Adrenalina (neurotransmisor): funciones y características

La adrenalina es un neurotransmisor que sintetiza nuestro cuerpo cuando estamos ante una situación de estrés y que enciende los mecanismos de supervivencia del organismo.

Adrenalina

El pulso se nos acelera, se agudizan nuestros sentidos, respiramos de forma agitada, se dilatan las pupilas, se incrementa el ritmo cardíaco… Todos somos conscientes de los cambios que hay en nuestro cuerpo cuando estamos ante una situación de estrés o nos enfrentamos a algún peligro, pero, ¿qué es lo que dispara estos cambios?

Como siempre, es la química de nuestro cuerpo. Hay distintas moléculas que, cuando se sintetizan y empiezan a fluir por el organismo, alteran la funcionalidad de distintos órganos y tejidos. Estamos hablando de las hormonas y los neurotransmisores.

Las hormonas son moléculas que fluyen por la sangre cambiando la fisiología de distintos órganos y los neurotransmisores, moléculas sintetizadas por las neuronas que regulan la actividad del sistema nervioso y que, por lo tanto, modulan la transmisión de información a lo largo y ancho del cuerpo.

Hay algunas moléculas, sin embargo, que tienen un papel tanto de hormona como de neurotransmisor. Y es el caso de, por ejemplo, la adrenalina, una sustancia química producida en las glándulas suprarrenales cuando estamos ante una situación de estrés y cuyas características y funciones analizaremos en el artículo de hoy.

¿Qué son los neurotransmisores?

La adrenalina es un neurotransmisor (y una hormona) esencial para nuestra supervivencia, pues “enciende” todos los mecanismos físicos y mentales que nos llevan a estar activos y preparados para actuar rápido cuando hay algún peligro o estamos bajo los efectos del estrés.

Pero para entender qué es exactamente la adrenalina, primero tenemos que hacer un repaso de qué son los neurotransmisores y cuál es su papel dentro del sistema nervioso, que es el conjunto de neuronas interconectadas que se encarga de la transmisión de información por todo el cuerpo.

Absolutamente todos los mensajes, desde el “sigue latiendo” destinado al corazón hasta el “flexiona la rodilla” cuando estamos andando, pasando por el “esto quema” o el “inhala aire”, viajan a través de las neuronas hasta el lugar donde se tiene que cumplir la orden o interpretar lo que sucede en el medio.

A grandes rasgos, podemos entender el sistema nervioso como una autopista de neuronas, que se interconectan las unas con las otras formando una red que abarca toda la extensión del cuerpo y a través de las cuales viaja la información. Pero, ¿en qué forma está esta información?

Todos los mensajes que el cerebro envía (o recibe) están en forma de impulsos eléctricos. Es decir, toda la información viaja por el sistema nervioso en forma de señales eléctricas, que “saltan” de una neurona a otra. Pero hay que tener en cuenta que, por ínfimo que sea, hay un espacio que separa las neurona entre sí. Y aquí es donde entran en juego los neurotransmisores.

Los neurotransmisores son las moléculas que permiten que las neuronas se vayan cargando eléctricamente de la forma correcta. Veámoslo con más detalle.

Cuando una primera neurona de la red está cargada eléctricamente con una señal nerviosa que codifica para un mensaje concreto, empezará a sintetizar unas sustancias químicas: los neurotransmisores. Estas moléculas son liberadas al espacio que hay entre neuronas. Y una vez están ahí, la segunda neurona de la red los absorberá.

Una vez estén dentro de esta neurona, dependiendo de qué neurotransmisor sea, esta se cargará eléctricamente de una forma u otra, igual a la primera neurona. Esta, a su vez, sintetizará los mismos neurotransmisores y los liberará de nuevo al espacio entre neuronas.

Estos serán captados por la tercera neurona de la red. Y así una y otra vez hasta completar la autopista de miles de millones de neuronas. Y si esto de por sí no es suficientemente impresionante, hay que tener en cuenta que los mensajes llegan en milésimas de segundo, pues los impulsos nerviosos, gracias al papel de los neurotransmisores, viajan a más de 360 km/h.

La adrenalina, pues, es un neurotransmisor algo especial ya que no se sintetiza en las neuronas, pero sí que influye en la actividad eléctrica de estas tal como acabamos de ver.

Entonces, ¿qué es la adrenalina?

La adrenalina es una molécula que se sintetiza en las glándulas suprarrenales, unas estructuras localizadas encima de los riñones y que están especializadas en producir distintas hormonas, la adrenalina incluida.

Cuando el cerebro interpreta que estamos ante un peligro o presas del estrés, envía a las glándulas suprarrenales la orden de que empiecen a sintetizar adrenalina. Por lo tanto, podemos definir esta molécula como la sustancia química que produce nuestro organismo cuando debe encender los mecanismos de supervivencia para así garantizar que estemos activos y que vamos a enfrentarnos de la forma más efectiva a esta situación que el cerebro interpreta como un peligro.

Una vez ha sido sintetizada y liberada, la adrenalina fluye por el sistema circulatorio, es decir, por la sangre. Y mientras lo hace, modula la fisiología de distintos órganos y tejidos para asegurar que estamos listos tanto física como psicológicamente.

Pero no se queda aquí. Y es que como hemos dicho, además de tener un papel claro como hormona, también es un neurotransmisor, pues afecta a la manera en la que las neuronas transmiten la información. Y esto lo hace para garantizar, de nuevo, que nuestros sentidos se agudicen y que actuemos rápido, pues ante una situación peligrosa, la evolución nos ha llevado a permitirnos actuar en pocas milésimas de segundo.

