Cáncer de vejiga: causas, síntomas y tratamiento

Con 549.000 casos diagnosticados anualmente, el que se desarrolla en las células de la vejiga, el órgano que almacena la orina, es uno de los cánceres más comunes del mundo.

Cáncer vejiga

Cada año se diagnostican 18 millones de nuevos casos de cáncer en el mundo. Si a esta horrible cifra le sumamos que el cáncer sigue sin tener cura, el impacto psicológico que tiene en el paciente y en sus seres queridos y que tiene una mortalidad relativamente alta, no es de extrañar que sea la enfermedad más temida del mundo.

De todos, debemos tener claro que, afortunadamente, a día de hoy, “cáncer” no es sinónimo de “muerte”. Quizás tiempo atrás, sí. Pero actualmente, gracias a los increíbles progresos en Oncología, el cáncer puede tratarse.

Pero para que estos tratamientos puedan ofrecer su máxima efectividad, es imprescindible que el diagnóstico sea lo más precoz posible. Y para ello, conocer los síntomas de los cánceres más comunes para así solicitar atención médica cuanto antes es de vital importancia.

Por ello, en el artículo de hoy ofreceremos toda la información importante acerca del décimo primer cáncer más común del mundo: el de vejiga. De forma clara, concisa y apoyándonos siempre en las fuentes más fiables, hablaremos sobre su naturaleza, causas, síntomas, complicaciones y tratamientos disponibles.

¿Qué es el cáncer de vejiga?

El cáncer de vejiga es una enfermedad que consiste en el desarrollo de un tumor maligno en la vejiga, el órgano que, formando parte del sistema urinario, tiene la función de recibir la orina sintetizada en los riñones y almacenarla hasta llegar a un nivel suficiente como para garantizar una micción adecuada.

Se trata de un órgano hueco de naturaleza muscular con forma de globo y un volumen que oscila entre los 250 y los 300 centímetros cúbicos, aunque a medida que se llena de orina, gracias a unos pliegues en su membrana interna, puede hincharse hasta que llega el momento de orinar.

Esta membrana interna está compuesta básicamente por células uroteliales, unas células de revestimiento que conforman un tejido elástico, algo imprescindible en la vejiga. Aunque como tejido vivo que es, es susceptible de desarrollar cáncer.

Y como estas células uroteliales de las paredes internas de la vejiga están constantemente cambiando de forma, no es de extrañar que el de vejiga sea uno de los cánceres más comunes del mundo. De hecho, se diagnostican anualmente en el mundo 549.000 nuevos casos, lo que lo convierte en el décimo primer tumor maligno más frecuente.

Pero entre los hombres, es el cuarto cáncer más común. Y es que las estadísticas demuestran que la incidencia entre la población masculina es cuatro veces mayor. Del mismo modo, el 90% de las personas diagnosticadas con este tipo de cáncer son mayores de 55 años, teniendo en los 73 años su pico máximo de incidencia.

Como cualquier tipo de cáncer, el de vejiga consiste en un crecimiento anómalo de células de nuestro propio cuerpo (en este caso, de las células uroteliales que recubren su superficie interna) que, debido a mutaciones en su material genético, pierden tanto su capacidad para controlar su ritmo de división (se dividen más veces de las que deberían) como su funcionalidad (dejan de desarrollar la función que les corresponde).

Cuando esto sucede, empieza a desarrollarse un tumor. En caso de que no ponga en peligro la salud de la persona ni haya riesgo de que disemine a otros órganos, estamos ante un tumor benigno. Pero si, por el contrario, hace peligrar la integridad física de la persona y puede hacer metástasis, estamos hablando ya de un tumor maligno, más conocido como cáncer.

Por lo tanto, el cáncer de vejiga consiste en un tumor maligno que se desarrolla a nivel de las células uroteliales de la vejiga, aquellas que recubren la superficie interna de este órgano que cumple con la función de almacenar la orina hasta que se tiene un volumen suficiente como para asegurar una micción correcta.

Si se diagnostica en etapas tempranas, el de vejiga es, como veremos, un cáncer muy tratable. El problema es que es uno de los que más tendencia tiene a regresar tiempo después del tratamiento, cosa que explica que tenga un índice de supervivencia menor que otros tipos de tumores malignos.

Cáncer vejiga qué es

Causas

Como pasa, por desgracia (ya que impide que se puedan establecer formas claras y efectivas de prevención), con la mayoría de cánceres, las causas de desarrollar un tumor maligno en la vejiga no están demasiado claras. Es decir, no es como con el cáncer de pulmón, que sabemos que tiene una causa clara: fumar. En este caso, no sabemos con exactitud por qué algunas personas lo sufren y otras no.

Del mismo modo que tampoco entendemos del todo por qué los hombres tienen cuatro veces más probabilidad de sufrirlo que las mujeres. Todo esto ha hecho llegar a la conclusión de que las causas del cáncer de vejiga serían una compleja interacción entre factores genéticos y ambientales, es decir, de estilo de vida.

Sea como sea, como ya hemos comentado, el cáncer aparece porque las células de la vejiga sufren mutaciones y pierden la capacidad de controlar su ritmo de división, lo que comporta el surgimiento de un tumor. Estas células casi siempre son las uroteliales (células elásticas que permiten que la vejiga se hinche y se contraiga), en menor medida las escamosas (no son tan elásticas, sino que cumplen con una función protectora) y de forma excepcional las de las glándulas productoras de mucosidad de la vejiga (es muy raro que el cáncer aparezca en ellas).

