Cáncer de esófago: causas, síntomas y tratamiento

Con sus 570.000 nuevos casos diagnosticados anualmente en el mundo, el cáncer que se desarrolla en las células que recubren el interior del esófago es el octavo más común de todos.

Cáncer esófago

El cáncer, por el impacto psicológico que tiene tanto en la persona que lo sufre como en sus seres queridos, por su gravedad, por la necesidad de pasar por tratamientos que a menudo son agresivos y por su relativa alta frecuencia, es la enfermedad más temida del mundo.

Y es que por desgracia, de esta terrible enfermedad para la que todavía no se tiene cura, se diagnostican más de 18 millones de casos anualmente en todo el mundo. La cifra es horrible, pero hay que tener muy claro que, afortunadamente, a día de hoy, “cáncer” no es sinónimo de “muerte”.

Siempre que se detecte precozmente, el cáncer puede tratarse. Pero para este diagnóstico rápido, el primer paso es buscar atención médica. Y para ello, hay que tener muy claras las manifestaciones clínicas de los más comunes para, ante su experimentación, ir al médico.

En el artículo de hoy, de forma clara, concisa y apoyándonos siempre en las más fiables fuentes, presentaremos toda la información importante acerca del octavo cáncer más común del mundo: el de esófago.

¿Qué es el cáncer esofágico?

El cáncer de esófago o esofágico es una enfermedad que consiste en el desarrollo de un tumor maligno en las células que recubren el interior del esófago, un órgano que forma parte del sistema digestivo y que se trata de un conducto de naturaleza muscular que nace como una prolongación de la faringe, con la función de conducir los alimentos hacia el estómago para que sean digeridos.

El esófago se encuentra por detrás de la tráquea y consiste en un tubo muscular con una longitud media en adultos de entre 22 y 25 centímetros y un diámetro de unos 2 centímetros, suficiente para permitir el paso del bolo alimenticio.

Sea como sea, como órgano que es, el esófago es susceptible de desarrollar cáncer en las células que conforman su pared interna. Y, teniendo en cuenta que está expuesto tanto a sustancias dañinas procedentes del exterior como a los ácidos estomacales (si se sufre reflujo), no es de extrañar que se trate de uno de los más comunes del mundo.

De hecho, con sus 570.000 nuevos casos diagnosticados anualmente en todo el mundo, el de esófago es el octavo cáncer más común del mundo. Es más común en hombres que en mujeres, pues las estadísticas demuestran que la incidencia es dos veces más alta entre la población masculina.

Y, por desgracia, se trata del sexto cáncer con mayor mortalidad. Y es que como veremos, incluso cuando está localizado (todavía no ha hecho metástasis), es complicado que los tratamientos sean totalmente efectivos. Se habla de una probabilidad de supervivencia del 47%.

Como en cualquier otro tipo de cáncer, estamos ante un crecimiento anómalo de células de nuestro propio cuerpo, las cuales, debido a mutaciones en su material genético (inducidas tanto por la propia genética como por factores ambientales), pierden tanto la capacidad de regular su ritmo de división (se dividen más de lo que deberían) como su funcionalidad (se comportan de forma diferente a las otras del mismo tejido).

Cuando esto sucede, y puede pasar evidentemente en las células de los tejidos esofágicos, empieza a crecer un tumor. Si este no pone en peligro la salud de la persona ni hay riesgo de que disemine a otras regiones del organismo, estamos ante un tumor benigno. Si, por el contrario, afecta a la integridad física y pone en peligro la vida del paciente, estamos hablando de un tumor maligno, más conocido como cáncer.

En este sentido, el cáncer de esófago es una enfermedad de la que se diagnostican 570.000 nuevos casos en el mundo, que presenta una tasa de supervivencia baja si la comparamos con otros tumores malignos y que surge tras un crecimiento descontrolado de las células que recubren las paredes internas del esófago, el conducto del sistema digestivo que conduce los alimentos deglutidos hacia el estómago.

Cáncer esófago qué es

Causas

Como pasa con la mayoría de cánceres, las causas de su desarrollo no están demasiado claras. Es decir, no es como con el cáncer de pulmón, que hay una vinculación clara entre fumar y desarrollarlo. En el caso del cáncer esofágico, no se sabe con exactitud por qué algunas personas lo sufren y otras no, al igual que no se sabe por qué la incidencia es dos veces más alta en hombres.

Y es que el desarrollo del cáncer de esófago responde a una combinación de muchos factores, entrando en juego componentes tanto genéticos como de estilo de vida. Todo aquello que induzca mutaciones que deriven en una pérdida de la capacidad de regular el ritmo de división en las células del esófago puede provocar cáncer esofágico.

Lo que sí sabemos es que el tumor maligno suele desarrollarse o bien en las células de las glándulas productoras de mucosidad del esófago (lo más frecuente) o bien en sus células escamosas, que son aquellas que cumplen con la función protectora de recubrir el interior del esófago, lo que sería algo así como su piel.

Sea como sea y pese a que las causas exactas no se conocen, sí que está claro que existen distintos factores de riesgo. Es decir, situaciones que, pese a no ser causa directa de su desarrollo, se ha visto que, estadísticamente, hacen más propensa a la persona a desarrollar esta enfermedad.

En este sentido, todo aquello que contribuya a la irritación del interior del esófago constituye un factor de riesgo, pues incrementa la probabilidad de que las células, al regenerarse tanto para recuperar la salud del tejido, sufran mutaciones cancerígenas.

