¿La Coca-Cola Light es realmente más sana que la normal?

Quizás dudemos a la hora de comprar una u otra. En este artículo analizaremos cuál de las dos es la mejor opción.

Coca-Cola Light

Coca-Cola nació en 1886 y se vendía en una pequeña farmacia de Atlanta, Estados Unidos. La media de botellas que vendían al día era de nueve. Lejos quedan estos días, pues actualmente, Coca-Cola vende más de 1.900 millones de bebidas al día.

The Coca-Cola Company es uno de los mayores titanes de la industria alimentaria, pues además de los típicos refrescos, comercializa más de 3.000 productos distintos, entre ellos otras bebidas sin gas, agua, zumos, cafés…

Superada solo por Nestlé y unas pocas empresas más, Coca-Cola es una de las marcas alimenticias con mayor prestigio a nivel mundial, obteniendo cada año unos beneficios de más de 8.000 millones de dólares.

Sin embargo, fue muy criticada por vender productos poco saludables, pues los refrescos tienen cantidades muy altas de azúcar. Por ello, en 1982 empezó a comercializar la conocida como Coca-Cola Light, un refresco que sigue siendo vendido como la alternativa “sana” a la Coca-Cola tradicional.

En el artículo de hoy analizaremos cómo de sana es esta Coca-Cola Light y la compararemos con el refresco normal, viendo si realmente hay diferencias significativas entre ambas.

¿Por qué nace la Coca-Cola Light?

Coca-Cola Light, Coca-Cola Zero, Coca-Cola sin cafeína, Coca-Cola Zero sin cafeína, Coca-Cola Zero-Zero… E incluso Coca-Cola de café, aunque solo se comercializa en Japón. La variedad de refrescos de Coca-Cola que podemos encontrar en el mercado es enorme.

Todas estas variantes nacen de las demandas de la gente. Las empresas analizan el mercado, escuchan a los consumidores y hacen productos a su medida con un objetivo claro: vender tanto como se pueda.

Y Coca-Cola no iba a ser la excepción. Todas estas bebidas aparecen debido a que la sociedad va cambiando y evolucionando, por lo que necesita productos distintos que satisfagan sus, también distintas, necesidades.

Durante los primeros años de Coca-Cola, la empresa funcionaba bien. Comercializaba productos que, pese a tener cantidades muy elevadas de azúcar y cafeína, se vendían muy bien. La gente no se preocupaba de los riesgos para la salud que podía tener un consumo excesivo de estos refrescos, por lo que no había necesidad de cambiar nada.

Sin embargo, a medida que la sociedad iba tomando conciencia de la importancia de mantener el cuerpo saludable para prevenir el desarrollo de muchas enfermedades, Coca-Cola se dio cuenta de que debía actuar.

Por ello, en 1982, lanzaron al mercado la Coca-Cola Light, la cual fue comercializada como una alternativa más saludable que la tradicional que estaba destinada a toda aquella gente que quería seguir disfrutando del sabor inconfundible de Coca-Cola pero sin tener que ingerir esas cantidades tan elevadas de azúcar.

A diferencia de la tradicional, la Coca-Cola Light no tiene azúcar. El sabor dulce que sentimos procede de los edulcorantes artificiales, unas sustancias químicas que emulan el sabor del azúcar pero que no aportan calorías al cuerpo ni, a priori, provoca los efectos negativos de este.

Ya desde su aparición, las personas que no querían renunciar a la Coca-Cola pero que sí querían comer más sano o seguir una dieta, elegían esta opción. Y, de hecho, en la actualidad, más de la mitad de las ventas de Coca-Cola son de los refrescos “sin azúcar”, es decir, Light y Zero.

De todos modos, que sustituyan el azúcar por edulcorantes artificiales, ¿es sinónimo de saludable? Acompáñanos para descubrir la respuesta.

La adicción al sabor dulce

El sabor dulce es una droga muy potente. Y las empresas que se dedican a la comercialización de productos endulzados son conscientes de ello. El azúcar nos brinda una sensación inmediata de placer, por lo que sus efectos son adictivos para nuestro cerebro.

Biológicamente no estamos diseñados para recibir un aporte de azúcar diario tan elevado como el que recibimos en la sociedad actual. Pero ahora ya somos presa de esa necesidad que tiene el cerebro de notar los efectos del azúcar.

