¿Azúcar o edulcorantes artificiales? ¿Qué es mejor para la salud?

El debate entre si es mejor consumir productos con azúcar o bien a base de edulcorantes artificiales sigue presente en la sociedad.

Azúcar o edulcorantes artificiales

El azúcar nos brinda una sensación inmediata de placer, por lo que sus efectos son adictivos para nuestro cerebro. Nos hemos acostumbrado a él ya que lo encontramos en todo tipo de productos de consumo diario.

Sin embargo, desde que somos conscientes de los daños que tiene en nuestro cuerpo cuando es consumido de forma excesiva, la industria alimentaria ha estado invirtiendo mucho dinero en traer al mercado productos que prescindan del azúcar y que llevan los famosos edulcorantes artificiales.

Ideados para engañar a nuestro cerebro para que crea que realmente está consumiendo azúcar, los edulcorantes artificiales son sustancias químicas que imitan su sabor pero que evitan los problemas para la salud que este provoca.

En este artículo compararemos estos dos productos y veremos cuál de los dos acaba siendo mejor para nuestro organismo.

El azúcar: ¿qué es y qué efecto tiene en nuestro cuerpo?

El azúcar es un producto natural que al consumirlo nos da un gran aporte de energía en forma de calorías. De hecho, es el combustible de nuestras células y lo encontramos en infinidad de alimentos de consumo cotidiano. Y no solo en la repostería o las bebidas refrescantes, pues la fruta, por ejemplo, tiene también altas cantidades de azúcar.

El único aporte nutricional que hace es en forma de hidratos de carbono, los cuales son usados por nuestro cuerpo para conseguir energía. Y ahí es donde viene precisamente el problema, pues al ser un hidrato de carbono puro, puede traer consecuencias negativas para la salud.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un adulto de peso normal debería consumir no más de 25 gramos de azúcar al día (lo que serían unas 6 cucharadas) entre todas las comidas. Puede parecer mucho, pero lo cierto es que considerando que muchos alimentos lo llevan de forma natural, gran parte de la población supera con creces este límite.

Cuando le damos más azúcar del que necesita, nuestro cuerpo no sabe qué hacer con este exceso, pues evolutivamente no estamos adaptados todavía a las dietas que llevamos en el primer mundo. Para evitar la libre circulación del azúcar, lo que hace el cuerpo es transformarlo en grasa, la cual empezará a acumularse en los tejidos.

Ahí es cuando aparecen los problemas. Esta acumulación constante de grasa derivada de un consumo excesivo de azúcar ocasiona sobrepeso, hipertensión, diabetes, y es también responsable de diferentes enfermedades cardiovasculares, pues los vasos sanguíneos y el propio corazón están también rodeados de materia grasa que dificulta su funcionamiento.

Y no solo eso, el azúcar en sí provoca también irritaciones en la mucosa gástrica, lo que puede acabar comportando la aparición de úlceras. Además, altera nuestra microbiota intestinal cuando circula por el aparato digestivo.

Como vemos, un consumo excesivo de azúcar es responsable de muchos problemas de salud, tanto a nivel físico como sistémico.

La magnitud del problema

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en todo el mundo, con casi 18 millones de defunciones al año. La diabetes, la cuarta. Las enfermedades hepáticas y las renales entran en el top 10. La obesidad es un factor de riesgo muy importante en muchos tipos distintos de cáncer, la segunda causa de muerte en el mundo.

Teniendo en cuenta que el consumo excesivo de azúcar es responsable directo o indirecto de muchos de estos trastornos, es evidente que las autoridades sanitarias deben advertir de las graves consecuencias que puede tener el azúcar para la salud.

Técnicamente sería suficiente con reducir la cantidad de azúcar que llevan los alimentos, aunque eso no interesa ni a la industria alimentaria ni a nuestro cerebro, que por mucho que seamos conscientes del riesgo que corremos, nos sigue pidiendo que le demos “algo dulce”.

Ante estos conflictos de intereses, la industria surgió con una nueva idea: quitemos el azúcar de los productos y pongamos otras sustancias que imiten su sabor pero que no acarreen sus problemas. Así surgieron los edulcorantes artificiales.

Los edulcorantes artificiales: ¿son la solución definitiva?

Los edulcorantes artificiales son sustancias químicas que endulzan igual que el azúcar pero que se diferencian de él en un aspecto clave: no tienen calorías.

Si bien el azúcar era una gran fuente de calorías, los edulcorantes artificiales no nos dan ningún aporte calórico (o muy pequeño), por lo que su consumo no debería derivar en las complicaciones del azúcar, ya que no se transforman en grasas y, por lo tanto, no hay una acumulación de estas en los tejidos y órganos.

Existen muchos tipos de edulcorantes distintos. Algunos como la sacarina, la sucralosa, el acesulfame K y el aspartamo son intensamente dulces en pequeñas dosis; lo que los hace interesantes desde el punto de vista industrial para su uso en bebidas refrescantes “light” y en chicles sin azúcar. Otros como el sorbitol y el xilitol son más similares al azúcar “real”, lo que los convierte en muy buenos candidatos para usarlos en repostería.

Desde que empezó su uso, estos edulcorantes artificiales han estado en el punto de mira, y la falta de información ha hecho que sea difícil entender cuál es la realidad detrás de estas sustancias.

Partiendo de la base de que todo en exceso es malo, a continuación daremos algunos aspectos clave para entender mejor cómo son estos edulcorantes artificiales para después poder decidir si es mejor el consumo de estos productos o el del azúcar “normal”.