Sufrir enfermedad por reflujo gastroesofágico (una patología en la que los ácidos estomacales van en dirección inversa y pasan al esófago), tener obesidad, fumar, hacer excesos con el alcohol (las bebidas alcohólicas son muy irritantes), padecer acalasia (un trastorno en el que el esfínter esofágico superior, el que permite el paso del alimento hacia el esófago, no se relaja y cuesta tragar), beber líquidos muy calientes con frecuencia, no tomar suficientes verduras y frutas, haber pasado por tratamientos de radioterapia en la región del pecho para tratar algún otro cáncer… Estos son los principales factores de riesgo a la hora de desarrollar cáncer esofágico. Si cumples con alguno de ellos, lo mejor es tomar conciencia de las manifestaciones clínicas. Ahora las vemos.

Alcohol esófago

Síntomas

Uno de los principales problemas del cáncer de esófago es que no da manifestaciones clínicas (al menos, de forma evidente) hasta que no está bastante desarrollado, momento en el que ya es más difícil que los tratamientos presenten su máxima efectividad.

Aun así, pese a que puede desarrollarse a distintas alturas del conducto esofágico, lo cierto es que los signos clínicos suelen ser comunes en todos los pacientes. En este sentido, los síntomas más frecuentes del cáncer de esófago son los siguientes:

  • Pérdida de peso inexplicable
  • Dificultad para tragar
  • Dolor en el pecho
  • Sensación de acidez
  • Indigestión
  • Tos persistente (a veces ronquera)
  • Vómitos con sangre
  • Regurgitación (similar a los vómitos pero sin esfuerzo muscular)

Estos son los síntomas que genera el cáncer esofágico en sus primeras etapas, por lo que es importante acudir al médico cuando se experimenten. Ya en etapas más avanzadas, puede provocar signos clínicos más graves.

Estas complicaciones suelen consistir en una obstrucción del esófago (el tumor es tan grande que impide que los alimentos sólidos y líquidos avancen con normalidad a través del conducto esofágico), sangrado (el propio esófago puede presentar hemorragias sin necesidad de que haya vómitos de por medio) y dolor (un dolor intenso localizado en el esófago, aunque no siempre aparece).

Si se han llegado a experimentar estas complicaciones, la visita al médico se hace más obligada que nunca, pues son señales inequívocas de cáncer esofágico. De todos modos, hay que tener en cuenta que si se llega a este punto es porque el cáncer está muy avanzado, por lo que las probabilidades de éxito de los tratamientos que comentaremos a continuación son menores.

Cáncer esófago síntomas

Tratamiento

Como pasa con todos los otros tipos de cáncer, la elección del tratamiento dependerá de muchos factores: fase en la que se encuentra el tumor, grado de diseminación, edad, estado de salud general, etc. Sea como sea, lo más importante es que el diagnóstico llegue rápido. Y para ello, el primer paso es, ante la observación de los síntomas que hemos comentado, ir al médico.

Este, tras hacer una valoración general, optará (o no) por seguir con el proceso de diagnóstico, el cual consistirá en una combinación de distintas pruebas: estudio de deglución (el paciente traga un líquido con bario y después se le somete a una radiografía para ver cómo está el interior del esófago), endoscopia (se introduce una cámara para ver el interior del conducto esofágico) y, en caso de que haya muchas sospechas de que en efecto haya cáncer, biopsia (se extrae una muestra de tejido esofágico sospechoso de ser tumoral).

En caso de que, por desgracia, se diagnostique cáncer esofágico, el tratamiento debe empezar cuanto antes. Y, en función de en qué fase de su desarrollo se haya detectado, se optará por unas terapias u otras.

En caso de que sea quirúrgicamente posible y que el tumor maligno esté localizado exclusivamente en una región concreta del esófago (no ha diseminado), la cirugía de extirpación es la opción predilecta. Dependiendo de la localización y del tamaño, esta intervención quirúrgica consistirá en extirpar solo el tumor (lo mejor), una parte del esófago o, ya como última opción, parte del esófago y del estómago.

Cirugía esófago

Hay que tener en cuenta que ya no solo es que muchas veces el tumor ha diseminado, sino que estas intervenciones son bastante invasivas (hay veces que puede realizarse de forma mínimamente invasiva por laparoscopia, pero no siempre), por lo que pueden acarrear complicaciones graves.

Por ello, hay veces en las que se debe recurrir a otros tratamientos, los cuales se realizan generalmente cuando el tumor ha diseminado más allá del esófago o no es médicamente posible realizar la cirugía de extirpación.

Estos tratamientos consisten en quimioterapia (administración de medicamentos que eliminan las células cancerosas), radioterapia (se utilizan rayos X para destruir las células cancerosas), inmunoterapia (se estimula la actividad del sistema inmunitario para que combata las células cancerosas) o lo que es más común: una combinación de varios.

En caso de que el tumor esté localizado solo en el conducto esofágico, los tratamientos son más efectivos. Pero aun así, no se puede garantizar su éxito. Y es que incluso cuando está en etapas tempranas, la supervivencia del cáncer de esófago es de aproximadamente el 47%.

Si ha diseminado a regiones cercanas al esófago pero todavía no ha llegado a órganos vitales, esta supervivencia se reduce hasta el 25%. Y en caso de que haya hecho metástasis a órganos vitales, la supervivencia es de solo el 5%.

Por esta razón es tan importante conocer los síntomas y, ante la menor duda, acudir al médico. Un diagnóstico precoz es imprescindible para aumentar las probabilidades de que los tratamientos salven la vida del paciente.

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