Los edulcorantes artificiales nacieron como una estrategia para engañar a nuestro cerebro, haciéndole creer que estamos comiendo azúcar, pero sin recibir el aporte calórico tan alto de este ni, en principio, sufrir las consecuencias para la salud que tiene.

Por lo tanto, la Coca-Cola Light es una manera de hacerle creer a nuestro cuerpo que estamos dándole azúcar, cuando en realidad el sabor dulce está emulado sintéticamente.

¿Cómo de “mala” es la Coca-Cola tradicional?

La Coca-Cola tradicional no es buena para la salud. Y esto es un hecho. Y para entenderlo, veamos el siguiente dato. La OMS afirma que un adulto de peso normal no debería consumir más de 25-50 gramos de azúcar al día entre todas las comidas. Pues bien, una sola lata estándar de Coca-Cola (de 330 ml) tiene 36 gramos de azúcar.

Con un simple refresco ya superamos el nivel recomendado de azúcar diario. Pero es que 500 ml de Coca-Cola ya son más de 10 cucharadas de azúcar, o lo que es lo mismo: 55 gramos. Por lo que, con un litro, ya se están consumiendo más de 100 gramos de azúcar.

Y es evidente que la persona consumirá más azúcar a lo largo del día, pues está presente en infinidad de productos. Y no solo en los que ya sabemos que son “malos”, como la bollería o la comida rápida. La propia fruta tiene azúcar, por lo que también hay que tener en cuenta esta aporte.

Con todo esto, una persona que consume de forma habitual Coca-Cola (teniendo en cuenta que muchas personas beben más de una lata al día) está superando con creces los niveles de ingesta de azúcar recomendados.

Efectos del azúcar en nuestro cuerpo

Pese a las recomendaciones de la OMS, el fácil acceso a productos llenos de azúcar hace que la media europea de ingesta de azúcar sea de más de 100 gramos diarios, más del doble de lo recomendado. Esto explica que la obesidad, la hipertensión y la diabetes sean auténticas epidemias en la sociedad actual.

Pero, ¿por qué el azúcar es tan malo para la salud? Lo primero que hay que dejar claro es que el azúcar en sí no es en absoluto malo, lo que es malo es el exceso de este.

El azúcar es el combustible de las células de nuestro cuerpo, pues es un producto natural que al consumirlo nos da un rápido y gran aporte de energía en forma de calorías, algo imprescindible para que nuestro organismo funcione correctamente.

Sin embargo, su “problema” es que el único aporte nutricional que hace el azúcar es en forma de hidratos de carbono, los cuales son unas moléculas que, pese a dar energía a las células, de no consumirse todos, acaban trayendo consecuencias negativas para la salud.

Y esto se entiende con matemáticas muy simples. Si le damos al cuerpo más hidratos de carbono de los que las células consumen, ¿qué pasa? Que sobra. Y si sobra, quiere decir que empezará a circular libremente por el cuerpo.

Nuestro organismo se encuentra, pues, con azúcar viajando por la sangre, algo que no puede permitir. Por ello, decide apostar por la solución “menos” peligrosa: transformarlo en grasa y acumularla en los tejidos.

Y aquí es donde vienen los problemas. Esta acumulación constante de grasas debida a una ingesta de azúcar superior a la necesaria provoca sobrepeso, hipertensión y diabetes, además de ocasionar problemas cardiovasculares, pues los vasos sanguíneos y el propio corazón están rodeados de materia grasa.

Y no solo eso, pues el azúcar en sí irrita la mucosa gástrica y altera nuestra microbiota intestinal, propiciando la aparición de úlceras y problemas digestivos, respectivamente.

De ahí que se hable de que el consumo excesivo de azúcar ponga en peligro la vida, pues es responsable de muchos trastornos. Por lo tanto, el sabor dulce es una droga adictiva que, además, pone nuestra vida en peligro.

¿Cómo de “buena” es la Coca-Cola Light?

Habiendo visto lo anterior, podríamos pensar que, si quitamos el azúcar de la Coca-Cola, evitamos todos los problemas. Y esto, en parte, es cierto. Pero debemos olvidarnos de que haya una solución universal que nos salve de todos los problemas.