De todos modos y a pesar de que no conocemos exactamente las causas, sí que sabemos que existen distintos factores de riesgo, es decir, situaciones que, de cumplirse, hacen que (estadísticamente hablando) la persona sea más proclive a sufrir este cáncer de vejiga.

Ser hombre, tener una edad avanzada (ya hemos dicho que 9 de cada 10 casos se diagnostican en mayores de 55 años), fumar (las sustancias nocivas del tabaco se acumulan en la orina y dañan las paredes de la vejiga), exponerse prolongada y continuamente a sustancias tóxicas (los riñones filtran los compuestos nocivos y los eliminan a través de la orina, que se almacena en la vejiga), sufrir inflamación crónica de la vejiga, tener antecedentes familiares de cáncer de vejiga (el factor hereditario no es una condena, pero sí que aumenta el riesgo) y haberse sometido a tratamientos oncológicos previos (los fármacos para tratar el cáncer y terapias de rayos X en la zona de la pelvis aumentan el riesgo de sufrirlo) son los principales factores de riesgo.

Cáncer vejiga causas

Síntomas

Una parte positiva (si puede considerarse como tal) del cáncer de vejiga es que da unos síntomas muy característicos ya en etapas muy tempranas del desarrollo. Es decir, no pasa como con otros cánceres en la que los síntomas, que además pueden ser similares a los de otras patologías menos graves, aparecen en etapas avanzadas.

En el caso del cáncer de vejiga, las manifestaciones clínicas surgen rápido, cosa que hace que la mayoría de casos se diagnostiquen en etapas tempranas, por lo que las probabilidades de que los tratamientos sean efectivos son mayores.

En este sentido, los principales síntomas del cáncer de vejiga son los siguientes:

  • Hematuria (presencia de sangre en la orina)
  • Poliuria (necesidad de orinar muchas veces a lo largo del día)
  • Dolor de espalda
  • Dolor pélvico
  • Dolor al orinar

El signo clínico más relevante y característico es el de la hematuria. Por lo tanto, ante la observación de un color oscuro (o directamente rojizo) en la orina, la visita al médico se hace obligada. Y si viene acompañada de los otros síntomas, todavía más. De hecho, ante la experimentación prolongada de cualquiera de ellos, lo mejor es solicitar atención médica. Un diagnóstico precoz es fundamental para que los tratamientos que comentaremos a continuación sean lo más efectivos posible.

Vejiga síntomas

Tratamientos

La elección de un tratamiento para el cáncer de vejiga depende de muchos factores: etapa del tumor, grado de diseminación, tamaño del tumor, edad, estado de salud general, patologías previas, etc. Lo más importante, sin embargo, es conseguir una detección lo más precoz posible, pues así las probabilidades de éxito son mucho mayores.

Por ello, ante la experimentación de cualquiera de los síntomas que hemos comentado, hay que ir al médico. Una vez ahí, el médico optará (o no, si no hay riesgo de que sea cáncer) por distintas técnicas de detección: cistoscopia (se introduce una pequeña cámara a través de la uretra para ver el interior de la vejiga), citología (se analiza una muestra de orina para determinar la presencia en ella de células cancerosas), tomografía computarizada (se toman imágenes mediante rayos X) y, en para confirmar, una biopsia (se extrae una muestra del tejido sospechoso de ser tumoral y se analiza).

En caso de que, por desgracia, se confirme la presencia de cáncer de vejiga, el tratamiento empezará lo antes posible. Dependiendo de la fase en la que se haya detectado (ya hemos comentado que, por suerte, la mayoría de casos se diagnostican en etapas tempranas de desarrollo) y del balance de beneficios-riesgos de cada técnica, se optará por una terapia u otra.

Si es posible, los médicos siempre optarán por una cirugía, es decir, por una extirpación quirúrgica del tumor maligno. Dependiendo de la naturaleza del cáncer se extirparán solo las células cancerosas o se eliminará también parte de la vejiga. Además, es común que esta cirugía venga acompañada de unas sesiones de quimioterapia para asegurarse de la destrucción de las células cancerosas.

Cirugía vejiga

En caso de que esta cirugía no sea posible ya que no es quirúrgicamente razonable y/o el cáncer ha diseminado a otras regiones, se optará por quimioterapia (administración de medicamentos que matan a las células de crecimiento rápido), radioterapia (la muerte de las células cancerosas se induce por rayos X), inmunoterapia (se estimula la actividad del sistema inmunitario para que combata el tumor) o, lo que es más frecuente, una combinación de varios.

De todos modos y pese a que muchas veces los tratamientos son altamente efectivos, el hecho de que sea difícil eliminar por completo el cáncer hace que el índice de supervivencia de este cáncer no sea tan alto como otros.

Si se detecta rápidamente y se trata a tiempo, la supervivencia a 5 años vista del cáncer de vejiga es de entre el 69% y el 77%. Si no se ha diagnosticado a tiempo (pasa muy pocas veces ya que los síntomas aparecen en etapas tempranas) y ha diseminado a estructuras cercanas, la supervivencia baja hasta el 35%. Y si ha hecho metástasis a órganos vitales, por desgracia, la tasa de supervivencia es de solo el 5%.

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