Cáncer de endometrio: causas, síntomas y tratamiento

Con sus 382.000 nuevos casos diagnosticados anualmente en el mundo, el cáncer que se desarrolla en el endometrio, el tejido que recubre el interior del útero, es el decimosexto más común.

Cáncer endometrio

El cáncer es la enfermedad más temida del mundo. Y no es de extrañar, pues además de que cada año se diagnostican 18 millones de casos nuevos, sigue sin tener cura y, por desgracia, es responsable de la pérdida de muchas vidas humanas. Pero hay que tener muy clara una cosa: “cáncer” no es sinónimo de “muerte”.

Quizás tiempo atrás sí lo era, pero hoy, gracias a los increíbles avances que hemos logrado (y que seguiremos logrando) en el ámbito médico de la Oncología, el cáncer, pese a no tener cura, es una enfermedad tratable. Y algunos de los comunes presentan un buen pronóstico.

Uno de ellos es el que trataremos en el artículo de hoy: el cáncer de endometrio. Con sus 382.000 nuevos casos diagnosticados anualmente en todo el mundo, estamos ante el decimosexto tipo de tumor maligno más frecuente. Afortunadamente, en caso de que se detecte de forma precoz, puede presentar una tasa de supervivencia del 96%.

Pero para que este pronóstico pueda cumplirse con mayores probabilidades, es imprescindible que el diagnóstico llegue rápido. Y para ello, detectar sus manifestaciones clínicas tempranas se hace absolutamente necesario. Y esto es, precisamente, a lo que te ayudaremos en el artículo de hoy. Analizaremos las causas, síntomas, complicaciones y opciones de tratamiento del cáncer de endometrio, el tejido que recubre el interior del útero.

¿Qué es el cáncer endometrial?

El cáncer de endometrio o cáncer endometrial es una enfermedad oncológica que consiste en el desarrollo de un tumor maligno en el tejido mucoso que recubre el útero, el órgano donde se desarrolla el embrión cuando la mujer está embarazada. Se trata del decimosexto tipo de cáncer más frecuente en el mundo.

El endometrio es un tejido altamente especializado y único del útero (y exclusivo, pues, de la mujer) que consiste en una membrana mucosa que tiene la importantísima función de recibir el óvulo fecundado después de la fecundación y de permitir su implantación en el útero, haciendo posible así el transcurso del embarazo. Si no surge un embarazo, el revestimiento del endometrio que se había preparado es desechado, cosa que provoca el flujo menstrual, periodo o regla.

Por lo tanto, el endometrio es un tejido mucoso que recubre la matriz y que es pieza indispensable del aparato reproductor femenino. Pero este revestimiento interno del útero, como tejido de nuestro cuerpo que es, es susceptible de desarrollar cáncer.

Como cualquier tipo de cáncer, consiste en un crecimiento descontrolado de células de nuestro propio cuerpo (en este caso, las que constituyen este tejido mucoso que recubre las paredes internas del útero) que, debido a mutaciones en su material genético, pierden tanto la capacidad de controlar su ritmo de división como su funcionalidad.

El endometrio pasa por muchos cambios a lo largo del ciclo menstrual de la mujer. Las hormonas sexuales (especialmente el estrógeno) provocan alteraciones constantes en él, haciendo que se haga más grueso para permitir que el embrión pueda nutrirse en caso de que ocurra el embarazo. Si esto no sucede, como hemos dicho, parte del endometrio es expulsado (de ahí el sangrado propio de la menstruación) y la otra vuelve a su posición normal. Estas constantes modificaciones hacen que las células estén expuestas a daños, que deban repararse más y, por lo tanto, se abre la puerta a mutaciones genéticas que puedan convertirlas en células tumorales.

Sea como sea, en caso de que esta masa de células de crecimiento descontrolado y sin las funciones fisiológicas propias del tejido endometrial no ponen en peligro la vida de la mujer ni hay riesgo de que disemine a otros órganos, estamos hablando de un tumor benigno. Pero, si por el contrario, puede poner en peligro a la mujer, estamos ante un tumor maligno o cáncer. El endometrial es el tipo de cáncer de útero más frecuente.