1. Que sea químico no significa que sea “malo”

La tendencia y la moda a que todo debe ser natural para que sea bueno para el cuerpo ha hecho que los edulcorantes artificiales se ganen muchos detractores. Pero, ¿por qué interpretar algo químico como “poco saludable”? Un ibuprofeno es tan poco natural como un edulcorante artificial y sin embargo todos lo tomamos cuando nos encontramos mal.

Además, son precisamente las sustancias de origen químico las que más inspeccionadas y reguladas están en la industria alimentaria, pues están sometidas a exhaustivos controles en los que se demuestra que no pueden resultar tóxicas para el consumo humano.

2. Los edulcorantes no te harán perder peso

Mucha gente sustituye el azúcar por estos edulcorantes con la esperanza de que este cambio suponga una reducción del peso corporal. Ojalá fuera tan sencillo, pero no lo es.

El metabolismo es un sistema muy complejo de nuestro cuerpo y está basado en un equilibrio entre lo que comemos y lo que quemamos. Si bien es cierto que pasar a consumir bebidas y alimentos con edulcorantes artificiales puede ayudar, hay que tener en cuenta que pese a que estos no aportan calorías, tu cuerpo te seguirá pidiendo las mismas que le dabas antes. Al menos al principio.

Por lo tanto, para llegar a las necesidades calóricas es posible que no eches mano del azúcar pero sí de otros productos como la carne o la pasta, las cuales pueden hacer aumentar de peso incluso más que el propio azúcar.

Si tu único objetivo es el de perder peso, es más importante centrarse en hacer ejercicio físico y en cuidar otros aspectos de la alimentación: entre un vaso de agua y un refresco “light”, mejor el agua.

3. Los niños no deberían consumir edulcorantes

Los niños de menos de tres años no deberían consumir estos edulcorantes artificiales, no porque supongan un riesgo para su salud, simplemente porque los estudios de su seguridad se realizan en adultos. Por lo tanto, no podemos estar seguros de que no tengan ninguna consecuencia negativa en su organismo.

Pese a que muchas veces se ha dicho lo contrario, las mujeres embarazadas que deseen hacerlo, sí que pueden consumir edulcorantes artificiales sin que su salud ni la de su hijo se vea amenazada.

4. El exceso de edulcorantes también es malo para la salud

Consumir mucha cantidad de edulcorantes durante largos periodos de tiempo no es algo inocuo para la salud. De hecho, a largo plazo puede provocar diarreas y flatulencias.

5. Los edulcorantes no causan cáncer ni te hacen estéril

“La Coca-Cola Light es cancerígena”. Este bulo ha estado circulando por Internet casi desde sus orígenes. Esta afirmación y muchas otras que intentan vincular los edulcorantes artificiales con sustancias que causan cáncer, esterilidad, enfermedades graves o reacciones alérgicas no se fundamentan en ningún estudio científico.

Como hemos dicho anteriormente, antes de salir al mercado, los edulcorantes artificiales pasan infinidad de controles y exámenes por parte de organismos tanto internacionales como nacionales que dan su visto bueno a su uso en la industria alimentaria.

El revuelo viene porque todas estas organizaciones establecen unos límites de consumo apto. De excederlos, no pueden garantizar que no haya riesgos para la salud. Sin embargo, miremos estos límites para ver si realmente hay que desatar una alarma.

El aspartamo, por ejemplo. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria dictaminó que si se consumían menos de 167 gramos de aspartamo al día, este no podía tener ningún efecto indeseado en el organismo (en una persona adulta de peso normal).

167 gramos son más de 40 cucharadas de edulcorante o, dicho de otra manera, 14 latas de refresco. Nadie llega a superar ese límite. De superarlo, no se sabe. Aunque lo más probable es que tampoco haya un riesgo grave para la salud, y si lo hay, será más culpa de las 14 latas que del aspartamo en sí.

Entonces, ¿azúcar o edulcorantes artificiales?

No hay una respuesta universal, pues hemos visto que ambos productos pueden tener consecuencias indeseadas. Probablemente nunca lleguemos a encontrar una solución única, ya que cuando entra en juego el metabolismo, lo que ganas por un lado lo pierdes por el otro.

Lo que es obvio es que en nuestra sociedad consumimos más azúcar del que nuestro cuerpo necesita, por lo que debemos vigilar tanto a nivel de consumidor como de industria alimentaria.

Habrá algunos a quienes les compensa sustituir este azúcar por edulcorantes artificiales para evitar los problemas cardiovasculares y de diabetes. Otros optarán por consumir azúcar de forma más controlada en pro de no usar sustancias tan sintéticas.

Todo es legítimo, siempre y cuando se fomente un estilo de vida saludable basado en una dieta variada complementada con ejercicio físico. Debemos tener en cuenta que absolutamente todo, ya sea “natural” o “químico, es malo si se consume en exceso.

Referencias bibliográficas

  • The Canadian Diabetes Association (2018) “Sugars and Sweeteners”. The Canadian Diabetes Association.
  • Bukhamseen, F., Novotny, L. (2014) “Artificial sweeteners and sugar substitutes - some properties and potential health benefits and risks”. Research Journal of Pharmaceutical, Biological and Chemical Sciences.
  • Modi, S.V., Borges, V.J. (2005) “Artificial Sweeteners: Boon or Bane?”. International Journal of Diabetes in Developing Countries.
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