Por mucho que sea “light”, siempre será mejor para la salud que bebas un vaso de agua. Pero, si lo que quieres es evitar los problemas del azúcar pero no renunciar a ese sabor dulce tan característico de la Coca-Cola, la Light puede ser una buena opción. Y decimos “puede” ya que siempre hay un “pero”.

La Coca-Cola Light consigue emular el sabor dulce del azúcar mediante el uso de edulcorantes, concretamente el aspartamo y el acesulfamo potásico. Se trata de sustancias químicas (el azúcar es un compuesto natural) que mantienen un sabor muy parecido al de la tradicional pero que se diferencian en un aspecto clave: no tienen calorías.

Como veremos a continuación, evitamos algunos problemas de la tradicional, pero surgen de nuevos. Por lo tanto, no habría que etiquetar a la Coca-Cola Light de “buena”. Quizás, eso sí, “menos mala”.

Efectos de los edulcorantes artificiales en nuestro cuerpo

Los edulcorantes artificiales no tienen ningún aporte calórico ni nutritivo, por lo que no estamos dándole a nuestro cuerpo hidratos de carbono. Por lo tanto, no habrá un exceso de estos, nuestro organismo no los transformará en grasas y, consecuentemente, no habrá una acumulación de materia grasa en los órganos ni aparecerán las respectivas enfermedades.

Hasta aquí, es cierto que la Coca-Cola Light tiene ventaja respecto a la tradicional. Sin embargo, es importante mencionar algunas de las consecuencias negativas que tienen los edulcorantes artificiales en nuestro cuerpo.

En primer lugar, los edulcorantes alteran la flora microbiana intestinal. Son compuestos no asimilables por los microorganismos que cambian la estructura de sus poblaciones, las cuales son vitales para mantener nuestro cuerpo saludable. Por ello, una ingesta excesiva puede dificultar la absorción de vitaminas y nutrientes, además de aumentar la posibilidad de desarrollar trastornos metabólicos como la diabetes. Igual que pasaba con el azúcar.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta que estamos engañando a nuestro cerebro. Cuando él nota que comemos algo dulce, cree que se trata de azúcar, por lo que envía señales al páncreas de la necesidad de producir insulina. Pero esta insulina, cuando llegue al torrente sanguíneo, verá que hay menos glucosa de la que el cerebro creía, haciendo que se lleve la poca que hay y dejándonos con unos niveles de azúcar demasiado bajos.

Esto hace que, debido a la baja de la glucosa, nos aumente el apetito y necesitemos comer más. Además, estamos forzando al páncreas a producir insulina cuando esta no es necesaria.

Entonces, ¿con qué nos encontramos? Con que consumir edulcorantes artificiales te hace tener más hambre, por lo que podrían darse casos de que tomar Coca-Cola Light acabe haciendo que la persona aumente de peso, pues acudirá a comer productos que tendrán azúcar, incitando así al sobrepeso y volviendo a los problemas que se pretendían evitar.

Entonces, ¿Coca-Cola Light o la normal?

A poder ser, ninguna. Ambas tienen aspectos negativos para la salud. Como hemos visto, quizás la Coca-Cola normal hace que los problemas aparezcan con mayor facilidad, pero es importante no creer que, la Coca-Cola Light, “como es light, puedo beber tanta como quiera”.

Todos los refrescos, ya sea directa o indirectamente, son malos para la salud. La Light presenta algunos beneficios respecto a la tradicional ya que prescinde del azúcar, pero también puede provocarnos afecciones.

Por lo tanto, si tenemos sed: un vaso de agua. Seguro que no nos causará problemas.

Referencias bibliográficas

  • The Canadian Diabetes Association (2018) “Sugars and Sweeteners”. The Canadian Diabetes Association.
  • Bukhamseen, F., Novotny, L. (2014) “Artificial sweeteners and sugar substitutes - some properties and potential health benefits and risks”. Research Journal of Pharmaceutical, Biological and Chemical Sciences.
  • Modi, S.V., Borges, V.J. (2005) “Artificial Sweeteners: Boon or Bane?”. International Journal of Diabetes in Developing Countries.
  • Azañedo, D., Saavedra Garcia, L., Bazo Alvarez, J.C. (2018) “¿Son menos dañinas las gaseosas sin azúcar? Un análisis de la información nutricional en ciudades peruanas”. Rev. Peru Med. Exp. Salud Pública.
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