Qué es cáncer endometrio

Causas

Como sucede, por desgracia (porque impide que se puedan establecer pautas claras de prevención), las causas detrás del cáncer endometrial no están demasiado claras. Esto demuestra que su aparición se debe a una compleja interacción entre factores genéticos y ambientales que, en determinados casos, pueden hacer que una mujer sufra el crecimiento de un tumor maligno en el endometrio.

Al parecer, una explicación podría ser la de que hay mujeres que, por genética, presentan unos receptores más sensibles al estrógeno y a la progesterona, por lo que su endometrio experimenta mayores modificaciones de tamaño y, por lo tanto, más daños. Y a más daños, mayor necesidad de replicación celular. Y a más divisiones de las células, mayor probabilidad de mutaciones genéticas potencialmente cancerígenas.

Sea como sea, no parece que vayamos a encontrar una causa clara (como podría ser el tabaco y el cáncer de pulmón), pero sí sabemos que hay determinados factores de riesgo asociados. Es decir, situaciones o características personales que, si bien no son motivo directo de su aparición, sí que aumentan estadísticamente las probabilidades de que la mujer sufra cáncer de endometrio a lo largo de su vida.

El principal factor de riesgo son todos aquellos que, de una forma u otra, alteren los niveles de hormonas sexuales. Hablamos de administración exógena de estrógenos, no tomar píldoras anticonceptivas (tomarlas reduce el riesgo de padecerlo), estar embarazada, sufrir el síndrome de ovario poliquístico, haber padecido un cáncer de ovario, tener ciclos menstruales irregulares (a más ciclos menstruales, más riesgo), etc.

Pero hay más. La obesidad, el uso de un dispositivo intrauterino, la edad (la edad promedio de diagnóstico son los 60 años), llevar una alimentación poco saludable, no hacer deporte, haber sufrido cáncer de mama, tener antecedentes familiares de cáncer endometrial o colorrectal (el factor hereditario no es una condena, pero sí aumenta el riesgo), haber pasado por radioterapia para tratar algún cáncer en la pelvis, sufrir diabetes tipo 2, haber padecido hiperplasia endometrial, no haber estado nunca embarazada… Estos son los factores de riesgo más importantes.

Sea como sea, lo que está claro es que el cáncer endometrial es el cuarto tipo de tumor maligno más frecuente del mundo en mujeres. De hecho, su incidencia se estima en 13,7 casos por cada 100.000 mujeres, aunque las cifras varían entre países.

Cáncer endometrio causas

Síntomas

Una de las partes “positivas” del cáncer endometrial es que da señales de su presencia en etapas tempranas de su desarrollo. Esto es algo bueno ya que, a diferencia de otros cánceres que empiezan a dar señales de su presencia cuando quizás ya es demasiado tarde, este se manifiesta al principio de la enfermedad.

Los principales signos clínicos aparecen prácticamente siempre y consisten en sangrado entre periodos menstruales, dolor pélvico, sentir una masa en la zona (dependerá de la localización y tamaño del tumor), pérdida inexplicable de peso, secreciones vaginales sin sangre (no es tan común) y, en caso de que la mujer esté en edad posmenopáusica, sangrados después de dicha menopausia.

Cerca del 90% de las mujeres con cáncer de endometrio experimentan un sangrado vaginal anormal que, evidentemente, es un signo clínico preocupante. La parte positiva es que, desde etapas tempranas del cáncer, se puede solicitar rápidamente atención médica.

Demorarse demasiado en buscar atención de un ginecólogo abre las puertas a que el tumor maligno siga su crecimiento, expansión, diseminación e incluso que haga metástasis. Cuanto más se tarde en acudir al médico, menos eficaces resultarán los tratamientos.

Síntomas cáncer endometrio

Prevención

Al no conocer las causas exactas, es difícil establecer pautas claras y eficaces de prevención. El cáncer de endometrio, como sucede, por desgracia, con la mayoría de cánceres, no es una enfermedad prevenible. Pero eso no significa que no podamos reducir el riesgo de su aparición.

