligro del que hay que huir, activar los mecanismos de supervivencia del cuerpo, enviando señales a través de las neuronas a muchos órganos y tejidos del cuerpo.

Cuando ha conseguido alterar la fisiología de otras estructuras del cuerpo, estas son capaces de trabajar de un modo mucho más activo que en las situaciones de calma. La consecuencia negativa es que, al alterar también la producción de hormonas (especialmente la adrenalina), experimentamos estrés.

A continuación veremos más detalladamente las funciones que desempeña el sistema nervioso simpático, pero tenemos que quedarnos con la idea básica de que es la porción del sistema nervioso que se activa cuando hay que responder rápidamente ante un estímulo que el cerebro interpreta como “peligro”.

¿Qué funciones realiza?

La principal función del sistema nervioso simpático y de la que derivan todas las demás es la de activar el cuerpo para responder de la forma más eficiente posible ante el peligro, ya sea huyendo o atacando.

Por ello, el sistema nervioso simpático, sin necesidad de que la conciencia intervenga, dispara una serie de cambios fisiológico que llevan a responder de una forma muy rápida, mucho más que cuando estamos en calma y nuestras funciones involuntarias están reguladas por el parasimpático. Sea como sea, las funciones del sistema nervioso simpático son las siguientes.

1. Incrementar la frecuencia cardíaca

Cuando hay que actuar rápido ante un peligro, ya sea huyendo o atacando, los músculos tienen que estar listos para trabajar de una forma más eficiente de lo normal. Pero esto no sale gratis. Si tienen que actuar más rápido, necesitan más oxígeno y nutrientes.

El corazón es la “bomba” que hace llegar la sangre cargada de oxígeno y nutrientes a todo el cuerpo, por lo que, si estos músculos necesitan más de lo normal, deberá incrementar su actividad. Esto implica necesariamente aumentar la frecuencia cardíaca (con el consecuente aumento de la presión sanguínea), cosa que regula el sistema nervioso simpático.

2. Dilatar las pupilas

Cuando estamos ante un peligro, nuestros sentidos tienen que agudizarse con el fin de captar tanta información como se pueda y facilitar nuestra respuesta. Y uno de los sentidos más importantes, tanto para la huida como la reacción, es la vista.

En este contexto, el sistema nervioso simpático ordena a los músculos de los ojos que dilaten las pupilas, haciendo que se capte más luz. Cuando estamos en calma, el parasimpático hace que se contraigan, pues no necesitamos tanta luz.

3. Aumentar la producción de las hormonas del estrés

Especialmente la adrenalina y la noradrenalina. Estas hormonas son las que nos llevan a experimentar estrés físico y emocional cuando estamos ante un peligro, pero son muy importantes para propiciar todas las funciones que desempeña el sistema nervioso simpático. El estrés es necesario. Una vez se ha activado su producción, nuestro rendimiento físico y psicológico aumenta, aunque la parte “mala” son las emociones negativas que se derivan de su presencia en el cuerpo.

4. Incrementar la respiración

Cuando estamos ante un peligro, nuestra respiración se acelera. Esto es debido a que el sistema nervioso simpático, como “sabe” que se necesitará más oxígeno del normal para satisfacer las necesidades de los músculos, envía órdenes a los pulmones para que la tasa de respiración sea también más alta de lo normal y así captar más oxígeno.

5. Suprimir las funciones no esenciales

Cuando estamos ante un peligro, el organismo tiene que destinar todas las energías a mantener los mecanismos de supervivencia, que son básicamente músculos, cerebro, sentidos, sistema cardiovascular y aparato respiratorio. Todo lo demás, en ese momento, molesta en el sentido que es malgastar energías en algo que no nos llevará a responder mejor ante la amenaza.

En este contexto, el sistema nervioso simpático suprime la mayoría de funciones que, ante un peligro, no son esenciales. La digestión, la sudoración, la producción de orina, los movimientos intestinales… Estas son las principales funciones que son parcialmente suprimidas (o suprimidas por completo) por parte del sistema nervioso simpático con el objetivo de poder destinar toda la energía en las funciones físicas y las psicológicas.

6. Aumentar la liberación de glucosa

Con el objetivo de aumentar el rendimiento de los músculos, el sistema nervioso simpático ordena la liberación de glucosa en sangre, la cual estaba almacenada en forma de grasa por el cuerpo. De este modo, incluso si hace tiempo que no comemos, los músculos disponen de un “plus” de energía para garantizar que siempre podremos actuar de forma rápida y eficiente (e involuntaria) ante los peligros.

Referencias bibliográficas

  • Navarro, X. (2002) “Fisiología del sistema nervioso autónomo”. Revista de Neurología.
  • McCorry, L.K. (2007) “Physiology of the Autonomic Nervous System”. American Journal of Pharmaceutical Education.
  • Waxenbaum, J.A., Varacallo, M. (2019) “Anatomy, Autonomic Nervous System”. NCBI Bookshelf.
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