Huir

A continuación veremos las funciones que tiene en nuestro organismo este neurotransmisor y hormona, el cual regula por completo todo el funcionamiento físico y mental del cuerpo para ayudarnos a sobrevivir cuando nos enfrentamos a una situación peligrosa.

Las 10 funciones de la adrenalina

Todos hemos experimentado alguna vez el famoso “subidón de adrenalina”, ya sea por entrar a un túnel del terror, hacer puenting, tirarnos en paracaídas, esquivar un accidente de tráfico en la carretera, huir de un animal o ser víctimas de un atraco.

La adrenalina es uno de los 12 neurotransmisores principales y se sintetiza cuando nos exponemos a una situación que nuestro cerebro interpreta como peligrosa. A continuación veremos las funciones que desempeña en el organismo, recordando que todas ellas van enfocadas a aumentar nuestro rendimiento físico, agudizar los sentidos y activarnos de una forma increíble.

1. Incrementar el ritmo cardíaco

La adrenalina incrementa la frecuencia cardíaca ya que en una situación de estrés, es importante garantizar que todos los órganos y tejidos del cuerpo reciben suficiente sangre, en especial los músculos. Cuando estamos bajo sus efectos, este aumento del ritmo cardíaco es perfectamente reconocible. El corazón se nos acelera.

2. Dilatar las pupilas

Cuando estamos ante una situación de peligro, la adrenalina provoca una dilatación de las pupilas para agudizar el sentido de la vista. Esto se trata de un mecanismo muy primitivo, pues los animales necesitan este aumento del rango de visión para escapar de los depredadores. De igual modo, esto facilita que veamos en ambientes oscuros.

Pupilas

3. Dilatar los vasos sanguíneos

En conexión con el incremento de la frecuencia cardíaca, la adrenalina provoca una dilatación de los vasos sanguíneos, es decir, un aumento del tamaño de arterias y venas. Hace esto porque, en primer lugar, permite un incremento de la oxigenación y llegada de nutrientes a los distintos órganos y tejidos y, en segundo lugar, reduce el daño que el aumento de la frecuencia cardíaca puede tener en el organismo.

4. Incrementar la frecuencia respiratoria

Cuando estamos ante una situación de estrés, la respiración se vuelve descontrolada. Inhalamos y expiramos a un ritmo mucho más alto del normal. Esto también es cosa de la adrenalina, que provoca que los pulmones trabajen mucho más rápido para oxigenar al máximo el organismo.

5. Inhibir las funciones no esenciales

Cuando estamos ante una situación de estrés, el cuerpo tiene que olvidarse de todas aquellas funciones corporales que no vayan a contribuir a nuestra supervivencia o que incluso vayan a ser un estorbo, pues implican destinar energías a algo que, cuando hay un peligro, no es esencial. Por ello, la adrenalina hace que se inhiban las funciones no imprescindibles, como por ejemplo la digestión.

6. Incrementar la energía

La adrenalina estimula la movilización del glucógeno, es decir, propicia que el organismo “eche mano” de las reservas de energía que hay en músculos y otros órganos del cuerpo. La adrenalina permite que esta energía almacenada en forma de glucógeno se convierta en glucosa, la cual ya es asimilable por las células e incrementa la energía que tenemos.

En otras palabras, la adrenalina ofrece a músculos y otros órganos un plus de energía que estaba reservado para situaciones de emergencia. De este modo, el cuerpo se asegura de que siempre tendremos energía para huir (o defendernos) de la amenaza.

7. Agudizar los sentidos

Cuando estamos bajo los efectos de la adrenalina, todos nuestros sentidos se agudizan. Esto es gracias a la acción de la adrenalina, que influye directamente sobre el funcionamiento del sistema nervioso para que los mensajes procedentes de los órganos sensoriales (vista, tacto, oído, gusto y olfato) lleguen al cerebro de una forma más efectiva.

8. Aumentar la producción de sudor

Con el objetivo de regular la temperatura corporal y de que podamos responder de forma más eficiente ante el peligro, la adrenalina estimula la producción de sudor. De este modo, evitamos que nuestra temperatura corporal aumente demasiado como para dificultar nuestra respuesta.

9. Estimular la memoria

Recientemente se ha observado que la adrenalina podría tener un papel importante en el sistema nervioso central, en el sentido que estimula la consolidación de recuerdos a largo plazo. Esto explicaría que las situaciones estresantes y peligrosas que hemos vivido nunca caen en el olvido, lo que podría ser también un mecanismo de supervivencia para evitar todo aquello que nos llevó a estar ante un peligro.

10. Incrementar la llegada de sangre a los músculos

Ante un peligro, los animales estamos programados para hacer básicamente dos cosas: huir o defendernos. Sea como sea, necesitamos que los músculos estén activos. Por ello, ya sea para salir corriendo o atacar, la adrenalina propicia la llegada de más sangre de la normal a los músculos, cosa que incrementa su fuerza.

Referencias bibliográficas

  • Valdés Velázquez, A. (2014) “Neurotransmisores y el impulso nervioso”. Universidad Marista de Guadalajara.
  • Valenzuela, C., Puglia, M., Zucca, S. (2011) “Focus On: Neurotransmitter Systems”. Alcohol research & health: the journal of the National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism.
  • Chaudhary, R. (2020) “Adrenaline”. Springer Nature Switzerland.
  • Marisa Costa, V., Carvalho, F., Bastos, M.L. et al (2012) “Adrenaline and Noradrenaline: Partners and Actors in the Same Play”. Neuroscience - Dealing with Frontiers.
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