Mantener un peso saludable, hacer ejercicio, comer sano, consultar el historial oncológico familiar y hablar con un médico en caso de que sea necesario, explorar si se cumple con los factores de riesgo anteriormente nombrados y hablar con tu ginecólogo la probabilidad de empezar una terapia con píldoras anticonceptivas, pues, como hemos visto, estas reducen el riesgo. Pero como pueden presentar efectos adversos, solo deberían tomarse como forma de prevenir el cáncer endometrial si se tiene una clara predisposición.

Como vemos, no hay una forma de prevenir claramente el cáncer de endometrio, pues el factor genético (e incluso el azar) juega un papel muy importante, pero sí que podemos aplicar medidas que, de forma conjunta, consiguen reducir el riesgo de que esta enfermedad aparezca.

Prevención cáncer endometrio

Tratamiento

Después de acudir al médico porque se experimentan los síntomas nombrados, en caso de que el ginecólogo vea que realmente hay opciones de que se trate de un cáncer endometrial, empezará el diagnóstico cuanto antes. Y es que una detección precoz es la clave para que los tratamientos puedan garantizar un buen pronóstico.

El proceso de diagnóstico consiste en distintas etapas que se realizan de forma secuencial, es decir, se avanza en función de si siguen habiendo dudas de la presencia del tumor o si hay que confirmar que, en efecto, la mujer sufre cáncer de endometrio. Estas pruebas consisten en un examen de la pelvis (una palpación interna para ver si hay anormalidades), uso de ondas sonoras para generar una imagen interna del útero (permite ver el grosor del endometrio), endoscopia y, en caso de que se observe algo extraño, por último, una biopsia (extracción de una muestra del tejido endometrial sospechoso). Esta biopsia permite analizar el tejido en laboratorio y confirmar (o no) el diagnóstico de cáncer endometrial.

En caso de que, por desgracia, el diagnóstico haya sido positivo, empezará el tratamiento cuanto antes. Recordemos que las señales clínicas aparecen siempre en etapas tempranas, por lo que normalmente se llega a este punto cuando el tumor maligno sigue siendo muy tratable.

De ahí que el tratamiento principal del cáncer de endometrio sea la cirugía, que es siempre la terapia oncológica predilecta. La intervención quirúrgica consiste en una histerectomía, es decir, una extirpación del útero y el cuello uterino a través de una incisión en el abdomen, una laparoscopia (es menos invasiva) o a través de la vagina. La elección de un procedimiento u otro dependerá de muchos factores clínicos.

Histerectomía
La histerectomía es el tratamiento quirúrgico predilecto.

En caso de que el cáncer ya se haya diseminado a regiones cercanas (no es lo habitual), es posible que sea necesario realizar una histerectomía radical, que consiste en extirpar también los tejidos adyacentes al útero, así como parte de la región superior de la vagina.

La hospitalización después de esta histerectomía es de entre 3 y 5 días. Después, la recuperación total tarda entre 4 y 6 semanas en llegar. Es importante recalcar también que, además de que las complicaciones vinculadas a estas intervenciones son poco comunes, presentan un buen pronóstico. Si se trata en etapas tempranas, el índice de supervivencia puede llegar a ser del 96%, uno de los más altos entre todos los tipos de cáncer.

De todos modos, en caso de que el cáncer haya diseminado a órganos más allá del aparato reproductor o de que la cirugía no pueda asegurar la total eliminación de las células cancerosas, es posible que haya que recurrir a tratamientos más agresivos: quimioterapia (administración de medicamentos que matan a las células de crecimiento rápido, incluidas las cancerígenas), radioterapia (incidencia de radiación sobre las células cancerosas), inmunoterapia (administración de medicamentos que estimulan al sistema inmune) o una combinación de varias.

Si ha diseminado a estructuras próximas, la tasa de supervivencia a los 5 años es de un 70%, que sigue siendo relativamente alta si lo comparamos con otros cánceres en fases de diseminación. Eso sí, si ha hecho metástasis a órganos vitales, es muy difícil que los tratamientos funcionen, por lo que la supervivencia se reduce hasta el 18%. Pero no olvidemos que prácticamente todos los casos se diagnostican cuando la cirugía de extirpación es factible, por lo que presenta una mortalidad general baja.

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